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Arquitectura con "shingles": 10 casas envueltas en tejuelas

Las tejuelas o pizarrillas, “shingles” en inglés, son pequeños trozos de madera plana y rectangular que desde hace siglos revisten tejados y paredes de edificios en zonas del mundo con abundancia maderera tales como Escandinavia, Nueva Inglaterra o el sur de Chile.

Tradicionalmente, las casas y estructuras -graneros, cuadras, puentes, iglesias- revestidas de tejuelas se extendieron por su carácter ornamental, en comparación con su versión más rústica y provisional en Escandinavia y Norteamérica: las cabañas “de leñador”, erigidas con troncos.

Estructura y forma: las casas de tejuelas

Además de una estética más cuidada, las tejuelas optimizaban la madera y el trabajo: se revestía mejor con menos material, al depositar hileras de pequeños tablones superpuestos de manera vertical y, por tanto, impermeables a las exigentes condiciones climáticas de zonas cercanas a los círculos polares ártico y antártico.

Las tejuelas tienen apenas 1 centímetro de grosor, obtenidas de bloques de madera relativamente pequeños y descartados para otros usos (estructuras, muebles): de 8 o 20 centímetros de anchura (de 3 a 8 pulgadas), por tres o cuatro veces más de largo, para así superponer las hileras e impermeabilizar cubiertas y paredes.

Orígenes de la arquitectura de “shingles” en Norteamérica

La función y presupuesto de cada edificio derivaron en una evolución ornamental desde las más ásperas y sencillas “shingles” rectangulares y con aspecto más o menos desigual, en función del tipo de madera, y la destreza de los artesanos con la azuela, desprendiendo las tiras de fibras de cada bloque.

Los modelos ornamentales de tejuela jugaban con motivos geométricos regulares y sencillos; o bien diagonales, cóncavos, redondeados, ondulados, describiendo fractales, etc.

(Imagen: tejuelas francesas de los siglos XV-XVI)

Dada la abundancia maderera e importancia de esta industria, la arquitectura tradicional de las colonias inglesas en Norteamérica (Trece Colonias) favoreció desde el siglo XVII los edificios con tejados y paredes de tejuelas en estilos como el de Cabo Cod, Massachusetts.

Expansión de las tejuelas: la era industrial

Las casas de tejuelas surgidas en las Trece Colonias eran similares a la arquitectura escandinava y de amplias zonas de Europa Central, desde las actuales Chequia y Polonia hasta los países bálticos, en cuyas zonas rurales han prevalecido los tejados de tejuelas de madera hasta mediados del siglo XX.

La Europa del Mediterráneo y Occidental, influidas por la arquitectura medieval derivada de la romana y menor abundancia maderera, favorecía en la misma época una arquitectura tradicional con tejados de paja, pizarra o, cuando se contaba con los medios, teja.

Ya en el siglo XIX, la fabricación de “shingles” cobró forma industrial con las primeras sierras mecanizadas propulsadas a vapor, capaces de producir tejuelas regulares, a menudo con las partes sobrantes de troncos.

La producción industrial de tejuelas de madera derivó en el estilo arquitectónico “Shingle” en la Costa Este de Estados Unidos, ya en el último tercio del siglo XIX.

Cuando las tejuelas se convirtieron en moneda de cambio

Apartado de los primeros centros industriales de Europa y Norteamérica, el archipiélago de Chiloé, al sur de Chile, desarrolló a finales del siglo XVIII y principios del XIX una refinada arquitectura colonial que, a diferencia de la arquitectura colonial española en el resto de América del Sur, se elaboró en madera, sirviéndose de tejuelas ornamentales como revestimiento.

En la época, los habitantes de Chiloé usaban tejuelas de alerce como moneda de cambio, el real de alerce: la isla se dedicaba desde el siglo XV a exportar derivados de la madera al virreinato del Perú. 

La arquitectura se convirtió en un reflejo de la economía local.

