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10 fallos arquitectónicos por proyectar contra la naturaleza

Un siglo después de que se empezara a distinguir la característica silueta vertical de Manhattan, los rascacielos siguen actuando como símbolo de la pujanza de un lugar y un momento histórico determinados.

Pero los nuevos materiales y técnicas, que han acelerado su construcción, no han evitado el riesgo que afrontan ciudades, arquitectos y promotores con los nuevos colosos, a menudo auténticos rascacielos-ciudad.

Falibilidad de los edificios-fetiche

Evitar errores de cálculo, planificación, materiales, ejecución, previsión, etc., es tan complejo que ni las simulaciones por ordenador más complejas pueden tener en cuenta todas las variables y escenarios en juego.

Los nuevos rascacielos-ciudad deben afrontar un clima más imprevisible y extremo, así como el reto de soportar alturas que en ocasiones triplican la de los mayores colosos de principios del siglo XX.

Nuevos ascensores y materiales permiten ascender centenares de metros y capear el viento en la cúspide de edificios; no obstante, lo que en un modesto edificio se convierte en fallo corregible o anécdota, causa estragos en un rascacielos o edificio complejo.

(Imagen: óleo sobre lienzo con la silueta de Manhattan vista desde Brooklyn en 1934, en plena Gran Depresión, por John Cunning)

Desatinos constructivos en las alturas: sobre errores gruesos

Algunos acontecimientos y desatinos controvertidos en los últimos tiempos:

  • frontera (en las alturas) entre experimentación y seguridad: después de una constante campaña mediática, Sky City (Changsha), el rascacielos-ciudad prefabricado de 838 metros que se debía construir en China queda, de momento, pospuesto, por dudas en la planificación y técnica constructiva; debido a los constantes retrasos, el que debía ser el rascacielos-ciudad construido en un tiempo récord (primero, en 90 días; después, 210 días; ahora, se esperan nuevos estudios);
  • la torre del Bank of America (concluido en 2009, 366 metros), el rascacielos promovido como el más sostenible de Nueva York, ha suscitado un debate acerca de su verdadero impacto, cuando el periodista de The New Republic, Sam Roudman, expone en un artículo: “según información publicada por la ciudad de Nueva York el pasado otoño, la Torre del Bank of America produce más gases con efecto invernadero y usa más energía por pie cuadrado que cualquier otro edificio de oficinas de tamaño similar en Manhattan”;
  • un perfecto concentrador solar… para abrasar a los viandantes: la concavidad de la gigantesca fachada acristalada del rascacielos diseñado en Londres por Rafael Viñoly (y apodado “Walkie Talkie” por los londinenses) concentra los rayos solares en una calle próxima, que alcanza temperaturas extremas; el mismo arquitecto firmó el edificio acristalado del Vdara Hotel & Spa en Las Vegas, con 57 plantas… y el mismo problema de diseño: los rayos solares (“rayos de la muerte“) se concentran en la piscina del complejo, donde pueden causar quemaduras;
  • cuando las formas orgánicas no son ejecutadas debidamente: el MIT demandó en 2007 a Frank Gehry por “fallos de diseño y construcción” en el Stata Center, un edificio de 300 millones con una altura modesta, pero con las formas y texturas propias en las obras de Gehry donde, según el MIT, proliferan las pérdidas, grietas y problemas de drenaje y cuya reparación genera costosas reparaciones. Frank Gehry, criticado por la constructora y gestora de la obra, expuso en una entrevista que los problemas de construcción son inevitables en edificios complejos: “esas cosas son complicadas”. 

Riesgos del control de costes: ¿ingeniería de (qué) valor?

Frank Gehry, acostumbrado a bregar con técnicas y materiales poco comunes debido a las formas imposibles de sus edicios (se le cataloga como deconstructivista o post-estructuralista), cree que el error del Stata Center estriba en un proceso extendido en las obras complejas y costosas: la ingeniería del valor, o cómo reducir costes renunciando a materiales o sustituyéndolos por menor cantidad, o materiales más baratos.

(Imagen: el arquitecto Howard Roark de la novela y película The Fountainhead; prefiere trabajar en la cantera a ceder en sus principios)

Sea por la planificación, la ejecución o el ahorro en procesos y materiales, los edificios más complejos y espectaculares olvidan a menudo los detalles prevalecerán función y uso cotidiano, más allá del brillar en el día inaugural.

