La anterior entrada de este blog contenía el inicio del último periplo de faircompanies por Estados Unidos. Escribo sobre el resto de la estancia antes de volver a Barcelona (vuelo de retorno: 5 de agosto).
Como inicio, un vuelo a Nueva York a principios de junio (fotos de nuestra última estancia en la Gran Manzana); tras poco más de una semana en la ciudad, volamos hacia San Francisco, donde tuvimos oportunidad de conocer (además de grabar y tomar fotografías) tres interesantes historias en el entorno de un único lugar de la Bahía de San Francisco: Berkeley.
Las tres historias que teníamos intención de cubrir:
- Green Faerie Farm: una casa que ha transformado un patio trasero convencional en un productivo huerto urbano, con cabras, conejos y gallinas.
- Grey Water Guerrillas, o cómo un grupo de amigos comparte casa y reaprovecha las aguas grises generadas en el uso diario de la casa. El agua procedente de los desagües alimenta el jardín y el huerto de este grupo de amigos, una vez ha sido purificada.
- Biodiesel Hauling: Bakari Kafele vive en un humilde parque de caravanas situado a las afueras de Berkeley. Junto a su caravana, una camioneta que funciona con biodiésel está preparada para realizar la próxima mudanza. “Tengo la única empresa de mudanzas propulsada con biodiésel de toda la ciudad.”
Kirsten y yo elegimos estas tres historias porque teníamos la certeza de que podríamos cubrirlas en un solo día, debido a su cercanía geográfica.
De haber tenido un calendario más laxo, podríamos haber cubierto decenas de historias similares en un lugar como la Bahía de San Francisco.
Por algún motivo, este rincón del mundo no se conforma con mantener la batura de los cambios tecnológicos en la industria informática e Internet, sino que ahora pretende acaparar parte del protagonismo en las tendencias y tecnologías relacionadas con la sostenibilidad.
También hubo tiempo en San Francisco para dar algún interesante paseo, empezar un interesante libro que acabaría una semana más tarde (A Short Story of Nearly Everything), saboreando y reservando las últimas páginas como uno sólo hace con los libros que realmente disfruta.
No está mal leer un libro tan ligero -pese a su carácter pedagógico- tras lecturas como el número de junio de la revista Wired (titular de portada: Attention Environmentalists: Keep your SUV. Forget organics. Go nuclear. Screw the spotted owl). Nada vende más que un titular tan provocativo en negativo, sobre una portada en naranja fosforescente.
- Hablo sobre el libro y el artículo citados en la anterior entrada de este blog.
Pasamos poco tiempo en la propia ciudad de San Francisco, ya que nuestro “cuartel general” en la zona (la casa de unos familiares, faltaría más) está situado a unas dos horas al norte del epicentro de la Bahía, en el condado vitivinícola de Sonora, concretamente en Alexander Valley.
Los vehículos eléctricos ganan conversos
Hace aproximadamente un año, aprovechando nuestra estancia en la misma zona, visitamos a los amigos de Thunderstruck, un pequeño taller con un -informal, además de espectacular- equipo de ingerieros dedicados al desarrollo artesanal de motos eléctricas y a la conversión de cualquier coche en un modelo eléctrico.
El año pasado, mientras grabábamos la historia (ver vídeo sobre Thunderstruck y transcripción de la entrevista que realizamos durante nuestra visita), el precio del galón de gasolina (unidad de medida de referencia para los estadounidenses; 1 galón equivale a 3,79 litros) todavía era relativamente bajo, en relación con el precio que los europeos se han acostumbrado a pagar en las últimas décadas, prácticamente desde el nuevo escenario energético surgido de la crisis del petróleo de 1973.
El galón de gasolina supera los 4 dólares en la mayoría de los Estados, sobre todo en la Costa Oeste y el Noreste del país, principales zonas económicas.
Al acabar la licenciatura de Periodismo en la Universidad Autónoma de Barcelona, recuerdo haber comprado el único coche que jamás he poseído (llevo años sin coche; cuando necesito excepcionalmente un vehículo, lo alquilo).
Mi poder adquisitivo no era quizá el más elevado, pero recuerdo el precio alto de la gasolina y el enfado que me causaba llenar el depósito de aquella pequeña -y bastante eficiente, al fin y al cabo- tartana producida por Volkswagen en 1984.