Revival de la tejuela de madera tras el abuso de “shingles” sintéticas

Por su aspecto liviano, áspero y plagado de los matices de estructuras elaboradas con centenares de piezas independientes, las tejuelas de madera se recuperan en la arquitectura contemporánea como respuesta al uso mayoritario -sobre todo en Norteamérica- de “shingles” sintéticas. 

La mayoría de tejuelas sintéticas, muy presentes en la construcción residencial de los suburbios unifamiliares de Estados Unidos y Canadá, son de asfalto y fibrocemento, con el riesgo de los efectos de la incidencia de altas temperaturas sobre estas superficies. 

Las tejuelas de madera, más caras y proclives al envejecimiento de cualquier superficie natural, se han convertido en la alternativa con estilo transitorio y que sabe envejecer, según la sencillez áspera a la que aspiran corrientes estéticas como la japonesa wabi-sabi.

Saber envejecer

Cualquier tipo de madera se presta a la construcción con tejuelas, aunque las especies más preciadas son las más resistentes a la putrefacción y el paso del tiempo.

Es el caso del alerce patagónico (Fitzroya cupressoides, no emparentado con el alerce común), que demuestra su resistencia al envejecimiento y el clima exigente en el buen estado de las iglesias de madera de Chiloé (siglos XVII a XIX).

El alerce patagónico, liviano y con color rojizo intenso, resiste a la pudrición y los insectos, mientras la regularidad de su veta facilita la separación -manual o mecánica- limpia de láminas. Las mejores maderas para elaborar tejuelas cuentan con características similares al alerce patagónico. 

Edificios de nogal y cedro del Pacífico

En Europa y Norteamérica, a medida que se recupera la construcción con tejuelas incluso para proyectos con cierta envergadura, se recurre a maderas que tradicionalmente han demostrado su solvencia a la intemperie como el nogal o el cedro, sobre todo el cedro rojo del Pacífico, una conífera especialmente resistente que crece en el Pacífico Noroeste. 

El nogal está presente, por ejemplo, en las tejuelas de una escuela diseñada en Hostens (Francia) por el estudio Dauhpins.

(Imagen: vivienda de colonos alemanes en la región de Los Lagos, Chile)

El cedro rojo del Pacífico (WRC en sus siglas en inglés) aparece en otro proyecto de envergadura, un nuevo pabellón multiusos erigido en Ámsterdam, con forma de espiral y 40.000 tejuelas en su superficie.

El estudio holandés Emma Architecten, responable del edificio, estaban interesados en la transitoriedad y aspecto intemporal de la madera: “queríamos que cualquier visitante del edificio dudara sobre su momento de construcción, sobre si están mirando al futuro o al pasado.” 

La importancia de la especie

Hablar de madera sin mencionar la especie carece de sentido. Hasta acotar la especie, desconocemos propiedades como su capacidad de flotar (17 especies no lo hacen), la rigidez, la dureza o la flexibilidad.

El uso de una madera u otra varía según el presupuesto, la tecnología usada o la finalidad de cada diseño. 

Maderas como el bambú (resistente, barato y con escaso impacto), la bubinga africana (conocida por su dureza) o la satiné -Brosimum rubescens- latinoamericana, que destaca por su rigidez, son materiales tan robustos como cualquier aleación metálica o fibra artificial.

Alternativas resistentes de bajo coste: bambú y contrachapado

El coste económico y medioambiental del uso de maderas tropicales, a menudo las que tienen una composición molecular más resistente sin importar el clima, ha favorecido la emergencia del bambú y un material asociado con la Revolución Industrial: la madera de contrachapado.

Hay maderas que, por su resistencia y dureza, pueden sustituir al aluminio, el acero, el titanio o el cemento:

  • en cuadros de bicicleta (dos ejemplos: Renovo en California –vídeo de Kirsten– y Axalko en el País Vasco);
  • carrocerías de barcos, automóviles o aeronaves (como el legendario bombardero británico de la II Guerra Mundial de Havilland Mosquito);
  • así como edificios e infraestructuras de todo tipo desde iglesias y edificios de varias plantas a puentes.

