Pese a la insistencia sobre el calentamiento del planeta, resulta sencillo inmiscuirse en la cotidianeidad y resignarse a comprobar de vez en cuando, a través de las noticias, que los científicos del IPCC no se habían vuelto locos.
El mundo no sólo se calienta mucho más rápidamente que nunca antes, sino que este fenómeno está directamente relacionado con el aumento de las emisiones de CO2 producidas por el hombre, sobre todo debido a la imparable industrialización de los países emergentes.
En la era del periodismo ciudadano, seguimos dependiendo del carbón
En la era del iPhone, el periodismo ciudadano a través de YouTube o los movimientos ciudadanos coordinados a través de Twitter, el carbón sigue estando en nuestras vidas de un modo más preeminente del que, desde la comodidad de nuestras casas y el desconocimientos, imaginamos.
El carbón, un combustible fósil -cabe recordarlo-, es la mayor fuente de energía para la generación de electricidad usada en el mundo, así como una de las mayores fuentes de generación de emisiones de CO2 provocadas por el ser humano.
Las emisiones de CO2 producidas por el uso de carbón son ligeramente superiores a las del petróleo, mientras doblan las generadas por el empleo de gas natural.
La Energy Information Administration (EIA), fuente oficial estadística de Estados Unidos en empleo energético, recogía las emisiones totales de los 3 principales combustibles fósiles en 2005, en millones de toneladas métricas de dióxido de carbono:
- Gas natural: 5.840,07
- Petróleo: 10.995,47
- Carbón: 11.357,19
Además de emitir más gases contaminantes que todo el petróleo del mundo y dos veces más que el gas natural, la minería necesaria para la extracción de carbón es una fuente de devastación de ecosistemas en todo el mundo, sobre todo en los países en desarrollo, donde a menudo no existe una estricta legislación medioambiental o, en caso de existir, no es cumplida a rajatabla.
Mientras el “engaño verde” sigue en marcha
Las principales compañías energéticas, tanto en Estados Unidos como en Europa y el resto del mundo, continúan promoviendo la cobertura informativa de tecnologías que no acaban de llegar.
La expresión “clean coal” se ha convertido en un término recurrente en publicaciones y blogs de todo el mundo, y designaría a aquellas tecnologías de captura de dióxido de carbono que permitirían, sobre el papel, producir energía con carbón mientras el efluente de CO2 podría ser capturado y neutralizado a través de distintas técnicas propuestas.
Todas estas técnicas de captura o secuestro del CO2 producido por la combustión de carbón aumentarían el precio de la energía procedente de plantas de carbón.
¿Más barato producir carbón limpio que renovables? No tan claro
Y, si producir energía a partir de carbón evitando sus emisiones tiene un coste superior a producir energía a partir de fuentes renovables como el empleo de centrales térmicas solares, ¿por qué se sigue insistiendo en ideas como el “carbón limpio”?
La respuesta hay que hallarla en el poder de coacción de las empresas energéticas mundiales, cuya producción eléctrica depende del carbón en porcentajes muy elevados, tanto en los países ricos como en los principales países emergentes.
Electricidad contaminante
The Guardian y otras publicaciones de renombre se han hecho eco del informe publicado ayer, 28 de julio, por Greenpeace.
Lejos de reducir su incidencia sobre el incremento de los gases contaminantes emitidos por el ser humano que contribuyen al calentamiento global, el carbón aumenta su trágico papel decisivo en el cambio climático.
Un ejemplo arrojado por el informe de Greenpeace: las tres principales eléctricas chinas emiten más CO2 que todo el Reino Unido, la tercera economía de la Unión Europea, tras Alemania y prácticamente empatada con Francia.
El informe alerta no sólo sobre la peligrosa dependencia de China, principal emisor de CO2 del mundo (por delante de Estados Unidos y la Unión Europea en su conjunto), con respecto del carbón, sino sobre la poca eficiencia de sus plantas.
Números monstruosos
Según Greenpeace, las 10 mayores empresas energéticas que operan en China generaron cerca del 60% del total eléctrico consumido por el gigante asiático en 2008, emplearon 590 millones de toneladas de carbón (el 20% del total chino) y emitieron un equivalente a 1.440 millones de toneladas de dióxido de carbono.
Las emisiones anuales de España ascienden a 330 millones de toneladas métricas de CO2, una cuarta parte de las emisiones en un año de las principales eléctricas chinas, que emiten más que las emisiones totales anuales de Japón, todavía segunda economía del mundo en producto interior bruto (1.257 millones de toneladas de CO2).
Las emisiones per cápita de China continúan lejos de las registradas en las principales economías desarrolladas, aunque la producción de CO2 por persona crece a un ritmo muy superior en la economía asiática, que sigue creciendo anualmente a ritmos cercanos a los dos dígitos, pese a la actual crisis mundial (en 2008, el crecimiento alcanzó un 9%, que contrasta con el crecimiento plano o incluso decrecimiento registrado en los países ricos).
Preocupa, además, la ineficiencia de la generación eléctrica china. Si en Japón se emiten 418 gramos de dióxido de carbono por kilovatio/hora y, en Estados Unidos, la figura equivalente asciende a 625 gramos, en China la mayoría de firmas producen energía a 752 gramos.