Hambre de rascacielos en el mundo emergente

Cuando las economías emergentes y países desarrollados compiten por albergar los rascacielos-ciudad del futuro, los nuevos diseños y su ejecución establecerán la nueva frontera entre lo memorable y perdurable, por un lado, y lo infame y catastrófico, por otro.

Combinados, China y Emiratos Árabes Unidos acogen 30 de los 50 rascacielos más altos de la actualidad, constatación de un cambio de era: los nuevos Manhattan y los edificios simbólicos más espectaculares no se erigen en Norteamérica, Europa o Japón.

Pero la historia de la construcción de grandes edificios corre el riesgo de dejarse llevar por el interés de políticos locales y promotores en busca de algún dato-récord: altura, materiales y formas imposibles, emplazamiento, etc.

Riesgos de la vanidad aplicada a edificios-símbolo

Un estudio reciente del Consejo de Edificios Altos y Hábitat Urbano (CTBUH en sus siglas en inglés) descubre -y mide- el nivel de vanidad que subyace en la construcción de los edificios-símbolo: por norma, las plantas superiores de los mayores rascacielos permanecen desocupadas o son espacios sin uso.

Al estudiar la Kingdom Tower, en Yeda, Arabia Saudí, “que una parte significativa de la cúspide del edificio parecía desocupada”.

“Ello nos llevó a investigar –prosigue CTBUH- la creciente tendencia a construir pináculos extremos y otras extensiones en edificios altos que no albergan espacio útil, y acuñar un nuevo término para describirla: ‘vanidad de altura’, esto es, la distancia entre la planta ocupable más alta de un edificio y su cúspide arquitectónica, como determina el criterio de altura de CTBUH”.

Los edificios con mayor “vanidad de altura del mundo”

Algunos datos sobre los 10 edificios altos con mayor “vanidad de altura”:

  • los 10 edificios altos con mayor “vanidad de altura” han sido construidos en los últimos 15 años (el más antiguo es el Burj Al Arab de Dubai, erigido en 1999);
  • 5 han sido erigidos en Dubai: Burj Khalifa (2010, actualmente el edificio más alto del mundo), Burj Al Arab (1999), Emirates Tower One (2000), Emirates Tower Two (2000), y Rose Rayhaan by Rotana (2007); 2 en Nueva York, Bank of America Tower (2009) y New York Times Tower (2007); y los 3 restantes en China, Zifeng Tower (2010), The Pinnacle (2012) y Minsheng Bank Building (2008);
  • extrayendo la “vanidad de altura”, 44 (el 61%) de los 72 rascacielos más altos del mundo medirían menos de 300 metros, perdiendo su estatus de “superaltura”;
  • suprimiendo la parte desocupada del edificio, el Burj Khalifa mediría 244 metros y sería el decimoprimer edificio más alto de Europa, en lugar del estatus de edificio más alto del mundo que ostenta en la actualidad.

Analizando estos datos, cuesta no preguntarse acerca del papel de los modelos totémicos humanos ancestrales y el papel de la testosterona en las decisiones constructivas más espectaculares de los últimos 15 años.

A favor de los edificios más altos del Manhattan de principios del siglo XX, los primeros grandes rascacielos apenas contaban con “vanidad de altura” y eran ocupados hasta lugares muchos más próximos a la cúspide.

Riesgos de la arquitectura como disciplina

Dice Renzo Piano, autor del edificio más alto de Europa (rascacielos The Shard, Londres) y de la microcasa modular más pequeña (Diogene, casita distribuida Vitra), que la arquitectura implica más riesgos para autor y espectadores que otras disciplinas creativas, como la música o la arquitectura.

Según el arquitecto italiano, el músico sabe que hay algo que no funciona cuando evoca en su mente o escucha una melodía: cualquier disonancia es obvia. Ocurre lo mismo con la escultura; el creador tiene la obra física ante él y pule cualquier incongruencia.

(Infografía: los 10 rascacielos más “vanidosos” del mundo, o espacio entre última planta ocupada y altura arquitectónica)

“Como arquitecto, si haces algo mal, está mal para siempre”. El músico y el escultor juzgan la pieza real, “pero si haces arquitectura, lo que juzgas no es la obra, sino el dibujo, el modelo, el renderizado. Así que tienes que usar la imaginación para entender qué es lo que va a ocurrir [con un edificio] en realidad”.

