Leer un libro requiere compromiso. Escribirlo, además de compromiso, exige perseverancia, planificación y enormes dosis de ingenuidad.
El libro digital autoeditado reduce el coste de publicación hasta prácticamente cero, pero no garantiza la calidad de su contenido mendiante métodos reconocibles, usados hasta ahora por la industria editorial.
Pese a ello, la autopublicación digital cuenta con algunas ventajas con respecto a la tradicional, tanto para escritores debutantes como cuando se trata de autores consolidados, expone Brian Klems en Writer’s Digest.
Cómo valorar la calidad de un libro autopublicado
En los próximos años, creen los expertos, proliferarán medios y herramientas que actuarán como filtros de reputación y relevancia. Hasta entonces, los fenómenos literarios independientes dependerán de la recomendación tradicional, aunque se realice por canales digitales.
Los nuevos filtros de reputación literaria (aunque sirve para cualquier obra de ocio distribuida digitalmente), integrados en tiendas de libros electrónicos, nos asistirán en el proceso de filtrado para discernir sobre la relevancia de autores y obras. Algunos ejemplos, en proceso de mutación/mejora:
- críticas de usuarios y los algoritmos de recomendación de la tienda Kindle de Amazon;
- interacciones y comentarios de usuarios en comunidades sociales de lectura como Goodreads;
- menciones y críticas de los últimos títulos en redes sociales, bitácoras de prestigio, medios especializados;
- etc.
Derechos de autor, DRM, reputación/relevancia
La autopublicación digital suscita varias incógnitas, ninguna de ellas solventada:
- el papel de la propiedad intelectual en el entorno digital y los derechos del propietario legítimo de una hora; el sistema de gestión digital de derechos -DRM-, por ejemplo, limita el número de veces que un comprador legítimo puede compartir su obra, impedimento inexistente en su equivalente analógico;
- modelos de negocio y precio de venta de una obra cuyo coste de producción se limita al esfuerzo intelectual del autor, pero carece de los costes tradicionales de gestionarla, maquetarla, imprimirla y distribuirla;
- gestión de la relevancia de un trabajo: en un mundo en que cualquiera, además de consumir ocio digital, puede crear y distribuir sus propios trabajos, ¿aumentan la oferta y oportunidades para encontrar talento o sólo lo hacen el ruido y la mediocridad?
El imparable ascenso del contenido autopublicado
El libro electrónico autoeditado es la consecuencia de las posibilidades de las plataformas digitales. El documental PressPausePlay reflexiona sobre la revolución de la creación independiente y amateur, el “háztelo tú mismo” (DIY-BYO).
El documental interviene a varios artistas consolidados y expertos, que reflexionan sobre las ventajas y riesgos de un modelo para la industria cultural sin barrera de entrada y, a la vez, sin filtros consolidados. La democratización de la cultura, ¿significa mejor arte o, por el contrario, el talento se diluye entre la mediocridad y el ruido generalizados?
(Imagen: Lev Tolstói escribiendo en su escritorio -Nikolai Ge, 1870-)
En el caso concreto del libro electrónico, Internet multiplica las posibilidades de edición y distribución, además de permitir modelos sin intermediarios.
Si publicar un libro en bits no requiere más inversión que el propio trabajo del autor, se debate acerca de la calidad obras que no han pasado el filtro de agentes y editores tradicionales.
Intangibles y retorno de la inversión de un escritor DIY
Para un escritor novel, las posibilidades de retorno de la inversión, cuantificada en remuneración del esfuerzo realizado al escribir una obra, deben ser similares a las de ganar un premio de lotería.
Chris Anderson, ex director de Wired, explicaba hace una década en la revista y un ensayo posterior bajo el mismo título, The Long Tail, el fenómeno de la creación y distribución digital.
Según la hipótesis de la larga estela, cuando el coste de crear y distribuir se reduce a cero, las tiendas electrónicas tienden a aumentar su inventario con millones de trabajos, optando por la estrategia de vender “menos de más títulos” (lo que crearía un gráfico similar a una larga cola), en lugar del objetivo de la tienda física tradicional de vender más de una selección mucho más limitada de títulos.
Vender más y más caro en un entorno de obras minoritarias a bajo precio
Un posterior artículo (Free! Why $0.00 Is the Future of Business) y ensayo de Chris Anderson profundiza en las consecuencias de la sustitución de la “cultura de masas” o “cultura común” por una atomización y heterogeneidad de gustos y especialidades en el inabarcable mercado de Internet.
