La construcción con contenedores logísticos aumenta su notoriedad mediática al prometer el uso de habitáculos modulares con tamaño estándar, precio asequible, alta disponibilidad, aparente sostenibilidad y potencial para convertirse en una versátil pieza de construcción.
Su uso explica la globalización de bienes y servicios en las últimas décadas, pero la arquitectura es un sector muy distinto al logístico y su adaptación al mundo arquitectónico presenta ventajas, inconvenientes y retos.
(Vídeo de Kirsten Dirksen con un ejemplo ilustrativo de contenedores reconvertidos en oficina de bajo coste, en este caso una oficina arquitectónica con 2 contenedores dispuestos en “L”, con un coste de 1.800 dólares)
Pros y contras de edificios a base de contenedores logísticos
Entre las ventajas más citadas:
- fortaleza y durabilidad;
- modularidad;
- costes ajustados (producción centralizada y a gran escala);
- transporte (la logística mundial está diseñada para enviarlos a cualquier lugar, por apartado que esté, por tierra, mar o aire);
- disponibilidad;
- depositar y usar: los contenedores han sido diseñados para ser asidos y apilados de sus cuatro extremos, con lo que pueden instalarse y apilarse sin apenas cimientos ni superestructuras;
- mercado potencial para contenedores obsoletos o en desuso (salvando una media de 3.500 kilogramos de acero).
Entre sus inconvenientes:
- temperatura en el habitáculo (obliga a aislar el interior de la superficie de acero, que se calienta fácilmente);
- falta de flexibilidad más allá del reducido tamaño de cada unidad (crear mayores espacios sin barreras implica personalizaciones que requieren trabajo intensivo);
- condensación en climas húmedos;
- su manipulación requiere el uso de grúas;
- no son mencionados en los códigos de edificación, lo que dificulta y retarda los ya de por sí lentos y engorrosos trámites y permisos de construcción;
- los suelos de madera de muchos contenedores incluyen insecticidas y disolventes que garantizan su aceptación en países cuyas aduanas obligan a la cuarentena de visitantes y mercancías (por ejemplo, Australia); por lo que los revestimientos interiores de madera deberían eliminarse antes de su uso en construcción;
- hay contenedores que han transportado sustancias peligrosas, por lo que es crucial conocer el historial de un recipiente usado;
- si bien los laterales de un contenedor son extremadamente resistentes, no lo es su techo.
Su principal ventaja (modularidad, estandarización) es su principal inconveniente (habitáculo reducido)
Los contenedores estándar miden 2,44 metros (8 pies) de ancho por una altura entre 2,62 y 2,92 metros (entre 8 pies 9 pulgadas y 9 pies y 6 pulgadas), por un largo de 2,44 metros (8 pies), 3,05 metros (10 pies), 6,10 metros (20 pies), 12,19 metros (40 pies), 13,72 metros (45 pies), 14,63 metros (48 pies) o, en los contenedores más largos, 16,15 metros (53 pies).
(Imagen: oficina-contenedor que Steward Brand empleó durante la escritura de su ensayo How Buildings Learn -1994-)
Los expertos creen que la construcción con contenedores se popularizará sólo si su versatilidad, que parte de su uso global, permite una personalización económica y segura, que pueda reconocerse en los códigos de edificación, a menudo anticuados y dependientes de convenciones que a menudo han perdido su sentido original.
Los defensores de los contenedores logísticos comparan su uso en arquitectura con la libertad para edificar estructuras modulares con rapidez, o capacidad para crear una vivienda, habitáculo o edificio (viviendas, oficinas, etc.) combinando varias “cajas”, como si un contenedor equivaliera a una pieza LEGO.
Estética post-apocalíptica y mínimo común denominador de la construcción “LEGO”
El contenedor, mínimo común denominador habitable de un nuevo tipo de construcción con cierto aire “post-apocalíptico”, destacaría por su agilidad y transportabilidad, así como por la racionalidad que imprimiría a las estructuras modulares “ágiles”: un edificio erigido con contenedores seguiría un ideal de proporciones fácil de aplicar y modificar.
Existen ejemplos ancestrales equiparables al uso de piezas básicas como unidad de medida en habitáculos y edificios, tales como la unidad japonesa “ken”, que equivale a las medidas de un tatami y es todavía usado como ideal proporcional de una planta, donde la relación entre elementos basa su correlación en número de tatamis.
