El sueño europeo constituye un profundo análisis sobre la emergencia y evolución de la Unión Europea en las cinco últimas décadas, y su posición como garante de los derechos humanos y la sostenibilidad en el mundo.
El sueño europeo: cómo la visión europea del futuro está eclipsando el sueño americano es un libro que se muestra más optimista sobre el futuro de Europa que la propia Unión Europea, en un momento de gran convulsión interna tras el rechazo de Francia y Holanda en referéndum a la Constitución impulsada por Valéry Giscard d’Estaing y otros veteranos dirigentes europeos.
La influencia de José María Aznar, entonces presidente del gobierno español y referencia en el Partido Popular europeo durante años, también es patente, según sus detractores.
Aunque el influyente Jeremy Rifkin, profesor de la escuela de negocios Wharton y veterano asesor de gobiernos y compañías influyentes a lo largo de las dos últimas décadas, no aventuraba un fracaso de la Constitución Europea antes siquiera de nacer, cuando publicó el libro, en Septiembre de 2004.
El sueño europeo, conserva, pese a haber patinado en sus previsiones a corto plazo sobre la Unión Europea, su fuerza económica y su pretendida vocación integradora, el valor de las reflexiones llevadas a cabo con datos y una sólida documentación.
A pesar de que las grandes economías del Euro (Alemania, Francia e Italia) registran los índices de crecimiento más reducidos de las grandes economías desarrolladas, y aunque a Turquía se le pongan cada vez más condiciones para entrar a la UE mientras se ha culminado, con la entrada de Rumanía y Bulgaria, la expansión al Este de Europa, la UE sigue siendo la tierra de un nuevo sueño, El sueño europeo. Y no es broma; sobre todo, a tenor de la crisis que también vive el todopoderoso “Sueño Americano”.
En el libro, Rifkin describe la emergencia y evolución de la Unión Europea a lo largo de su historia; también de las diferencias fundamentales y cada vez más profundas entre los valores estadounidenses y los del Viejo Continente.
A juicio del pensador norteamericano, Europa no es sólo la principal economía mundial en estos momentos, con casi 500 millones de habitantes y un PIB superior al de Estados Unidos, sino que es vista como la principal esperanza de un mundo que ya no puede pensar un futuro en el que el éxito y la riqueza se midan en base al crecimiento económico incontrolado, sean cuales sean las consecuencias sobre la calidad de vida de los ciudadanos, el medio ambiente u otros lugares del mundo, afectados por nuestras acciones.
Los Estados Unidos de Europa son, a juicio de Rifkin, un nuevo polo de atracción y un laboratorio para repensar la civilización surgida de la Revolución Industrial.
Según Rifkin, “Europa se ha convertido en un gigantesco laboratorio para repensar el futuro de la humanidad. En muchos sentidos, el sueño europeo es el reflejo invertido del sueño americano.
Si éste pone el énfasis en el crecimiento económico incontrolado, la riqueza personal y la persecución del interés individual, aquél se centra más bien en el desarrollo sostenible, la calidad de vida y el cultivo de los lazos comunitarios.”
La Europa que no ve Rifkin en El sueño europeo
La UE es el principal exportador y el mayor mercado comercial interno del mundo, aunque lo que valora especialmente el autor es que Europa cuente con una mayor expectativa de vida, un menor índice de pobreza y criminalidad, así como de deterioro urbano; unas vacaciones más largas y unos desplazamientos más cortos para llegar al trabajo.
En definitiva, Europa empieza a estar por delante de Estados Unidos en los principales marcadores en los que se basa la calidad de vida.
Rifkin no explica nada sobre el profundo desacuerdo europeo sobre políticas de inmigración (los europeos envejecen, pero, con Francia a la cabeza, no quieren oír hablar de inmigración), provocada por la presión que miles de personas llevan a cabo sobre la frontera sur de la UE.
Tampoco hay constancia en la obra de Rifkin, otra vez debido a un cierto optimismo en su visión de Europa, del fracaso francés en la integración de sus minorías, en ocasiones de tercera generación, que viven en zonas residenciales que no tienen nada que envidiar a los peores barrios de Nueva York, Filadelfia, Atlanta, Washington o Los Ángeles. Muchas banlieues carecen de los servicios sociales básicos en uno de los mayores garantes del Estado del Bienestar.
