Los recién graduados lideran una nueva tendencia en Estados Unidos: mudarse a ciudades medianas con calidad de vida elevada, potencial, acceso a la naturaleza y un mercado inmobiliario por descubrir y pulir. Es el nuevo equilibrio entre hipsterismo e histerismo.
La sociedad estadounidense sigue siendo más joven, multirracial, culturalmente homogénea y más dispuesta a la movilidad geográfica que la europea, pese a una creciente rigidez en las últimas décadas.
Los últimos datos sobre la movilidad juvenil aventuran esperanzas para los degradados centros urbanos de las zonas metropolitanas más atractivas.
Grietas en el sueño americano: deuda estudiantil, trabajo, acceso a la vivienda, movilidad social
En los últimos años, fenómenos como más desigualdad, mayor rigidez social (artículo) y el precio de sanidad y educacion han repercutido en el supuesto parón de la movilidad geográfica.
El sueño americano, no obstante, permanece vivo, o al menos lo está en los numerosos y recurrentes artículos y listados sobre las mejores ciudades donde vivir en Estados Unidos, las mejores ciudades para jóvenes, las ciudades de tamaño medio más placenteras, las mejores ciudades medias para hacer deporte al aire libre, etc.
(Imagen: Oakland, al este de San Francisco)
Otros estudios y artículos recurrentes últimamente exponen lo prohibitivo que es vivir no sólo en Manhattan, en Washington, en Silicon Valley o en San Francisco, sino en los lugares periféricos a estos epicentros con potencial de gentrificación.
Cuando la gentrificación llega al patio trasero de las urbes
Ahora, los antiguos patios traseros industriales de estas urbes son demasiado prohibitivos para jóvenes menores de 35 años y con educación universitaria en busca de la vida más diversa y vibrante de las ciudades.
Recientes artículos exploran las consecuencias de la gentrificación en Williamsburg (La vida después de Brooklyn, titulaba The New York Times) y zonas adyacentes –cada vez más alejadas– de Brooklyn (Nueva York); o en el puerto industrial de la bahía de San Francisco, Oakland, localidad (junto a East Palo Alto) que concentraba los problemas sociales de la zona y que empieza a ser prohibitiva para quienes hace tiempo que no pueden comprar algo o pagar un alquiler en la ciudad o en Silicon Valley.
Vice ha dedicado un agrio artículo al problema de la vivienda en San Francisco, una ciudad conocida en Estados Unidos por sus exigentes leyes sobre compraventa y alquiler y códigos de edificación.
Tragedia de los comunes: cómo gestionar tensiones entre viejas y nuevas realidades
La tensión entre ingenieros y jóvenes con elevada renta que quieren vivir en la ciudad y quienes vivían hasta ella en barrios populares y zonas de alquiler protegido es patente en las constantes manifestaciones y altercados de los últimos meses, el último de los cuales ha girado en torno al uso de un campo de fútbol público.
El campo de fútbol había sido reformado con ayuda y donaciones privadas, lo que aparentemente introdujo modificaciones en su uso, hasta ese momento libre.
(Imagen: Oakland, California)
Ello produjo una rencilla entre trabajadores de la startup Dropbox, que habían reservado el campo para jugar un partido, y chicos del barrio que estaban usándolo en ese momento y nunca se habían encontrado en esa situación.
¿Democracia directa para bloquear lo que no gusta a unos y beneficia a otros?
Es un ejemplo anecdótico de la creciente disparidad entre demanda de viviendas de compra y alquiler en San Francisco y la realidad de la ciudad, que restringe nuevas construcciones y alquileres libres en muchas zonas.
Asimismo, recientemente se bloqueó la construcción de un edificio de apartamentos porque algunos vecinos se quejaron de que sus vistas quedarían irremediablemente afectadas, así que votaron en contra del proyecto, que fue cancelado pese a la demanda.
Cuando Oakland deja de ser Frontera
Techcrunch explica la efervescencia que vive ahora el mercado inmobiliario de Oakland, la ciudad que alberga el puerto industrial y (junto con otras zonas obreras y con población inmigrada, como Richmond o East Palo Alto) concentra los principales problemas sociales y raciales de San Francisco.
Oakland, junto a la progresista, dinámica y universitaria Berkeley, cuenta con una zona de colinas residenciales junto a la zona de influencia de la localidad vecina, atractiva y gentrificada desde hace años para estudiantes y profesionales, nos explicaban a Kirsten y a mí mismo los amigos y contactos -profesores, emprendedores, residentes habituales- en la ciudad.
El resto de la ciudad sigue siendo más económico que San Francisco y Silicon Valley. El centro de Oakland cuenta con estación de BART (tren metropolitano hacia el este de la Bahía y el condado de San Mateo) a una parada de la ciudad, así como espacio para oficinas y estudios orientados a jóvenes profesionales un tercio más económicos que en San Francisco o Palo Alto, pero la diferencia disminuye.
