Internet ha transformado para siempre la relación entre tecnología, empleo y organización de entornos complejos, demandando nuevas especialidades y enviando a sectores enteros a la obsolescencia.
¿Cuál es la mejor estrategia para los más jóvenes en un entorno acelerado, sin empleo fijo ni bien remunerado?
La respuesta también está a menudo relacionada con Internet y su migración al mundo físico: nunca había sido tan barato y fácil inventar, experimentar, crear negocios a menudo sobre sectores y nichos incipientes.
No has llegado tarde para lo que te hayas propuesto
El veterano experto tecnológico y contracultural Kevin Kelly (Whole Earth Catalog, Wired, Cool Tools, etc.) toma la temperatura anímica a los desanimados jóvenes emprendedores que creen que todo está inventado y les invita a tirarse a la piscina con el artículo You Are Not Late.
Según Kevin Kelly, quienes se decidan a intentarlo (a probar una idea alocada, a perseverar hasta lograr que algo funcione, o hasta conseguir un empleo una vez otros reconozcan el esfuerzo y lean éxito en donde otros interpretan fracaso), lo hacen en el momento oportuno.
Para Kelly, “este es el mejor momento en toda la historia para inventar algo”. Y recuerda que, a largo plazo, el futuro es siempre decidido por los optimistas.
Para los jóvenes de 1994, todo estaba inventado también
Marc Andreessen, cocreador del navegador de Internet moderno y uno de los inversores de capital riesgo más importantes de los últimos años, coincide con la lectura de Kevin Kelly: “Es cierto [en referencia a la afirmación del cofundador de Wired]: yo también pensé que me lo había perdido todo cuando llegué a Silicon Valley en 1994″. Justo antes de inventar la interfaz con la que la humanidad se conecta a Internet desde entonces…
En su artículo en Medium, Kevin Kelly realiza un interesante ejercicio. Nos pide que imaginemos lo increíble que habría sido ser emprendedor en 1985, cuando prácticamente cualquier nombre puntocom estaba disponible.
La oportunidad no se disipó ese mismo año y permaneció durante años. En 1994, un articulista de Wired notó que “mcdonalds.com” estaba libre, así que lo registró y, a continuación, lo ofreció a McDonalds, pero los ejecutivos de la compañía, desconocedores del potencial de ese aborto techie llamado “Internet”, no sabían cómo proceder.
Cuando se carece de perspectiva, actitud, frescura, raciocinio
Ocurrió algo parecido con “abc.com”. Cuando Kevin Kelly dio una presentación sobre el futuro digital a los máximos ejecutivos de ABC, recomendándoles que mandaran al perfil tecnológico más listo que tuvieran que registrara el dominio, los ejecutivos no movieron un dedo.
Es difícil avanzar contra la inercia del desconocimiento. Cuesta lo mismo desde la época de Sócrates.
En la época que explica Kelly, hace apenas tres décadas, era fácil ser el primero en la categoría X en Internet. “Los consumidores tenían pocas expectativas, y las barreras eran extremadamente bajas. ¡Empezar un motor de búsqueda!¡Una tienda de Internet!¡Ofrecer vídeos amateur!”.
Qué pensarán de 2014 los jóvenes de 2044
Mirando a aquella época, explica Kelly, ahora parece que nos encontremos en la situación contraria, lo que dejaría sólo los lugares menos atractivos y más arduos a los que acaban de llegar… Aplicaciones, plataformas dispositivos, y contenido más que suficiente “para demandar nuestra atención durante el próximo millón de años”.
Pero… aquí está lo curioso, recuerda Kevin Kelly, con una energía que le hace más joven que la mayoría de techies incrédulos recién aterrizados en el mercado laboral. “En términos de Internet, todavía no ha pasado nada. Internet se encuentra todavía en los inicios de su inicio”.
“Si pudiéramos montarnos en una máquina del tiempo y viajar 30 años hacia el futuro, y mirar en retrospectiva hacia el presente desde esa posición ventajosa, nos daríamos cuenta de que la mayoría de los productos más increíbles guiando la existencia de ciudadanos en 2044 no habían sido inventados hasta 2014”.
Cuando la “economía de bolos” no es suficiente
Oficialmente, la crisis derivada de la Gran Recesión iniciada hace más de un lustro ha acabado, pero se crean empleos como en anteriores recuperaciones; a pie de calle, sobre todo entre los jóvenes, prosigue la crisis.
Determinadas titulaciones universitarias no garantizan un buen trabajo ni siquiera en mercados tan dinámicos como el de la Bahía de San Francisco, por no hablar de países desarrollados donde el paro juvenil se sitúa entre el 20% y el 50%.