En un entorno que reduce dramáticamente el coste de producción y distribución (donde conviven consumidores y creadores a menudo enriqueciendo la propia creación), ofrecer un producto gratis puede ser en ocasiones más rentable que aplicar el modelo propio de la distribución tradicional de masas.
El premio de controlar la obra (técnica y jurídicamente)
Como cualquier empresa creativa, la recompensa del escritor no es cuantificable por una regla de tres, ni la dedicación a una obra puede trasladarse a un equivalente pecuniario objetivo.
Escribir era y es una batalla quijotesca, una expresión de la propia existencia y capacidad de introspección. En Internet, no obstante, el escritor controla su obra y recibe una retribución económica más justa, al eliminar intermediarios.
Por ejemplo, la tienda de autopublicación de Amazon, Kindle Direct Publishing, destina al propio autor el 70% de los beneficios sobre el precio de venta -también elegido por el creador-.
Cuando el creador opta por un precio de venta inferior al recomendado por Amazon, o en determinados países con restricciones, el porcentaje para el autor baja hasta el 35%, todavía más elevado que en la distribución tradicional de regalías.
Mundo editorial: entre el corporativismo y el control de calidad
Internet facilita la difusión de cualquier obra, pero no garantiza su calidad. La intermediación cultural no sólo ha existido como método de gestión y -en ocasiones- prácticas corporativistas que aprovechaban su posición dominante para negociar porcentajes con el autor a cambio de exposición, promoción, credibilidad, etc.; también ha cumplido con un papel de gestión y control de la calidad final y presentación de una obra.
Autores consolidados y noveles, populares y minoritarios, se acercan al mundo de la autopublicación:
- el bloguero y escritor británico-canadiense de ciencia ficción Cory Doctorow se autopublica sus libros, experimentando con versiones gratuitas y de pago, así como formatos y plataformas;
- en no ficción, el economista estadounidense Tyler Cowen logró amplia repercusión con su ensayo corto The Great Stagnation, publicado originalmente en formato Kindle “single”.
Autores que se ganan la vida con la autopublicación
Pero escribir una obra minoritaria sin el apoyo de una casa editorial es más sencillo que lograr que los lectores potenciales le concedan una oportunidad.
De momento, apenas un puñado de autores que se autopublican pueden ganarse la vida con lo que escriben. Algunos autores independientes de Kindle Direct Publishing aseguran ganar cada més cifras de “seis dígitos“.
Autores “indie” como Amanda Hocking, de Rochester, Minesota, han dejado su trabajo para dedicarse en exclusiva a la escritura, tras el éxito de sus obras en Amazon KDP.
Hocking publicó varios libros inéditos (no habían interesado a las editoriales) en la tienda Kindle en la primavera de 2010. Un año después, sus numerosos libros habían vendido más de 100.000 ejemplares.
Tras su éxito con la autopublicación, la autora firmó un contrato de 750.000 dólares con una editorial convencional para republicar varias de sus obras.
La realidad es muy distinta para la mayoría, que compite en la “larga estela” de inabarcables títulos digitales teorizada por Chris Anderson en su artículo de Wired de 2004: es fácil vender un puñado de unidades de un libro que apenas ha costado al autor un par de horas de su tiempo publicar.
Vender miles, centenares de miles o millones de unidades está, de momento, al alcance de un grupo reducido que plataformas como Amazon no especifican.
Sin cambios en la precariedad del oficio de escritor
Amazon, Apple y Barnes & Noble, las mayores empresas por número de libros autopublicados en sus respectivas plataformas de libros electrónicos, no ofrecen datos concretos sobre el número de autores que se autopublican y su nivel de ingresos.
(Imagen: nueva portada -por el diseñador Alexander Probst– de la edición revisada de marzo de 2014 de Triskelion)
Un estudio realizado en Estados Unidos a un millar de autores situaba la media de ingresos en los 10.000 dólares anuales, si bien la mitad de ellos no alcanzaban ganancias anuales de 500 dólares.
Ello implicaría ingresos elevados en alrededor de un tercio de estos autores en un mercado grande, lingüísticamente homogéneo y pionero en la autoedición digital como Estados Unidos.
El fenómeno imparable de la autopublicación
Leer una entrada de bitácora requiere menos energía y compromiso que atreverse con un libro. Si, además, se trata de un libro autopublicado, a las reticencias se une el temor legítimo a perder el tiempo: ¿cómo saber si una obra autopublicada merece o no la pena?
