Cerca de la mitad de los residuos urbanos son restos orgánicos de la cocina y el jardín. La mayor parte de estos desechos, en lugar de ser convertidos en un abono orgánico (local, económico, ecológico, que cierra el ciclo natural y se convierte en oportunidad educativa con los niños) por quienes los generan, acaba en el vertedero.
Es una de las consecuencias más dramáticas de la cultura de usar y tirar, donde los desechos son un mal menor que pueden ser controlados con una cada vez más costosa gestión de la generación de residuos.
El compostaje en origen permite:
- Reducir automáticamente el impacto ambiental derivado del transporte y la gestión de residuos.
- Que sea el propio productor de compost quien use los desechos generados en su actividad cotidiana.
Principales ventajas
Realizar abono orgánico en casa no es costoso, no requiere excesivo espacio, no supone ningún problema sanitario y, si se siguen las directrices básicas (evitar carnes, pescados, comida preparada, grandes cantidades de frutas líquidas y podridas; así como evitar la generación de líquido y la correcta ventilación de la materia orgánica para evitar olores), ofrece una recompensa: el mejor abono posible para el jardín.
El compostaje es también una oportunidad educativa para labrar una relación más estrecha entre distintos miembros de una casa, comunidad de vecinos, empresa, escuela, etc.
Compostar en casa presenta varias ventajas:
- Uno conoce la excelente calidad del abono resultante.
- Se reducen los gastos de transporte de residuos.
- Disminuyen los gastos de gestión y mantenimiento de plantas de tratamiento.
- Aumenta la concienciación de todos los miembros de la familia sobre la generación de residuos.
- Desaparece el uso de productos químicos en la jardinería local.
Frente a los sistemas centralizados de tratamiento de residuos orgánicos, el compostaje doméstico garantiza que el producto resultante sea de una calidad excelente: el propio individuo selecciona qué materiales echará en el compostador, de modo que se evita que el compost final tenga metales pesados y otras sustancias tóxicas y contaminantes.
Técnicas de compostaje
Existen varios procedimientos para realizar un efectivo compostaje doméstico, que cualquiera puede adaptar a sus propias necesidades, disponibilidad de tiempo, materiales y dinero.
El compostaje requiere poco espacio y una infraestructura prácticamente nula. Se puede compostar en pilas más o menos protegidas de la intemperie, en función del espacio disponible y del lugar de residencia.
Cuando el espacio es escaso y muy urbanizado, es necesario construir o adquirir un compostador que garantice la buena ventilación y drenaje de la materia orgánica, además de evitar los malos olores.
Compostar
Como material básico, sólo es necesario un recipiente para la recogida de restos orgánicos en la cocina; un compostador, que podemos comprar o crear nosotros mismos; y distintos tipos de utensilios, como guantes o pequeños rastrillos, si preferimos voltear la materia orgánica con algún tipo de protección.
1. El recipiente:
Si se cuenta con un pequeño jardín, otro recipiente para recoger hojas muertas, malas hierbas o ramas también es conveniente.
El recipiente para los restos orgánicos de la cocina puede variar en tamaño, aunque es recomendable limitar su capacidad (de 3 a 6 litros) para así evitar la acumulación prolongada de desechos.
Si optamos por el vermicompostaje (el compostaje con el uso de una variedad extremadamente activa de lombrices de tierra originarios de California, que comen y procesan a diario varias veces su peso en material orgánico, con lo que aceleran la producción de compostaje), el tipo de recipiente más adecuado es un recipiente o plato con un colador en la parte superior, para que los restos orgánicos no concentren excesiva agua antes de ser vaciados en el compostador.
Si no se opta por el vermicompostaje, puede usarse un cubo convencional. Proteger su interior con papel de periódico evita que el recipiente se ensucie, con lo que se reduce el mantenimiento necesario.
Independientemente del diseño del recipiente de la cocina, es preferible vaciarlo como mínimo dos veces por semana, especialmente durante los meses cálidos.
2. El compostador:
Varias compañías desarrollan compostadores que se adaptan a distintas condiciones:
- Artilugios para espacios urbanos y muy reducidos, que pueden incluso instalarse dentro de casa. Es el caso de Can-O-Worms, un vermicompostador (compostaje con lombrices) fabricado en Australia.
- Compostadores compactos, aunque más versátiles, con capacidades comprendidas entre los 300 y 500 litros y materiales diversos: plástico reciclado de la recogida selectiva, polietileno recuperado, madera recuperada, o incluso metal.
- Modelos con diseños más peculiares. Un compostador fabricado en Finlandia con polietileno reciclable imita la forma de una roca de granito.
Sólo es necesario dedicar un poco de tiempo para idear un compostador propio. Como características principales:
- El compostador debe poder dejarse a la intemperie sin que se deteriore ni dañe su contenido tras fuertes lluvias u olas de calor.