Los empleos más afectados por la falta de liquidez, la crisis inmobiliaria, la mecanización y la automatización, muchos de ellos poco especializados, no volverán a cotas anteriores, mientras los empleos menos precarios y con futuro demandan años de esfuerzo.
Buscar oportunidades donde parece no haberlas
En la supuesta carrera contra las máquinas, la mejor estrategia consiste en especializarse en labores creativas e interpretativas, difíciles de automatizar. Los trabajadores menos especializados y los más jóvenes se convierten, sin demandarlo, en una suerte de nuevos buscavidas.
Autores como Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee creen que los avances en Inteligencia Artificial causarán el mismo efecto en los empleos liberales (“cuello blanco”) que la robotización en los puestos industriales.
Mientras tanto, otros trabajos con perfil técnico y de intermediación especializada quedan vacantes en entornos como Silicon Valley pese a los elevados salarios, al existir mayor demanda que oferta adecuada a la posición.
Menos trabajos poco especializados con buena remuneración
Demasiada gente poco especializada en busca de empleos destruidos que no volverán, y demasiadas vacantes en titulaciones y especialidades industriales y técnicas con elevada demanda en los próximos años, exponen economistas como Tyler Cowen.
Los “millenials” se adaptan a la nueva situación trampeando de manera creativa, a menudo sirviéndose de la economía entre usuarios (P2P), para lograr un acceso flexible al bienestar alquilando y/o compartiendo: usar y pagar sólo cuando un servicio es requerido; obtener rendimiento de bienes propios cuando uno no los usa, etc.
¿Es posible autorrealizarse en una economía de bolos? Internet hace más fácil, seguro y escalable que nunca el ofrecer u obtener bienes y servicios bajo demanda.
Oportunidades en el consumo colaborativo
El consumo colaborativo convierte a cualquiera en condiciones de ofrecer un producto o servicio con garantías en trabajador de una economía informal que, a menudo, colisiona con intereses y regulaciones locales.
Más allá de los retos regulatorios, la economía P2P ha permitido a los “nuevos buscavidas” ofrecer o acceder a productos y servicios que a menudo han obrado de válvula de escape para llegar a fin de mes.
El auge de la economía freelance o de bolos crea empleo temporal y logra réditos económicos en entornos donde la maquinaria burocrática de las economías desarrolladas no tiene capacidad de respuesta en tiempo real.
Cuando una buena idea y financiación inicial no son suficientes
En la economía de bolos, no todo el mundo puede ser un emprendedor con una idea multimillonaria, como sugiere un reportaje de Gideon Lewis-Kraus para Wired, sobre las dificultades de dos jóvenes emprendedores estadounidenses para mantener a flote su nueva empresa en San Francisco.
Nick Edwards y Chris Monberg, protagonistas del reportaje, habían logrado apoyo de una incubadora de negocios de Internet y financiación inicial para hacer realidad su idea: un agregador de vídeos de Internet con herramienta de personalización propia.
El prometedor perfil profesional de los jóvenes, así como su dedicación y constante búsqueda de nuevos inversores no habían logrado los réditos esperados y, mientras Lewis-Kraus escribía el reportaje para Wired, la startup estaba al borde del cierre antes de haber siquiera ofrecido el servicio prometido a su primer cliente corporativo.
Trabajos esporádicos hasta encauzar una carrera a largo plazo
Al final del reportaje, Boomtrain logra la financiación necesaria para seguir a flote y pagar a los desarrolladores necesarios para, al menos ofrecer algo similar a la idea original.
No exit explica con acierto las dificultades de miles de aspirantes a emprendedores no ya para crear el próximo Facebook, sino para armar una empresa solvente que garantice su independencia económica y creativa.
Los chicos avispados que hace unos lustros acudían a Nueva York a trabajar en la industria televisiva o en Wall Street, o a Los Ángeles para “revolucionar” la industria del cine y el entretenimiento, sueñan ahora con ser emprendedores.
La mayoría trampean para perseverar, como el propio Chris Monberg, que decide irse a vivir a casa de su novia en Petaluma, una hora al norte de San Francisco, para poder alquilar el apartamento en San Francisco a través de Airbnb.
Laboratorios de ideas y productos innovadores a bajo coste
Sólo una minoría logra crear una empresa viable, y una minoría de esta minoría consigue crear un servicio con auténtico potencial, casi siempre con ayuda de varias rondas de financiación, en cada una de las cuales se diluye parte del control de los fundadores sobre una idea basada en expectativas que no suelen cumplirse.
Los inversores de capital privado conocen el riesgo, como también han estudiado la dramática reducción en la inversión inicial por idea o emprendedor.
