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10 viviendas mínimas tradicionales: esencia arquitectónica

Para Marco Vitruvio, la expresión más sencilla y desnuda de la arquitectura, lo que llamó la “cabaña primitiva” (un cobijo de madera con apenas una techumbre para recogerse de la intemperie) y la arquitectura -según él- más próxima a la perfección, la griega, eran tan similares que se tocaban con sus extremos.

Ambas seguían los principios universales de simplicidad, nobleza y utilidad. De ahí que, tras leer a Vitruvio, el ilustrado Rousseau concluyera que los abrigos humanos tradicionales se acercaban más que cualquier sofisticado edificio barroco al ideal arquitectónico universal.

Relación entre pensamiento y hábitat humano: abrigo sencillo, mejores ideas

Desde el mismo inicio de la Ilustración, que desempolvó tratados clásicos como los de Vitruvio, filósofos y pensadores notaron otra curiosa coincidencia: sus pensamientos eran influidos no sólo por la sociedad que les había tocado vivir, sino por las características de su espacio de trabajo.

Importaba que el espacio fuera pequeño o grande, primitivo o sofisticado, parco en detalles o barroco, frío como una prisión o apacible hasta el amodorramiento.

Las ideas de este grupo de ilustrados, defensores de la simplicidad, el naturalismo y el neoclasicismo, se oponían frontalmente al barroco y el rococó, los estilos de la época, donde el relleno, la decoración, había fagocitado la función. Qué importaba si era cómodo o no, útil o no, mientras siguiera el gusto del momento.

Enséñame tu lugar de trabajo para conocer tu obra

Adelantándose al Romanticismo, el filósofo y escritor franco-helvético Jean-Jacques Rousseau creía en la conexión entre la obra de los filósofos y el lugar donde trabajaban.

Rousseau se inspiró, como los arquitectos de su época y los primeros ecologistas, en lo que la Ilustración llamó la “cabaña primitiva“, o principio esencial de la arquitectura o cualquier estructura, la forma estándar de la que partía la disciplina de concebir edificios.

La segunda edición de Ensayo sobre la arquitectura (1755), del teórico de la arquitectura y padre del naturalismo, el abad francés Marc-Antoine Laugier, incluyó en su portada recordando la alegoría del arquitecto clásico Vitruvio, el primero en reconocer la cabaña primitiva como el origen conceptual de cualquier abrigo, edificio o estructura arquitectónica.

Arquitectura sencilla y minimalista

Siguiendo las ideas de Rousseau, Laugier creía en la bondad originaria del ser humano y en que, a través de la educación, cualquier mente podía florecer y contribuir a la sociedad.

Las ideas de Laugier sobre arquitectura sencilla, minimalista y sometida a la función, en lugar de al ornamento gratuito, se basaban en los tratados del arquitecto y urbanista Jacques-François Blondel, convencido de la supremacía de la arquitectura clásica, donde el ornamento sólo tiene sentido cuando forma parte esencial de la estructura, como una columna en un templo griego.

La “cabaña primitiva”, paradigma de la arquitectura vitruviana

Si se partía del ideal de la “cabaña primitiva” descrita por Vitruvio, Grecia había conocido la perfección arquitectónica, decían Rousseau, Laugier, Blondel y otros filósofos y naturalistas ilustrados, ya que sus construcciones obedecían a las cualidades de simplicidad, nobleza y utilidad.

Rousseau no usó la “cabaña primitiva” como paradigma de la expresión arquitectónica pura por casualidad o puro esnobismo. Era simple, funcional, hermosa en su desnudez, la mejor fuente de inspiración para todos, al tratarse de la representación de la búsqueda de lo que es esencial en la condición humana.

Lenguaje de patrones

Algo así como el lenguaje de patrones sobre el que se sostenía el mismo edificio del pensamiento arquitectónico. Posteriormente, libros como A pattern language, de Christopher Alexander, o la recopilación de abrigos tradicionales de todas las épocas y culturas de editores como el californiano Lloyd Kahn, han ahondado sobre la idea de que el mejor modo de perfeccionar disciplinas es comprender y analizar sus patrones básicos, su equivalente a estructura atómica o ADN. Los fonemas que sirven para construir palabras y, con ellas, textos enteros.