- Su interior debe ser fácilmente manipulable y accesible por su parte superior, para que sea posible depositar los restos orgánicos y éstos vayan pasando fases escalonadas de descomposición, a través de compartimentos conectados entre sí.
- Es necesario que el recipiente tenga el suficiente aislamiento térmico, así como unas paredes resistentes.
- La ventilación de los restos orgánicos es crucial: la oxigenación de los restos genera la descomposición necesaria para la generación de compost y evita la condensación de fuertes olores.
- El recipiente debe permitir la evacuación continuada de cualquier bolsa de líquido que pueda generarse en el interior, para así acelerar la descomposición y evitar olores cuando llega el calor.
El vermicompostador puede instalarse directamente en un rincón de la cocina, y emplearlo directamente como recipiente para depositar los desechos orgánicos, con lo que se reduce el contenido de la basura convencional.
Tanto si se trata de un compostador convencional como si optamos por un vermicompostador, el recipiente debe estar situado a la sombra.
En el interior de un compostador, a diferencia de las pilas de compost (estiércol) por las que puede optarse en entornos espaciosos periurbanos, los restos orgánicos:
- Quedan resguardados de las principales inclemencias (sol, lluvia, viento).
- No se resecarán ni humedecerán en exceso, con lo que se acelera el compostaje y se evita cualquier molestia.
- Los compostadores urbanos no requieren prácticamente mantenimiento y el proceso de descomposición se lleva a cabo entre 3 y 4 veces más rápido.
3. Herramientas y accesorios:
En ocasiones, compostar puede convertirse en una tarea relajante y educativa, al estar relacionada con el tratamiento de los desechos que generamos, la poda o la jardinería en general, así como con valores como el trabajo constante y la planificación, necesarios en el desarrollo infantil.
Herramientas complementarias al compostaje:
- Tijeras de jardinería para trocear con facilidad los restos orgánicos y así facilitar la posterior descomposición.
- Un pequeño rastrillo o utensilio similar para voltear periódicamente los restos. También pueden usarse guantes o las propias manos, sin protección alguna, para realizar la misma tarea.
- Existen aditivos, denominados aceleradores de descomposición, que contienen mezclas de sustancias orgánicas y microorganismos.
Menú del compostaje
En cuanto a los restos de la cocina y el interior de la casa, no ofrecen ningún tipo de problema:
- Restos crudos de verduras y fruta.
- Poso del café y de té, con el filtro de papel incluido.
- Bolsas de infusiones (evitar depositar las pequeñas grapas metálicas).
- Flores, ramos de flores marchitas y restos de plantas de interior.
- Cabello, uñas.
- Cenizas de madera no tratada y viruta.
- Cáscaras de huevo trituradas.
Restos de jardinería y huerta recomendados:
- Restos de poda de árboles, arbustos y matojos, troceados previamente.
- Poda de césped o hierba.
- Hojarasca.
- Restos de cosecha de verduras y hortalizas de huerta.
- Fruta caída.
Contenidos que pueden incluirse, aunque en poca cantidad y cuando ya se dispone de una cierta experiencia en el compostaje:
- Pieles de plátano y cítricos.
- Papel de cocina y servilletas de papel, así como hueveras de cartón.
- Papel de periódico (sin impresión de color) y cartón ondulado.
- Serrín, si es procedente de madera (no emplear aglomerado).
- Hojarasca de castaño, nogal, roble o encina.
- Aceite de aliñar.
La cantidad depositada en el compostador debe guardar un mínimo equilibrio con la capacidad de absorción de desechos del compostador, que dependerá de las cantidades de material que añadamos, así como de nuestra dedicación: si añadimos material troceado, si lo volteamos y mantenemos adecuadamente, si mezclamos compost maduro o empleamos aditivos, etcétera.
Qué desechos orgánicos evitar:
- Pescado, carne y huesos.
- Restos de comida preparada (pasta, sopas, salsas, etc.).
- Grandes cantidades de pan, copos de cereales y similares alimentos.
- Grandes cantidades de tomates podridos.
También hay que evitar depositar materiales no biodegradables:
- Vidrio, metales, plásticos, etcétera.
- Aceites fritos.
- Productos químicos de cualquier tipo.
- Medicamentos.
- Pinturas, esmaltes, aceites sintéticos.
- Pilas.
Otros materiales y sustancias que deben evitarse y no pueden compostarse:
- Cenizas de carbón o de cualquier otro material que no sea madera natural.
- Restos de pasar la escoba.
- El contenido de los sacos de la aspiradora.
- Papel de periódico que esté muy impreso o impreso en color.
- Mezcla de materiales compuestos: pañales, tetra-pack, etc.
