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Consejos para ahorrar sin renunciar a nada

En plena crisis económica, ser respetuoso con el medio ambiente puede significar ahorro en el presupuesto doméstico. He aquí­ algunos consejos para ahorrar cientos de euros al año.

En medio de una crisis financiera mundial, el medio ambiente parece ir retrocediendo en la lista de prioridades de ciudadanos y gobiernos, al imponerse una mayor ortodoxia económica en los presupuestos familiares.

Pero es precisamente la necesidad de reducir costes la razón por la que ahora tiene más sentido que nunca seguir un estilo de vida ecológico: reducir las emisiones de uno mismo puede repercutir sobre nuestro bolsillo en forma de gran ahorro.

Según el experto en economía David Bach, el autor del libro Go Green, Live Rich, reducir nuestros residuos y nuestros gastos pueden ir de la mano, y los beneficios tanto para nosotros como para el planeta son tan generosos como cuantificables:

  • De 500 dólares (390 euros) a 2.500 dólares (1.950 euros) de ahorro anuales si los amantes del agua embotellada prescinden de su consumo. “Para beber la cantidad recomendada de agua (de 8 a 12 tazas al día), uno gastaría alrededor de 2.500 dólares al año en Aquafina [una popular marca de agua embotellada en Estados Unidos]. ¿El coste de la misma cantidad de agua anual si proviene del grifo? Un dólar”. (Para más información sobre el daño medioambiental del agua embotellada, ver artículo Una selecta agua corriente).
  • 1.413 dólares (880 euros) si uno opta por dejar de recibir correo comercial y correo por catálogo (más habitual y cuantioso en Estados Unidos que en España y en el resto de Europa). Es posible ahorrar el equivalente a 40 libras (18 kilogramos) de catálogos al año (la cantidad recibida por el norteamericano medio), y evitar el innecesario gasto de 1.413 dólares en compras anuales a través de este método.
  • De 2.080 dólares (1.296 euros) a 3.120 dólares (1.944 euros) por evitar la comida por encargo o de menú y rescatar la fiambrera. Se puede ahorrar en envoltorios de plástico (poliestireno extruido y otros materiales más fáciles de producir que de desechar), así como el gasto diario en este tipo de comida (de 8 a 12 dólares al día, una suma superior en el centro de las grandes ciudades españolas).

Obama como ahorrador concienciado

Cualquier acción cotidiana que suponga un modo de ahorro puede ayudar a reducir gastos al final del año.

Una familia estadounidense, que se auto-define como frugal y concienciada con la economía diaria asegura haber reducido sus gastos hasta conseguir vivir con un presupuesto combinado de 4.303.84 dólares (2.682,15 euros).

Cabe añadir que esta familia había pagado totalmente su casa y obtenía buena parte de sus alimentos de su cultivo en el huerto casero.

Si bien la mayoría de nosotros no podría lograr vivir con un presupuesto tan reducido, hay mucho terreno para ahorrar desde cientos a miles de euros del presupuesto doméstico anual.

No se necesitan demasiados sacrificios para convertirse en una persona con una conciencia ecológica y frugal de la economía del hogar. Barack Obama ha aparecido en todas las listas de los personajes públicos mejor vestidos que se han publicado en los últimos tiempos.

Pese a ello, Obama ha afirmado que raramente compra ropa nueva y prefiere hacer que las cosas duren. “Yo básicamente… Compro cinco modelos idénticos del mismo traje, e intento conservarlos y remendarlos para poder llevarlos repetidamente”. A pesar de estas reparaciones, la revista Esquire -a la vez que lo nombraba uno de los hombres mejor vestidos del mundo- calificó sus trajes de “finamente cortados“.

Consejos para ahorradores “light” y ahorradores “hardcore”

En este informe, vamos a explicar cómo reducir y reutilizar los recursos disponibles en la vida diaria para, a la vez, reducir nuestra huella de carbono y reducir nuestro presupuesto.

Existen numerosas opciones, desde emprender pequeñas acciones tales como optar por una dieta vegetariana una vez a la semana, hasta visitar a los amigos y familiares en bicicleta o transporte público.

