Combustible biológico que puede emplearse como combustible para vehículos, tanto sustituyendo totalmente a otros combustibles como añadido a la gasolina.
Al poder mezclarse en cantidades variables, el etanol puede jugar un papel decisivo en la transición del empleo de derivados del petróleo a combustibles alternativos.
El etanol puede mezclarse con la gasolina en cantidades variables. El combustible resultante se distribuye en mezclas comunes, como la llamada E10 (un 10% de etanol y un 90% de gasolina, también conocida como gasohol) o la cada vez más usada E85 (un 85% de etanol y un 15% de gasolina).
El etanol puro (E100) también puede ser empleado en motores de combustión modificados para poder emplear gasolina o etanol, tanto puro como en mezclas variables.
El etanol mezclado con gasolina puede emplearse incluso en motores sin modificar, mientras que la modalidad pura reacciona o se disuelve con ciertos materiales de goma y plásticos y debe emplearse en motores modificados.
Sin embargo, no todo son ventajas en su uso: el etanol produce, durante su combustión, más gases de efecto invernadero que la gasolina.
No obstante, durante su crecimiento, las plantas dedicadas a su producción absorben grandes cantidades de dióxido de la atmósfera, por lo que, de considerarse todo su ciclo, sus niveles de contaminación son inferiores a los de la gasolina convencional.
Se emplean tres tipos de materia prima para producir etanol biológico a gran escala:
- Sustancias con un elevado contenido de sacarosa: caña de azúcar, remolacha, melazas y sorgo dulce, principalmente.
- Sustancias con alto contenido en almidón: maíz, patata y yuca.
- Celulosas: fundamentalmente madera y residuos agrícolas.
Fundamentalmente tres países han desarrollado programas significativos para fabricar bioetanol como combustible: Brasil, Estados Unidos y Colombia.
Mientras Brasil y Colombia han apostado principalmente por la caña de azúcar, Estados Unidos emplea las ingentes cantidades de maíz transgénico que cultivan los grandes ganaderos del Medio Oeste.
Estos tres países cuentan con grandes explotaciones ganaderas centralizadas, así como territorios muy extensos y poblaciones concentradas en las costas y los principales centros urbanos.
La producción a gran escala de alcohol agrícola para emplearlo como combustible requiere importantes cantidades de tierra cultivable, por lo que esta alternativa a la gasolina es menos atractiva para las regiones industrializadas con una elevada densidad de población, como Europa Occidental.
Aprovechar los excedentes del vino en la Europa mediterránea
La legislación de la Unión Europea permite realizar mezclas de biocombustibles con combustibles convencionales sin que éstos pierdan la etiqueta comercial de “gasolina”.
La UE pretende que en 2010 todos los combustibles empleados para automoción incorporen, al menos un 5,75% de biocombustibles en la mezcla.
La UE ha escuchado a los productores de biocombustibles, que sufren desde 2006 un encarecimiento de las materias primas empleadas para producir bioetanol. El aumento de los precios llega hasta el 25% en el caso del cereal, el producto más usado en este proceso.
De ahí que Bruselas se proponga ahora aprovechar los excedentes agrícolas susceptibles de ser empleados para producir biocombustibles:
- A mediados de marzo de 2007, el Diario Oficial de la Unión Europea abrió una subasta para vender tanques de vino sobrante de cuatro países productores de esta bebida para emplearlos, exclusivamente, a la producción de combustible renovable que se añade a la gasolina.
- La UE subastará 653.381 hectolitros de vino almacenado en Francia, Italia, España y Grecia (los tres primeros países son los mayores productores europeos de vino).
- En cada país, según explicaba la agencia Reuters, el Organismo de Intervención comunitario compra los sobrantes en el mercado vitivinícola, en aplicación de la Política Agraria Común (PAC). Estos excedentes son posteriormente convertidos en alcohol de 92 grados.