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5 tecnologías disruptoras desde los países emergentes

La innovación inversa demuestra los mayores centros tecnológicos de Occidente no ostentan el monopolio de la innovación y, de paso, que las buenas ideas tienen una oportunidad comercial.

Innovar en lugares con menos recursos, poco acceso a grandes inversiones y con un público más pobre es el laboratorio de una nueva generación de productos, definidos como imaginativos, flexibles, útiles, baratos y capaces de encontrar su público en cualquier mercado, no sólo en el de las aspirantes clases medias de India, China, Brasil, Rusia, México, Turquía, Indonesia, sino en el resto del mundo, incluido el desarrollado.

Para quienes destacan su importancia estratégica, la innovación inversa designa a productos (y servicios) creados primero para el mercado de los países en desarrollo y, una vez han demostrado su éxito comercial, una parte o toda la innovación se extiende también a los países ricos.

El atractivo de lo bueno y barato en el mundo actual

Se impone la austeridad en las cuentas públicas, sobre todo donde el crecimiento se propulsó con préstamos a bajo interés.

El mercado crediticio todavía no se ha recuperado ni alcanzará niveles previos a la crisis; en empresas y familias, dada la nueva situación, se impone la misma ortodoxia que en los gobiernos, evitar lo superfluo y usar dinero propio.

Incluso empresas tan saneadas como Google y Apple prefieren amasar grandes sumas de dinero en caja, en lugar de comprar con la agresividad de otras épocas.

En este contexto, los productos bien diseñados, duraderos, con espíritu frugal y austero, económicos y funcionales, similares a los propugnados por el fenómeno de la innovación inversa, aumentan su atractivo también en los países ricos.

Si la firma india Zoho puede competir con Google Apps en el mercado de las aplicaciones de ofimática y productividad por Internet, Lenovo, Tata y muchas otras tratan de hacer lo propio en sus sectores, a menudo creando nuevos productos y servicios.

Innovar donde se va a crecer, en lugar de modificar superficialmente

Varias compañías ven en la innovación inversa una tendencia imparable, debido a la madurez de los mercados en los países desarrollados, que convierte en difícil y costoso desarrollar y vender con éxito productos de segmentos encorsetados, donde las grandes marcas, las más visibles, no arriesgan para transformar sus negocios de manera fundamental.

El ejemplo paradigmático, al menos hasta el momento, es el mercado automovilístico. Los principales fabricantes de Europa, Japón y Estados Unidos sólo han invertido resueltamente en modelos híbridos enchufables o íntegramente eléctricos una vez hay subsidios que garantizan ventajas fiscales para comprar los nuevos modelos. Pero, sobre todo, la mayoría ha apostado por el coche eléctrico debido a la irrupción de una nueva hornada de compañías, más pequeñas y ágiles.

Muchas compañías occidentales quieren crecer en los mercados emergentes más prometedores y seguir ejemplos como el de Renault y el Dacia Logan, su vehículo económico destinado primero al público cada vez más próspero en Europa del Este, y también presente en la Europa más próspera, con notable éxito en mercados como el alemán.

Si Estados Unidos y Europa Occidental no garantizan ritmos de crecimiento espectaculares para los próximos 10 años, ¿por qué no crear productos atractivos para quienes vayan a comprarlos con mayor decisión?

Descubriendo la base de la pirámide

Cuando los mercados maduros muestran signos de saturación, a la que se añade el parón en el consumo de determinados bienes, ¿es posible vender lo mismo en los países que sí crecerán? Las perspectivas de las empresas occidentales no mejoran modificando superficialmente los productos y servicios diseñados para países ricos.

La oportunidad estriba, según expertos en los productos para el mundo emergente, en abrirse a estos mercados, aunque no haciéndolo como en el pasado, cuando sólo había interés en el 10% de la población, la más pudiente.

La innovación inversa quiere dirigirse al 90% restante, un público objetivo conformado por cientos de millones de personas, deseosas de un mejor porvenir que no vendría de los mecanismos tradicionales de caridad y filantropía desinteresada, sino ofreciendo tácticas que integren a cada vez más gente en entornos prósperos.

Y, como recuerdan empresas especializadas en estos mercados, si bien la mayoría de los hogares tienen ingresos que ascienden a sólo una fracción de los existentes en Norteamérica, Europa o Japón, ello no bloquea su atractivo como público objetivo.