El año que San Francisco dejó de ser “territorio amable”
Ni siquiera Oakland, dice el irreverente y ampliamente compartido reportaje de Vice (Razones por las que San Francisco es el peor sitio imaginable) sobre la crisis de la vivienda en San Francisco y su zona de influencia, es un lugar asequible para la mayoría de jóvenes atraídos por la mentalidad y el estilo de vida de la zona.
(Imagen: Oakland, California)
Techcrunch se pasea por el centro de Oakland y pregunta a emprendedores que han ocupado recientemente locales que hace poco nadie quería. Ahora hablan de personas interesadas y empresas en busca de nuevos espacios, reticentes a gastar una parte considerable de su presupuesto en el alquiler del espacio.
La falta de espacios asequibles en San Francisco es tal que Uber, la empresa de servicios de transporte entre usuarios, prefirió comprar un solar sin ocupar y construir sus nuevas oficinas desde cero, ya que las soluciones alternativas eran más caras.
De imanes de recién graduados a territorio vedado
En el otro extremo del país, la situación es similar en Williamsburg, Brooklyn, hasta hace poco el barrio para jóvenes profesionales incapaces de abrirse paso en Manhattan. Pero Brooklyn es el nuevo West Village y los alquileres también han subido allí. Alternativas como la zona de Harlem más cercana a Central Park, son la nueva “frontera”.
Los movimientos tectónicos de gentrificación producen en las ciudades más vibrantes tensiones entre antiguos y nuevos residentes, así como conflictos por el uso de servicios o la propia convivencia cotidiana, debido al auge de fenómenos relacionados como los pisos compartidos o el alquiler turístico a corto plazo a través de servicios como Airbnb.
Varias ciudades europeas experimentan fenómenos y tensiones similares.
Alternativas para jóvenes de suburbio con mentalidad urbanita
Si los jóvenes profesionales estadounidenses (universitarios de menos de 35 años) prefieren -según las últimas encuestas- vivir en zonas urbanas vibrantes y próximas a servicios y centros urbanos, pero vivir en Nueva York, San Francisco o Washington DC es para ellos prohibitivo, ¿cuál es la alternativa?
Claire Cain Miller dedica un artículo en The New York Times a averiguarlo.
La solución que encuentran los recién graduados que anhelan una vida urbanita no es mudarse a suburbios cada vez más alejados con viviendas cada vez más precarias, como eligieron generaciones anteriores. La solución es: otras ciudades vibrantes.
(Imagen: Washington Square Park, West Village, Nueva York)
Con su comportamiento, los jóvenes graduados otorgan un voto de confianza a las urbes de tamaño medio con un mercado inmobiliario asequible en combinación con otros factores: una vida comercial y cultural vibrante, potencial de centros históricos, inicio de un proceso de gentrificación con resultados e intangibles apreciados como calidad de los servicios y acceso a deportes y actividades al aire libre, etc.
Ciudades medianas por descubrir
Si la prioridad aspiracional sigue siendo San Francisco y Nueva York, Claire Cain Miller cita un estudio del think tank City Observatory donde aumenta el atractivo para jóvenes graduados de Denver, San Diego, Nashville, Salt Lake City y Portland.
Los jóvenes universitarios con menos de 35 años siguen mudándose desde los suburbios de clase media al corazón de las ciudades, incluso en localidades industriales que habían padecido éxodos de las clases profesionales desde la II Guerra Mundial, como Buffalo (Nueva York) y Cleveland (Ohio), ambas símbolos de la pérdida de tejido industrial en el país.
El único gran centro urbano que pierde población es -y no sorprende a nadie en Estados Unidos- Detroit, que se ha convertido en símbolo del abandono y la degradación de una tendencia imparable durante décadas en la antigua capital del automóvil.
Oportunidad: más jóvenes graduados en los degradados centros urbanos secundarios
Más allá de Detroit, los centros urbanos recuperan la vitalidad que habían perdido en los últimos años: “El número de personas con educación universitaria entre 25 y 34 años viviendo en un radio de tres millas desde el centro de las ciudades se ha disparado, con un alza del 37% entre 2000 y 2012, incluso mientras la población total de esos barrios ha descendido ligeramente”.
El fenómeno de retorno a los centros urbanos de ciudades medias es, por tanto, propio de un cambio de mentalidad entre los más jóvenes, protagonistas de la “economía de bolos” y “nuevos buscavidas”, como los hemos descrito en *faircompanies, usuarios e impulsores de productos y servicios que protagonizan el llamado acceso flexible al bienestar.
