Una nueva hornada de inventores sienta al interiorismo de apartamentos en el diván: ¿por qué no ha habido innovación radical en nuestra manera de usar mobiliario doméstico y de productividad? El objetivo es sacar el máximo rendimiento de espacios pequeños, adaptándolos con naturalidad al uso.
Esta concepción volumétrica y tecnificada del entorno donde dormimos, comemos, charlamos, organizamos una fiesta o trabajamos permitirá, según emprendedores como el ingeniero mecánico e investigador donostiarra del MIT Hasier Larrea, convertir microapartamentos en “transformer”: espacios “con superpoderes”, dice Larrea capaces de mostrar automáticamente cama, sofá, mesa u otros servicios accionando un botón o un comando de voz.
Mobiliario como servicio: mostrar/ocultar lo que usamos
Es sólo el principio, aunque Hasier Larrea no se conforma con experimentar de manera académica en este nuevo espacio de innovación, y su firma Ori Systems ya muestra el sistema de transformación de espacios interiores en un moderno microapartamento de Boston, sirviéndose de un concepto de ingeniería mecatrónica que integra computación, electrónica, control y mecánica en un sistema intuitivo, que puede usarse desde el primer instante sin necesidad de leer un manual ni la más mínima curva de aprendizaje.
El interés suscitado entre la prensa tecnológica en torno a Ori (Cnet, Dezeen, Wired, Fastcompany) ofrece una pista sobre el potencial y la clientela que los espacios transformables pretenden atender.
Como ocurrió a inicios de la informática moderna, la innovación en interiorismo transformable permitirá la convivencia (y polinización cruzada) de espacios y mecanismos de alta gama desarrollados a medida, sistemas “hazlo tú mismo” (DIY) con hardware de código abierto adaptado, y soluciones como la interfaz motorizada de Ori Systems, algo así como el controlador Sonos para objetos físicos en apartamentos (y no para música).
De contar en superficie a hacerlo en centímetros cúbicos
Las ciudades más vibrantes alimentan parte de su dinamismo atrayendo a un talento diverso que ocupa a su llegada el equivalente contemporáneo a las casas de huéspedes: apartamentos en zonas céntricas degradadas, apartamentos reducidos y compartidos, espacios de co-living, etc.
Al fin y al cabo, algunos números son descorazonadores para los más jóvenes; el ejemplo más extremo es, una vez más, la bahía de San Francisco, apetecible en oferta laboral y con una escena de ocio e idiosincrasia reconocibles: políticas restrictivas impiden construir, mientras la ofertas de viviendas para alquiler o compra satisface a una mínima fracción de la demanda, con detalles desoladores para quienes optan por empezar una vida en San Francisco o Silicon Valley:
- sólo el 13% de los actuales residentes en la ciudad podrían acceder, de acuerdo con sus ingresos, a vivir ahora en la zona;
- en Palo Alto, en pleno corazón de Silicon Valley (allí se ubica el campus de Stanford), ni siquiera una pareja de profesionales con sueldos elevados podría comprar una vivienda unifamiliar en estos momentos (como atestigua esta historia).
Apartamentos donde un espacio muta con el uso
De ahí que, en entornos como San Francisco, ni siquiera alquilar un microespacio o compartir piso son tarea fácil.
A diferencia de las casas de huéspedes, muchos apartamentos compartidos, microapartamentos y espacios de co-living actuales se las ingenian para lograr el máximo de usos de los espacios más reducidos, una tendencia hasta ahora sólo importante en urbes asiáticas como Tokio, Hong Kong, Seúl o Singapur.
Para quienes optan por vivir en las urbes más cotizadas, priorizar el inmediato acceso a empleo y ocio en la ciudad en detrimento de mayor espacio más asequible en las afueras tiene un coste: hay que pagar más por menos espacio, y en las urbes con precios más prohibitivos hasta los espacios más reducidos tienen su potencial.
He aquí un listado de apartamentos que han superado con imaginativa una limitación compartida: su reducida superficie (que no volumetría).
