Un amigo -de hecho, un pariente- me envía por correo el enlace a una noticia que habla de lo último entre los emprendedores de Silicon Valley, los mismos que han popularizado la llamada Web 2.0. Es una información del New York Times, firmada por Hal R. Varian, profesor de economía y gestión del conocimiento de la Universidad de Berkeley, en la Bahía de San Francisco. En ella, se lee que, de nuevo, la filosofía del trabajo japonesa se impone entre quienes hacen posible que Internet vuelva a estar en el punto de mira de las sociedades.
La información no pretende engañar al lector, al dejar claro que se toma prestada, de nuevo, la filosofía del trabajo de Japón; la filosofía empresarial japonesa está menos de moda, a tenor de la evolución económica del país asiático, todavía segunda potencia económica mundial.
Japón, por decirlo de algún modo, sufre del mismo mal que Alemania, a su vez tercera potencia económica y primer exportador de bienes del mundo: una cosa es lograr la excelencia ideando y fabricando bienes de equipo y productos industriales, como coches o electrodomésticos.
Y otra muy distinta es liderar el creativo y caótico mercado actual de las tecnologías de la información. Ahí, y no hace falta leer a autores que hablan sobre ello (Manuel Castells, John Battelle, Chris Anderson, diversos artículos del Economist), parece que se ha impuesto el modelo meritocrático anglosajón. Pero esta es otra historia. Vuelvo a lo que he encontrado en mi buzón de correo.
La noticia habla de la influencia del llamado “kaizen” japonés. Traduzco:
“Actualmente, son los ejecutivos estadounidenses -especialmente los pertenecientes a las industrias de alta tecnología- quienes enseñan al resto del mundo acerca de las posibilidades de la llamada Web 2.0 y lo último de lo último que emane de Silicon Valley. (…) Resulta, no obstante, paradójico que uno de los principales impulsores del éxito de los negocios de Internet haya sido tomado directamente de los manuales japoneses de gestión empresarial. Me refiero al kaizen, la práctica de la continua mejora (continuous improvement).“
“Kaizen -prosigue Varian- no significa únicamente que una empresa debería continuar probando cosas nuevas. Más bien se refiere a un proceso disciplinado de exploración sistemática, experimentación controlada y, a continuación, una liberadora adopción de los nuevos procedimientos. En su formulación originaria, kaizen se aplicó a la fabricación de bienes, donde la experimentación podía determinar si un nuevo proceso derivaba en mejoras de calidad o ahorro de costes en cuestión de meses.“
El iPhone de Apple, futuro teléfono de la compañía que destaca por romper valientemente con las tecnologías actuales y apostar por una interfaz gráfica de usuario muy distinta, estuvo dos años y medio en el laboratorio. Apple habría seguido, por decirlo de algún modo, el kaizen tradicional, donde parece que fallan Sony y el resto de símbolos industriales japoneses. Y, claro, parece que el iPhone será un éxito, al tratarse de una “mejora libre” del iPod. Esta última aportación es mía, aunque quizá también la he leído por ahí.
El artículo del New York Times se pone interesante al dejar entrever la comparación que a todos les gusta hacer: la diferencia entre los corazones -la innovación y la filosofía- de Google y Microsoft, cuyo Windows Vista ha tardado más de cinco años en desarrollarse y, aun así, Microsoft se encontrará con miles de problemas derivados de su implantación.
Google, en cambio, puede jugar a la mejora kaizen a cada instante, como también pueden hacerlo Amazon y las nuevas empresas y servicios Web 2.0. Al tener su músculo y su cerebro en Internet, estas empresas simplemente integran nuevas mejoras -pequeñas y grandes- y las modifican constantemente a través del estudio continuo de los impulsos y las reacciones de los usuarios, cuando interaccionan con ellas.
Google -esto también es mío- hace posible a otras empresas acceder, a bajo coste, a la doctrina kaizen en Internet: Google Analytics, el sistema de medición de audiencias de la empresa de servicios de búsqueda, puede integrarse en cualquier sitio web, independientemente de su tamaño. Un pequeño código debe integrarse en cada una de las páginas que integra un sitio web.
A continuación, el propietario del servicio puede empezar a estudiar, con una rigurosidad científica, cuáles son los contenidos más importantes para los usuarios y por qué. Y quien dice contenidos dice dinero. También es posible detectar cuellos de botella, problemas de diseño (eso que hemos llamado “usabilidad”) y un largo etcétera de cuestiones “kaizen”.
A mí me gusta pensar que faircompanies sigue la doctrina kaizen. Aunque, para ser justos con el espíritu del portal y sus orígenes en Barcelona, a faircompanies le gusta más el músculo de la combinación entre “seny” y “rauxa”. Perseverancia y esfuerzo constante, mirada propia, sentido común. Qué grandes calificativos. Se trate de “kaizen” o de “seny” y “rauxa”, vamos a ver qué podemos hacer por no perder la ilusión a diario.