El reportaje cita al experto en rondas de financiación iniciales Paul Martino, que sintetiza cómo la evolución tecnológica (equipos más rápidos y económicos, computación en la nube, procesos automatizados, recursos de código abierto) hace que “los mismos 5 millones de dólares que iban a una empresa de 10 personas en 1999 vayan ahora a 10 empresas de 2 personas cada una”.
Es posible, con la misma inversión, explorar más ideas y lograr herramientas producidas a bajo coste y con principios de desarrollo ágil que a continuación son adquiridas por alguna empresa consolidada.
La ansiedad de no saber a qué se juega
Si bien el currículum académico y/o profesional adecuado y una idea coherente hacen relativamente fácil lograr una inversión inicial en torno a 500.000 dólares en el mundo tecnológico actual, sólo un pequeño porcentaje de quienes crean una startup logra la progresión necesaria para asegurar su continuidad, explica Paul Martino en Wired.
El autoempleo (o subempleo) en Internet requiere no sólo flexibilidad y capacidad para reinventarse, versatilidad e infinidad de conocimientos relacionados con la nueva economía, sino que la virtual globalidad presiona a la baja los salarios, al existir casi siempre alguna persona o servicio dispuestos a trabajar a una fracción del coste.
Blogueros, diseñadores o traductores freelance padecen el vértigo de la precariedad, explica The New York Post. Sólo una minoría logra consolidar su reputación profesional, convirtiéndose en reconocidas micro-celebridades de ésta o aquélla especialidad creativa.
Interpretar la incertidumbre a nuestro favor
Donde un reportaje o un análisis interpretan precariedad y falta de expectativas para jóvenes sin formación o con titulaciones poco demandadas debido a los cambios estructurales de los últimos años, otros observan una irresistible oportunidad.
Todo depende de cómo interpretemos la incertidumbre y nuestra propia carrera profesional, priorizando la visión a largo plazo por encima de las urgencias e impulsos centrifugadores del corto plazo.
Shane Parrish de Farnam Street recuerda que el conocimiento es acumulativo cuando uno se centra en cosas que cambian poco a poco. De lo contrario, si optamos por competir en precio o inmediatez en una economía del conocimiento, no podremos dedicar esfuerzo a la estrategia y las ideas que, quizá, nos acerquen a la excelencia anhelada. La areté a la que aspiraban los individuos de la Antigua Grecia.
Casi siempre, no se trata de leer más o pensar más rápido, sino de refrescar la mente y cambiar nuestra manera de pensar e interpretar la realidad (todo es opinión, tamizada por nuestros sentidos, experiencia y estado de ánimo, recuerda el estoico Marco Aurelio).
Buscando el son del propio tambor
No es fácil buscar un ritmo propio cuando el clima de opinión parece desplazarse en contra de la apreciación optimista del presente. Hoy puede ser el mejor día para empezar a crear e inventar grandes cosas… o convertirse en el inicio de una teoría conspirativa personal contra aquellos que supuestamente coartan nuestra libertad de creación y autorrealización.
En el ensayo Diaminds: Decoding the Mental Habits of Successful Thinkers, Roger Martin reflexiona sobre maneras de pensar para conseguir mejores resultados.
Martin no reinventa la rueda: como Marco Aurelio, nos recuerda que el mundo es complejo y tenemos que aprender a gestionar la incertidumbre, en lugar de tratar de evitarla en vano.
El pensamiento exitoso expuesto por ensayos como el de Roger Martin desvela poco más que los principios del pensamiento socrático: despejar dudas (lo tenebroso es la ignorancia) descrubriendo verdades parciales que acercan al individuo a una mayor comprensión racional y a la autorrealización.
Martin, en Diaminds: “El pensador exitoso es un integrador que puede poner en abstracto con rapidez y efectividad las mejores cualidades de modos radicalmente distintos de observar y representar; haciéndolo, esa persona desarrolla una ‘mejor lente’ sobre el desconcertante fenómeno que llamamos ‘mundo'”.
Estás a tiempo
Kevin Kelly nos recuerda en su artículo You Are Not Late que “todos esos inventos miraculosos aguardan a ese visionario loco, nadie-me-explicó-que-era-imposible, para empezar a recoger la fruta madura: el equivalente a los nombres puntocom de 1984.
“Porque he aquí la otra cosa que los sabios de 2044 te explicarán: ¿Puedes imaginar lo increíble que habría sido ser un emprendedor en 2014?.
“Quizá no te hayas dado cuenta de que el mundo de hoy es en realidad una frontera abierta de par en par. Es el mejor momento en la historia humana para empezar”.