En una ciudad como Barcelona, la producción de basura per cápita es de aproximadamente 1,2 Kg por habitante y día (438 Kg por persona y año). Alrededor de un 40% de esta basura es orgánica, y la mayor parte de ella podría separarse en origen y ser compostada por el propio ciudadano.
San Francisco, una de las ciudades norteamericanas con más apoyo ciudadano al reciclaje, encargó recientemente un estudio que concluía que cerca de dos tercios de los desechos urbanos pueden ser reciclados o compostados. El alcalde de la ciudad, Gavin Newsom, pretende alcanzar estos niveles con una ordenanza que obliga a todas las casas, comercios y escuelas a reciclar.
Se calcula que cada ciudadano europeo produce 1,5 Kg de residuos diarios, de los cuales un 40% son de materia orgánica, básicamente restos de jardinería y de cocina.
En España, cada ciudadano genera 600 Kg de residuos sólidos urbanos, que contabilizan tanto la basura doméstica como parte de la comercial.
El 88% de la basura que se genera en las principales ciudades españolas son residuos domésticos: se recoge en los contenedores urbanos y proviene de domicilios familiares, hostelería y comercios.
La bolsa de basura media está compuesta por:
- Materia orgánica: 44%.
- Papel y cartón: 21%.
- Plástico: 11%.
- Vidrio: 7%.
- Maderas, productos textiles o electrónicos: 17%.
El compostaje puede reducir drásticamente el porcentaje de materia orgánica que generan los hogares y, por tanto, su impacto sobre el entorno. Al suponer cerca de la mitad de los residuos generados en entornos urbanos, su tratamiento en origen tendría un impacto inmediato en el transporte, proceso y tratamiento de residuos urbanos.
El compostaje, como modo de obtener abono orgánico o compost, gana terreno como el sistema más eficiente para la producción de humus en entornos periurbanos. Lejos de los estereotipos, compostar no tiene por qué generar malos olores, ser antihigiénico, atraer moscas y otros insectos o incluso roedores, ni mucho menos constituir un foco de plagas.
La conveniencia del compost
El compost es el producto resultante de la descomposición aeróbica (con alta presencia de oxígeno) de la materia orgánica, en contraposición con los ciclos de descomposición anaeróbica (con poca o nula presencia de oxígeno) de la materia orgánica, o metanización.
Compostar implica someter la materia orgánica (en un entorno urbano, restos orgánicos de la cocina o restos de la jardinería) a un proceso de transformacióm natural para obtener abono natural.
Además de su función como fertilizante, mejora la composición de la tierra al aportar materiales húmicos que compensan la pérdida de nutrientes de terrarios situados en entornos urbanos.
El compost es obtenido de manera natural y sin necesidad de dedicar excesivo trabajo, ya que la descomposición aeróbica de residuos orgánicos tales como restos vegetales de la cocina y el jardín, se produce de un modo natural, a través de la reproducción masiva de bacterias aerobias, presentes en cualquier lugar. Tras el trabajo inicial de las bacterias, la fermentación de los residuos orgánicos es acelerada por otras especies de bacterias y hongos.
Una buena técnica de compostaje consiste en evitar la putrefacción de los residuos orgánicos por exceso de agua, que impediría la aireación-oxigenación y crea reacciones anaeróbicas que desencadenan el mal olor.
Por su implicación directa en la separación en origen y papel decisivo en transformar residuos orgánicos urbanos en abono de primera calidad, el compost es visto por un creciente número de administraciones locales como una solución estratégica a la transformación convencional de residuos, que tienen un coste elevado, contaminan y requieren el empleo de técnicas dependientes del uso extensivo de energía.
- El compost mejora la estructura del suelo y contiene todos los nutrientes necesarios para un crecimiento saludable de las plantas.
- Los nutrientes se liberan lentamente, con lo que se genera una aportación continua.
- Sustituye a fertilizantes artificiales y elimina los efectos contaminantes asociados a su producción y uso.
- Puede usarse como sustitutivo de la turba, facilitando la conservación de humedales y manglares.
- Una aplicación correcta de compost evita el crecimiento de malas hierbas y mejora las condiciones en la jardinería.
