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Colaboración y transparencia: kryptonita de noticias falsas

El nuevo ciclo político en Estados Unidos y Reino Unido aleja la posición de ambos países de sus aliados tradicionales. Y la actualidad no va a conceder una tregua, convirtiendo los aburridos procesos democráticos de las democracias liberales más prestigiosas en un inquietante tiovivo informativo.

¿Cuál es la última salida de tono del nuevo presidente? ¿A qué analogía del pasado se puede equiparar éste o aquél exabrupto? ¿De qué rumores se ocupa la prensa del “cebo de clicks” en relación con la familia-celebrity?

¿Por qué incluso la tipografía usada por The New York Times en la “T” de su logo parece hacer una sutil referencia al flequillo naranja (elemento con vida propia, digno de una hipérbole de Quevedo) de un personaje que sitúa a Silvio Berlusconi en el Olimpo de la decencia?

El riesgo que corre la opinión pública en las predecibles y prósperas democracias liberales de la época de la “Pax Americana” es el hastío informativo en torno a un tema tan manido como la figura de Donald Trump, hasta olvidar los asuntos de peso que deberían ser investigados y publicados.

Prensa mermada en la era meme

No es casual que Donald Trump dedique todo su esfuerzo a desacreditar a la prensa y diluir auténticos escándalos en una sobreactuación que suscita la reacción y entierra el análisis.

Mientras la sociedad habla de superficialidades sin contenido real (salidas de tono, ataques verbales, etc.), cuestiones como los lazos con Rusia (y con personajes del crimen organizado de este país) caen en segundo plano.

George Orwell, autor de “1984”, ante la máquina de escribir

La nueva realidad parece moverse en una lógica del meme: mensajes que, con la ayuda de redes sociales y medios dispuestos a seguir el juego, caen en las provocaciones y repiten hasta la saciedad ideas que se propagan con facilidad.

Si los genes son las unidades básicas de información sobre los que opera la evolución (explica Richard Dawkins en El gen egoísta), la memética hace lo propio en la difusión cultural, que Internet acelera.

Fin de la política predecible

Y, sin saber por qué, la sociedad se cuestiona los propios procedimientos democráticos y el valor de la información factual, entrando en una peligrosa escalada de retórica, sobreactuaciones y desprestigio de los valores ilustrados, optando por el populismo de manual (Andrés Miguel Rondón explora en un artículo para el Washington Post los inquietantes paralelismos entre Chávez y Trump).

En una realidad caricaturizada, donde se alimentan “sensaciones” y conspiraciones y las estadísticas no sirven si no se adaptan a un nuevo relato maniqueo con villanos en la sombra (las élites, las minorías), que justifica actuaciones “extraordinarias”. Un salvador para devolver una gloria pasada prefabricada.

Andrew Sullivan explica la nueva situación en un artículo para el New York Magazine:

“Uno de los grandes logros de la sociedad libre en una democracia estable es que mucha gente, durante la mayor parte del tiempo, no necesita pensar de política en absoluto. El presidente de un país libre puede dominar el ciclo informativo varios días -pero no es omnipresente- y porque vivimos bajo el amparo de la ley, nos podemos permitir apagar las noticias a veces.

“Una sociedad libre significa liberarse de los que gobiernan sobre uno -para hacer las cosas que importan a uno, las pasiones, los pasatiempos, los amores- para proyectarse en ese espacio dichoso en el que la política no interviene. En ese sentido, me parece, ya vivimos en un país con bastante menos libertad que hace un mes.”

O, dicho de otro modo, el excepcionalismo en el que se ampara el populismo destruye la predictibilidad de las democracias consolidadas:

“Es menos como vivir en una democracia y más como ser un niño atrapado en una casa con un padre abusivo e impredecible, que no atenderá a razones, no respetará contraargumentos, no admitirá errores, y siempre, siempre al borde del inicio de una escalada que conduzca a una catástrofe.”