Ahora, con el precio del galón de gasolina por las nubes en Estados Unidos y una economía sin confianza (crisis crediticia e inmobiliaria, consumo en recesión, incertidumbre política), las ideas de los chavales de Thunderstruck tienen más sentido que nunca.
Ahora ya no es una excentricidad abogar por los automóviles pequeños, como finalmente parecen haber aprendido los grandes fabricantes de Detroit.
Problemas para los Big Three: “vive verde o muere”
General Motors quiere cambiar radicalmente el diseño de sus automóviles, tras haber intentado volver a dominar el mercado de turismos en Estados Unidos con coches cada vez más grandes y poco eficientes (los denominados SUV, o vehículos todoterreno de grandes dimensiones, con motores situados entre los 2.500 y los 3.500 centímetros cúbicos).
David Welch explicaba en un artículo para BusinessWeek en el pasado junio que GM intenta convencerse de que “lo pequeño es la nueva grandeza“.
Será difícil imponer la nueva filosofía en una empresa que fabrica el Hummer y contaba con más fábricas de producción de vehículos todoterreno que cualquier otro fabricante.
El mismo David Welch titulaba en mayo de este año: GM: vive verde o muere (lectura recomendable). Sobran las explicaciones.
Si las clases media y trabajadora en el Medio Oeste acaban de descubrir que no pueden pagar la gasolina de sus enormes vehículos, que a su vez siguen pagando a plazos, GM ha descubierto que no venderá sus planeados SUV.
De modo que la apuesta por el vehículo turismo eléctrico Chevrolet Volt, que la firma planea comercializar en 2010, es la última gran alternativa para una marca que se hunde cada vez más en bolsa.
Paradójicamente, la italiana FIAT, una empresa que GM rechazó por su situación inestable y por la poca claridad de su estrategia a largo plazo, vuelve a encandilar a los jóvenes europeos con modelos como en Grande Punto y el nuevo Cinquecento, dos ejemplos de bajo consumo, tamaño compacto y buen ejercicio de diseño.
Muchos analistas dudan de que GM pueda cambiar con la rapidez necesaria como para adaptarse al brusco cambio de tendencia iniciado por los consumidores, que demandan modelos compactos.
La situación en Ford y en Chrysler no pinta mejor que el contexto al que hace frente Rick Wagoner, como consejero delegado de GM.
La gente quiere coches compactos (incluso en EEUU)
Ford sufre, como GM, del brusco bajón en las ventas de SUV. La gama de grandes todoterrenos de la firma había sido la más vendida en Estados Unidos en los últimos años, como cualquiera puede observar adentrándose en la red viaria del Medio Oeste.
Curiosamente, Ford ha fabricado con su propia marca (GM es propietaria de la alemana Opel) interesantes y eficientes vehículos compactos para el mercado europeo en las últimas décadas, con un destacable éxito de ventas.
Los modelos Focus o Fiesta (anteriormente el legendario Escort) constituyen una alternativa a los vehículos de gama media franceses, italianos y alemanes. Ford intentará, como pretende GM, redirigir el peso de su gama hacia modelos compactos, capaces de ofrecer, al menos, una autonomía de 35 millas por hora (mph).
El presente de Chrysler es, si cabe, más incómodo. Su fusión con la alemana Daimler (Mercedes) no dio los resultados previstos.
Daimler, cansada del lastre de esta compañía y preocupada por su pérdida de cuota de mercado en favor de Toyota-Lexus, BMW y Volkswagen-Audi, prácticamente regaló Chrysler a la sociedad de capital riesgo Cerberus Capital Management, en mayo de 2007.
Chrysler, también con una rica gama de grandes todoterreno en la que se incluye la firma Jeep, seguirá probablemente la misma estrategia que GM y Ford, si quieren resistir al envite de los fabricantes europeos y, sobre todo, japoneses en su propio mercado.
Como inicio de este radical cambio de tendencia, la marca anunció en julio que planea desarrollar vehículos eléctricos de aquí a tres años.
Más coches japoneses que estadounidenses
La actual campaña publicitaria de Chrysler en la prensa estadounidense apela al sentido común y al conjunto de toda la gama de automóviles, reconociendo que el comportamiento de los consumidores a cambiado tras la última cincuentena de visitas a la gasolinera.