Este riesgo no ha frenado el fenómeno: en 2012, se publicaron un 59% más de títulos DIY que un año anterior, o 391.000 títulos sólo en Estados Unidos.
(Imagen: vieja portada de Triskelion: historia verdadera de la conquista de la felicidad)
Internet, por tanto, ha transformado los medios de masas y ha propulsado la creación independiente, en la que conviven profesionales consolidados que han abandonado compañías intermediarias y, sobre todo, nuevos aspirantes. La tendencia es claramente ascendente.
La frescura y aspereza de los retazos de realidad
Entre el ruidoso resultado de la generación de los creadores que autopublican sus obras, abundan los trabajos a medio pulir y grandes dosis de ruido e irrelevancia, pero también obras con el frescor documental de lo cotidiano, de la creación con las dosis de espontaniedad que, en el mundo audiovisual, buscaron el “cinéma verité” (en Estados Unidos, el “direct cinema“); o el movimiento cinematográfico dogma 95, entre otros.
La música, los géneros audiovisuales (en todos los formatos representados en canales sociales como YouTube, donde conviven viejos medios con adolescentes que se graban con la webcam del portátil) o el periodismo han tenido que adaptarse a una realidad que ha cambiado más rápido que la transición hacia modelos de negocio viables.
“Softwarización” de la cultura y “crowdfunding”
La Internet ubicua y la “softwarización” de los contenidos culturales, informativos y de ocio ha afectado incluso a los géneros de largo formato, los que requieren mayor esfuerzo -intelectual, económico- de creación, y también mayor atención introspectiva del espectador: documentales, películas y libros DIY compiten por una audiencia cada vez más madura y dispuesta a buscar y descubrir contenido independiente al que dedicarle atención.
La autopublicación no es ajena a otro fenómeno que confluye con la creación “indie”: la financiación colectiva o “crowdfunding”, que ahora pretenden limitar (por proyecto y plataforma) gobiernos como el español.
Sobre la definición administrativa de “libro”
Además de plataformas como Kickstarter, Indiegogo y alternativas locales de financiación colectiva en cada mercado, aparecen incluso sitios de “crowdfunding” especializados en financiación literaria: Pubslush.
Según la empresa analista del mundo editorial Bowker, el fenómeno de la autopublicación es todavía mayor que el cuantificado por los estudios de mercado, ya que muchos autores optan por publicar sus libros sin optar a un número ISBN, que no es requerido en entornos como la herramienta de autopublicación KDP para la tienda Kindle.
(Imagen: portada -por Alexander Probst– de la nueva novela de Nicolás Boullosa, La rebelión del charna)
Cómo la autopublicación está cambiando la industria
Alison Baverstock, experta en el mundo editorial, reflexiona en The Guardian sobre las 10 maneras en que la autopublicación está cambiando la industria editorial tradicional:
- los defectos de la propia autopublicación resaltan la labor -casi siempre, invisible y no reconocida- de los profesionales del mundo editorial, desde maquetadores a diseñadores, correctores, traductores, expertos en marketing, etc.; es sencillo autopublicar, pero no lo es autopublicar un buen libro (y mucho menos dar a conocer y vender un buen libro autopublicado);
- la autopublicación ha demostrado que las editoriales y sus legiones de lectores y expertos no son oráculos infalibles que conocen las tendencias y preferencias de los lectores, como demuestran el boom de la novela erótica, fantástica y de ciencia ficción en Internet;
- en la era de la autopublicación, emerge con fuerza una figura marginada en el mundo editorial tradicional: el corrector. Hay escritores DIY capaces de promocionar su trabajo con maestría a través de redes sociales, conferencias, etc., pero carecen de la habilidad necesaria para pulir un texto;
- el libro como objeto preciado y cuidado en ediciones físicas y digitales especialmente diseñadas y revisadas: siguiendo la estela de productos culturales con similar evolución como la música y los contenidos audiovisuales, Internet facilita y abarata el acceso a la lectura, pero no garantiza la calidad y cuidado de la edición, con lo que se revalorizan las mejores ediciones de los libros más influyentes, traducciones solventes desde el idioma original, etc.;
- cambia el rol del autor: con la fragmentación de la audiencia, los autores se convierten en principales promotores de sus obras y gestionan la comunicación directa con sus lectores a través de festivales, redes sociales, bitácoras, etc.;