Soñando con un gadgeto-apartamento
Microapartamentos con iluminación natural o techos altos son reimaginados por jóvenes profesionales que optan por vivir con las posesiones esenciales, aprovechando el espacio volumétrico de la vivienda y no sólo la superficie. Estos espacios justifican una mayor inversión por unidad de superficie, acumulando más servicio con menos material:
- optando por mobiliario transformable más allá de los elementos hasta ahora más comunes como camas de pared (Murphy), sofás-cama, camas elevadas con mueble-estudio: surgen los primeros muebles-apartamento, a menudo cubos que integran todos los servicios en torno a un espacio central;
- suprimiendo elementos divisorios del espacio o integrándolos en el mobiliario: muebles de pared que funcionan como separador, paredes móviles usando rieles y mecanismos hidráulicos, etc.;
- experimentando con los primeros sistemas y servicios mecanizados para automatizar mobiliario en microapartamentos, desde camas a paredes retráctiles.
Cuando la demanda para vivir en la ciudad no va de la mano del acceso asequible a la vivienda, tendencias como los apartamentos reducidos (capaces de integrar con mecanismos atractivos y durables todas las utilidades de una persona o pareja) atraen cada vez más interés, inversión e innovación.
El inquilino que convirtió su cuarto en espacio multiusos
Cuando William Lawrence Murphy presentó sus primeras patentes de la cama de pared que había concebido en 1900, se había propuesto mejorar la vida en cuartos y pensiones de ciudades como San Francisco; él mismo había residido en un apartamento con una sola estancia y servicios compartidos en esta ciudad, y su idea de ocultar la cama por la mañana le permitió convertir el cuartucho en un salón y lugar de trabajo durante el día.
Hasta ese momento, habían existido camas de pared hechas a medida (DIY) e incluso modelos comerciales como el aparecido en el catálogo de Sears, Roebuck & Co.
Sears apostó a principios del siglo XX por producir en masa tanto mobiliario y viviendas modulares, gracias a la venta por correo y al surgimiento de la logística moderna (transporte ferroviario, marítimo, fluvial y por carretera, primero con animales de tiro y un sistema de postas y luego con los primeros camiones motorizados).
Sears detectó tanto la demanda urbana como rural de soluciones prefabricadas y modulares que abarataran y aceleraran el acceso a la vivienda, procesos que hasta ese momento dependían de intermediarios y trabajadores locales.
Cuando Sears quiso hacer un Ford T del mercado de la vivienda
Pero la apuesta por convertir ideas a medida (DIY) en muebles y viviendas resistentes y fáciles de montar no cumplió con las expectativas de la empresa, que esperaba crear el equivalente en construcción al Ford T.
Quizá parte del relativo fracaso de Sears por masificar el fenómeno del mobiliario y la vivienda modulares, creando un Ikea para muebles y casas prefabricadas a principios del siglo XX, partiera de errores como el pobre diseño y escasa durabilidad de algunos de los diseños: William Lawrence Murphy decidió crear su “cama Murphy” porque las camas de pared de Sears carecían de mecanismos retráctiles y con contrapesos que facilitaran la apertura y ocultación de la cama.
Más de un siglo después, el sueño de crear mobiliario transformable y viviendas prefabricadas para todos renace, en esa ocasión por el interés de quienes, como William Lawrence Murphy, acuden con más sueños que presupuesto a la ciudad de su elección.
El momento de los espacios transformables
Poco a poco, y pese a la resistencia del interiorismo y la construcción por convertirse en servicios de “personalización en masa”, los proyectos a medida improvisados por el propio interesado (DIY), o encargados a arquitectos y diseñadores, integran cada vez más tecnologías y servicios que pueden adaptarse:
- impresoras CNC cortan a medida diversos materiales a una fracción del precio de hace unos años y a partir de diseños digitalizados;
- dispositivos y componentes de código abierto tales como placas base (Arduino), microordenadores de placa única (Raspberry Pi), aceleran la experimentación con sistemas automatizados, accionables desde interfaces de texto o incluso voz (adaptando dispositivos de comando de voz como Amazon Alexa o Google Home, por ejemplo);
- Internet aporta documentación y mecanismos para experimentar con mobiliario y componentes motorizados, desde motores para puertas de garaje con control wifi a rieles para mobiliario accionables de manera remota.
Muchos proyectos de microapartamentos transformables aprovechan el talento tecnológico y de diseño industrial que hasta ahora absorbía la industria tecnológica, gracias a proyectos que surgen en universidades y se materializan en proyectos empresariales.