Repetir una mentira hasta cansarse

Andrew Sullivan argumenta de este modo por qué, en su opinión, la sociedad estadounidense se ha instalado en una sensación de vivir en un estado de emergencia.

Una vieja técnica, ya útil en la era dorada e la agitación propagandística durante la Europa de entreguerras, gracias a medios de masas y a económicas imprentas clandestinas, asiste a bulos y teorías conspirativas en tiempos revueltos: el llamado efecto de la verdad ilusoria, según el cual existe la tendencia a creer que una información es correcta si uno ha sido expuesta a ella en varias ocasiones.

El edificio de la Casa del Senado, centro administrativo de la Universidad de Londres y sede del Ministerio de Información británico, para el que trabajó Orwell, inspirando el Ministerio de la Verdad de “1984”

En las democracias modernas, que dependen de medios de comunicación para establecer una relación de control y transparencia entre las estructuras de poder y la sociedad, la ausencia de pensamiento crítico y de una aspiración a la veracidad abre la puerta a equiparar información legítima y propaganda.

Si queremos que una mentira se convierta en verdad a ojos de la audiencia, explica Emily Dreyfuss en Wired, basta con repetirla de manera machacona.

No recordamos hechos, sino el relato de éstos, hasta el punto de que fotos sacadas de contexto o trucadas, si son memorables y se convierten en meme (se hacen virales, en definitivas), sustituyen a lo realmente ocurrido en el imaginario.

Internet, cebo de clics y agitación propagandística

La verdad, al fin y al cabo, es compleja y requiere distintos resortes o puntos de medida, sobre los cuales uno sitúa o no el foco, pero el punto de vista y el perspectivismo no son equiparables a la mala fe que conduce a la deformación: la información falsa, o el propio efecto de la verdad ilusoria.

Desde el nacimiento de las relaciones públicas (gracias, entre otros, a Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud emigrado a Estados Unidos), tanto el marketing publicitario como la política han explotado esta limitación cognitiva humana, capaz de igualar repetición de un meme (en tanto que unidad mínima de transmisión cultural: sea una noticia, un rumor, una teoría conspirativa, etc.).

Richard Dawkins, autor de “El gen egoísta” e inspirador del evolucionismo cultural (memética)

Así, informaciones dudosas (tales como “Trump es un hombre de negocios de éxito y hecho a sí mismo” -ha padecido grandes reveses y depende de la ayuda de dinero de dudosa procedencia-; o “la violencia en Estados Unidos no para de crecer”, cuando ocurre exactamente lo contrario) se convierten en memes percibidos como “verdad”.

Esta realidad paralela, según la cual todos los inmigrantes ilegales mexicanos son delincuentes en potencia, todos los musulmanes de países elegidos por Trump (casualmente, donde ni él ni su entorno tienen intereses directos, y no en, por ejemplo, lugares que financian corrientes radicales como el salafismo) son terroristas en potencia, etc., crea una simulación que sustituye a la realidad, una cortina de humo que los usuarios de redes sociales reciben de manera personalizada.

El Ministerio de la Verdad

Y, como ocurre en los regímenes totalitarios, una vez la opinión pública percibe como real una emergencia impostada, los dirigentes pueden justificar actuaciones extraordinarias (por ejemplo, privar de derechos individuales en función de la procedencia o credo). El gobierno estadounidense invierte en mecanismos para frenar tendencias nacionales que, literalmente, no existen.

El mismo efecto de la verdad ilusoria explicaría por qué la negación repetitiva de un hecho fehaciente lo convierte en “sospechoso” o “falso”. Las teorías conspirativas se sirven de esta limitación cognitiva para difundir dudas sobre personajes públicos, fenómenos, acontecimientos, etc.

Según Lisa Fazio, psicóloga de la Universidad Vanderbilt, cuando procesamos una información por segunda vez, la evocamos y procesamos con mayor fluidez:

“Nuestro cerebro interpreta esa fluidez como un signo de que algo es cierto.”