(Vídeo sobre nuestra visita al fabricante de bicicletas de madera Renovo en Sausalito, junto a San Francisco)

Una iglesia de madera construida… hace 800 años

Con el adecuado mantenimiento, la madera cortada e integrada en cualquier estructura a la intemperie puede durar siglos, como así lo demuestra la iglesia de Borgund, en Noruega, erigida íntegramente en madera en el siglo XII y todavía en pie.

Hacia 1200, este edificio monumental ya estaba terminado; los postes, tablones y soleras de la iglesia son originales, mientras la torre más alta y algunas vigas de la armadura del techo se instalaron en siglos posteriores. 

Las tejuelas de las pronunciadas cubiertas para evitar la acumulación de nieve, así como las de la escasa superficie restante, son originales.

Recuperación de las tejuelas en arquitectura

La alta arquitectura tampoco es ajena al uso de tejas de madera en tejados y paredes exteriores de edificios. 

El arquitecto suizo Peter Zumthor es tan famoso por los edificios que ha construido (parcos, humanos, que sugieren formas más que remarcarlas con bravuconería), como por los proyectos que ha rechazado.

A diferencia de los arquitectos-estrella de las últimas décadas, Zumthor ha erigido sus obras, la mayoría de dimensiones humildes, en un radio de 60 kilómetros en torno a Basilea, en el cantón alemán de Suiza donde reside.

Elegante aspereza

El más conocido de sus edificios con tejuelas es la pequeña y semicircular capilla de San Benedicto, edificada en 1988 coronando el desnivel de una aldea alpina (Sumvitg, Graubünden). 

Las tejuelas son, a la vez, estructura y ornamento, material y función. Cuentan con la humildad y capacidad para envejecer con la aspereza y elegancia matizada de la madera, así como su liviandad y aspecto reparable, provisional.

(Imagen: campanario de una iglesia medieval de madera sueca)

Quizá estas cualidades convencieran a Zumthor, interesado en la luz y la aspereza de los materiales, así como la interpretación que (según la luz, el estado de ánimo, la estación del año) hacemos de los edificios ante nosotros.

Retorno a lo esencial

La iglesia de San Benedicto y su aspecto intemporal nos demuestra que la arquitectura desprovista de lo superfluo sugiere el relato humano, sencillo y bien ejecutado que llevaba a Marco Vitruvio a equiparar la belleza esencial del chozo primitivo con el, según él, ideal arquitectónico: los edificios racionales de la Grecia Clásica.

Observando el pequeño templo, se atisban ecos de Chiloé, pero también de Nueva Inglaterra, Escandinavia, la arquitectura japonesa contemporánea y el ideal estético japonés wabi-sabi.

10 edificios de tejuelas (tejas de madera, “shingles”) en paredes y cubiertas

1. Casa vacacional alpina con tejuelas por Peter Jungmann (Nussdorf, Austria)

2. Casita de escritor de tejuelas en patio trasero por Weston, Surman & Deane (Londres, Reino Unido)

3. Pabellón de eventos en espiral Paviljoen Puur por Emma Architecten (Ámsterdam, Holanda)

4. Clásico contracultural (1961): Greene Residence (“Prairie Chicken House“) por Herb Greene (Norman, Oklahoma)

5. Casa de tejuelas sobre pilastras de madera Gueto House por Felipe Lagos (Pucón, Araucanía, Chile)

6. Casa conceptual de tejuelas Das Haus por Louise Campbell

7. Chalet de playa de tejuelas por Julie Carlson (Whitstable, Kent, Reino Unido)

8. Casa negra de madera Shingle House por Nord Architecture (Dungeness, Kent, Reino Unido)

9. Casa recubierta de “shingles” en Stuttgart por (se)arch (Stuttgart, Alemania)

10. Escuela de tejuelas de nogal elevada sobre pilastras por Dauphins (Hostens, Francia)