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Breve oda a los árboles (tamaño, simbología y más)

El árbol es uno de los animales con mayor protagonismo en mitologías y religiones de todo el mundo, quizá por su utilidad: convierte el dióxido de carbono en oxígeno, previene la erosión, crea ecosistemas forestales de varios tipos, sirve como industria sostenible (el corcho, la leña, recolección de frutos, purificación del aire en las ciudades, estabilización de terrenos, etc.) y como material de construcción o fuente de energía aún hoy. 

He aquí una compilación de árboles curiosos y admirados por el hombre. Aunque no existen árboles de primera y de segunda, algunos de ellos destacan por su estatura o edad: existen árboles que ya daban sombra cuando un grupo de artesanos íberos tallaron a la Dama de Elche en un bloque de piedra.

“La reforestación de la tierra es posible; basta un poco de toque humano”. Sandra Postel y Lori Heise, Worldwatch Institute.

(Escribo esta entrada bajo la influencia de la música de Sigur Rós y un par de cafés).

Leo un interesante artículo de John Vidal en The Guardian, Los reyes del bosque (Kings of the forest).

Vidal aprovecha que los expertos se pusieron finalmente de acuerdo la semana pasada acerca del árbol más alto del Reino Unido -conocido- para hacer un pequeño recorrido por algunos de los árboles más altos y cargados de simbolismo de todo el mundo. No nombra algunos que yo recordaré, al haber tenido oportunidad de ver su sombra y tocar su corteza en persona.

Culturas como la mediterránea no pueden entenderse sin la presencia del olivar, el encinar, el alcornocal.

Un símbolo universal: el árbol cobija, provee

El árbol es uno de los animales con mayor protagonismo en mitologías y religiones de todo el mundo, quizá por su útil naturaleza: convierte el dióxido de carbono en oxígeno, previene la erosión, crea ecosistemas forestales de varios tipos, sirve como industria sostenible (el corcho, la leña, recolección de frutos, purificación del aire en las ciudades, estabilización de terrenos, etc.) y como material de construcción o fuente de energía aún hoy.

En una Nueva Inglaterra (visitar galería fotográfica que ilustra nuestra visita a Walden Pond) en creciente expansión a lo largo del siglo XIX gracias a la Revolución Industrial y a las sucesivas olas migratorias desde Europa y el resto del mundo, el escritor Henry David Thoreau se convirtió en un conservacionista avant la lettre al comprobar cómo bosques centenarios eran totalmente talados debido a la necesidad de combustible, materiales de construcción baratos y mayor tierra arable para abastecer a la creciente población.

Cuando los bosques empezaron a desaparecer

Sus paseos en Concord y alrededor del pequeño lago Walden Pond, a las afueras de Boston, le llevaron a retirarse de su vida confortable y construir una cabaña en el bosque junto al lago, sin más comodidades que un camastro, un pequeño escritorio y una silla. Su estancia en Walden inspiró su obra homónima, una llamada a la conservación y a la vida simple (que no simplista, sino una existencia que cuestiona la felicidad entendida como acaparamiento y constante renovación de bienes de consumo).

El también abolicionista y padre de la desobediencia civil (idea que argumentó en su ensayo Civil Desobedience) inspirado a personalidades como León Tolstoy, Mahatma Gandhi y Martin Luther King, Jr. Thoreau fue también uno de los primeros estadounidenses en aceptar la teoría evolutiva de Darwin, todavía refutada hoy por alrededor de la mitad de sus compatriotas.

Los prohombres de la época decantaron su trabajo y esfuerzo en explicar las características y consecuencias de la lucha de clases, mientras Thoreau y quienes se preocuparon por la exterminación de bosques majestuosos en Europa y Norteamérica murieron sin que sus ideas encontraran tanta comprensión entre las capas populares como sí lo hicieron ideas como el ludismo, el comunismo, el anarquismo.

Thoreau no era un radical maltusiano que abogara por la vuelta a una organización social pre-industrial y se declaraba respetuoso con la civilización moderna y la necesidad de equilibrio con el medio ambiente, sobre todo tras su visita al pequeño Estado de Maine, donde el hombre parecía cohabitar con la naturaleza sin la agresividad mostrada en Long Island o Massachusetts.

Pero el escritor, poeta y ensayista -e icono del movimiento hippy- Thoreau no fue obviamente el primero en alzarse en defensa de la conservación de los árboles, en tanto que símbolo de la naturaleza que cobija y da frutos.

Un estadounidense contemporáneo de Thoreau, el también poeta y ensayista Walt Whitman, padre del verso libre y autor de la oda a la exhuberante naturaleza de Norteamérica Hojas de Hierba, pudo crear la épica de un país joven y con bosques intactos, desde los valles caducifolios de Nueva Inglaterra a los bosques de sequoias de California y el sur de Oregón, habitados por “redwoods”, gigantescas coníferas que sirvieron de escenario para La Guerra de las Galaxias y bien podrían haberse convertido en el ejército de árboles imaginado por J.R.R. Tolkien (así como los dos árboles de Valinor, presentes en El Silmarillion).