Los contenedores de acero pueden resistir estructuralmente varias veces su peso, al haber sido diseñados para su apilado y manipulado con grúas en buques, puertos y centros logísticos, así como remolques de camión y vagones de tren.
Tetris en la vida real: apilando contenedores
De hecho, su resistencia a la manipulación con grúa, el apilamiento, el salitre, los golpes o incluso el contacto con sustancias corrosivas explica la importancia del contenedor logístico para la expansión del comercio mundial: antes de la expansión de los contenedores, los costes de transporte consumían el 25% del valor de cualquier mercancía.
Ahora, debido a los efectos de las economías de escala sobre el transporte mundial, The Week estima que un suéter puede viajar ahora 3.000 millas (4.828 kilómetros) a un coste de 2,5 céntimos, y una lata de cerveza hace el mismo trayecto por 1 céntimo.
Los edificios basados en su uso partirían con la ventaja de su diseño estructural y manipulado estándar. Ello ha suscitado interés entre arquitectos y aficionados que quieren experimentar y erigir sus propias estructuras, a menudo adaptándolas a los códigos de edificación locales.
Cómo comprar un contenedor logístico
Si bien hay contenedores en prácticamente todo el mundo a un precio asequible, ¿es tan fácil adquirir un contenedor como parece?
De momento, no. No existe ningún servicio web que actúe como intermediario o ponga en contacto a propietarios de contenedores con compradores potenciales. De momento, el mercado de contenedores depende de grandes centrales de compra y empresas que adquieren grandes volúmenes de contenedores.
(Vídeo de Kirsten Dirksen con un ejemplo de vivienda moderna vacacional de contenedores en las montañas de Santa Cruz, California)
Pese a la ausencia de un mercado dinámico de venta y envío de contenedores a clientes finales, los interesados en usar estos recipientes para sus proyectos y experimentos arquitectónicos tienen dónde acudir: de momento, distribuidores tradicionales y propietarios de contenedores en desuso proporcionan la mayoría de las unidades para este mercado incipiente.
Winifred Bird repasa en Dwell las opciones existentes para adquirir un contenedor con fines constructivos: arquitectos, constructores aficionados y expertos en contenedores de todo el mundo debaten acerca de la mejor manera de adquirir contenedores.
Vendedores de contenedores
Lo primero que sorprende es la ausencia de puntos de venta, electrónica o física, a clientes finales, dato que confirma Barry Naef, director de la asociación ISBU, especializada en la construcción con unidades intermodales de acero.
Barry Naef recomienda acudir a la lista internacional de vendedores de contenedores al por mayor en el directorio de recursos Eco Green Sources, donde aparecen enlaces a proveedores en Estados Unidos (las Carolinas, Nueva Jersey, California), Reino Unido, España (en Zaragoza), Alemania, Italia, Chile, México y Tailandia.
Además de los distribuidores directos al por mayor, existen otras opciones de ámbito local: en Zambia, una ONG que aporta bienes a la zona dona sus contenedores al arquitecto japonés Mikiko Endo, encargado de reconvertirlos; y en Israel, el arquitecto Galit Golany ha obtenido contenedores para sus proyectos de una constructora de unidades prefabricadas; otros arquitectos y aficionados se han decantado por comprar contenedores ya modificados por terceros para construcción.
Empresas de personalización de contenedores
Quienes tienen ideas para diseños con contenedores pero carecen de herramientas y recursos para modificarlos pueden obtener contenedores adaptados a proyectos arquitectónicos a través de firmas como Meka, con sede en Toronto (Canadá); o la firma Silhouette Spice, de Tokio (Japón).
El coste de modificaciones como las ofrecidas por Meka o Silhouette Spice se relativiza gracias al transporte barato y global de cualquier estructura basada en un contenedor.
Expertos como el arquitecto de Houston Christopher Robertson recomiendan contenedores de un mismo tipo y marca para evitar inconveniencias en el encaje de varios contenedores; Robertson cree que los conocidos como High Cubes (HQ) se adaptan mejor que el resto a la construcción, debido a su mayor altura (2,92 metros, o 9 pies y 6 pulgadas), y su diseño alargado: 6,10 metros (20 pies) o 12,19 metros (40 pies).