Dice el anuncio: “En Chrysler, estamos fabricando coches que reflejan las impresionantes mejoras en ahorro de combustible sin sacrificar un ápice del rendimiento (…) No estaciones tu sueño americano. Ponte de nuevo al volante. Y conduce.”
Toyota es indudablemente la otra cara de este nuevo escenario comercial, acelerado por la escalada en los precios de la gasolina y la crisis económica provocada por la crisis inmobiliaria.
El Toyota Prius no es ya sólo un símbolo, con su tan reconocible como poco ortodoxo diseño (especialistas en posicionamiento comercial arguyen que quizá sea su poco atractivo en el sentido clásico diseño lo que ha convertido a este vehículo en todo un símbolo, al ser reconocido como “el coche eficiente”).
Ahora Honda e incluso los fabricantes europeos estudian cómo comercializar vehículos especialmente eficientes (híbridos, íntegramente eléctricos, diésel con consumos muy reducidos) con el éxito comercial de Toyota. Para lograrlo, tendrán que intentar fabricar un símbolo, socialmente reconocible.
Si alguien todavía cree que hablar de vehículos híbridos y eléctricos es cosa de cuatro ecologistas pasados de vueltas, sólo hace falta mirar a los grandes números para darse cuenta de que la tendencia comercial hacia la compra de coches más pequeños y eficientes es una realidad consolidada. Lo era en Europa; ahora lo es también en Estados Unidos.
En mayo de 2008, los fabricantes japoneses vendieron más coches en Estados Unidos que el conjunto de los fabricantes estadounidenses (GM, Ford y Chrysler), como destacaba el International Herald Tribune.
En el mismo mes de mayo, el vehículo más vendido en Estados Unidos fue un Honda Civic (pequeño utilitario de gama media japonés), en lugar de un SUV. No ocurría algo parecido desde 1992.
En 1992, yo tenía 15 años, escuchaba Pearl Jam compulsivamente y me arrastraba a diario. poco convencido, hasta el instituto público de Sant Feliu de Llobregat, donde cursé bachillerato. 1992 es hace mucho tiempo.
Confirmamos nuestras previsiones de hace más de un año: los vehículos todoterreno menos eficientes están en retirada incluso en Estados Unidos.
Cambio de tendencia a lo “tipping point”
Parece que la tendencia hacia la fabricación de vehículos cada vez más grandes alcanzó su punto culminante (sobre la naturaleza de los cambios sociales de calado, es recomendable echar un vistazo al libro The Tipping Point, de Malcolm Gladwell) en 2007.
A partir de 2008, empieza el descenso, que será tan pronunciado como la crisis económica y el precio de la gasolina dicten.
En un Prius hacia Santa Bárbara
El 24 de junio partimos cuatro adultos (Kirsten, sus padres y yo mismo) y un bebé de 17 meses (Inés) desde Cloverdale, al norte de San Francisco, hasta Santa Bárbara (galería fotográfica del viaje).
El viaje realizado (puedes visitar los detalles en este mapa con detalles del trayecto), 1.886 millas, con paradas en:
- Cloverdale, California (inicio del trayecto). Día 24 de junio.
- San Francisco, California. 24 de junio.
- Santa Cruz, California. 24 de junio.
- Pebble Beach, California. Noche del 24 al 25 de junio.
- Carmel, California. 25 de junio.
- Santa Bárbara, California. 25 de junio. 4 días de estancia (25-29 de junio).
- Las Vegas, Nevada. 29 de junio.
- Salt Lake City, Utah. Noche del 29 al 30 de junio.
- Sun Valley, Idaho. 30 de junio. Estancia desde el 30 de junio hasta el 9 de julio.
- Bozeman, Montana. 9 de julio. Estancia desde el 9 hasta el 24 de julio. Asistencia al campus de verano para emprendedores medioambientales ECamp, organizado por PERC (lo que en PERC llaman “enviropreneurs”, en una simbiosis de “environment” y “enterpreneur”), a donde fui invitado junto con otros 16 compañeros de distintas partes del mundo.
El objetivo: Kirsten y yo íbamos a una boda a la que habíamos sido invitados. Una oportunidad para visitar una de las ciudades más californianas.
Santa Bárbara mantiene una arquitectura basada en una interpretación con sabor italiano y algo anglosajón de lo que en California llaman “estilo español”, o “spanish style”.