Para los más críticos, “acceso flexible al bienestar” es un eufemismo puro y duro de precariedad laboral; varios artículos exponen la dureza de la economía de bolos en Estados Unidos y Europa, pero la alternativa para los recién graduados sin las especialidades más demandadas y mejor remuneradas es la protesta contra una situación más estructural que coyuntural. Es difícil culpar a alguien de un cambio a escala de civilización.
Lugares con potencial a largo plazo
El magnetismo de los centros urbanos es tal en Estados Unidos que lugares donde la población urbana desciende, como la industrial Pittsburgh o la culturalmente vibrante Nueva Orleans, atraen sin embargo a población joven.
Ciudades cuyos centros urbanos habían habían absorbido población en décadas anteriores, como la tranquila y colonial Charlotte o la capital económica del sur de Estados Unidos, Atlanta, apenas atraen ahora a jóvenes profesionales.
(Imagen: West Village, Nueva York)
Ello se explicaría por su escaso atractivo potencial, más allá de meros intereses laborales, así como por la inexistencia de un mercado inmobiliario con gangas apetecibles: antiguos edificios industriales atractivos para reconversiones, etc.
Existe, en efecto, menor movilidad en Estados Unidos en comparación con décadas anteriores, pero los recién graduados siguen siendo la excepción.
El triunfo de la ciudad
Actualmente, alrededor de un millón de universitarios con menos de 35 años cruzan la frontera de sus Estados y eligen de manera mayoritaria pequeñas ciudades y entornos metropolitanos, tratando de encontrar el equilibrio entre oportunidades laborales, estilo y calidad de vida.
El profesor de Harvard Edward Glaeser relaciona el magnetismo de una ciudad para atraer a población joven a su centro histórico y el éxito a largo plazo de la zona. Lo expone en su ensayo Triumph of the City.
La auténtica carrera en estas ciudades se encuentra en el campo de la innovación: los trabajos bien remunerados crean una economía rica y diversificada a su alrededor, exponen estudiosos como el profesor de la Universidad de California en Berkeley Enrico Moretti. Según Moretti, por cada trabajador en innovación se crean 5 puestos adicionales en la industria de servicios.
Sospechosos habituales (Austin) y no tanto (Buffalo, Baltimore, Pittsburgh)
Las consecuencias de la tendencia ya son cuantificables: alrededor de un 25% más de jóvenes graduados estadounidenses vive en zonas metropolitanas en la actualidad con respecto a 2000, lo que dobla el porcentaje de incremento total del retorno a estas ciudades.
En resumen, 50 de las 51 principales áreas metropolitanas estadounidenses han ganado talento juvenil (la excepción es la mencionada Detroit). Entre los principales polos de atracción de talento, destacan Houston (un 50% más de jóvenes graduados desde 2000), Nashville (48%), Denver (47%), Austin (44%), Portland (37%), Washington (36%), Buffalo (34%), Baltimore (32%), Los Ángeles (30%) y Pittsburgh (29%).
(Imagen: San Francisco)
No sólo aumenta espectacularmente el porcentaje de graduados en las ciudades de Estados con las economías más flexibles y dinámicas de los últimos años como Texas (que coloca sin sorpresa a la primera y cuarta ciudad con avances más espectaculares, Houston y Austin), sino también las urbes más atractivas por su estilo y calidad de vida, como Denveer (tercera) y Portland (quinta).
Portland, una ciudad europea en el Pacífico Noroeste
El caso de Portland, en Oregón, es digno de mención por su peculiaridad: la ciudad más densa, urbana, igualitaria y con mejor transporte público en el interior de la ciudad de la Costa Oeste de Estados Unidos, Portland carece, no obstante de las oportunidades laborales de San Francisco o Seattle, las grandes áreas vecinas al sur y al norte, respectivamente.
Pese a su desventaja competitiva en oportunidades laborales, Portland impone su equilibrada calidad de vida y un estilo e idiosincrasia que recuerdan a la urbanidad observada en las ciudades prósperas de Europa Occidental.
No todo, demuestra Portland, gira en torno al salario base para los nuevos graduados, sino que también son importantes las perspectivas de calidad y estilo de vida. Oregón se encuentra entre los Estados con más dificultades económicas en los últimos años, con un nivel de paro y precariedad entre los más elevados.
Riesgos de repeler a los más jóvenes
Por el contrario, las áreas metropolitanas con una economía más dinámica y diversificada pero también con precios inmobiliarios más prohibitivos, tanto para la compra como para el alquiler de viviendas y oficinas, han atraído un menor porcentaje de jóvenes graduados en la última década.
Si bien Detroit es la única de las 51 principales áreas metropolitanas de EEUU que pierde jóvenes graduados entre 2000 y 2012 (un 10% menos), entre las ciudades que menos ganan se encuentran Atlanta (3%, tercera por la cola), San Francisco (11%, sexta por la cola), Boston (12% octava), Chicago (17% novena y Nueva York (25%, décima).