También en el siglo XVIII, el “arcadiano” (movimiento pastoralista referido a la Arcadia, o ideal clásico de la naturaleza, precursor del ecologismo) inglés Gilbert White, pionero en el estudio moderno de la naturaleza, alabó la “cabaña primitiva” como retiro esencial para el ser humano y el más adecuado para el trabajo.

El ecologismo moderno y la “cabaña primitiva”

Siguieron a Rousseau y White otros pioneros del ecologismo, igualmente partidarios de volver al abrigo esencial, como refugio ideal para el ser humano. El nacimiento de un nuevo país sobre la base de la Ilustración, abundante en recursos naturales y entonces inabarcable, dio pie al ecologismo moderno, ya que había que proteger parte de la riqueza natural primigenia, donde había nacido la “cabaña primitiva”.

El país era Estados Unidos y, durante el siglo XIX, estos teóricos del ecologísmo crearon parques naturales (John Muir), describieron la Arcadia de Norteamérica en sus poemas (Walt Whitman), o construyeron su propia “cabaña primitiva”, como el trascendentalista Henry David Thoreau, que explicó el proceso en su ensayo Walden, la vida en los bosques.

Vivir en un nido colgado del paisaje

Durante sus años en Yosemite, mayestático entorno natural del interior de California que, gracias a él, se convirtió en Parque Nacional, el naturalista John Muir se congratuló de vivir en una cabaña comparable a un nido colgado con vistas al entorno que admiraba.

Del mismo modo, varios escritores y pensadores siguieron los pasos de Thoreau y Whitman, en busca del retiro solitario a la naturaleza para así enriquecer su trabajo, que los autores realizaban en pequeñas cabañas, a menudo de madera, construidas por ellos mismos: Martin Heidegger, Aldo Leopold y Arne Næss, entre otros, han buscado el mismo camino (leer artículo Espacio y obra: las cabañas de trabajo de 10 escritores).

Influidos por el romanticismo y el trascendentalismo, corrientes que querían recuperar el espíritu panteísta según ellos inherente a la condición humana, los ilustrados interesados en arquitectura y ecologismo se volvieron a las viviendas y construcciones de pueblos y tribus nómadas.

Casas simples, ligeras y portátiles de los pueblos nómadas

Considerados pueblos primitivos para la ciencia, sus casas se acercaban más que cualquier casa victoriana al ideal de arquitectura de Rousseau y tantos otros.

Europeos y norteamericanos (tanto estadounidenses como canadienses) se interesaron y catalogaron por primera vez las casas simples, ligeras, a menudo portátiles, que servían de abrigo a los últimos vestigios indígenas genuinamente europeos (como las tiendas de los lapones, en la frontera norte escandinava) y las construcciones, muy similares, de los nativos americanos.

Las cabañas de muchos de estos filósofos y escritores estaban localizadas lo más lejos posible de los grandes centros urbanos, manteniendo a la vez una ligazón, al tratarse al fin y al cabo de miembros de la sociedad interesados en compartir su obra, influenciada precisamente por evadirse de la influencia de la gran ciudad.

Arcadia

Algo así como crear obras para la sociedad buscando la esencia y, para ello, todos estos autores necesitaron buscar su propia Arcadia y construir su propia pequeña cabaña, similar a la descripción de la “cabaña primitiva” de Vitruvio, recuperada por Rousseau.

En su ensayo From Bauhaus to ecohouse: a history of ecological design, el profesor de arquitectura y ecologismo Peder Anker argumenta que “la manera de pensar sobre el abrigo de la naturaleza refleja la casa en la que en filósofo de la naturaleza vivía. Dada la influencia de estos pensadores, no sorprende que la vida en chozos y cabañas primitivas haya inspirado a los ecologistas”.

Es decir, no es que la naturaleza influya al chozo y al propio autor, sino que el autor construye un chozo y, en función de la relación entre autor y cabaña, su obra influirá de un modo u otro.

Las pequeñas habitaciones disciplinan la mente

Anker da la razón a Leonardo da Vinci, que escribió: “las pequeñas habitaciones y refugios disciplinan la mente, mientras las grandes la debilitan”. O a Henry David Thoreau, que en Walden constataba: “Con este abrigo más sustancial sobre mí, había aclarado algo mi situación en el mundo”.

No es tan casual, por tanto, que los apuntes de Leonardo da Vinci describieran, profundizando sobre el número áureo o proporciones de la naturaleza, el Hombre de Vitruvio.