Modelo ideal, modelo real

Desde que es disciplina, la arquitectura ha afrontado esta dualidad de la creación:

  • las expectativas de lo que es ideal para el creador: lo plasmado sobre el plano -bidimensional-; la maqueta o el modelo de ordenador -tridimensionales-;
  • y los resultados a escala real, donde cimientos, actividad sísmica, estructura, materiales, acontecimientos climáticos, radiación solar o mantenimiento a lo largo del tiempo, entre otros condicionantes, afectan el resultado en tiempo real.

El primer académico de la arquitectura como disciplina, Marco Vitruvio, conoció de primera mano las consecuencias catastróficas de la pobre planificación, ejecución fraudulenta o irresponsable, etc. en edificios construidos. 

Controles estructurales en la Antigüedad

Lo que en un edificio modesto, de pequeñas dimensiones, constituye en un detalle estructural que pone en riesgo a una persona, familia o grupo reducido, tiene el potencial de convertirse en catástrofe cuando se trata de grandes obras civiles.

El propio Vitruvio fue contemporáneo, como uno de los arquitectos más renombrados del siglo I d.C., del efecto debastador de la proyección fraudulenta de una idea plasmada en un plano bidimensional: en el año 27, el estadio de Fidenas, junto a roma, se vino abajo, matando e hiriendo a 20.000 de los 50.000 espectadores congregados.

El todavía peor desastre de la historia sucedido en un estadio cedió al peso del público pese a haber sido construido en una ciudad y época reconocidas por la tecnología y resistencia de sus grandes infraestructuras: carreteras, puentes, acueductos, puertos, templos, teatros y coliseos, construidos en todo el Mediterráneo, muchos de ellos todavía en pie por la calidad de su proyección y los materiales elegidos.

Catástrofe del estadio de Fidenas

Para comprender la solidez de la tecnología romana y su resistencia al paso del tiempo o acontecimientos de clima extremo, basta mencionar la importancia de conocimientos matemáticos, técnicas de ingeniería o materiales como:

  • el arco romano (no superado hasta la revolución de los materiales estructurales modernos, ya durante la Ilustración); 
  • la cúpula del Panteón (imposible de imitar hasta que Brunelleschi, uno de los maestros de Leonardo, proyectara el Duomo); 
  • o el cemento puzolánico (más resistente que el cemento Portland, demuestra un estudio).

El estadio Fidenae no se derrumbó debido a la incongruencia estructural del diseño concebido, que había demostrado su solidez durante siglos, con modificaciones estéticas y de escala. Falló la plasmación de las ideas sobre plano.

El arte de responder al mayor número posible de incertezas

Todo empezó con la presión política. Tiberio había prohibido los juegos; al levantar el veto, se erigieron estadios bajo presión, con extrema rapidez para la época. En el estadio Fidenae, ello repercutió en la escasa calidad del trabajo previo -elección de emplazamiento y materiales, cimientos, etc.- y la desidia en la construcción de la estructura.

Como respuesta a la presión popular tras la catástrofe de Fidenae, el Senado romano prohibió espectáculos masivos en estadios sin garantías suficientes, y reguló la construcción de nuevas estructuras, con supervisiones sobre plano y obra.

Casi 2.000 años después, los arquitectos más laureados y experimentados, como el mencionado Renzo Piano, reconocen la prevalencia del miedo atávico y la incertidumbre en el mundo de la arquitectura y la construcción.

Hasta que la obra ha avanzado -y en ocasiones hasta que ha acabado y entran en juego circunstancias como el clima, la radiación solar, el uso de los espacios, etc.-, el autor desconoce si su diseño es tan sólido y útil como cuando fue concebido en un plano o maqueta.

Del Renacimiento a los nuevos materiales de la Ilustración

El Renacimiento recuperó y, en ocasiones, amplió por primera vez los conocimientos de arquitectura e ingeniería civil de la Época Clásica, no sin caer en errores evitados por los grandes modelos precursores: el Partenón ateniense, gigantescos acueductos romanos, Santa Sofía en Constantinopla, etc.

Materiales, técnicas y planificación o alguno de estos procesos fallaron a menudo, en ocasiones de manera célebre, como la inclinación de la torre de Pisa.