El centro urbano de Atlanta, San Francisco, Boston, Chicago y Nueva York sigue siendo atractivo para los jóvenes; su incapacidad para atraer talento joven en la última década a la misma velocidad que zonas metropolitanas menos conocidas se debe al elevado coste de la vida, la falta de oportunidades laborales sólidas como en otras décadas, y un mercado inmobiliario tan rígido como prohibitivo.
Buscando ciudades amables y vibrantes
En San Francisco, Boston, Chicago o Nueva York, los centros urbanos e incluso las áreas metropolitanas menos apetecibles ya se han revalorizado hasta tal punto que jóvenes graduados sin perspectivas laborales inmediatas optan cada vez más por buscar oportunidades en los centros históricos de urbes secundarias con encanto y potencial.
El informe de Joe Cortright para City Observatory se centra en cómo ha crecido la población de jóvenes profesionales en las 51 zonas metropolitanas más grandes de Estados Unidos.
Otros estudios, artículos y listados ponen el acento en diversos de los indicadores más atractivos para quienes inician una trayectoria profesional y vital después de la universidad.
Outside Magazine elabora su lista anual con las ciudades más atractivas de Estados Unidos para vivir y trabajar, que logren buena puntuación en el estilo de vida expuesto por la publicación, contabilizado en acceso a entornos de aventura, opciones de alimentación saludable, carril bici o cantidad y calidad de espacios verdes, tanto en ciudad como en alrededores.
Calidad de vida, precios razonables, atracciones, naturaleza
El algoritmo creado por Outside Magazine tiene en cuenta servicios e intangibles difíciles de detectar en informes sobre el incremento de empadronados con educación universitaria menores de 35 años, desde el número de tiendas de bicicletas al desempleo por edades.
(Imagen: SoHo, Nueva York)
Aplicando este algoritmo, el listado de 2014 sorprende a los propios jóvenes estadounidenses, acostumbrados a situar los lugares apetecibles donde empezar una vida y una carrera en los destinos tradicionales: Nueva York, Washington, Chicago, las ciudades de la Costa Oeste o las amables, prósperas y orientadas al deporte ciudades de Colorado.
Los 16 mejores sitios para vivir en Estados Unidos, según Outside Magazine (2014):
- Duluth, Minnesota
- Provo, Utah
- Minneapolis, Minnesota
- Anchorage, Alaska
- Ithaca, Nueva York
- Asheville, Carolina del Norte
- Burlington, Vermont
- Louisville, Kentucky
- Missoula, Montana
- Boulder, Colorado
- La Crosse, Wisconsin
- Charleston, Carolina del Sur
- Portland, Maine (Costa Este; no confundir con Portland, Oregón, en la Costa Oeste)
- Nashville, Tennessee
- Houghton, Michigan
- Montpellier, Vermont
Mayor movilidad y flexibilidad
Muchas de estas ciudades destacan por un nivel de vida más asequible y oportunidades inmobiliarias residenciales y comerciales, tanto en venta como en alquiler.
Quienes no se resignan a emplear toda su energía en trabajar para pagar el alquiler en los lugares más vibrantes y prohibitivos de San Francisco o Nueva York ponen a prueba los viejos estilos de vida y códigos de edificación con soluciones originales:
- flexibilidad: uso bajo demanda, alquiler de habitaciones, etc.;
- viviendas móviles (autocaravanas, casas pequeñas sobre ruedas, contenedores logísticos convertidos en viviendas y oficinas, etc.);
- un urbanismo más flexible (mínimo urbanismo viable o “lean urbanism”) y planeado sobre la marcha, siguiendo el esquema de las startup tecnológicas.
Un mercado laboral más flexible y menos dependiente de un lugar físico determinado, presiona las viejas estructuras hacia un futuro más urbano, pero también más itinerante y flexible, donde las personas acumulen experiencias y servicios como pertenencias, y no pesadas y aparatosas posesiones materiales que uno debe mover con cada mudanza.
El flexible y creativo futuro de los nómadas urbanitas
Asistimos al inicio de nuevas tendencias, nuevos estilos de vida, nuevos tipos de urbanismo, nuevos mercados inmobiliarios que no estarán sujetos a los códigos de edificación tradicionales, ni anclados a solares determinados.
El mundo físico será un poco más irreverente y libertario. La evolución será escalonada y empezará por los más jóvenes. De las grandes necesidades pueden aparecer nuevos mercados.
Veremos si sólo en Estados Unidos o Europa da la sorpresa y convierte a sus jóvenes, muchos de los cuales se sienten al margen del sistema, en parte de un futuro donde se haga mucho más con menos recursos.