La integración de las minorías en las sociedades europeas, sobre todo las minorías musulmanas, traen de cabeza a otros países europeos, como el Reino Unido y Holanda, donde la xenofobia alcanza niveles que parecían haber desaparecido en el Continente.
Holanda prosigue, asimismo, con su particular crisis debido a la implantación de políticas de inmigración que han conseguido expulsar del país incluso a una diputada de origen somalí, ahora exiliada -paradojas- en Estados Unidos.
Otro aspecto que se le escapa al autor es la desaparición de las universidades europeas, a excepción de algunos renombrados centros británicos, de los índices de excelencia universitaria del mundo.
Destaca, de nuevo, el varapalo de Francia en este sentido, cuyas universidades han desaparecido del mapa de la competitividad académica. Alemania no está mejor. Lo de España es otro cantar, ya que nunca había estado en los rankings.
La UE también sufre problemas para urdir una política energética medianamente coherente, mientras confirma su dependencia con respecto a países como Rusia (gas natural y petróleo) o Argelia (gas natural).
El ritmo en el desarrollo de energías alternativas, pese a las ayudas comunitarias y de los distintos gobiernos, no convence a los distintos ejecutivos. Francia, por su parte, prosigue con el despliegue de sus centrales nucleares y, más que necesitar energía, la exporta.
Javier Solana, míster PESC, o máximo responsable de la política de defensa exterior común de la UE (que, más allá de él, no existe, a falta de ejército o de coordinación entre países, como quedó claro en la Foto de las Azores), ha recibido el Premio Carlomagno en 2006 “por su contribución a la paz”.
Ni los vuelos de la CIA en Europa ni el fracaso europeo en Oriente Próximo han parecido importar a la Fundación Carlomagno de Aquisgrán a la hora de conceder el premio.
A favor del libro
Cabe decir que el autor no oculta hechos o presenta un discurso sesgado, sino que su argumento fundamental (presentar las buenas condiciones de la UE para convertirse en garante de los derechos humanos, la calidad de vida y la sostenibilidad medioambiental) deja por el camino los numerosos quebraderos de cabeza de la UE, cuyos 27 miembros mantienen íntegro su derecho a vetar cualquier legislación, por muy conveniente que ésta sea para la mayoría de los ciudadanos europeos.
Merece la pena leer El sueño europeo. Por la capacidad de argumentación de uno de los pensadores más influyentes de los últimos años.
Por el poder de sugestión de una idea, la de una Europa fuerte, capaz de integrar a todas sus comunidades, respetar los derechos humanos y avanzar hacia un mundo sostenible, que tanto nos agradaría.
Es fácil estar de acuerdo con el autor, cuando argumenta que el sueño europeo, con sus valores comunitarios, sostenibles y de respeto por los derechos humanos, superará en el siglo XXI a las ideas obsoletas sobre las que se basa la Constitución de los Estados Unidos, construida a partir de las ideas del capitalismo clásico: individualismo radical, búsqueda de la felicidad como derecho y garantía de la propiedad privada.
Sobre los pretendidos valores de “respeto de los derechos humanos” que Rifkin apunta sobre la UE: decíamos que en el libro no hay menciones a la actuación de los países de la UE a propósito de los vuelos ilegales de la CIA en territorio europeo, transportando a personas secuestradas.
Se trata de hechos sucedidos a posteriori, aunque se echan de menos en una lectura del libro a finales de 2006 o en 2007.
So pena de morir en el intento, como Rifkin deja claro en su libro, a los europeos nos toca el intentar superar esa tendencia a la paralización de las grandes ideas a base de funcionarios, ventanillas, impresos, formularios, directivas, formalidades; un problema tan francés, italiano, alemán o español.
E intentar que países como el Reino Unido finalmente se anclen a la UE, sin dejar de lado su papel de embajadores de los Estados Unidos más progresistas y amigos del diálogo permanente con Europa.
Ficha técnica de la edición en castellano
- Título: El sueño europeo: cómo la visión europea del futuro está eclipsando el sueño americano.
- Autor: Jeremy Rifkin
- Editorial: Paidós
- Género: Ensayo
- Páginas: 528
- Año: 2004