Después de la Ilustración, nuevos materiales y técnicas permitieron erigir edificios impensables hasta ese momento: de puentes de hierro a puentes de acero con pilares de hormigón, grandes edificios de hierro y vidrio o acero y vidrio, gigantescas torres de acero y cimientos de hormigón, etc.

Sobre ascensores y verticalidad

Hierro, acero, vidrio, cemento Portland y hormigón sentaron las bases de la revolución tecnológica de finales del XIX, cuando la invención del ascensor con amortiguación (1857) permitió construir los primeros rascacielos.

Por primera vez, nuevos materiales y tecnologías liberaban la arquitectura de sus limitaciones históricas y, por primera vez, los nuevos edificios superaban en altura a las grandes basílicas y catedrales del medievo y la Época Moderna.

Nuevas técnicas y materiales no evitaron errores de diseño, estructura, planificación o ejecución. A principios del siglo XX, arquitectos como Antoni Gaudí comprobaban con maquetas a pequeña escala ideas olvidadas a jamás puestas en práctica por la arquitectura común, como la curva catenaria.

Nueva York se convertía en símbolo de un nuevo tipo de ciudad, con una densidad vertical imposible en épocas precedentes, que empequeñecía en altura y escala a la Torre Eiffel: para arquitectos y planificadores europeos, éstos eran una anomalía monumental de la que no había que abusar.

Estudiosos de la naturaleza: Gaudí y la arquitectura orgánica

En el siglo XX, una nueva generación de arquitectos dejó de emular los grandes modelos del pasado, dispuesta a crear edificios desprovistos de los clichés tradicionales, a menudo surgidos por limitaciones técnicas e ideológicas.

Si Gaudí se sirvió de catenarias, curvas, espirales y otras formas que había observado en la naturaleza inerte y los organismos vivos para, por ejemplo, erigir grandes edificios sin necesidad de contrafuertes, los arquitectos modernos estudiaron cada proyecto y edificio desde cero, de la manera más integral posible, considerando el contexto.

El estadounidense Frank Lloyd Wright se convirtió en uno de los arquitectos estudiosos de la naturaleza y el contexto (como Gaudí), así como de la máxima de Louis Sullivan, “la forma sigue a la función” (como la -más minimalista- arquitectura orgánica).

Frank Lloyd Wright y su “doble” literario: Howard Roark

Frank Lloyd Wright ponía una condición en sus proyectos: libertad para decidir sobre el diseño, materiales y ejecución. Wright creía que el mejor modo de prevenir espacios sin cometido, edificios pobremente ventilados o iluminados, materiales deficientes o estructuras vulnerables consistía en entender tanto la construcción como su contexto.

La manera de construir una sociedad mejor no era desarrollando mega-proyectos de protección oficial, ni obras faraónicas de dudosa utilidad o sentido económico, sino “estudiando la naturaleza, de manera seria, inteligente, y con sentimiento, y apreciación”.

El carácter intrépido, voluntarioso e incorruptible de Frank Lloyd Wright sirvieron a Ayn Rand de inspiración para caracterizar a Howard Roark, protagonista de la novela The Fountainhead, adaptada al cine por King Vidor y protagonizada por Gary Cooper (Roark).

Controlando hasta el detalle más ínfimo

Al final de esta novela filosófica, Howard Roark acepta construir la casa para Gail Wynand, un magnate de la prensa sensacionalista con una aprecia privada por los edificios y piezas de arte de mayor calidad. 

La casa que diseña para Wynand está inspirada quizá en la residencia Fallingwater de Lloyd Wright (Rand describe la residencia como un conjunto de rectángulos horizontales superando un desnivel hasta finalizar en una proyección vertical).

Gail Wynand explica a Roark que ha estado observando durante todo el día anterior cómo la luz incide sobre la casa. Decide preguntarle: “Cuando diseñas un edificio, Howard, ¿sabes exactamente qué hará el sol en cada momento del día desde todos los ángulos? ¿Controlas el sol?”. Howard Roark asiente.

La mejor impermanencia posible

Arquitectos como Antoni Gaudí o Frank Lloyd Wright (también el arquitecto incorruptible de la ficción Howard Roark, protagonista The Fountainhead), creían que el único modo de crear edificios fieles al modelo ideal planeado consistía en estudiar la naturaleza en profundidad.

Formas, texturas y acciones de la naturaleza, desde el clima y el sol a los objetos inertes o los organismos en que inspirarse para un diseño; materiales y su comportamiento; emplazamiento elegido para el edificio.

