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Arquitectura moderna latinoamericana: calidad post-colonial

Entre 1955 y 1980, Latinoamérica vivió su particular eclosión de arquitectura moderna, edificios que abandonaban la tradición colonial y se definían por las necesidades de su uso y emplazamiento.

Oscar Niemeyer (Brasil), Clorindo Testa (Argentina), Luis Barragán (México), João Batista Vilanova Artigas (Brasil, Escuela paulista) o Eladio Dieste (Uruguay), entre otros, dejaron su huella en ciudades surgidas de la nada (el trabajo de Niemeyer en la monumental Brasilia), o redefinieron barrios enteros en Ciudad de México, Caracas, São Paulo, Buenos Aires o Montevideo.

Un lugar donde “arquitectura moderna” conserva su significado

Décadas después, la arquitectura moderna trasciende los proyectos públicos y las clases acomodadas y, coincidiendo con el ascenso de una clase media transversal, renueva el significado de arquitectura “moderna“, “orgánica“, etc.

(Imagen: detalle exterior de la casa-estudio del arquitecto mexicano Luis Barragán)

Materiales baratos y accesibles se alían con el acceso a la tecnología prefabricada e Internet para que millones de personas en todo el mundo edifiquen una vivienda moderna en lugar de una construcción de dudosa calidad, rendimiento medioambiental y calidad estética.

Estructura modular y funcional, presupuesto ajustado

Un caso reciente que demuestra el potencial del conocimiento creado y distribuido por Internet y el uso de materiales locales en combinación con la última tecnología residencial es Casa Caja en Monterrey, México.

Monterrey, la segunda ciudad mexicana y motor industrial y educativo del norte del país, con fuertes lazos con el suroeste de Estados Unidos, adolece, como el resto del país, de una cultura urbana y un código de edificación accesibles a toda la población.

(Imagen: casa-estudio Luis Barragán en Ciudad de México)

Varios proyectos demuestran el potencial de la inventiva e ingenuidad de arquitectos y familias con bajo poder adquisitivo, dispuestos a comprobar el potencial de la arquitectura moderna y la tecnología prefabricada: Casa Caja es un prototipo para edificar con rapidez casas baratas que, con ayuda de planos y formación básica, sus propios dueños pueden construir.

Internet y arquitectura: el reto “hazlo tú mismo” para mejorar la habitabilidad

La arquitectura prefabricada y DIY (“hazlo tú mismo”) que propone Casa Caja se acerca más a los postulados de Ikea y las casas modernas estilo mid-century que abundan en el Medio Oeste y el Oeste estadounidense, que a las típicas edificaciones informales, casi siempre a medio hacer y nunca acabadas del todo, representantes de todos los estilos y de ninguno.

S-AR es también responsable de 10×10, un prototipo experimental de microvivienda modular difundido en 2014 que trataba de reutilizar materiales industriales (tales como paneles de fibra de vidrio) y otorgarles nuevo valor.

(El arquitecto moderno mexicano Luis Barragán)

El módulo 10×10, a medio camino entre un versátil cobertizo y una creación estilo Charles y Ray Eames, es una de las muchas iteraciones del estudio de Monterrey.

Críticas -fundadas e infundadas- al brutalismo en arquitectura residencial

No todas las reacciones sobre proyectos como Casa Caja son positivas; quienes abogan por una arquitectura residencial más convencional -pese a que omitan el hecho de que, entre las familias más humildes de las grandes ciudades mexicanas, no abunde el acceso a este tipo de viviendas, por coste, acceso al crédito y cultura constructiva vernacular-, esgrimen que proyectos como el mencionado representan a la arquitectura “brutalista” que ignora el paisaje y la cultura locales.

Estos comentarios ignoran, a su vez, que el propio origen de la arquitectura moderna y orgánica, a menudo prefabricada y surgida en zonas áridas y desérticas del Oeste estadounidense, surgieron para desprenderse del uso -poco acertado- de técnicas y estilos más propios de Canadá, Nueva Inglaterra y el norte europeo.