Cómo se composta
Para realizar una mezcla orgánica que facilite la descomposición, es necesario diferenciar entre:
- Material pobre en estructura, o verde: piel de patata y cáscaras de huevo, té y poso de café, restos sin cocinar de fruta y verdura, hojarasca, césped, etc.
- Material estructural: ramas, leña fina, paja, restos de poda, etc.
Si garantizamos unas buenas condiciones (buenas materias primas, aire suficiente y humedad adecuada), los organismos compostadores actuarán con diligencia.
Para obtener las condiciones idóneas, basta con seguir reglas básicas, mezclando:
- Material seco con húmedo.
- Material grueso con fino.
- Estructuras viejas con frescas.
- Desperdicios de cocina con restos de jardinería.
La adición de compost fresco y maduro, así como de lombrices rojas (vermicompostaje), acelera el proceso de descomposición.
Hay que evitar crear condiciones que puedan evitar la correcta evolución del compostaje:
- Formación de floriduras, que surgen al arrojar grandes cantidades de pan, cebada y otros cereales, grandes cantidades de piel de naranja, etc.
- En compostadores pequeños o sistemas sin drenaje (vermicompostador), evitar el desencadenamiento de procesos anaeróbicos de fermentación y putrefacción, al añadir grandes cantidades de tomates que liberen jugo.
- Evitar añadir un exceso de material muy húmedo, como césped, hojas de lechuga, etc.; es preferible dejarlo secar antes de depositarlo en el compostador.
- Evitar materia que afecte la calidad del compost y, por tanto, su aplicación: carne, queso, restos de platos preparados, papel impreso en color, restos de pasar la escoba o aspirador, malas hierbas germinadas (que luego podrían sembrarse al depositar el compost sobre el jardín).
Instalación del compostador
Los compostadores más económicos son aquellos que podemos instalar en el propio jardín, en contacto con la propia tierra, ya se trate de simples pilas de estiércol o si, por el contrario, optamos por instalar un cajón de madera o plástico.
En estos casos, es crucial preparar una base consistente para que actúe como drenaje (evitar que el compost tenga la base totalmente húmeda) y, a su vez, permita la entrada de aire y su circulación por el interior de la masa en proceso de descomposición y transformación.
Una base con un buen drenaje también facilita que los organismos descomponedores que se encuentran en el suelo de forma natural penetren en la materia orgánica.
1. Compostador común:
Los compostadores más sencillos emplean una estructura con láminas de madera o plástico (es posible emplear restos de palé, por ejemplo), conformando una torre cuadrangular con el volumen que se ajuste a nuestras necesidades:
- Cubrir el suelo del compostador, con una capa de 10-20 cm de ramas troceadas o material estructural.
- Mezclar 2/3 de restos orgánicos blandos y húmedos (poda de césped, flores, restos de cocina) con 1/3 de material seco y grueso (ramas, etc.).
- Depositar la mezcla sobre la superficie estructural y, a continuación, cubrirla con una fina capa de tierra, compost semi-maduro o paja. Esta fina capa intercepta los posibles malos olores.
- Ir rellenando el compostador según este mismo esquema: mezclar restos secos y húmedos para cubrirlos después con una capa fina de tierra o paja.
- Si básicamente disponemos de restos de cocina, depositar 4 dedos de restos por un 1 de grosor de material estructural seco.
2. Compostaje en pila:
Seguir el mismo esquema de la formación de la pila con capas de material. Ésta debe conformar una estructura triangular y unas dimensiones de 1,5 metros de amplitud por 1 metro de altura.
Tras depositar los restos en función de nuestras necesidades (mucha cantidad de golpe tras la poda o, por el contrario, más dosificada) y depositar el material por capas, es conveniente taparlo con 1-2 cm de tierra y, a continuación, cubrirlo con una lona de material transpirable.
Es necesario mantener la pila tapada:
- Para evitar la pérdida de calor.
- Para evitar que se encharque cuando llueva.
- Para evitar que se seque en exceso.
- Para mantener los nutrientes dentro de la pila.
3. Vermicompostaje:
A diferencia de los otros diseños, el vermicompostaje requiere el uso de un compostador algo más sofisticado, que puede adquirirse o ser diseñado por uno mismo.
- Adquirir un kit de inicio con un número inicial de larvas de lombrices rojas.
- Preparar una base con turba y cáscaras de huevo troceadas.
- Mezclar el material orgánico fresco con el kit de lombrices y dejarlo reposar durante un par de días.
- Añadir materia orgánica fresca de manera paulatina; primero en pequeñas cantidades y después más a menudo, para que la población de lombrices crezca paralelamente al volumen de restos orgánicos añadidos.
- Finalmente, la población se estabilizará y el proceso se mantendrá siempre activo.