Tanto si lo es como si no. El Ministerio de la Verdad de George Orwell nos visita.

Un momento propicio para hacer el bien

Como ocurre con el sesgo cognitivo, o efecto psicológico que distorsiona lo que percibimos hasta llegar a conclusiones que interpretan la realidad con mala fe, el efecto de la verdad ilusoria se puede combatir siendo conscientes de que existe.

Emily Dreyfuss en Wired:

“Si lees algo que simplemente parece correcto, pero no sabes por qué, ponte alerta. Investígalo. Comprueba los datos.”

Y, si eso parece demasiado trabajo, bromea Dreyfuss, bueno, uno siempre puede convencerse (por repetición, es decir, sirviéndose del efecto de la verdad ilusoria), de que los hechos fehacientes son divertidos. Son divertidos. Son divertidos. Son divertidos.

Evolucionismo cultural y el postmodernismo acelerado

El filósofo Daniel Dennett es un viejo conocido de Richard Dawkins; Dennett, que mantiene una gran influencia entre las personalidades veteranas de Silicon Valley, es consciente como pocos de los efectos del evolucionismo cultural (memética) que se deriva de su modelo evolutivo centrado en los genes.

En su último ensayo, From Bacteria to Bach and Back, Dennett examina la fragilidad de lo que llamamos civilización en un momento de profunda transformación tecnológica, y cuando abandonamos los métodos de progreso de la Ilustración (aprendizaje de procesos, experimentación, estadísticas), sustituyendo el pensamiento crítico y la información transparente por algoritmos cuyo complejo proceso escapa de la comprensión de sus propios diseñadores.

El filósofo racionalista estadounidense Daniel Dennett se muestra optimista ante el futuro

Según Dennett, el fenómeno Trump puede servir de toque de atención para público e instituciones funcionando en un contexto de descrédito, desconfianza mutua e inercia.

La mera existencia de una anomalía descomunal como Donald Trump y sus acólitos supone una prueba de fuego para, entre otros -dice Dennett- los propios senadores republicanos, que tienen ahora la oportunidad de “ser héroes sin arriesgar sus vidas”. Oponiéndose a los dejes totalitarios de alguien con tan pocos atributos loables y un entorno tan o más peligroso que él mismo.

¿Edad Media 2.0?

Para Daniel Dennett, el hecho de que el mundo “techie” hable hasta la saciedad de la singularidad tecnológica hace que nadie ponga el foco y los recursos sobre problemas más acuciantes, tales como la proliferación de la propaganda informativa personalizada y las herramientas tecnológicas que son auténticas cajas negras, ofreciendo resultados “populares” sin atender a cuestiones como la moralidad o la veracidad.

Según el filósofo racionalista estadounidense, apenas nos hemos asomado a los efectos potenciales de la inteligencia artificial (aprendizaje automático, big data, etc.), que ofrece resultados sin que comprendamos cómo, sacrificando cooperación humana y transparencia en el proceso.

Daniel Dennett en The Guardian:

“El riesgo real que afrontamos es que hemos perdido el respeto por la verdad y los hechos. La gente se ha dado cuenta de que es mucho más fácil destruir reputaciones por credibilidad que mantenerlas. No importa lo sólidos que sean tus datos, pues alguien puede hacer correr el rumor de que es información falsa. Nos adentramos en un período de oscuridad e incertidumbre epistemológica que no habíamos experimentado desde la Edad Media.”

Sociedades sin pensamiento crítico

Las instituciones que mantenían la necesariamente aburrida prosperidad de las democracias liberales más avanzadas desde la Ilustración padecen un ataque de legitimidad y las opciones que se presentan como antídoto muestran un rasgo común: atacan tanto estadísticas como información factual, además de declarar sin decoro alguno su aversión por cualquier conocimiento “experto”.