Whitman fue descubierto y ensalzado por Ralph Waldo Emerson, amigo personal de Thoreau. Fue gracias al descubrimiento de Emerson que el propio Thoreau visió a Whitman.

La joven mitología conservacionista de Estados Unidos se sustenta sobre los sólidos pilares del grupo compuesto por los propios Emerson, Thoreau y Whitman, entre otros.

De ellos partió el germen que culminaría con la creación de los primeros parques naturales y la protección moderna del medio ambiente, en tanto que bien público que debe ser preservado para contemplación y disfrute de las futuras generaciones. John Muir, artífice de la creación de los primeros parques: “Dios ha cuidado estos árboles, los ha salvado de la sequía, las enfermedades y las avalanchas, y de miles de tempestades e inundaciones. Pero no puede salvarlos de los insensatos”.

El árbol del mundo

Si en Estados Unidos, principal sociedad contaminadora, mayor economía y principal fuerza geopolítica del mundo, surgió el ecologismo moderno, la presencia del árbol en la mitología humana se remonta a épocas anteriores a las culturas escritas.

La representación transcultural más antigua del árbol es el árbol del mundo, particularmente presente en las religiones indo-europeas. El árbol del mundo está representado por un colosal árbol que soporta los cielos, los conecta a la tierra y, a través de las raíces, el intramundo del subsuelo.

El árbol del mundo es el antecesor del árbol de la vida, un concepto místico que alude a la interconexión de toda la vida en nuestro planeta, así como una metáfora de una ascendencia común en el sentido evolutivo.

El árbol de la vida tiene representaciones en las culturas asiria, armenia, india, el Antiguo Egipto, en el paganismo germano, el cristianismo y judaísmo, Mesoamérica, China y decenas de otras culturas. Algunas muestras compiladas por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente:

  • “Si piensas con un año de adelanto, siembra una semilla. Si piensas con 10 años de adelanto, planta un árbol”. Poeta chino, 500 a.C.
  • “Aunque un árbol puede llegar a ser muy alto, las hojas caídas regresan a la raíz”. Proverbio malayo.
  • “Una sociedad se hace grande cuando los ancianos plantas árboles aunque saben que nunca se sentarán a su sombra”. Proverbio griego.
  • “El bosque es un organismo peculiar de amabilidad y benevolencia sin límites que no exige nada para sobrevivir y prodiga generosamente los productos de su vida y actividad, y ofrece protección a todos los seres”. Sutra budista.

Los árboles Banian y Peepal en el hinduismo, el Yggdrasil y la tradición moderna del árbol de Navidad en la mitología germana, el Árbol de la Sabiduría de la tradición judeo-cristiana, el Bodi en el budismo, o los árboles que cobijaron el druidismo en la Europa pre-romana y el paganismo germano son ejemplos de la sacralización del árbol por diferentes culturas.

Panoramix

El propio término “druida” deriva posiblemente de la palabra celta usada para designar al roble. Panoramix, druida creado por René Goscinny y Albert Uderzo para facilitar la “poción mágica” a todos los habitantes de la aldea de Astérix -menos a ya sabemos quién- es la referencia que a muchos nos viene a la mente, faltos de referentes más homologables. Panoramix elabora sus pócimas en su cabaña, sobre la copa de un árbol.

El árbol, con sus esbeltas ramas acariciando el cielo y raíces asentadas en la tierra, ha sido visto por el ser humano como un ser capaz de vivir en tres mundos: un enlace entre el cielo, la tierra y el subsuelo, capaz de unir lo de arriba con lo de abajo. A su vez, es tanto un símbolo femenino, al proveer sustento; como masculino -símbolo fálico-.

Una última curiosidad: rastafaris, zoroastrianos y algunos grupos de cristianos coptos han estado de acuerdo en algo: han considerado al cannabis como el Árbol de la Vida.