Un inconveniente de los contenedores más alargados (son más comunes los modelos de 20 y 40 pies, pero hay unidades de 16,15 metros (53 pies), es el mayor coste de transporte a medida que se incrementa la envergadura, sobre todo si se trata de largas o complicadas travesías (por ejemplo, viajes intercontinentales que requieren, además, el transporte por carretera en destino a localizaciones de difícil acceso).
La dificultad de crear espacios diáfanos con contenedores
La construcción con contenedores se ha aliado con Internet y los cazadores de tendencias, que consideran la opción una alternativa sostenible a métodos modulares que requieren edificar desde cero; pero los contenedores logísticos incluyen a menudo revestimientos contra la abrasión con productos químicos de alta toxicidad, mientras el ahorro energético y de recursos obtenido con la reutilización de los recipientes a menudo no tiene en cuenta la energía dedicada a su adaptación.
(Vídeo de Kirsten Dirksen sobre las posibilidades de los contenedores como vivienda de bajo coste para jóvenes en áreas especialmente caras y apetecibles)
Según Brian Pagnotta, el contenedor medio produce cerca de 500 kilogramos de residuos tóxicos antes de poder utilizarse como estructura, además del coste económico y energético de transportar el contenedor al lugar de la construcción.
Las dimensiones rígidas y la posible toxicidad de los materiales y residuos en los contenedores son los principales retos a los que se enfrenta cualquier proyecto de conversión en espacio habitable: si bien el largo varía desde los insuficientes 2,44 metros hasta los 16,15 metros, la anchura y altura estructurales son rígidas.
Ello obliga a unir varios contenedores y eliminar sus paredes si se quieren obtener anchuras que superen los 2,44 metros, o alturas superiores a los 2,62 o 2,92 metros, en función del modelo.
Refugios al instante
Asimismo, anchura y altura quedan limitadas por las capas de aislamiento para proteger la temperatura interior del efecto conductivo del acero, especialmente eficiente transmitiendo calor. Para lograr espacios con un tamaño adecuado, alertan los críticos, hay que combinar varios recipientes, lo que requiere energía y mano de obra.
Brian Pagnota expone en ArchDaily que es más económico y requiere menos energía erigir una estructura similar de madera en el sitio donde va a ser utilizada.
Por el contrario, “las viviendas de contenedores tienen sentido cuando los recursos son escasos, abundan los contenedores y se tiene la necesidad perentoria de refugio”.
Versatilidad
Pese a los retos derivados de la rigidez del tamaño, conductividad del acero, posibles sustancias tóxicas en revestimientos y coste energético y laboral de las adaptaciones, la construcción con contenedores supera su nicho tradicional como cobertizos en instalaciones portuarias, militares, industriales, humanitarias y de construcción, y se adentra en la arquitectura residencial con proyectos de distinta naturaleza y dimensiones:
- casas y oficinas pequeñas y minimalistas, a menudo erigidas en uno o a lo sumo dos contenedores;
- viviendas unifamiliares que combinan varios contenedores apilados en distintos niveles y disposiciones, a menudo en torno a patios interiores o secciones en voladizo (aprovechando la resistencia estructural de los recipientes de acero);
- edificios de apartamentos, con varias plantas y sin apenas estructura adicional, debido a la resistencia de los contenedores;
- proyectos experimentales que aprovechan la resistencia, modularidad y transportabilidad de los contenedores para crear talleres (artesanía, impresión 3D, etc.) o habitáculos móviles: desde habitaciones o viviendas móviles hasta propuestas de hoteles sobre vagones desplazándose por vías en recorridos pintorescos, o infraestructuras tales como bibliotecas móviles en vagones de tren para asistir zonas aisladas.
Estrategias de compra: primar precio, estado o personalización
La construcción con contenedores presenta ventajas, pero el arquitecto Christopher Robertson alerta sobre la idea preconcebida de que el coste es una de las más decisivas: “existe el gran equívoco de que construir con contenedores es absurdamente económico. Desafortunadamente, ello no es cierto en absoluto”.
Si, una vez sopesadas las principales ventajas e inconvenientes, se pretende construir con una o varias unidades intermodales, los expertos aconsejan informarse no sólo sobre el estado actual del contenedor usado, sino sobre su historial, sustancias empleadas en revestimientos y sustancias transportadas.
Cuando se opta por contenedores usados, hay diferencias abismales entre contenedores apenas usados (los “one-trippers”) y los empleados a fondo durante una década, lo que repercute sobre niveles de óxido y seriedad de las abolladuras y deformaciones acumuladas.