Hasier Larrea: experimentos con mecatrónica en el MIT
El Media Lab del MIT, en Massachusetts, es uno de los centros de innovación interdisciplinar más reconocidos al permitir la confluencia de ideas y tecnologías antes de que exista una clara aplicación comercial: varios estudiantes han trabajado en sistemas robóticos, electrónicos y de software aplicados a la vivienda en el proyecto CityHome, que ahora empieza a dar sus frutos.
Después de la experimentación, surgen proyectos comerciales. Al abrigo de CityHome surge Ori Systems, el mobiliario robótico concebido para microapartamentos del estudiante de posgrado del MIT y emprendedor vasco Hasier Larrea.
La empresa, “spinout” de su proyecto en el MIT, ha colaborado con el diseñador industrial suizo Yves Béhar (y el estudio de éste con sede en San Francisco, Fuse Project) para crear un apartamento de muestra de 28 metros cuadrados en un moderno edificio de Boston, donde una sencilla interfaz piramidal inalámbrica permite alterar la disposición del espacio, en función de la hora del día y del uso deseado.
La sencilla consola de control de Ori Systems incluye control de intensidad de la iluminación (accionable como lo haríamos en la pantalla de un ordenador portátil) y permite seleccionar qué pieza de mobiliario motorizado (cama, sofá, mueble multiusos) mostrar u ocultar de manera automática.
Control Ori: un “Sonos” para gestionar el espacio
Como ocurre con electrodomésticos inalámbricos accionables desde aplicaciones móviles o interfaces físicas, como el sistema de alta fidelidad sin cables de Sonos, las funciones de personalización del espacio de Ori son accesibles desde el móvil.
Tanto el creador del sistema Ori, Hasier Larrea, como Yves Béhar, han declarado que un espacio capaz de adaptarse de manera inteligente y sin esfuerzo a las necesidades de sus habitantes multiplica la utilidad (y valor) de un espacio, por muy reducido que sea.
Tomando el ejemplo colaborativo del proyecto CityHome del MIT y de servicios que atraen el talento de aficionados y desarrolladores al convertirse en plataforma (proporcionando una interfaz de programación de aplicaciones), Ori trata de atraer tanto a clientes finales como a empresas e instituciones interesadas en sacar el máximo partido de espacios urbanos especialmente reducidos.
Ori Systems ya tiene en marcha varios proyectos de integración en apartamentos de Boston, Washington DC y Seattle; firmas especializadas en interiorismo, sistemas domóticos (que combinan iluminación con accionabilidad de cerramientos, etc.) y mobiliario transformable prestarán atención a la empresa del joven donostiarra del MIT Hasier Larrea.
Estancias que se adaptan al uso
Diseñadores industriales como Gary Chang, afincado en Hong Kong y célebre por la precisa capacidad transformadora de su microapartamento, o Graham Hill, fundador de TreeHugger.com, han experimentado con mobiliario y tabiques transformables con interfaz manual.
En Madrid, PKMN arquitectos convirtió una pequeña vivienda en un espacio multiusos gracias a un sistema de tabiques móviles similar -aunque más económico- a los usados por Gary Chang y Graham Hill.
Asimismo, numerosos diseñadores y estudios han propuesto soluciones personalizadas para mejorar la utilidad y versatilidad de espacios compactos (desde dormitorios universitarios a apartamentos reducidos, pasando por oficinas), con ideas que comprenden:
- desde mobiliario reconfigurable de manera manual;
- a cubos que concentran varios servicios y facetas en torno a sí (cama, escritorio, armarios, mesas auxiliares, servicios multimedia, electrodomésticos electrónicos y del hogar, etc.).
“Desmaterialización” del confort: más servicio en menos espacio
Dormitorios universitarios y complejos de apartamentos podrían acelerar la innovación en el nuevo espacio tecnológico de microapartamentos automatizados. El objetivo es lograr mayor servicio sin sacrificar la facilidad de uso.
En apartamentos situados en las ciudades más apetecibles y dinámicas del mundo, el reto de transformar espacios desde dormitorio a estudio y oficina -en función del momento-, atrae cada vez más interés e iteración tecnológica.
El objetivo es condensar más servicio en menor espacio sin acumular trastos. Y así, quizá, la decisión de vivir en un lugar vibrante no acumulará la desventaja de renunciar a un mínimo confort y calidad de vida.