Los reyes (¿reinas a su vez?) del bosque

Volviendo a a la lista de majestuosos árboles elaborada por John Vidal para The Guardian:

  • El mayor árbol: el bautizado como General Sherman es un gigante entre las sequoias de California. Mide “sólo” 84 metros, aunque su volumen es 3 veces superior a la de sus parientes más altos, con 1.487 metros cúbicos. Cada año crece un milímetro de grosor, y cuenta con suficiente madera como para erigir un edificio de 18 metros de altura. Su mayor rama se desprendió en enero de 2006, aunque sigue siendo mayor que cualquier otro árbol conocido.
  • El árbol (vivo y conocido) más viejo: bautizado como Methuselah (cómo si no), se trada de un pino que vive a 3.000 metros sobre el nivel del mar, en las White Mountains californianas. Fue hallado en 1957 y se estima que tiene 4.768 años. Es decir: era un árbol adulto durante la construcción de las pirámides. Un pino mucho más viejo fue talado en 1964 por un ignorante estudiante de geografía, de ahí que nunca se haya hecho pública la localización exacta de Matusalén.
  • El árbol más viejo de Europa: el llamado árbol de Hipócrates, situado en la isla griega de Kos, es reconocido como el árbol europeo más longevo y la tradición cuenta que Hipócrates, padre de la medicina occidental, así como el Apóstol Pablo, enseñaron a sus discípulos bajo su ya entonces imponente sombra.
  • El árbol más alto del Reino Unido: cuenta con 63.79 metros y está situado cerca del castillo de Dunans, en Argyllshire.
  • El árbol más alto del mundo: en septiembre de 2006, los naturalistas Chris Atkins y Michael Taylor hallaron un gigante sequoia en un remoto bosque del norte de California que bautizaron como Hiperión. Tiene 115,55 metros de altura y es el árbol conocido más alto del mundo.

Añado algunos más a la lista de Vidal:

  • El árbol más alto de España: con tristeza, se trata de un árbol relativamente joven que, además, forma parte de una especie invasiva que está haciendo mella desde hace ya más de un siglo al rico y húmedo subsuelo gallego. Sí, el árbol más alto de España es un eucalipto que supera los 80 metros de altura y los 2,50 metros de diámetro, plantado entre 1880 y 1912 en el término municipal de Viveiro, una parroquia del Concello de Viveiro, en Lugo (Galicia).
  • Listado de árboles singulares de España compilado por Forestman.
  • Otra compilación -más documentada, elaborada por Paradores- de árboles singulares en Iberia: el castaño de El Tiemblo (Ávila); “El Manco” -alcornoque- de Monfragüe (Cáceres); “La Tuerta” -encina- de Sayago (Zamora); el drago de Icod de los Vinos (Tenerife); “La Desmelenada” -haya- de Ordesa (Huesca); “El Roblón” -roble- de Cuestafría (Asturias).
  • (Probablemente) el árbol más viejo de España: no está situado en la Península Ibérica, en Tenerife. El drago de Icod de los Vinos tiene alrededor de 1.000 años de vida.

Y me permito la libertad de añadir un par de árboles que he visitado personalmente:

  • El “Drive Thru Tree” (literalmente, árbol para conducir a través) del norte de California: un hermoso árbol sequoia con 2.500 años de antigüedad (ya daba sombra cuando fue tallado el busto íbero de la Dama de Elche) que fue horadado hace décadas aprovechando orificios en su base para permitir a los coches pasar a través de su tronco. Reconozco haber pasado bajo él tanto en coche como andando. El “túnel” era lo suficientemente amplio como para que pasaran sin problemas grandes todoterreno. Algunas fotos de nuestro paso por allí (galería).
  • El eucalipto más alto de Australia (Tasmania): situado al noreste de la pequeña isla australiana, su tronco es imponente y mide alrededor de 100 metros. Está situado en Evercreech, un bosque que recuerda más a un conjunto de sequoias que de eucaliptos. A diferencia de su lejano pariente gallego, los árboles “white gum” son autóctonos en Tasmania. Algunas fotos de nuestra estancia (visitar galería).

Los bosques que parecen tener un futuro asegurado son aquellos que han logrado ser percibidos como “bien valioso” por las personas que viven en sus lindes.

Me vienen a la mente los proyectos españoles (en Navarra y otros lugares) de generación de biocombustibles a partir de la recogida y tratamiento de sus desechos.

El futuro de los bosques

También el alcornocal del Mediterráneo, fuente perenne de corcho, los cultivos de frutos como el café que son integrados en bosques centenarios y permiten su conservación, además de ofrecer sobra a los frutos cobijados en su sotobosque.

O el éxito logrado por países como Costa Rica o Bután (país creador del optimista indicador Felicidad Nacional Bruta, o Gross National Happiness, una sutil ironía a los métodos para medir la riqueza que todavía usamos), que limitan la huella ecológica de su turismo, selecto y educado, interesado en visitar bosques prístinos sin llenarlos de basura.

Un árbol no sólo lucha contra la erosión o se convierte en rico ecosistema partiendo de la nada: proteger un árbol es abogar por la conservación de una fuente potencial de medicamentos y avances que no se podrán llevar a cabo, de desaparecer muchas especies que ni siquiera conocemos.

Su contribución a la lucha contra el cambio climático es igualmente sustancial.

Citando a Martín Lutero, “aun cuando supiera que mañana el mundo se va a desintegrar, yo plantaría mi manzano”.