Las marcas occidentales no estarán solas en el proceso de innovación inversa, ya que las empresas que más han incidido hasta el momento sobre el mercado de las clases medias aspirantes de las economías que más crecerán tienen sede en los propios países emergentes: entre ellas, Tata Group, Mahindra & Mahindra, Lenovo, Infosys y Cemex.

Más y mejores productos, más económicos y por más compañías

Varias compañías y emprendedores sociales tienen el convencimiento de que el mejor modo de difundir la prosperidad del modo más rápido posible en el mundo en desarrollo es fundando empresas y creando productos que resuelvan necesidades básicas de un modo económico y original.

Muchas de estas soluciones, nacidas en entornos con acceso deficiente a infrastructuras básicas o capital, darán el salto a los países ricos y, en ocasiones, generarán nuevos segmentos de negocio.

Sin la existencia del proyecto de ordenadores y tablet PC para niños en países pobres de la organización OLPC, respaldada por Nicholas Negroponte, el segmento informático de los netbook no habría llegado a las tiendas del resto del mundo.

Ocurren fenómenos similares en mercados como el de la iluminación, el acceso al agua, la agricultura, la movilidad, las telecomunicaciones, la construcción, las infraestructuras, la generación eléctrica con energías renovables. Los impulsores: empresas occidentales, compañías con sede en países emergentes, emprendedores sociales o instituciones filantrópicas que irrumpen con productos que nacen de la innovación inversa.

Productos nacidos en la realidad a la que se dirigen

La innovación inversa emerge cuando el peso económico de las potencias emergentes ha dejado de ser visto sólo como un lugar donde producir barato y obtener recursos naturales, sino también como un mercado con su propia realidad y consumidores, donde existen compañías dispuestas a competir con las corporaciones occidentales en todo el mundo.

A partir de 2000, mientras aumentaban los trabajos cualificados en China, India y otros países, los que eran vistos únicamente como mano de obra barata y fácilmente cualificable se han convertido en público objetivo. General Electric, Microsoft, Nokia, Nestlé, Procter & Gamble y otras corporaciones tienen filiales en estos mercados, con autonomía para desarrollar productos y servicios para la nueva clase media del mundo, explica Julia Kirby en Harvard Business Review.

Ford creó el primer “coche del pueblo”, el Ford T, al que siguió el “Volkswagen” (coche del pueblo, en alemán) Escarabajo. Toyota y otros fabricantes asiáticos recogieron el testigo, que posteriormente ha pasado a Tata Motors, perteneciente al grupo Tata, con el Tata Nano.

Pero, a diferencia de los modelos industriales anteriores, los nuevos productos para “el pueblo” tienen que adaptarse a la idiosincrasia de las aspirantes clases medias en el mundo en desarrollo: mayor número de personas y menor poder adquisitivo o, dicho por Vijay Govindarajan -a quien se atribuye el propio término “innovación inversa”-, se trata de mega-mercados con micro-consumidores.

Stuart Hart, otro especialista en innovación y desarrollo, añade un tercer condicionante, tampoco compartido con otras épocas en las que aumentó la prosperidad de millones de personas de manera simultánea y en poco tiempo: la situación medioambiental del Planeta, con lo que supone de riesgo y oportunidad para el incipiente sector verde.

Listado de tecnologías de innovación inversa

La teoría se entiende y resulta atractiva no sólo entre quienes pusieron nombre al fenómeno.

Recopilamos 5 ejemplos de innovación inversa, algunos de los cuales no se refieren sólo a la innovación de un producto o servicio, sino que también puede referirse a nuevos procesos, prácticas comerciales, o modelos de negocio.

1. Sistema de planificación urbanística que da el salto de Bogotá a Nueva York

Autobús metropolitano exprés de Bogotá, conocido como TransMilenio

La ciudad de Nueva York estudia sin complejos, explica Fast Company, servicios y sistemas de gestión urbanística de todo el mundo, independientemente de la renta que tengan los habitantes de la ciudad en cuestión.

Un ejemplo de ello es su elogio del sistema de transporte metropolitano TransMilenio, en Bogotá, del cual intentará aprender, aplicando varias de sus ventajas.

Nueva York quiere crear un carril exprés dedicado exclusivamente a autobuses, que circularía a lo largo de la calle 34, en Manhattan. Según la experiencia en Bogotá, la urbe estadounidense espera aumentar en un 35% la velocidad del autobús, en un tramo de la ciudad especialmente sensible, donde el tráfico rodado permanece parado el 40% del tiempo.

Pero TransMilenio no es una solución creada en Bogotá de manera aislada. Se basa, han explicado sus impulsores, en un servicio similar, aplicado con éxito anteriormente en Curitiba, Brasil.