(Imagen: lateral de la iglesia de Cristo Obrero, por el uruguayo Eladio Dieste, un arquitecto de ladrillos y curvas)

Cuando las casas se diseñaban para su uso y el entorno, y no para mantener las apariencias

Las casas de estilo mid-century, a menudo prefabricadas a un coste inferior a viviendas convencionales de la época (desde finales de la II Guerra Mundial hasta la era Reagan), lograron rendimiento climático, equilibrio estético sin pretensiones y ajuste presupuestario, además de cierto prestigio: Neutra, Eichler, Alexander, Meiselman o Lautner son algunos de los nombres ligados a la tendencia.

Paralelamente, Palm Springs, el retiro desértico de los profesionales y celebridades del área de influencia de Los Ángeles, no se entendería sin sus viviendas prefabricadas y modernas, con amplios ventanales hacia patios interiores.

Casa Caja evoca la esencia tecnológica y estética de la tendencia mid-century y la aplica en un entorno árido y presupuesto humilde, pero no es el único ejemplo de lo que la tecnología con bajo coste marginal y la facilidad de acceso al conocimiento y la tecnología que Internet proporciona.

(Imagen: la arquitectura orgánica de Eladio Dieste)

Arquitectura y personas: el caso de Latinoamérica

El estudio que firma el proyecto Casa Caja, S-AR, se autodefine como un “taller colaborativo de arquitectura alternativa”, motto que alcanza todo su sentido en una época en que, gracias a Internet, la transmisión del conocimiento es horizontal y los profesionales ya no ostentan su monopolio.

Según S-AR, uno no tiene que ni debe centrarse sólo en la arquitectura, sino que el papel del profesional debe ser también ayudar a que la arquitectura llegue a las personas, así como a cuidarla y defender su uso y utilidad.

Desde la frontera con Estados Unidos hasta la Tierra del Fuego, abundan los proyectos de arquitectura residencial moderna, prefabricada y económica, a menudo proyectos en primera línea mundial.

Centroamérica: casas modernas y económicas para una nueva clase media

Para corroborarlo, basta con echar un vistazo a algunos de los proyectos en una de las zonas más depauperadas e inestables de la zona: Centroamérica, cuyo clima subtropical y tropical permite experimentar y a menudo fusionar espacios interiores y exteriores.

(Imagen: ladrillo y luz; detalle de la iglesia de Cristo Obrero de Eladio Dieste)

Como el resto de Latinoamérica, la arquitectura centroamericana dependía hasta hace unos años de su interpretación vernacular de la arquitectura colonial y neocolonial, pero varios proyectos recientes confirman la confianza de una nueva generación de arquitectos, dispuestos a entender el terreno donde edifican y a situar al edificio al servicio del entorno y los usuarios.

El American Institute of Architects (AIA), no exagera al afirmar que Latinoamérica es, en estos momentos, el lugar donde “arquitectura moderna” todavía es fiel a su significado original.

Entre los arquitectos orgánicos estadounidenses y los ibéricos

Quizá el origen del buen momento de la arquitectura moderna (y a menudo prefabricada) residencial de Centroamérica y el resto de Latinoamérica se deba, como ocurrió ya en otras memorables eclosiones de creatividad en el hemisferio (ejemplo más claro: el boom literario de los 60 y 70), a la situación cultural y geográfica de sus creadores, a caballo entre la influencia de Norteamérica y los estrechos lazos culturales e idiosincrásicos de Europa -no sólo la influencia obvia de la Península Ibérica, sino los vínculos con Francia, Italia, etc.-.

(Imagen: un joven Oscar Niemeyer charla ante la maqueta de Brasilia, ciudad que lleva su firma)

Por calidad y originalidad, la arquitectura moderna residencial de Centroamérica se sostiene a sí misma y no requiere padrinos, pero parece haber entendido los clásicos residenciales “mid-century” de Estados Unidos (desde las viviendas orgánicas de Frank Lloyd Wright a las producidas en masa en los primeros suburbios “modernos”), así como el sosegado y respetado trabajo, no menos orgánico y moderno, de los más contemporáneos arquitectos portugueses surgidos de la escuela de Oporto (Álvaro Siza, Eduardo Souto de Moura) y los hermanos Aires Mateus, o de españoles como Alberto Campo Baeza.

