El exquisito Barça de Pep Guardiola no sólo está restando últimamente portadas a rencillas políticas y consecuencias de la crisis económica en que España, el resto de Europa y el mundo se encuentran inmersos.
El Periódico de Catalunya explicaba en su portada del viernes 29 de mayo que Guardiola preparó la motivación y concentración del grupo acortando el tiempo de calentamiento, apagando las luces y pasando un vídeo de 7 minutos con imágenes épicas en las que no faltó alguna escena de Gladiator. También aparecen escenas que muestran el esfuerzo de los jugadores a lo largo de los últimos meses.
Viendo luego el resultado, la edición del vídeo bien podría haber creado el estado de ánimo que propició que Samuel Eto’o se lanzara a la caza de la portería con un hambre y decisión que puede derrumbar el estado anímico de cualquier contrario. Es bueno para el fútbol que Guardiola, hijo de Johan Cruyff, se haya hecho con el equipo.
Ya nadie se acuerda de lo que se reían los que criticaban a Laporta tras perder en la primera jornada de la última Liga ganada. El mismo partido que Cruyff comentó muy positivamente en la prensa.
En su artículo tras el partido, Cruyff se mostraba muy ilusionado. Ahora se ha visto por qué.
Recuerdo Cinderella Man, película de Ron Howard que explica cómo un perdedor (un boxeador venido a menos durante la Gran Depresión, que no tiene ni para alimentar a sus hijos), se convierte en la esperanza de toda una nación, al lograr imponerse a las adversidades y conquistar el título mundial en su vuelta al boxeo.
Una lección de determinación, trabajo y pundonor que toca el ADN de los estadounidenses y les reencuentra con los mejores valores que promueve su Carta Magna, esa en la que el resto nos hemos mirado y que algunos (el caso de España) hemos consolidado 200 años más tarde.
Cinderella Man está protagonizada por Russell Crowe, también presente en Gladiator (de Ridley Scott, otro experto en crear escenarios épicos donde se vean lo mejor y lo peor del ser humano), cuyos fragmentos habrían sido empleados por Guardiola para fomentar la concentración y el pundonor de un equipo basado en valores -grupo, cantera, toque, inteligencia, posesión del balón, espectáculo, elegancia, ausencia de vedetismo- que han contribuido a conseguir tres títulos y, sobre todo, a que la gente hable de fútbol.
Quizá demasiado, sí. Pero los ídolos deportivos cambian el estado de ánimo de muchas personas en la sociedad; un pequeño matiz que puede contribuir a una recuperación.
El Barça de Guardiola ha funcionado este año como el Cinderella Man de una parte importante de la sociedad, falta de referentes y en un momento de incertidumbre económica y miedo a perder el empleo como no se recordaba en los últimos años.
Han pasado de las decepciones en los últimos años a lograr la admiración de todo el mundo.
Ecocity & Industry
Difícil que otros temas despierten tanto interés entre el aficionado al fútbol. Ha pasado totalmente desapercibida la feria Ecocity & Industry, celebrada el 28 y el 29 de mayo en Barcelona.
No es que sea una de las citas feriales con mayor proyección de la ciudad, aunque ya podría haber sido el acontecimiento más grande jamás acaecido en Fira de Barcelona: ha sido una semana de fútbol y de celebraciones.
Ecocity & Industry se ha celebrado de todos modos y ha despertado más interés en Nueva York que en la propia Ciudad Condal.
La temática del evento interesa a gobiernos y administraciones estatales, regionales y locales, al reflexionar sobre el futuro medioambiental de las ciudades, gestión de desechos, reciclaje, control ambiental, limpieza urbana, uso de energías renovables, aprovechamiento de recursos y temáticas relacionadas.
Ha habido espacio en esta edición fantasma para presentar los últimos métodos empleados para el uso eficiente de la energía, sesiones de trabajo centradas en el tratamiento de residuos, calidad del aire y energías renovables, temáticas que pueden interesar menos que la final de la Champions League, pero que afectan nuestro futuro de manera crucial.
La importancia de la planificación municipal
Más de la mitad de la población mundial reside en ciudades desde 2008. Dado el crecimiento desproporcionado de la población mundial, el programa Habitat de la ONU cree que la tendencia de la población a concentrarse en ciudades es lo mejor que puede ocurrirle a la humanidad.
En 2030, el número de habitantes en las ciudades superará el 60% del total de la población; una tendencia que debería contribuir a disminuir la huella ecológica del hombre, siempre que gobiernos supranacionales, estatales, regionales y locales promocionen modelos urbanos densos, con transporte urbano de calidad, edificios especialmente eficientes y cultura de la frugalidad generalizada. ¿Imposible?