O uno puede, en palabras del reconocido escritor norteamericano Michael Pollan, apostar por un cambio más profundo (“hardcore”) y “… empezar a ir al trabajo en bicicleta, cultivar un gran huerto, bajar el termostato de la calefacción hasta que sea necesario llevar un suéter, desterrar la secadora automática y volver al tendedero al aire libre… deshágase de la carne de vacuno y compre totalmente local”.

Cuán concienciado uno quiere estar o cuánto se quiere o necesita ahorrar, son factores que dependen de uno mismo.

Transporte

Conducir a diario el propio coche para acudir al trabajo no sólo es uno de los principales causantes de la contaminación atmosférica en las ciudades y de la emisión de gases contaminantes que contribuyen al cambio climático.

Asociación Automovilística de Estados Unidos (AAA) calcula que conducir en este país cuesta de media -en combustible, mantenimiento rutinario, ruedas, seguro, licencia de conducción, seguro, préstamo para la compra y costes de depreciación- 9.369 dólares (7.306 euros) anuales para un modelo sedán medio.

Conducir menos tiene sus obvios beneficios para el planeta (menos emisiones de gases con efecto invernadero) y para la economía familiar, especialmente cuando el precio de los carburantes supera holgadamente la media de los últimos años, pese a la reciente bajada relativa del precio del barril de petróleo.

1) Cambiarse a las 2 ruedas… Para trayectos cercanos a casa

a) Para trayectos inferiores a las 2 millas (6,5 kilómetros), la bicicleta es un excelente medio de transporte. En Estados Unidos, el 40% de los trayectos urbanos tienen 2 millas o una distancia menor. Uno puede empezar realizando esos trayectos rutinarios a la tienda o el gimnasio en bicicleta. Al fin y al cabo, son los trayectos cortos -el iniciar la marcha para pararla a continuación, usando el embrague más de lo deseado- los que obligan a consumir más carburante.

Uno puede establecer un mapa de los alrededores para asegurarse de usar los trayectos más seguros, agradables, o rápidos. Con antelación a montarse en la bici, es recomendable planear la ruta que se quiere llevar a cabo. Es posible planearlos al detalle usando aplicaciones de cartografía en línea (Google Maps, Yahoo! Maps, Microsoft Live Maps) o aplicaciones como Google Earth o Microsoft Virtual Earth (de descarga gratuita).

Ahorro anual: 789,86 dólares (612,46 euros), cifra que surge de multiplicar 4 millas (2 por la ida y 2 por la vuelta) por 365 días, lo que supone 1.450 millas (2.350 kilómetros) al año, que tienen un coste, de realizarse en coche de 54,1 céntimos por milla (según las estimaciones de AAA).

b) Para quienes se atrevan con un reto algo más comprometedor, miles de personas realizan ya el trayecto que les separa de sus trabajos (en ocasiones decenas de kilómetros) en bicicleta. En ciudades como Barcelona, París o Lión se han instalado con éxito sistemas de alquiler público de bicicletas, que miles de personas usan a diario, a menudo en conjunción con otros medios de transporte, como el tren o el metro.

Los estudios muestran, además, que incluso en Estados Unidos, con una estructura urbana mucho más difusa y extendida geográficamente que la europea, la mitad de los ciudadanos tienen el trabajo a 5 millas (8 kilómetros) o menos.

No es necesario tomarse este reto como un todo o nada. Uno puede simplemente optar por ir al trabajo en bicicleta en una o dos veces a la semana. O hacerlo sólo cuando el buen tiempo haga la experiencia agradable.

Quienes apuesten por invertir en la compra de un modelo de bicicleta plegable pensado para este tipo de trayectos, pueden echar un vistazo al artículo Bicicletas para usar a diario.

Ahorros anuales: 1.352 dólares (10 millas -16 kilómetros-, 5 por la ida y 5 por la vuelta, multiplicadas por 250 días laborables, equivalen a 2.500 kilómetros, a un coste, usando coche, de 54,1 céntimos de dólar por milla).