La arquitectura moderna centroamericana florece no sólo en las zonas más prósperas, tales como los enclaves más internacionales y selectos de la turística Costa Rica o las grandes ciudades de la zona, sino que abarca un cambio más profundo en la mentalidad y el trabajo de arquitectos, constructores y clientes, dispuestos a asumir el riesgo de contar con casas ajenas a la era de estilos post-coloniales. Son viviendas de clase media ideadas para profesionales, a menudo familias que han logrado su propio bienestar y no pertenecen a las viejas élites.

Revival en la cuna del modernismo latinoamericano

Más allá de México y Centroamérica, se extiende uno de los epicentros mundiales de la arquitectura moderna, pues los países de América del Sur crearon, con permiso de Walter Gropius, Le Corbusier y Frank Lloyd Wright, varios de los proyectos de arquitectura funcional y orgánica más reconocidos después de la II Guerra Mundial y hasta la época golpista.

A mediados del siglo XX, algunas ciudades latinoamericanas concentraban las infraestructuras y edificios más frescos e imaginativos del mundo.

La inestabilidad y varios golpes de Estado en los 60, 70 y 80 acabó con este florecimiento arquitectónico, que ha florecido de nuevo en los últimos años.

(Imagen: Oscar Niemeyer en Nueva York)

Los mencionados Niemeyer, Testa, Barragán, Artigas o Dieste, entre otros, sentaron las bases de una escuela sin continuismo, ahora recuperada.

El arquitecto uruguayo Eladio Dieste, maestro de la construcción de bóvedas y cúpulas con ladrillo, siguiendo la tradición mediterránea (desde Roma hasta la bóveda o “volta” catalana), trató de aunar arquitectura moderna e inteligibilidad:

“La forma es un lenguaje, y ese lenguaje debe sernos inteligible; estamos ansiosos de inteligibilidad y, por lo tanto, de expresión. 

“Parte del desasosiego moderno se debe a la ausencia de expresividad legítima, a que nos rodean cosas que ostentan un hermetismo que es la negación de lo que supondría la fraternidad que damos por supuesta y que naturalmente debería leerse en la obra del hombre en el espacio.”

10 proyectos de vivienda moderna, modular y barata

Enumeramos a continuación algunos de los proyectos latinoamericanos que combinan preceptos de arquitectura moderna y orgánica (estructura como estética, adaptación a necesidades del usuario y el entorno) y un presupuesto ajustado.

1. Vivienda unifamiliar moderna y de autoconstrucción Casa Caja por el colectivo S-AR (Monterrey, México)  

2. Galería con muros de ladrillo perforado La Tallera por Frida Escobedo (Cuernavaca, Morelos, México)

3. Casa Nieto con acabados de cemento y energía pasiva por ARP Arquitectos (Falda del Carmen, Córdoba, Argentina)

4. Microvivienda temporal de acero corrugado para artista tras anuncio urbano por Julio Gómez Trevilla (México DF, México)

5. Microcasa prefabricada y transportable como contenedor logístico Minimod por colectivo MAPA (Brasil y Uruguay)

6. Casa Maracanã de bajo presupuesto en entorno urbano por estudio Terra e Tuma (São Paulo, Brasil)

7. Casa Río Bonito con pequeña planta suspendida entre paredes laterales de piedra por Carla Juaçaba (Río de Janeiro, Brasil)

8. Casa Tuscania de acero, madera y cemento por Cincopatasalgato (San Salvador, El Salvador)

9. Casa Incubo conformada por contenedores logísticos en torno a patio interior en entorno tropical por María José Trejos (Costa Rica)

10. Casa de Ladrillos en entorno urbano por Ventura Virzi Arquitectos (Buenos Aires, Argentina)