A diferencia del tranvía, el autobús exprés puede implantarse con rapidez y a bajo coste, además de adaptar sus características en función de la recepción pública del servicio.

También presenta ventajas con respecto al carril con preferencia para el transporte público, existente en innumerables ciudades, entre ellas las mayores urbes españolas: el carril se desdobla junto a las paradas, lo que evita que otros convoyes tengan que parar si no tienen que hacerlo. Asimismo, el carril exprés está separado físicamente del resto de la calzada y no es invadido en momentos de congestión, lo que añade predictibilidad y puntualidad al servicio.

Una pequeña modificación que mejora notablemente el transporte público por carretera, con presupuestos modelos y con probada eficacia en ciudades congestionadas de Latinoamérica. Paradigma de innovación inversa bien entendida y aplicada.

Contrasta con el costoso sistema de control del tráfico rodado de mercancías en Alemania, que se desarrolló de manera aislada, supuso un enorme coste para el erario público y demostró su inferioridad ante sistemas de control de la circulación de mercancías por carretera mucho más económicos y, sin embargo, más efectivos.

2. El sueño de crear una casa de 300 dólares

300house.com, una casa para los pobres que cueste 300 dólares

Con más de la mitad de la población mundial viviendo en ciudades y un tercio de los habitantes urbanos residiendo en barracas, un grupo de profesores universitarios, emprendedores sociales y centros de innovación han iniciado la carrera por crear viviendas dignas, con carácter local, sostenibles y, sobre todo, tan económicas que puedan ser pagadas por cualquiera.

Vijay Govindarajan, profesor de la Tuck School of Business de la Universidad de Darmouth, y Christian Sarkar, consultor de marketing y especialista en medio ambiente, han lanzado una propuesta con participación abierta: crear una casa de 300 dólares.

El objetivo del proyecto 300house.com, es facilitar el acceso a una vivienda digna para los 1.000 millones de personas que viven en infraviviendas. Si, a esta mejora, los moradores de esta vivienda lograran su propiedad, ello se convertiría en un pasaporte para dejar la economía informal, aseguran muchos expertos.

Una vivienda que reuniera estas características y fuese capaz de adaptarse a los gustos y circunstancias de sus moradores sería, en última instancia, un proyecto igualmente viable para los más desfavorecidos en los países ricos, donde las viviendas se podrían usar durante catástrofes o situaciones de emergencia. Por no mencionar la corriente de jóvenes profesionales apasionados por los espacios pequeños y la austeridad, también en su forma de vida (algunos ven en ellos a los estoicos del siglo XXI).

Vijay Govindarajan y Christian Sarkar creen que una casa modular, digna y sostenible de 300 dólares, puede convertirse en una innovación inversa.

Para lograrlo, la casa debería:

  • Ser modular, producida en masa, estándar, económica y sostenible.
  • Adaptarse a las necesidades reales de sus residentes.
  • Servirse de tecnologías experimentales y soluciones con comprobada valía local, a partir de las tradiciones, materiales disponibles y características climáticas de cada lugar.
  • Suplir las necesidades de vivienda digna de los más pobres. A continuación, aprovechar la experiencia para lograr innovaciones de las que se beneficiaran los países ricos (o los más pobres de entre los ricos, víctimas de catástrofes, etcétera).
  • Usar mecanismos de financiación que facilitaran, todavía más, el acceso a estas construcciones, con mecanismos financieros como los microcréditos.

Más información sobre el proyecto 300House.com, en el artículo de *faircompanies Empieza la carrera para construir la casa de 300 dólares.

3. WorldHaus, la casa modular de 2.500 dólares

WorldHaus, la casa modular de 2.500 dólares

Partiendo de la misma necesidad observada por Vijay Govindarajan y Christian Sarkar en el proyecto para construir la casa de 300 dólares (300house.com), el veterano inversor de capital riesgo y emprendedor californiano Bill Gross, ha financiado la startup WorldHaus, a través de su incubadora de negocios Idealab.

WorldHaus es una casa modular diseñada para ser ensamblada por cualquier persona, como si se tratara de un mueble de Ikea. Además de ser barata de producir, su impacto ecológico es muy inferior al de una casa convencional de su tamaño.

El kit que sus compradores pueden montar sin dificultad incluye iluminación solar, aperturas que favorecen la refrigeración natural y salubridad, además de cocina de fácil mantenimiento y con huella ecológica limitada, al evitar el queroseno y el carbón, muy extendidos en el mundo en desarrollo.