Como Vitruvio, Da Vinci creía que el pensador necesitaba una techumbre desnuda y primigenia sobre sí para, de este modo, alcanzar su excelencia personal.

La relación entre los primeros naturalistas y las cabañas en las que concibieron, al menos, parte de su obra, dio pie al ecologismo y a las disciplinas que lo relacionan con el diseño y la propia arquitectura.

Origen etimológico de ecología: “oikos” es casa, refugio

Basta repasar el significado y la etimología de la palabra “ecología”, que se refiere por igual a ciencia y a arquitectura, explica Peder Anker. Ecología es usada por pensadores medioambientalistas como “una mirada al mundo en la que los humanos no están en el centro”.

Por otro lado, su origen etimológico “se encuentra en el objeto más antropocéntrico de la tierra, es decir, la casa humana, ‘oikos'”.

Nuestro propio chozo

Para pensar en la naturaleza, dice la “ecología”, qué mejor que crear nuestro propio chozo. Y una cabaña construida con nuestras manos será el objeto más personal y antropocéntrico que podamos crear, pero también el que más influirá sobre nuestro pensamiento y respeto a la naturaleza.

Observando los abrigos tradicionales recopilados a continuación, uno no puede más que reconocer el profundo y sabio aprecio que la cultura de las gentes que los crearon tienen sobre el mundo en el que viven, al que nunca han dejado -¿dejaron?- de dar la espalda.

10 abrigos humanos tradicionales (y, en su tosquedad, ideales)

Parafraseo, para acabar, a nuestro amigo Lloyd Kahn, que fue colaborador de Stewart Brand en The Whole Earth Catalog y experto en hábitats humanos para la publicación contracultural.

En una entrevista grabada en su casa, Kahn rememora el modo que tenían los nativos americanos para describir, en esencia, a los pobladores europeos: “smart, but not wise”. Listos, pero no inteligentes.

1. Chozo móvil de pastor (Meseta Central española)

La arquitectura urbana y tural de los pueblos mediterráneos, los más influenciados por las civilizaciones clásicas al haber recibido el influjo del Imperio Romano, sigue el ideal romano (ejemplificado en la domus urbana y la villa rural).

No obstante, la trashumancia y otros oficios que requerían la vida nómada durante largos períodos fomentaron el uso de abrigos pequeños y humildes donde cobijarse del frío y la noche.

Es el caso de los chozos de piedra de agricultor, circulares y de pequeño tamaño en la mayor parte de Iberia, una clara influencia prerromana (celtíbera, relacionada con la cultura de los castros y viviendas circulares del noroeste de la Península Ibérica).

El chozo móvil castellano es otra muestra de abrigo para garantizar el cobijo a los pastores de la trashumancia castellanos. Eran ligeros -madera- y formaban parte de una carreta -sobre ruedas-, o bien carecían de ruedas y se depositaban en el suelo donde se hiciera noche.

2. Hórreo (norte de Iberia, especialmente noroeste)

Los hórreos (del latín “horreum” o granero, y a su vez del griego “oreion”) son un patrimonio europeo no exclusivo de Iberia, al existir edificaciones con similares características en Centroeuropa y Escandinavia, pero su variante en piedra sí se circunscribe únicamente a España y Portugal.

Si denominación es tan diversa como su adaptación histórica en los distintos lugares íberos: hórreu, horru (asturiano), horriu (leonés), hurriu (cántabro), hórreo, paneira, canastro, piorno, cabazo (gallego), espigueiro, canastro, caniço (portugués), garea, garaia, garaixea (vasco), orri (catalán).

El propio Marco Vitruvio, ni más ni menos que en De architectura, hablaba en su Libro VI sobre la disposición ideal de la casa campesina. Explica que los graneros deben tener buen porte y estar construidos sobre columnas, para evitar las inclemencias del tiempo y “evitar que las criaturas que dañan la cosecha puedan procrear dentro de ellos y dañar su fruto”.

El mejor modo para protegerse de las bestiolas era el usado en el norte de Iberia. Lo mejor era hacer los graneros en un piso elevado, ventilado con viento del norte y el nordeste, para que el grano no se caldeara y no criara gorgojos.