- El compostaje en origen es la técnica más importante para reducir el volumen de bolsas de basura, con la consiguiente reducción de las necesidades de recogida y tratamiento de residuos, así como las emisiones asociadas a estas actividades.
Evitar el transporte y la inversión tanto energética como en maquinaria necesarias para la gestión de residuos orgánicos implica que el compostaje en origen es una de las actividades cotidianas que más pueden influir sobre la economía y la ecología.
Compostar es la aportación más importante que cualquier individuo puede aportar a la conservación del medio ambiente.
Reproducir en casa el ciclo del humus
Varias corrientes de diseño, entre ellas la llamada “de la cuna a la cuna”, reivindican la necesidad de que los procesos y diseños industriales imiten el ciclo de la vida en la naturaleza para evitar el crecimiento desmesurado de residuos, que ha provocado que la mayor estructura creada por el hombre, en volumen, sea un vertedero de Nueva York, ya cerrado y en proceso de transformación en un parque metropolitano; o que una isla flotante del tamaño de Texas (2 veces Francia) conformada con todo tipo de residuos plásticos flote alrededor de la zona del Pacífico donde confluyen las corrientes de este océano (la Great Pacific Garbage Patch).
Los procesos industriales y productos que imitan la naturaleza evitarían la generación masiva de residuos y evitarían desastres medioambientales o la necesidad de tratar y reciclar basuras.
Entre los procesos naturales que la sociedad mundial actual puede integrar con un coste nulo o cercano a cero y en un tiempo récord, destaca el compostaje, uno de los procesos más avanzados de la naturaleza y que, por el contrario, las sociedades humanas actuales consideran como “pre-industrial”, “poco conveniente”, “poco urbano”, “poco civilizado” o “foco de enfermedades”.
Eso sí, el compostaje requiere un conocimiento de la basura orgánica, una responsabilidad universal con respecto a la basura orgánica que uno mismo genera y una gran dosis de sentido común, paciencia, consistencia y regularidad en nuestras acciones.
(Volver a) imitar la naturaleza
En primavera, cuando la naturaleza despierta en los climas templados del Hemisferio Norte del reposo del invierno, el suelo ha acumulado los nutrientes orgánicos suficientes para restaurar el crecimiento.
Ello es posible gracias al proceso de acumulación y descomposición de los restos orgánicos que plantas y animales retornan al ciclo natural durante su actividad, o economía circular de la naturaleza.
Con la ayuda de la radiación solar y mediante la combinación de dióxido de carbono, agua y nutrientes, las plantas producen las sustancias necesarias para su crecimiento y desarrollo.
El bosque caducifolio es uno de los productores más notables de humus, el abono orgánico de la mayor calidad: a finales del verano concluye el ciclo anual de producción de materia vegetal, así como el proceso de crecimiento, mientras la vida se retira de la copa de los árboles hacia el suelo para hibernar.
Es entonces cuando el follaje, junto a hierbas, ramaje, restos de corteza y excrementos de animales, cubren el suelo del bosque con una espesa capa, actúa como base alimentaria para millones de seres vivos que acelerarán el proceso de conformación de la sustancia compuesta rica en nutrientes conocida como humus.
Tal y como explica Edward O. Wilson en El futuro de la vida, en un puñado de suelo hay más seres vivos que personas en todo el planeta. Multitud de especies de bacterias de suelo, algas, hongos, gusanos de tierra y multitud de insectos con sus respectivas larvas representan un complejo organismo digestor de los restos vegetales depositados en el suelo durante el otoño.
Ni la supercomputadora más compleja de la actualidad sería capaz de recrear un modelo tan complejo con el compuesto por los seres vivos de un bosque caducifolio como el de la Fageda d’en Jordà, hayedo de la comarca gerundense de La Garrotxa.
Los elementos orgánicos que componen el humus son estables, una vez descompuestos. Mediante la mezcla de sustancias orgánicas con partículas minerales y arcillosas del suelo, se forman materiales húmicos y estructuras de suelo estables. El humus es la base de la fertilidad continuada del suelo.
En el bosque, el excedente se convierte en alimento, uno de los objectivos del diseño “eco-efectivo” (en contraposición con el tradicional diseño eco-eficiente) propugnado por la filosofía industrial “cradle to cradle” (C2C, “de la cuna a la cuna”), donde el gasto equivale a nutrientes (“waste equals food”).