2) Pasar del vehículo híbrido (por ahora) y mejorar la eficiencia del coche actual en consumo de combustible

Si usted tiene que conducir, puede mejorar la eficiencia de su coche simplemente cambiando la manera de conducir.

a) Conduzca más lentamente, para alargar el uso de combustible. “En un típico modelo sedán familiar, cada 10 millas -16 kilómetros- que se conducen a más de 60 millas por hora -100 km/h-, es como si el precio de la gasolina se incrementara en 54 céntimos por galón (3,9 litros).

b) Conduzca de un modo menos brusco y aprovechando la inercia del vehículo (en inglés se ha bautizado este método de ahorro como “hypermiling“).

El término ha obtenido últimamente mucha atención a medida que los conductores, particularmente los propietarios de vehículos como el Toyota Prius o el Smart, han reducido su consumo de carburante simplemente adaptando el modo de conducción. (Ver vídeo sobre “Hypermiling” para principiantes).

He aquí algunos trucos básicos para aumentar la eficiencia en el consumo de cualquier coche:

  • Evitar las excesivas revoluciones, a través de un cambio que apure menos las marchas. Cambiar de marcha a las 2.500 rpm (revoluciones por minuto) en vehículos de gasolina, y hacerlo a 2.000 rpm en modelos diésel. Un coche circulando a 60 km/h en la tercera marcha usa un 25% más de carburante que circulando a la misma velocidad con la cuarta marcha.
  • Circular a una velocidad constante: intentar usar una aceleración suave y limitar al máximo el uso del freno. Es fácil reducir la velocidad a través de la reducción de las marchas. Especialmente crítico en los trayectos urbanos.
  • Mantenimiento: basta con inflar adecuadamente los neumáticos y revisar su presión, así como un mantenimiento íntegro y periódico (cambio de aceite, etcétera).
  • Evitar al máximo la carga de aparatos (móvil, iPod, etc.) en el coche.
  • Conducir con las ventanas subidas y evitar conducir todo el año con el portaequipaje en el techo del automóvil (provoca una elevada resistencia al avance y aumenta drásticamente el consumo de carburante).

3) Compartir coche (“carsharing” y “carpooling“)

a) Servicios para compartir coche: en lugar de poseer un automóvil (con lo que supone de desembolso anual, mantenimiento, seguro, pérdida de valor relativo, necesidad de renovación), en los últimos tiempos han aparecido servicios que permiten compartirlo.

El usuario paga por hora de uso, además de una cuota anual por el empleo del servicio. Para obtener más información sobre su funcionamiento, ver vídeo sobre Flexcar/Zipcar en Seattle.

Debido a que el usuario paga sólo cuando necesita el coche (lo que le da a uno la ventaja añadida de conducir un vehículo todoterreno cuando verdaderamente es necesario, o un Smart cuando lo que uno desea es moverse rápido por la ciudad y aparcar sin problemas), el ahorro es sustancial:

  • 8.769 dólares (6.769 euros) al año, según las cifras de AAA que muestran cómo los miembros de servicios para compartir coche gastan, de media, 600 dólares (463 euros) al año, mientras los propietarios desembolsan de media anual 9.369 dólares (7.232 euros).
  • 5.232 dólares (4.039 euros) anuales, según una encuesta de Zipcar a sus miembros.

Los beneficios para el medio ambiente: Zipcar estima que por cada coche compartido, 15 coches desaparecen de la carretera. Según el estudio, el 57% de los nuevos miembros de servicios de carsharing en Suiza condujeron menos, un dato que se sitúa en el 50% en Alemania.

b) Comparte tu propio coche (método para reducir gastos y aprovechar el habitáculo, generalmente vacío, del coche, conocido como “carpooling”).

Existe un número cada vez mayor de sitios web que ayudan a crear trayectos compartidos. Algunos ofrecen servicios anónimos para el trayecto elegido por el usuario (como el sitio estadounidense rideshareoptimizer.com y mycasualcarpool.com), mientras otros organizan lugares de encuentro y recogida en función de la demanda.

Ahorro anual: hasta 3.000 dólares (2.320 euros), según ABC News. Basta con usar la calculadora para realizar un cálculo personalizado, en función de la naturaleza del trayecto y el número de personas que compartirán vehículo.