Vitruvio: “Granaria sublimia et ad seeptemtrionem aut aquilonem spectantia disponantur; ita enim frumenta non poterint cito cancalescere, sed ab flatu refrigera diu servantur. Naamque ceterae regiones procreant curculionem et reliquas bestiolas, quae frumentis solent nocere“.

A diferencia del resto de estructuras del artículo, el hórreo no fue creado para dar cobijo a su constructor, sino como granero sobre pilares que mantuviera la cosecha lejos de roedores, animales en general y la dureza climática de la Iberia lluviosa (o, en el caso de Escandinavia y Suiza, de la nieve).

Los hórreos, construidos en madera, piedra o una combinación de ambos, han mantenido su papel simbólico en el descentralizado y capilar mundo rural de Galicia, Asturias, el norte de Portugal y, en el pasado, el País Vasco y, en menor medida, el norte de Aragón y Castilla, así como la Cataluña pirenaica.

Los pueblos del norte de Iberia, condicionados por la dureza climática, erigieron estas pequeñas construcciones siempre sobrias, pero a menudo acordes con la riqueza de la casa cuya era las acogía. No es casualidad que las Cántigas de Santa María, escritas en 1280 en galaico-portugués por Alfonso X El Sabio, incluyeran dos hórreos góticos en una de sus ilustraciones, acompañada por los siguientes versos:

Como huos monges non avían que comer a rogaron Sancta María que os acorresse
Como os monges s’acharon outro día os orrios cheos de muy boo trigo
Como os monges ouveron depois gran pobreza e rogaron Sancta María que os acorrés
Como os monges acharon muyto ouro sobre lo altar de Sancta María
Como o abade diss o tesereyro se entrara algua gente na egreja
Como todo o convento deron loor a Sancta María que assi penssou deles
.”

Suelen ser rectangulares y con un tamaño reducido, lo que los ha convertido a menudo en lugar de juegos e incluso resguardo improvisado de visitantes. Los hórreos son parte del alma de amplias zonas de Galicia y otros lugares. Un homenaje ancestral al ruralismo y la cosecha y remanente de ritos precristianos.

En 1926 los hórreos ya fueron considerados un patrimonio histórico reconocido jurídicamente. Ello garantizó su supervivencia. Afortunadamente.

3. Goahti (tienda provisional del pueblo sami o lapón)

El pueblo lapón (también sami o saami) es, con el vasco, uno de los pueblos con un carácter etnográfico más distintivo en Europa.

En el caso vasco, la lengua, que no pertenece a la familia indoeuropea, es un patrimonio sin parangón en Europa Occidental.

Si la lengua vasca está entre los idiomas “aborígenes” (pre-indoeuropeo) vivos en Europa Occidental, los lapones se consideran a sí mismos los aborígenes de Escandinavia y hablan una lengua de la familia ugrofinesa (como el húngaro, el finés y el estonio), que tampoco proceden del indoeuropeo. La arqueología les da la razón. Poblaron la península escandinava hace 11.000 años.

Como los nativos de América del Norte o los pueblos de las regiones boreales de Rusia, los lapones se definieron como pueblo en condiciones extremas, divididos en pequeños clanes familiares nómadas que vivían de la pesca y la caza del reno.

Su estilo de vida influyó sobre sus casas, a menudo tiendas nómadas como las goahti (“gamme” en noruego; “kota” en finlandés; y “kata” en sueco), una tienda similar a la lavvu, también usada por el pueblo sami, o las tipi de los nativos americanos.

La diferencia de la tienda lavvu, la goahti tiene una disposición alargada, en forma de hogaza de pan. Existían distintas disposiciones, pero la construcción mantenía su esencia: varas de madera alargadas e inclinadas, recubiertas de distintos materiales, en función del tipo.

Las goahti más que requerían mayor estabilidad y aislamiento térmico eran recubiertas de corteza de abedul y, a continuación, una capa de turba. Las más ligeras y fáciles de transportar, en cambio, recubrían la estructura de madera con varias capas de lienzo, que mantenía la calidez de su anterior pese a las condiciones extremas de la intemperie.

Hasta la II Guerra Mundial, las familias sami dedicadas al pastoreo transportaban sus goahti a medida que viajaban con sus animales, montando y desmontando su abrigo cuando era necesario.