Todo influye sobre su futuro comportamiento, así como sobre su impermanencia: los edificios deficientes o ejecutados sin estudiar al detalle localización, materiales, etc., envejecen más rápido y peor.

En casos extremos, sucumben con estrépito a presiones o circunstancias no planificadas.

Mientras tanto, el cemento puzolánico del Panteón de Agripa permanece, 2.000 años después, en condiciones óptimas.

Los 10 errores más sonrojantes en el diseño y ejecución de grandes rascacielos

En este listado habrían aparecido las 2 torres de 47 plantas conectadas en la cúspide que conforman el Edificio Intempo, último rascacielos de Benidorm y edificio residencial más alto de la Europa continental, de no ser porque la noticia viral sobre la ausencia de ascensores en sus últimas plantas -por olvido- era falsa. 

La información fue difundida por el diario El País, desde donde fue copiada y pegada por medios y bitácoras de todo el mundo, hasta convertirse en un fenómeno viral.

Los desatinos enumerados a continuación sí existen (o han existido hasta su reparación):

1. AON Center (Chicago, anteriormente edificio Standard Oil)

El tercer edificio más alto de Chicago fue completado en 1973 bajo el nombre de Standard Oil Building.

Su fachada original estaba recubierta de planchas de mármol de carrara; en 1974 una plancha de mármol cayó sobre la azotea del aledaño Prudential Center. La investigación reveló el peligro de que todo el recubrimiento cediera tarde o temprano.

El edificio fue recubierto de planchas de granito a un coste adicional de más de 80 millones de dólares.

2. John Hancock Tower (Boston)

Edificio de 60 plantas con fachada minimalista acristalada, celebrada por la crítica arquitectónica cuando se completó en 1976.

Su aspecto minimalista tenía mayor solidez estética sobre plano que tras su ejecución: algunas de sus enormes ventanas caían al suelo desde decenas de metros de altura, debido a que ni arquitecto ni constructora habían previsto los efectos de la dilatación térmica sobre la fachada, que desencajaba los paneles acristalados.

Las ventanas fueron reemplazadas por un diseño que tenía en cuenta la dilatación térmica, a un coste de 5 millones de dólares. El viento suponía también un problema en las plantas superiores, causando cinetosis a sus residentes, problema solucionado por el ingeniero William LeMessurier.

3. Ray and Maria Stata Center (Boston)

El celebrado y reconocido diseño de Frank Gehry recibió a sus ocupantes del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) en 2004.

Tres años después de su celebrada inauguración, el MIT demandó a Gehry por errores de diseño en un edificio que había costado 300 millones de dólares y padecía problemas térmicos, goteras, grietas estructurales y manchas de humedad, que costaron al instituto 1,5 millones de dólares en reparaciones.

Gehry y la constructora se acusaron mutuamente: el arquitecto aseguró que Skanska USA Building había escatimado en la calidad y cantidad de los materiales, mientras Skanska declaró haber alertado al arquitecto sobre los “problemas en el diseño original”.

4. Edificio en 20 Fenchurch Street, “Walkie Talkie” (Londres) 

Si recurres a una determinada silueta arquitectónica como firma personal, procura al menos que ésta no cause estragos. Esta es la conclusión a la que podría llegarse al analizar la fachada de 2 de los edificios más emblemáticos diseñados por el arquitecto uruguayo Rafael Viñoly, el “Walkie Talkie” londinense y el Vdara Hotel & Spa.

La fachada cóncava y acristalada de este edificio de 25 plantas en 20 Fenchurch Street concentra los rayos solares y los proyecta a una calle aledaña con una potencia capaz de encender un fuego (suficiente para achicharrar objetos, levantar el recubrimiento de piedra de un edificio, o para cocinar, como demuestra un grupo de congregados en un vídeo):

https://www.youtube.com/watch?v=EuKIQdvEOzY

El edificio ya había suscitado polémica por sus dimensiones y aparatosa silueta, que llevó a los londinenses a apodarlo “Walkie Talkie”.

5. Vdara Hotel & Spa (Las Vegas)

Este imponente hotel y spa de Las Vegas inaugurado en diciembre de 2009 comparte la concavidad de su fachada acristalada con el “Walkie Talkie” (edificio londinense en 20 Fenchurch Street).