Algo hay de ello: uno parece perderse de vez en cuando en rincones y patios interiores que bien pudieran estar en Sevilla o Córdoba, aunque en otras ocasiones uno siente haber sido teletransportado a una interpretación pulcra y disneyniana de la Provenza o la Toscana, dos de los rincones del Mediterráneo europeo por los que los estadounidenses tienen una histórica debilidad.
Cloverdale, San Francisco, Santa Cruz, Pebble Beach, Carmel, Santa Bárbara
En el trayecto desde Cloverdale hasta Santa Bárbara, íbamos a hacer dos altos en el camino: el primero en Santa Cruz, al sur de San Francisco, pequeña ciudad conocida por su clima apacible y ambiente universitario, además de constituir una de las cunas de la contracultura californiana en los años sesenta.
Santa Cruz aparece al final de un escarpado macizo y se extiende hacia el mar, guardando una vaga similitud con Sitges y el acoso que esta localidad catalana recibe del macizo de El Garraf.
Los parecidos acaban aquí: Sitges ha crecido mucho, aunque continúa con su estructura abigarrada, tan propia del mediterráneo; mientras Santa Cruz se extiende a lo largo de la costa, en una maravillosa ventana hacia el Pacífico, donde predominan las casas unifamiliares y la estructura en forma de cuadrícula.
Tras el alto en esta localidad, seguimos con el trayecto hasta el segundo alto en el camino: Pebble Beach, una exclusiva comunidad residencial al sur de Santa Cruz, en el condado de Monterrey.
Por decirlo de un modo rápido, Pebble Beach es uno de los centros mundiales de un deporte que nunca he practicado y no tengo demasiado interés en hacerlo: el golf.
Pebble Beach es una zona costera con un agradable microclima que mantiene la zona fresca todo el año, donde la vegetación autóctona y extensos bosques de cedros esculpidos por el viento del Océano Pacífico conviven con alguna que otra McMansión.
La cuestión es que tuvimos oportunidad de hacer un alto, reponer fuerzas, dormir en casa de unos amigos y reiniciar la marcha a la mañana siguiente.
El condado de Monterrey cuenta con pintorescas pequeñas localidades que han sabido mantener su carácter pese al crecimiento económico, sustentado primero por la pesca y la agricultura y, en los últimos años, por el turismo.
Carmel es una de estas localidades. Su alcalde, Clint Eastwood, es una de las leyendas vivas de Hollywood. Una carta de presentación como la de esta pequeña localidad es suficiente como para parar a tomar un café.
Llegamos finalmente a Santa Bárbara (pongo la tilde sobre “Bárbara” para respetar el castellano original, aunque nadie pondría un acento a Santa Bárbara o Los Ángeles al norte de Tijuana a menos que estas dos localidades retornaran a Nueva España).
Desde el 25 de junio y hasta el 29 pudimos disfrutar del clima de Santa Bárbara y de las posibilidades de socializar que una boda brinda (siempre que no sea la de uno mismo).
Montecito
Asistir a una boda en en Montecito (para imaginar de qué lugar hablamos, decir que la presentadora de televisión Oprah Winfrey cuenta con una mansión en esta exclusiva colina, a 10 minutos en coche (siempre en coche) de Santa Bárbara (ver galería fotográfica de la ciudad; las fotos de la boda las mantengo en privado).
Un sitio pulcro y apacible, quizá no tan acartonado y artificial como los barrios exclusivos de Los Ángeles, más al sur. En Santa Bárbara, el carácter austero del Pacific Northwest y el norte de California da paso al sueño de los californianos del sur: clima mediterráneo, industria del turismo y el espectáculo, arquitectura en la que predomina el ladrillo sobre la madera de los pioneros.
Visitar la Misión de Santa Bárbara, reconstruida tras el último gran terremoto en la zona, merece la pena. Uno parece encontrarse en Jerez de la Frontera o en algún rincón del Cáceres medieval.
Había varias razones para ir a Santa Bárbara, la más importante de las cuales era acudir a la boda de nuestros amigos.
Visita a la sede de Patagonia
Otra de las razones: Ventura, localidad menos interesante que Santa Bárbara, está sólo unas millas al sur de ésta. Y en Ventura se encuentra la sede de la firma de ropa técnica Patagonia, fundada y dirigida por Yvon Chouinard, autor de la inspiradora biografía sobre su experiencia en la empresa que él creo (Let My People Go Surfing).