4. Lavvu (variación de la tienda nómada de los sami)

Como otros pueblos que tuvieron que aprender a sobrevivir en las regiones boreales del planeta, con escasa luz y alimentos y bajo condiciones extremas, en las que una equivocación en el cálculo o la mala preparación ponía en riesgo la supervivencia del grupo, los sami perfeccionaron el arte de guarecerse.

Lo hacían en estructuras ligeras, fáciles de montar, desmontar y transportar y, sobre todo, capaces de mantenerles secos y calientes, pese a las temperaturas extremas del exterior.

El diseño de las lavvu era cónico y de planta circular, con las varas que servían de sustento de la estructura cruzándose entre sí en la parte superior. A continuación, la estructura temporal se recubría con varias capas de lienzo para inferir aislamiento térmico al abrigo.

Su diseño era muy similar al de las tipi de los nativos americanos, aunque menos vertical y más estable bajo fuertes rachas de viento y condiciones climáticas extremas.

A diferencia de las goahti, las lavvu siguen siendo usadas por los sami en la actualidad, aunque ha perdido su uso tradicional, consistente en ofrecer cobijo a las familias que pastoreaban renos en grandes extensiones del norte de Escandinavia.

5. Chum (tienda nómada siberiana)

No es casual que las tiendas nómadas chum tengan un gran parecido con las tipi de América del Norte y las lavvu de Escandinavia.

La estructura, cónica y con planta circular, es un diseño que se repite en los abrigos transportables de los pueblos con vida nómada, debido a su fácil transporte y baja resistencia al viento y los temporales que las hacían adecuadas en grandes llanuras y bajo situaciones climáticas extremas.

Las chum siguen son el cobijo tradicional, todavía en uso, de los nenets (Yamalia-Nenetsia) y khanty, pueblos nómadas del noroeste de Siberia y el norte de rusia, dedicados al pastoreo de renos (como las familias sami).

Tanto su modo de construcción como la lona usada tradicionalmente para su cobertura asemejan el abrigo con las lavvu de los sami, aunque su tamaño es a menudo superior, llegando a diámetros de hasta 10 metros (30 pies).

6. Loue (tienda ultraligera finlandesa)

Con una forma similar a la de una vela hinchada por el viento, la loue finesa es lo más parecido a una tienda minilamista. Se trata de una tienda abierta usada para resguardarse del viento y la lluvia o la nieve durante paradas de descando a la intemperie en Finlandia, sobre todo cuando las condiciones climatológicas son especialmente adversas.

Las loue se usan como cobijo para una o dos personas, son sencillas, rápidas de montar y desmontar, así como especialmente ligeras (alrededor de 1 kilogramo, o 2,2 libras).

Consisten en un palo inclinado, alrededor del que de extiende una lona en forma de media luna, asegurada con crampones. Se usa a menudo en campamentos guarecidos con un fuego central. En verano la estructura se completa a menudo con una red contra mosquitos.

7. Tipi (tienda nómada de los nativos americanos)

El tipi, es la tienda cónica que usaron como vivienda portátil los indios de las praderas de América del Norte.

Los pueblos de las praderas, como ha reflejado la industria cultural estadounidense, movían sus campamentos para acomodarlos a las estaciones y a las grandes migraciones de bisontes y otros animales que proporcionaban alimento y pieles.

Como las tiendas cónicas de los pueblos boreales del norte de Eurasia, los tipis están compuestos por varas alargadas, dispuestas de forma diagonal y asidas en la parte superior, mientras la apertura de la base trazaba la planta circular de la habitación.

La estructura de finas varas se entrecruzaba en su parte superior, como en las lavvu laponas y las chum del norte de Rusia y el noreste de Siberia.

En lugar de emplear lona u otros tejidos elaborados por ellos mismos, los pueblos de América del Norte recubrían sus tiendas con piel de bisonte, que proporcionaba calidez en los duros inviernos y mantenía seco el interior en la época de lluvias.

Del mismo modo, el aislamiento térmico conseguido en las estructuras cónicas recubiertas de pieles mantenía su interior fresco en verano.

Como las lavvu y chum, los tipi eran desmontadas tan fácilmente como vueltas a montar, una vez se llegaba al nuevo destino.

8. Wigwam (tienda en forma de cúpula de nativos americanos)

A diferencia de los nativos americanos de las Grandes Praderas estadounidenses, que montaban y desmontaban sus poblados con la rapidez que las grandes manadas de bisontes recorrían la franja central de América del Norte, los nativos del suroeste y oeste de los actuales Estados Unidos usaron los wigwam o wickiup, una vivienda con planta en forma de cúpula con una sola estancia.