Aumento de los fenómenos climáticos extremos
Según Yang Aliun, de Greenpeace en Pekín, “el país ya está sufriendo las consecuencias del aumento de acontecimientos climáticos extremos en los últimos años, tales como sequías, olas de calor, tifones e inundaciones, entre otros fenómenos. Las mayores compañías eléctricas deben ayudar a China a prevenir el desastre incrementando la eficiencia y porcentaje de energía procedente de fuentes renovables”.
Pero “China se encuentra situada estratégicamente para convertirse en la superpotencia mundial en términos de energía inteligente y fuentes energéticas renovables”, según Yang.
China ya se encuentra, junto con Estados Unidos, Alemania y España, entre los principales productores de energía solar y energía eólica, aunque su ritmo de crecimiento es muy superior.
El país más poblado del mundo ha cerrado algunas de las plantas de producción eléctrica con carbón menos eficientes, capaces de generar 54,07 gigavatios de electricidad, a lo largo de los últimos tres años y medio, una cifra superior a toda la capacidad eléctrica instalada en Australia.
China, ¿una potencia en renovables?
No obstante, sólo 3 de los 10 mayores productores energéticos del país producen más del 10% de su electricidad mediante fuentes renovables, fundamentalmente a través de una fuente que también acarrea controversia: la energía hidráulica.
Las firmas energéticas chinas están obligadas a producir el 3% de su electricidad mediante fuentes renovables en 2010, unos objetivos tan poco ambiciosos como incumplidos, de momento, por la mayoría de las energéticas.
Pero el gobierno chino, decidido a garantizar la autonomía energética del país, se encuentra en la actualidad, según The Guardian, planeando un ambicioso programa energético que reduciría las emisiones y aumentaría la producción eléctrica a través de nuevas instalaciones nucleares y parques tanto eólicos como solares.
Para la próxima década, se destinarían entre 200.000 y 600.000 millones de dólares para financiar el plan energético.
Dos palabras que se repelen: “carbón limpio”
Parte de esta inversión será empleada en el desarrollo de tecnologías de “carbón limpio”. De nuevo, el engaño verde o “greenwashing” practicado también por las eléctricas de las economías desarrolladas.
El “carbón limpio” va camino de convertirse en una eterna promesa, siempre a punto de ser llevada a cabo, en un paralelismo con otras promesas eternas como el coche de hidrógeno, para el cual siempre faltan algunos años para así garantizar su viabilidad.
Uno de los principales escollos que mantienen a las fuentes renovables lejos de producir más electricidad ha sido históricamente su coste, aunque la barrera económica está desapareciendo.
Hagamos números
Si producir energía mediante paneles solares fotovoltaicos sigue siendo caro (40 céntimos por kilovatio-hora, la energía solar térmica (a través de concentradores solares) reduce el coste de producción hasta los 13 céntimos por kilovatio-hora, según el Laboratorio Nacional de Energías Renovables de Estados Unidos.
Las plantas de carbón siguen produciendo más barato, a alrededor de 11 céntimos por kilovatio-hora, aunque esta cifra no incluye el coste adicional que deberá soportar este combustible para secuestrar sus emisiones, siempre que esta práctica sea técnicamente viable y no resulte un disparate económico.
Como escribía en una entrada anterior de este mismo blog, el coste de producción de algunas renovables es lo suficientemente atractivo -incluso sin subsidios- como para que cada vez resulte más difícil justificar el uso de carbón para producir energía.
Nuevas evidencias sobre el cambio climático
Mientras Greenpeace publicaba su informe sobre el uso extensivo de carbón para producir electricidad en China (Polluting Power: Ranking China’s top power companies), llegan nuevas evidencias sobre la aceleración de las consecuencias del cambio climático.
También esta semana, Estados Unidos ha hecho públicas más de un millar de imágenes que muestran el rápido deterioro del hielo ártico con respecto al pasado, un fenómeno especialmente serio, debido a que el lento deshielo del polo norte actúa como un gigantesco climatizador de la atmósfera planetaria y los océanos.
Las imágenes, tomadas por los servicios de inteligencia y desclasificadas ahora por el Departamento de Interior estadounidense, constituyen un movimiento de la Administración Obama que pretendería demostrar que la amenaza es seria y Estados Unidos necesita liderar la lucha contra las peores consecuencias del calentamiento del planeta.
Las imágenes muestran la debilidad del hielo ártico con respecto al pasado. Las imágenes, publicadas en Internet, muestran el hielo ártico sobre el mar en seis localizaciones distintas.
Al tener una resolución con un margen de error de un metro, su calidad es superior a las empleadas hasta el momento.
Asimismo, una nueva investigación liderada por Judith Lean, del Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos, asegura que el planeta se calentará en los próximos 5 años con mayor rapidez de la calculada con anterioridad.
El estudio, difundido por The Guardian, “silenciará a los escépticos del cambio climático provocado por el hombre”.
Personalmente, me gustaría que los que creemos en el cambio climático producido por el ser humano y sus nefastas consecuencias estuviéramos completamente equivocados.
Tras ver las imágenes tomadas por la inteligencia estadounidense, así como tras leer el informe de Judith Lean, se desvanece toda posibilidad de equivocación.