- el agente literario también muta: basculan entre su rol tradicional de buscar editorial y construir carreras sólidas, y la experimentación con nuevas fórmulas comerciales para justificar su trabajo de intermediación en un mundo que tiende a desprenderse de gestores incapaces de cuantificar su aportación;
- aparecen nuevos modelos y oportunidades de negocio, a menudo en una intermediación personalizada con el autor denominada “servicios de publicación”: ayuda para lograr impacto o lectores publicando la obra en una editorial tradicional o autopublicándola, pros y contras de ambos modelos, etc.;
- el objetivo de autopublicar, dice la autora en The Guardian, no es siempre escribir y publicar desde casa para vender miles de copias al instante y vivir de la escritura; para muchos escritores -o autores en ciernes-, la autopublicación es el modo más económico y efectivo de reconocer y conservar contenido con un valor incalculable para quien lo escribe, en primer término (a partir de ahí, bienvenidos sean los lectores);
- la autopublicación significa también, al menos en parte, el fin de la “publicación vanidosa”, o el lugar adonde van a parar quienes no logran unos mínimos de calidad para conseguir un contrato con una editorial tradicional; al mostrar el resultado literario tal y como es, la autopublicación es en todo caso la cita con la realidad de muchos autores;
- según Alison Baverstock, la autopublicación ayuda a cualquier autor en potencia a enfrentarse a los resultados objetivos de su trabajo, lo que genera satisfacción para cualquier mente creativa que se ha propuesto concluir un proyecto tortuoso, largo, lleno de incertidumbre hasta el último instante.
Mientras escribo: mi experiencia con la autopublicación
Yo mismo, el firmante de esta entrada, autopublico mis libros, siguiendo el ejemplo creativo de Kirsten Dirksen, cofundadora de *faircompanies y responsable de un canal de YouTube sobre vida sencilla que supera los 60 millones de visitas y los 142.000 suscriptores mientras escribo esta entrada.
Con la autopublicación de mis novelas espero, en primer lugar, ser fiel a mis propios niveles de exigencia y, tal y como apunta Alison Baverstock en su último punto, dar por concluido el difícil y siempre enriquecedor proceso de enfrentarse ante una hoja en blanco, una historia, un mundo que toma vida y, llegado un punto de la novela, suele echar a andar por sí mismo.
Más tiempo escribiendo libros (y menos escribiendo cartas de presentación)
Desconozco qué canales hay que seguir para que una editorial publique un libro, pero sospecho que no existe un proceso de análisis objetivo, racional, que pueda trasladarse en un escrupuloso proceso empírico.
En Mientras escribo, Stephen King recuerda que sus inicios en la escritura no fueron un camino de rosas, sobreviviendo entre trabajos eventuales, viviendo en un micropiso con su mujer y un hijo y aporreando la máquina de escribir en horas trasnochadas sobre una diminuta y renqueante mesa multiusos, la que tenía entonces a su alcance.
Quizá en el futuro, algún exitoso autor con una larga carrera centrada en la autopublicación nos explique en un ensayo equiparable a Mientras escribo cómo fueron sus inicios en la escritura, qué motivos le propulsaron y cómo dio con la fórmula no sólo de escribir y publicar, sino de hacerlo bien y ser leído.
De momento, tenemos que conformarnos con reflexiones que, si bien más humildes, se centran en el propio origen del oficio creativo: la expresión de una voz introspectiva compartida con otros.
Sobre mi experiencia con “Triskelion” en Amazon Kindle
La autopublicación cumple mejor este objetivo que el manuscrito físico aguardando en un cajón o, traduciendo la imagen a 2014, el documento digital cuando malvas telemáticas en un fichero de Google Drive o Dropbox.
Nicolás Boullosa ha autopublicado en Kindle Direct Publishing la novela de ficción histórica Triskelion: historia verdadera de la conquista de la felicidad.
Hace las últimas correcciones de su última novela, La rebelión del charna (sinopsis), secuela de Triskelion y segunda entrega de una trilogía en ciernes, novela autobiográfica con aire entre “pulp” y “hardboiled” ambientada en el presente.
Ultimando “La rebelión del charna”
Ha compartido la copia íntegra de La rebelión del charna a través de Google Drive (sin necesidad de registro y gratis), mientras le da los últimos retoques.
La rebelión del charna aparecerá autopublicada en las próximas semanas en la tienda Kindle. Hasta entonces, se podrá leer gratis y sin que el lector necesite registrarse para obtener la copia.