Su arquitecto, también Rafael Viñoly, no calculó el efecto de la concentración solar sobre la fachada y las consecuencias de su potencial reflexión sobre la piscina del complejo).

El llamado “rayo de la muerte” no era una invención, han comprobado muchos visitantes de la piscina. Como Bill Pintas, que declaró que la concentración solar en el lugar quemó su pelo y derritió la bolsa de plástico que llevaba consigo.

6. Walt Disney Concert Hall (Los Ángeles)

Otro edificio de Frank Gehry bajo la polémica: el Walt Disney Concert Hall de los Ángeles, edificio con recubrimiento metálico y formas imposibles que recuerda el museo Guggenheim de Bilbao (quizá su mejor edificio en la última etapa de su carrera), ha sido criticado por emitir haces de luz que molestan -y, con una cierta exposición, pueden dañar- a los viandantes.

Algunas partes de la fachada concentran los rayos solares sobre una zona concreta durante las horas más calurosas del día. La consecuencia: temperaturas de hasta… 60 grados centígrados (140 grados Fahrenheit).

7. Edificio Lotus Riverside (Shanghai, China)

El derrumbe de uno de los edificios del complejo residencial chino Lotus Riverside no causó muertes, al encontrarse en construcción.

Las imágenes del colapso exponen su causa: el edificio permanece acostado, con la estructura exterior intacta, como si una legión de trabajadores lo hubiera erigido en el suelo con la intención de levantarlo al final. 

Cuelgan de su base pequeños pilares de hormigón como pequeñas raíces, insuficientes para anclar la mole de cemento sobre un terreno inestable.

Las imágenes del edificio exponen la causa: una débil e insuficiente cimentación en relación con el volumen y peso del edificio, que soportaba además la excavación de un aparcamiento, causa última del derrumbe.

El colapso, sucedido el 27 de junio de 2009, podría haber causado el “efecto dominó” si los edificios se hubieran erigido un poco más cerca.

8. Librería W.E.B. Du Bois (Amherst, Massachusetts)

Con 26 plantas, esta librería de la Universidad de Massachusetts Amherst es la más alta de Estados Unidos.

Es también famosa por otras circunstancias: desde su inauguración, se desprendían trozos de ladrillo de la fachada del edificio. 

El terreno pantanoso sobre el que se erige la librería cede poco a poco, lo que producirá una inclinación lateral en el edificio similar a la de la torre de Pisa. Desde la universidad que lo alberga se asegura que, de momento, el edificio no cede demasiado.

9. Citigroup Center (Nueva York)

La debilidad estructural del rascacielos Citigroup Center es uno de los secretos peor guardados de Nueva York.

Completado en 1977, cuenta con 279 metros de altura, 59 plantas y una de las azoteas más distintivas del skyline de Nueva York (inclinada 45 grados).

El rascacielos fue erigido sobre un solar parcialmente ocupado por una pequeña iglesia luterana; los responsables del templo permitieron a Citicorp demolerlo, con la condición de que uno nuevo se construyera sobre el mismo lugar.

Como consecuencia, el edificio fue diseñado sobre 4 masivas columnas de 22 metros de altura, que se elevarían sobre la futura iglesia. El ingeniero estructural William LeMessurier diseñó un sistema para compensar la presión del edificio sobre la base.

Varios cambios de última hora provocaron la inestabilidad estructural del edificio. En 1978, un recálculo de la presión estructural que debían soportar las columnas demostró que ésta era mucho mayor de la estimada. 

Desde entonces, los propietarios del edificio (primero, Citicorp y más tarde Boston Properties, que lo rebautizó como 601 Lexington Avenue) realizan tareas de mantenimiento y reparaciones que eviten el -existente- riesgo de que vientos huracanados con la suficiente fuerza pudieran desestabilizar sus 4 pilares y provocar un desastre.

10. CNA Center (Chicago)

Este edificio de 44 plantas y 183 metros de altura inaugurado en 1972 volvió a la portada de los periódicos en 1999, cuando una porción de una de sus enormes ventanas cayó al suelo desde una de sus plantas superiores, causando un muerto.

Un estudio demostró las causas: de nuevo, los efectos de la dilatación térmica sobre materiales y elementos móviles de la fachada. Todavía hoy, los propietarios del edificio revisan mensualmente las ventanas de la fachada, reemplazadas en su totalidad después del suceso.