Kirsten y yo dedicamos una de nuestras mañanas en la zona a visitar la sede de la empresa, donde fuimos bien recibidos. Pudimos hablar con el departamento de investigación y desarrollo de la firma, donde nos explicaron en qué tipo de tejidos trabajan y qué significa para ellos trabajar con materiales duraderos, de calidad y sostenibles.
Patagonia es la primera firma que empleó, a principios de los noventa, algodón orgánico a escala industrial. La firma también usa lana sin tintes químicos ni clorina, así como poliéster reciclado, cáñamo y otros derivados sintéticos desarrollados por ellos mismos.
La marca no intenta vender barato, aunque fomenta el uso responsable de su ropa: compra poco, bueno y que dure mucho. Y han logrado que algunas prendas de la empresa constituyan preciados objetos de coleccionista.
Cualquiera que lea la mencionada biografía de Yvon Chouinard entenderá que la filosofía de la marca que dirige no ha nacido de un plan de marketing creado en 2007, en plena fiebre de lo “verde”.
Patagonia nació como firma preocupada por términos como “sostenibilidad” o “huella ecológica” mucho antes de que estos términos estuvieran en boca de cualquier intelectual, revista de gran tirada o blog.
- Ver galería fotográfica de nuestra visita a la sede central de la firma textil californiana Patagonia.
Santa Bárbara, Las Vegas, Salt Lake City, Sun Valley
El 29 de junio partíamos hacia Sun Valley, un pequeño pueblo de montaña de Idaho legendario por albergar el primer telesilla mecánico del mundo, uno de los resorts de esquí más visitados por personajes influyentes al Oeste del Misisipí, la tumba de Ernest Hemmingway y una de las casas de Clint Eastwood, además de otras celebridades como los propios familiares y descendientes de Hemmingway.
Nosotros acudíamos a este lugar por su relativa proximidad geográfica con Bozeman, Montana, a donde fui invitado para acudir al campo de verano para emprendedores medioambientales ECamp, organizado por PERC.
También debido a que unos amigos nos dejaron estar en su casa desde el 30 de junio hasta el 9 de julio, cuando yo empezaba ECamp. Hablamos de una pintoresca casa de madera junto a un solitario riachuelo donde de vez en cuando se veía pasar el rato a algún amante de la pesca con mariposa.
El viaje iniciado en Cloverdale (y que nos había llevado a San Francisco, Santa Cruz, Pebble Beach y Santa Bárbara-Montecito-Ventura) continuaba desde Santa Bárbara hasta Sun Valley, a partir del 29 de junio.
La opción elegida: conducir por el desierto de Mojave hasta llegar a Las Vegas, donde no nos apeteció detenernos. Lo hicimos algo más adelante, unas millas antes de llegar a Salt Lake City, donde hicimos noche.
La mañana del 30 de junio la pasamos embelesados y sorprendidos de la hospitalidad y la cantidad de información que la ciudad mormona alberga en la Salt Lake City Genealogy Library.
Una prueba de ello: me dirigí incrédulo hacia la planta “internacional”, en donde pregunté por el origen de mi primer apellido, Boullosa.
No sólo encontramos referencias sobre mi apellido, sino sobre mis propios antepasados. Impresionante encontrar un libro notarial de un condado rural español en un lugar tan remoto y extraterrestre para mí como Salt Lake City.
Partimos de esta ciudad tan rápido como habíamos llegado. Varias horas más tarde, ya casi anocheciendo, llegamos a Sun Valley, donde estaría hasta el 9 de julio.
- Ver galería fotográfica del periplo en coche desde Santa Bárbara (California) hasta Sun Valley (Idaho).
Donde Hemmingway descansa (y Rupert Murdoch celebra sus conferencias)
En Sun Valley finalicé el libro de Bill Bryson, disfruté de las montañas de Idaho en primavera, trabajé en bares y recepciones de hoteles con wifi gratuita y retomé fuerzas para acudir a ECamp.
Pero la experiencia de ECamp forma parte de la próxima entrada de este blog.
- Galería fotográfica de la estancia de faircompanies en Sun Valley, Idaho.