Y precisamente los procesos que, según Daniel Dennett, sacrificamos para obtener el resultado propio de servicios cuya estructura es, para el gran público y sus propios creadores, auténticas cajas negras, son los dos pilares sobre los que deberá sostenerse toda respuesta a la propaganda informativa y las noticias falsas: la cooperación humana y la transparencia.

Kryptonita falsa para una era de noticias falsas

Cooperación humana, transparencia y pensamiento crítico. Esta es la fórmula que otra personalidad “insider outsider” influyente en Silicon Valley, el fundador de Wikipedia Jimmy Wales, propone para evitar que la opinión pública occidental olvide la diferencia entre hecho fehaciente e información fabricada. Pensadores como Hannah Arendt o Karl Popper han equiparado el ataque al pensamiento crítico y a la información con aspiración de veracidad con el germen del totalitarismo.

Lecciones para Silicon Valley desde Wikipedia

Jimmy Wales, un discreto estadounidense afincado en Londres que prefirió convertir su enciclopedia electrónica en una entidad sin ánimo de lucro para que la ética (aspiración a la veracidad) pesara más que el utilitarismo (rendimiento económico) que dicta las normas en Silicon Valley, ha firmado en The Guardian un artículo donde recuerda que, si un medio descentralizado y que cualquiera puede consultar y editar como Wikipedia, puede integrar con éxito mecanismos de verificabilidad, los grandes gigantes de Internet también pueden hacerlo.

Hasta ahora, la excusa de Facebook y sus competidores se ha basado en constatar que ellos aportan la plataforma, pero no producen el mensaje. Tras los niveles de desinformación observados en los últimos tiempos, argumenta Wales, ha llegado el momento de fomentar la transparencia y el pensamiento crítico, atributos humanos y no presentes en los “algoritmos” expuestos hasta ahora como solución.

Jimmy Wales:

“En estos tiempos revueltos, necesitamos nuevas herramientas para distinguir lo verdadero de lo falso en el mundo digital. Muchas herramientas sociales y digitales tratan de solucionar el problema creando algoritmos que puedan identificar fuentes falsas, pero lo que falta en esta solución es el elemento humano.

(…)

“Lo que se necesita son soluciones humanas que se apoyen no sólo en robots de verificación de terceros, sino en el poder de la colaboración. Necesitamos que gente de todas las tendencias políticas ayude a identificar sitios falsos y a señalar información falsa. Deben desarrollarse nuevos sistemas para asistir a individuos y comunidades -ya se trate de voluntarios, asalariados o ambos.

“Para liberar este poder, necesitamos franqueza.”

La kryptonita de la información falsa

Jimmy Wales invita a los lectores de su artículo a tener en cuenta un experimento de colaboración, pensamiento crítico y un modelo entre altruista y comercial que ha dado frutos en el mundo tecnológico: el movimiento del software de código abierto.

Según el fundador de Wikipedia,

“Si existe una kryptonita para la información falsa, es la transparencia. Las plataformas tecnológicas pueden optar por mostrar más información sobre el contenido que la gente ve, y por qué lo ve. Es necesaria esta visibilidad porque arroja luz sobre el proceso y orígenes de la información y crea una estructura de responsabilidad.”

Si bien Internet ha amplificado el problema de la desinformación, su estructura descentralizada y participativa es, según Wales, el antídoto a cualquier esfuerzo por equiparar información falsa y verídica.

“La próxima vez que discutan con alguien en línea sobre algún tema controvertido, atente a los hechos con buenas fuentes, y préstate al diálogo abierto. Sobre todo, sé agradable. Puedes acabar siendo una pequeña parte del proceso en el cual el caos informativo se convierte en conocimiento.”

Y, de este modo, colaborando de manera abierta, concluye el fundador de Wikipedia, cada uno de nosotros ayudaría a arrinconar el fenómeno de la propaganda personalizada, la información tendenciosa o falsa, los bulos y teorías conspirativas.