Tomar decisiones con la máxima información
Varios proyectos exploran nuevos métodos para expresar los ecosistemas urbanos de un modo más sostenible, y ciudades como Ámsterdam, Mälmo, Friburgo de Brisgovia o incluso Barcelona impulsan programas y edificios, tanto públicos como privados, basados en la planificación y la arquitectura sostenibles.
Asimismo, tecnologías inspiradas en la inteligencia colectiva que supuestamente aportan las aplicaciones de la llamada Web 2.0 y Web semántica son empleadas ahora para experimentos en planificación urbanística.
El proyecto SENSEable City (curado por el MIT), por ejemplo, explota el hecho de que la mayoría de la población urbana lleva siempre un móvil consigo para estudiar patrones de movilidad en tiempo real y dar soluciones instantáneas a problemas que antes eran detectados cuando ya era demasiado tarde evitarlos: grandes atascos, falta de eficiencia en la estructura de un barrio o distrito, mal diseño del transporte público, etcétera. Se trata de sólo el principio de procesos de toma de decisiones basados en información en tiempo real.
Las ciudades concentran la actividad humana en un único lugar y provocan un daño medioambiental inferior sobre grandes extensiones de terreno, como explica un informe especial de National Geographic de 2008.
Pero esta positiva influencia de la ciudad, un modelo de organización social con raíces en el neolítico, sólo puede conseguirse si la planificación urbanística es mejorada y los servicios urbanos mantenidos adecuadamente y de un modo eficiente.
La densidad de una ciudad Mediterránea, como Roma y Barcelona, lugar de la final de la Champions League y ciudad del último campeón de esta copa, respectivamente, convierten la ciudad arquetípica del Mare Nostrum en un modelo de desarrollo humano más viable que el promovido por el modelo estadounidense que se intensificó después de la II Guerra Mundial: un centro económico y, a su alrededor, una maraña de suburbios donde predominan las casas y el transporte por carretera.
Ello no quiere decir que la gestión de las grandes ciudades del sur europeo no deba mejorar, como quedó claro en la crisis en Nápoles sobre el desastroso tratamiento de los residuos urbanos. Los grandes retos de las ciudades son similares en todo el mundo, aunque algunos modelos resulten más aventajados que otros.
Chicago, una de las urbes que más esfuerzos realiza en Norteamérica para incrementar su eficiencia y disminuir su impacto ecológico general, encargó un estudio que corrobora lo que en acontecimientos como la feria Ecocity puede escucharse: vivir en la ciudad es mucho más eficiente que hacerlo en un modelo basado en suburbios.
Según el estudio de Chicago, la vida en la ciudad es un 70% más eficiente. Si más de la mitad de la población mundial reside en entornos urbanos, la planificación urbanística del futuro determinará la viabilidad de nuestra civilización ante retos como el cambio climático y el bienestar.
Elogio de la vida en las ciudades
Más allá de la Barcelona monopolizada por el fútbol, los representantes urbanísticos de otras ciudades se han echo eco de las últimas declaraciones del Premio Nobel en Física Steven Chu, secretario de Energía de Barack Obama.
Chu propone, literalmente, pintar de blanco las superficies pavimentadas y edificios del mundo. Mientras intervenía en el simposio St James Palace Novel Laureate, Chu espetó que, pintando edificios y pavimentos del color del cemento, el mundo podría reducir el equivalente en emisiones contaminantes a retirar de la carretera todos los coches del mundo durante 11 años.
El futuro que vino de los pueblos blancos
Como bien conocen los pueblos del sur de España, las superficies claras reflejan hasta el 80% de la luz solar que incide sobre ellas, en comparación con el 20% que refleja un edificio oscuro.
Keith Johnson explica para el Wall Street Journal que Chu tuvo que moderar alguna risa socarrona de sus colegas del Laboratorio Nacional Lawrence Berkeley, la crema de la investigación estadounidense.
Según Johnson, si bien Chu tuvo que moderar la reacción de sus colegas, gente informada y poco dada al cinismo, como buenos ilustrados, lo cierto es que incluso se quedó corto: la medida de pintar las superficies urbanas y construcciones humanas de blanco equivaldría no ya a retirar todos los vehículos del mundo durante 11 años, sino durante 18, según serios cálculos de Art Rosenfeld.
La propuesta de Steven Chu: “no es una casualidad que los tejados y muros de los países cálidos sean a menudo pintados de blanco. Un incremento en superficies claras ayudaría a contener el cambio climático tanto reflejando hacia el espacio más radiación solar como reduciendo la cantidad de energía necesaria para mantener los edificios frescos con aire acondicionado.”