Si, a finales de la primavera, uno aparta la capa superior de follaje depositado durante el anterior otoño en el sotobosque, encuentra una tierra con un característico tono marrón oscuro, rica en humos, de textura porosa y con un característico y agradable olor.
El compost
En lugar de permitir que el proceso de descomposición orgánica suceda de forma lenta, como en la propia naturaleza, el compostaje acelera la descomposición de manera controlada.
Para acelerar el proceso, es necesario crear un entorno que facilite la rápida proliferación de los agentes que intervienen en la descomposición: la mezcla de carbono, nitrógeno y oxígeno, así como el control de la temperatura, pH y humedad pueden modularse para lograr una mayor productividad.
Una pila de compost es un sistema natural en sí mismo, conformado por multitud de organismos interrelacionados en una cadena trófica: los organismos se alimentan de los restos orgánicos depositados, así como los unos de los otros. Si tienen garantizadas unas buenas condiciones de vida, los organismos compostadores descompondrán y transformarán de manera continuada la materia orgánica que añadimos.
La calidad del compost resultante dependerá básicamente de tres factores:
- Características de la materia orgánica añadida: cuanto más variada sea la mezcla de restos orgánicos, mejor. Interesan dos tipos de material orgánico: restos ricos en hidratos de carbono (material estructural o marrón); y material rico en proteínas y nitrógeno (restos verdes o pobres en estructura). Para poder transformar todos los restos orgánicos en compost, los organismos compostadores necesitan materiales de los dos grupos, aunque en una proporción equilibrada.
- Presencia de aire: la presencia de oxígeno es imprescindible para la actividad respiratoria de los organismos compostadores. Es necesario depositar el material de manera que quede espaciado y lo menos comprimido posible; es necesario, además, añadir material estructural, como pequeñas ramas troceadas, para mantener la estructura esponjada. Independientemente del mecanismo y artilugio de compostaje empleados, es necesario permitir la circulación de aire desde la base hasta la parte superior de la pila orgánica. La misma actividad descomponedora genera calor, que provoca una corriente ascendente en el interior de la pila.
- Humedad de la materia orgánica: la pila de material orgánico debe ofrecer unas condiciones de humedad adecuadas para los organismos que participan en el proceso: entre un 40% y un 60% de contenido de agua. Con una mezcla adecuada de restos de cocina y jardinería (evitar restos de comida preparada, carne, pescado, huesos, grandes cantidades de pan y grandes cantidades de tomates), en cantidades de 3 a 1, se consiguen habitualmente las condiciones de humedad necesarias. Es necesario realizar un seguimiento especial en momentos especialmente cálidos y en períodos lluviosos.
Beneficios del autocompostaje
Compostando, se reduce el peso y volumen de los restos orgánicos en torno al 70%. El autocompostaje, o compostaje en origen, se extiende en hogares, empresas y centros educativos como uno de los modos más sencillos y efectivos de realizar ecología práctica.
Entre los beneficios del autocompostaje, la empresa catalana Compostadores (fabricante de compostadores para distintos entornos y necesidades), destaca los siguientes:
- El compostaje mejora la educación ambintal e incrementa el porcentaje de reciclaje de otros tipos de residuos.
- Autoabastecimiento de compost orgánico, creado a partir de los propios restos domésticos (de nuevo, el “Gasto equivale a alimento”, como propugnan William McDonough y Michael Braungart en “Cradle to Cradle”).
- Se evita recoger y tratar grandes cantidades de restos orgánicos: se reduce la circulación de camiones y, como consecuencia, disminuye la contaminación ambiental.
- Ahorro en la compra de bolsas de basura y de abonos químicos, así como reducción del consumo de agua, ya que el compost mejora su drenaje y retención.
- Simplificación de la separación de residuos en la cocina y de la gestión del jardín, al no tener que tirar los restos orgánicos fuera de casa.
- Los costes por gestión de residuos se reducen drásticamente.
- El compostaje es fácil de manipular, no desprende malos olores si se siguen las principales recomendaciones, carece de costes de mantenimiento y no necesita energía para funcionar.