El término wigman es usado por los pueblos del noreste de Norteamérica que usaban la misma técnica, mientras wickiup era la palabra usada en el suroeste. El pueblo apache las llamaba gowah.

Son un refugio redondo conformado con un armazón de postes arqueados, sobretodo varas de madera, que se cubría con una techumbre vegetal, en función del clima y condiciones locales: hierba, maleza, juncos (como las wickup apache), esteras, cañas, pieles y tejidos. A menudo, el uso de material vegeral procedente del entorno inmediato favorecía el camuflaje de los poblados desde la lejanía, ya que las tonalidades de los abrigos se confundían con el entorno natural.

Observando la estructura en forma de cúpula de los nativos del suroeste, arquitectos y especialistas en abrigos humanos durante la contracultura abogaron por el uso de edificios cupulados como vivienda del futuro, usando la cúpula geodésica usando sólidos platónicos, poliedros convexos cuyas caras son polígonos regulares iguales en cuyos vértices se unen el mismo número de caras.

El colaborador de Whole Earth Catalog Lloyd Kahn fue uno de los impulsores de las cúpulas geodésicas como método para recuperar la cúpula tradicional de construcciones como los wigwam de los nativos americanos.

Posteriormente, Kahn negó que las cúpulas fueran el abrigo ideal para el ser humano, al envejecer rápidamente con la lluvia, ser difíciles de mantener y de distribuir en habitaciones, como nos explicó en una entrevista.

9. Yurta (tienda nómada de los pueblos de las estepas)

Las tiendas más sencillas de los nómadas de las estepas de Asia Central, similares a las estructuras usadas por pueblos de las Grandes Praderas de América del Norte, Escandinavia y Siberia, evolucionaron en la Edad Media hasta las yurtas.

Las yurtas siguen siendo fáciles de montar y transportar, pero su gruesa cubierta tuvo que evolucionar para proteger el interior de las intensas fluctuaciones climáticas en Mongolia, que varían en cuestión de horas.

Las primeras yurtas eran modulares y desmontables, con planta redonda de varios metros de diámetro, pared cilíndrica y techumbre en forma de cono poco vertical, para aumentar la estabilidad de la vivienda en entornos con fuertes vientos.

El exterior de la tienda se recubría de capas de paja y lonas de lana, mientras un anillo central permitía la salida de humo y la entrada de luz natural.

Las yurtas actuales conservan la estructura de las construcciones tradicionales, aunque los materiales tradicionales han sido sustituidos por fibras y refuerzos sintéticos (y, por tanto, más ignífugos).

10. Tiendas nómadas del norte de África y el Creciente Fértil

Las tiendas bereber y árabes, todavía en uso por los últimos nómadas del Sáhara y el desierto de Arabia, son la evolución de los abrigos desmontables usados en el Creciente Fértil durante los últimos milenios, cuando las condiciones climáticas, cada vez más extremas, obligaron a sus pobladores a subsistir con el comercio y el pastoreo.

Los griegos no usaron este tipo de abrigo, pero sí lo describieron. El Imperio Romano, que abarcó el norte africano y el Próximo Oriente, sí usó las tiendas de varas de madera y tela para resguardarse. Roma las usó en sus campañas militares, mientras muchos de los súbditos del imperio vivían en ellas.

Las tiendas resguardaban de las tormentas de arena, la brusca variación térmica entre día y noche en el interior del desierto y las costumbres hospitalarias de muchos pueblos.

Los pueblos nómadas bereber, como los imohag, o los beduinos, de origen árabe, conservan su cultura nómada y sus viviendas desmontables en tiendas de tela, a menudo rectangulares y con varias estancias.

En ocasiones, la tienda y la cultura del desierto ha dado paso a la vida en asentamientos urbanos. Pese a ello, los clanes retornan al desierto para celebrar fiestas señaladas en la tienda familiar.

Las tiendas influyeron la organización social beduina hasta configurar una jerarquía de lealtades que se basa en la proximidad con respecto al núcleo familiar.

Lo resume un viejo dicho: “Yo contra mi hermano, mis hermanos y yo contra mis primos, después mis primos y yo contra los extraños”.