Existen varias estrategias de compra:
- priorizar el coste (lo que aumenta la edad y reduce el nivel de conservación);
- optar por dimensiones más adaptables a la construcción, tales como los High Cube de mayor altura para que, una vez instalado el aislamiento, el habitáculo no resulte claustrofóbico;
- decantarse por contenedores en buen estado o incluso sin usar (lo que aumentaría el precio);
- recurrir a empresas que adaptan contenedores a proyectos arquitectónicos personalizados, tales como las mencionadas Meka y Silhouette Spice (mayor coste).
Cómo aprenden los edificios
Stewart Brand, fundador de Whole Earth Catalog y de The Long Now Foundation, convirtió un contenedor en oficina para incluir los detalles del proceso en su ensayo How Buildings Learn, publicado en 1994 y convertido en serie televisiva por BBC en 1997.
(Vídeo de Kirsten Dirksen con el mayor edificio de oficinas de Estados Unidos erigido exclusivamente en contenedores logísticos)
Desde entonces, arquitectos y aficionados han experimentado con estructuras de todo tipo y tamaño, desde las microcasas y microoficinas de un solo contenedor a la mayor estructura hasta el momento erigida con contenedores: los dormitorios universitarios en Ámsterdam de Tempohousing, que acumula 1.000 unidades.
Sea como fuere, los contenedores se consolidan como unidad “LEGO” en construcción modular y sus usos diversos confirman su versatilidad:
- viviendas económicas y transportables;
- refugios durante emergencias y acontecimientos de clima extremo, tanto para personas como para animales;
- alojamiento y formación académica, médica, militar, etc.
- apoyo humanitario;
- barracones escolares;
- oficinas y estudios;
- talleres y centros de impresión 3D/CNC;
- estaciones de comunicación móviles;
- duchas, dormitorios y aseos móviles;
- hoteles y hospedaje en lugares remotos;
- etc.
Contenedores como oficinas de bajo coste
A propósito de la curiosidad suscitada por su idea de instalar una oficina en un contenedor como método preparatorio para How Buildings Learn, Stewart Brand explicaba en 1994:
“La gente preguntaba: ‘¿Cómo puedes soportar estar ahí sin ventanas’. Todo lo que les podía decir era: ‘Una librería no necesita ventanas. Una librería es una ventana’”.
Junto a su vivienda en un bote de Sausalito, había un centro de almacenaje y logística con 30 contenedores logísticos. Brand alquiló 2 de ellos por 250 dólares mensuales cada uno. Usó uno de ellos como almacenaje, mientras el otro se convirtió en la oficina sin ventanas de la que habla en el ensayo.
(Vídeo de Kirsten Dirksen con contenedores aplicados a un edificio residencial con varios apartamentos en New Haven, Connecticut)
“Mi librería de investigación era un contenedor (…). Adquirí una unidad de acero de 8 por 8 por 40 pies por 250 dólares mensuales y dediqué otros 1.000 a acondicionarlo con pintura blanca, moqueta económica, iluminación, un viejo sofá y contrachapado para mostradores de trabajo y estantes”.
Para Brand, funcionó a la perfección: “Entrar allí era acceder al libro en preparación: todas las notas, cintas, tarjetas indexadas, fotos, negativos, revistas, artículos, 450 libros, y otros recortes de la investigación dispuestos por capítulos o almacenados con cuidado”.
De construcción arrabalera a tendencia
20 años después, los primeros experimentos de Stewart Brand con contenedores logísticos como habitáculo conservan todo su sentido, si bien la investigación bibliográfica, periodística y audiovisual se ha digitalizado.
Razón de más para comprobar la habitabilidad y potencial introspectivo de unos habitáculos de acero concebidos para el transporte de mercancías.
Quizá, el futuro de la globalización depare sorpresas, como la reutilización del símbolo mismo del transporte sin fronteras en unidades constructivas que a menudo buscan la autosuficiencia, tanto energética como conceptual.
Eso sí, Stewart Brand quizá se equivocó al catalogar el concepto constructivo basado en habitáculos baratos, prácticos y fáciles de cambiar como “low road buildings”, o espacios arrabaleros. Los edificios con contenedores ganan enteros en el entorno “maker”.
Y la cultura “maker” actual no se entendería sin las aportaciones del propio Brand y su Whole Earth Catalog.