No alcanza uno de los objetivos del proyecto 300house.com, al costar 2.500 dólares en lugar de 300. Bill Gross asegura, no obstante, que cualquier familia con pocos recursos de cualquier país en desarrollo podría acceder a una financiación justa y acorde con sus ingresos: entrada de 249 dólares y mensualidad de 29 dólares hasta el fin del pago.

Según cálculos de la startup, WorldHaus es económicamente viable si logra producir y vender con éxito las primeras 5.000 unidades.

Más información sobre WorldHaus, en este artículo de *faircompanies.

4. Lámpara solar con iluminación LED d.light Kiran S10

Lámpara solar con iluminación LED d.light Kiran S10

Kiran S10 es descrita como la lámpara solar con iluminación LED de alta calidad más económica del mundo. A diferencia de las lámparas CFL, la tecnología LED no incluye mercurio, consume menos, logra mayor intensidad lumínica y alarga su vida útil.

La lámpara S10 puede funcionar durante 8 horas tras ser recargada por completo, a través del pequeño panel fotovoltaico incluido en la parte superior del dispositivo.

El diseño cuida hasta el último detalle: su diseño alargado, ranuras y asa se combinan para que la lámpara adopte distintas posiciones, en función de si está siendo transportada, si se está recargando, o si está iluminando (colgada en la pared o el techo, o dispuesta sobre alguna superficie cercana).

d.light Design cree que la lámpara solar LED Kiran S10 puede usarse con dos intensidades. La intensidad más alta, ideal para trabajar, estudiar o cocinar, ofrece 4 horas de duración. La intensidad más baja, suficiente para caminar o socializar con comodidad, extiende la duración hasta 8 horas.

La lámpara se recarga durante el día, antes de su uso con la caída del sol. Requiere 8 horas de luz directa o indirecta para la carga completa.

Por sus características, la lámpara S10 se adapta no sólo a las familias más humildes de las aldeas sin red eléctrica, sino también puede asistir actividad en cualquier lugar del mundo, ya se trate de situaciones de falta de infraestructuras o de la concienciación medioambiental de los usuarios preocupados por su impacto ecológico, o deseosos de lograr una mayor autonomía energética.

d.light Design ha demostrado que es posible aplicar tecnologías y diseños innovadores para crear productos económicos, asequibles para la mayoría de la población en los países pobres y, como modelos paradigmáticos de innovación inversa, interesar a la vez a los consumidores de los países ricos.

Sam Goldman, consejero delegado de la compañía, comprobó con su propia experiencia, trabajando para una ONG estadounidense en África, que miles de familias dependían de lámparas de queroseno para su iluminación, contaminantes y perjudiciales para la salud.

De vuelta a Estados Unidos, fundó d.light Design especializada en sistemas de iluminación y recarga de aparatos electrónicos en lugares sin acceso a la red eléctrica.

5. Lámpara solar con cargador para móviles y otros aparatos d.light S250

Lámpara solar con cargador para móviles d.light S250

d.light ha estudiado primero con detenimiento las necesidades reales de las personas a quien dirige sus productos, que habían sido descartadas como público objetivo hasta ahora. Al fin y al cabo, pensaba cualquier ejectutivo convencional, ¿hay mercado para lámparas solares de bajo consumo que cargan, a su vez, teléfonos móviles.

El mercado potencial existe, y está conformado por las millones de personas que, en todo el mundo, necesitan iluminación y pila de recarga para móviles y no cuentan, de manera circunstancial o permanente, con acceso a la red eléctrica.

A diferencia de la lámpara Kiran S10, el modelo d.light S250 incorpora cargador para aparatos electrónicos. La función de lámpara no es comprometida con la incorporación del cargador, ni tampoco el precio del dispositivo, similar al de la lámpara solar Kiran.

Ello es debido a que la lámpara-cargador solar S250 emplea una lámpara de bajo consumo CFL, comparativamente más económica que la alternativa orgánica (LED). No obstante, las bombillas CFL deben ser desechadas convenientemente al final de su vida útil, al incluir mercurio.

Más allá de las limitaciones de la propia tecnología CFL, el modelo S250 de d.light no sólo resulta útil para los hogares sin electricidad de los países pobres. Su atractivo potencial entre los aficionados a actividades de trabajo y ocio en lugares apartados, o entre quienes pretenden aumentar su autonomía energética en según qué lugares y circunstancias, es innegable.

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