“Desde 2005, California ha requerido que todas las azoteas de los edificios comerciales sean blancas, y Georgia Florida dan incentivos a los propietarios que instalen tejados blancos o de colores claros. Diciéndolo de otro modo, mejorando el modo en que tejados, superficies y azoteas reflejan el sol equivaldría a una compensación de emisiones equivalente a prevenir que 44.000 millones de toneladas de CO2 fueran emitidas a la atmósfera”.
Es una reflexión llevada a cabo por un Premio Nobel en Física y asesor privilegiado de la nueva Administración estadounidense, y no por un maltusiano recalcitrante.
Retos de la geo-ingeniería
No es la primera ocasión en que el espectacular equipo de Obama recurre a ideas relacionadas con la geo-ingeniería para aportar medidas de salvación ante las crecientes emisiones de dióxido de carbono.
Tom Holdren, asesor de la Casa Blanca, aseguró recientemente a la agencia AP que “se considerará la geo-ingeniería para luchar contra el cambio climático“.
Cuando uno asiste, aunque sea por televisión, a victorias como la blaugrana en el Olímpico de Roma, o lee declaraciones como la de Holdren, se da cuenta de cómo pueden cambiar los vientos de los medios que alimentan las miserias y esperanzas de la población.
Uno también sabe que estamos en un momento de profunda transición cuando lee que la venta de bicicletas ha superado en Estados Unidos a la venta de coches y camionetas.
Ocurre en el país que, gracias al fordismo, logró llevar a las clases medias de Occidente el automóvil utilitario. El Ford T, tatarabuelo del Tata Nano, no daría crédito a estas cifras.
La bicicleta se extiende por Europa y Norteamérica, mientras el coche se populariza por primera vez para millones de personas que viven en congestionados centros urbanos de China e India, país del Tata Nano; las mismas ciudades que hace unos años mostraban calles atestadas de bicicletas.
Plantar los tejados y solares de las grandes ciudades
Steven Chu no es el único en promover soluciones generalizadas que promuevan la sostenibilidad en lugares urbanos tan mal tratados por la historia como los tejados, azoteas y superficies de infraestructuras.
Toronto, capital económica canadiense, ha aprobado una ley que obligará en un año a que los edificios residenciales tengan una azotea verde (vegetal, esto es). En dos años, la medida también se generalizará en los edificios industriales de la capital de la dinámica región de Ontario.
La medida pretende fomentar la construcción de edificios más respetuosos con el consumo de energía y la elección de materiales, así como disminuir la factura de la calefacción en invierno y el aire acondicionado en verano.
Otra medida urbana digna de mención: Nueva Orleans, ciudad convertida, tras su devastación por el huracán Katrina, en imagen de la supuesta decadencia de la sociedad estadounidense, menos igualitaria que la europea, atrae ahora a personalidades como Brad Pitt, que fomentan la construcción sostenible y la generación de empleo estable.
Pero, lejos de haberse logrado una completa reconstrucción de la relajada ciudad sureña, los descampados con abundantes desechos de las casas y edificios destruidos siguen cubriendo áreas enteras.
Un programa piloto aprovechará ahora esos mismos descampados para plantar girasoles. Gracias al clima del Golfo de México, a la existencia de regadío y el abundante sol, las firmas GTECH y Green Coast Enterprises intentarán extraer rendimiento económico de solares destartalados y sin pretendientes, así como reactivar la economía local con el mantenimiento de los huertos de girasoles, que también generarán puestos de trabajo.
Paneles solares en las azoteas de los cementerios
Por no hablar de una medida que a los barceloneses nos queda mucho más cerca; al lado, de hecho.
El Ayuntamiento de Santa Coloma de Gramenet, localidad metropolitana barcelonesa que hace unos años fue puesta como ejemplo en un documental japonés como anti-modelo de desarrollo urbanístico, recibe ahora felicitaciones y muestras de interés de ciudades y medios de comunicación de todo el mundo, tras instalar planeles solares en las azoteas de su cementerio municipal.
Interesante la idea de Steven Chu, que seguro que generará algún chiste por el incrédulo que cree que lo del cambio climático es un grito maltusiano al Apocalipsis que “quizá, sufrirán nuestros tataranietos”, como un importante político español recordara jocosamente en una ocasión.
Lástima que en Barcelona, en estos momentos, la gente esté más por querer pintar techos de azoteas, paredes y lo que se tercie de azulgrana. Una combinación cromática tan sostenible y consistente en el terreno de juego como poco sobria y adecuada para nuestro clima mediterráneo.
Nuestros respetos hacia Steven Chu. Los pueblos blancos andaluces, o ibicencos, o malteses, o sicilianos, o griegos, deberían hacerle ciudadano honorífico.