Comida

  • “Sea lo que sea lo que nos haya gustado sobre la era de la comida barata, basada en el petróleo, ésta llega a su fin. Incluso si estábamos dispuestos a continuar pagando su elevado precio medioambiental o sobre la salud, no vamos a tener la energía barata (o el agua) requeridas para mantener el sistema en funcionamiento, ni mucho menos ampliar la producción. Pero, como ocurre a menudo, una crisis ofrece una oportunidad para la reforma, y la actual crisis alimentaria presenta oportunidades que deben aprovecharse”.

    Michael Pollan, escritor (autor de The Omnivore’s Dilemma) y académico.

4) Hacerse vegetariano, flexitariano… O simplemente reducir el consumo de carne roja y productos lácteos.

Las verduras y hortalizas son, de media, más baratas que la carne. Según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), el precio medio ponderado de todas las hortalizas frescas fue de 0,64 céntimos de dólar (medio euro) por cada libra (450 gramos).

Sería complicado encontrar alguna carne más barata. Y las legumbres, especialmente ricas en proteínas, cuando son compradas secas, son también más económicas que cualquier carne.

Ahorro medioambiental: optar por una dieta vegetariana es el equivalente a conducir 8.000 millas (12.800 kilómetros) menos al año. Según un informe encargado por la ONU, el sector ganadero mundial genera más emisiones de gases con efecto invernadero que el transporte.

No es habitual imaginar que la carne esté al mismo nivel, como agente provocador del cambio climático, que otros males medioambientales más convencionales, tales como los coches viejos que emiten grandes cantidades de humo, pero la cantidad de carne que el mundo produce y consume -2 veces más que hace 4 décadas- está afectando directamente al planeta. Para más información sobre este punto, visitar el blog Similitudes entre un todoterreno y un chuletón de ternera.

Optar por una dieta parcial o totalmente vegetariana puede parecer un poco intimidante, pero no es necesario jugar al todo o nada. Uno puede considerar, por ejemplo, la opción flexitariana: suprimir la carne cuando sea posible.

La familia faircompanies ha realizado algo similar (ver vídeo) y ello ha reducido nuestro gasto en abastos en alrededor de un tercio. Pese al cambio, evitamos sustitutos sofisticados y caros de la carne (salchichas de soja, hamburguesas vegetarianas, etcétera), a la vez que compramos sobre todo legumbres y arroz, mientras usamos tofu como sustituto de la carne.

(Nota: una buena solución es comprar el arroz y las legumbres -secas- a granel, a la manera de las antiguas bodegas y casas de abastos; de este modo, se ahorra dinero y se evitan envoltorios innecesarios).

Incluso si uno no deja del todo la carne, sustituir la carne roja y los derivados lácteos por pollo, pescado y verduras podría reducir las emisiones de gases con efecto invernadero equivalentes a conducir 1.000 millas (1.600 kilómetros) al año. Dado el precio de la carne roja y los derivados de la leche, este cambio puede también reducir considerablemente el presupuesto en abastos.

Beneficios para la salud: disminuir drásticamente el consumo de carne puede ayudar a prevenir enfermedades del corazón, derrames cerebrales y cáncer, y evitar el mal trago y el coste económico de complicados tratamientos médicos.

5) No desperdiciar comida, recortando en un tercio el presupuesto en alimentos

Los consumidores británicos tiran un tercio de la comida que compran, el equivalente a 6,7 millones de toneladas anuales. A diario, se desechan 4,4 millones de manzanas y 1 millón de lonchas de jamón. El 15% de la comida que los norteamericanos desechan nunca fue abierta y todavía no había caducado. Para más información, visitar la entrada de blog Glean your plate, por Kirsten Dirksen.

Los costes medioambientales -combustibles fósiles para fertilizantes, plaguicidas, transporte y tractores, además de agua- son enormes. Si los ciudadanos británicos dejaran de tirar comida en buen estado, ello equivaldría a quitar de la carretera de 1 a 5 coches, por cada ciudadano.

Ahorros anuales: 610 libras (776 euros) para la familia británica media; 600 dólares (466 euros) para la familia norteamericana media (en precios de 2004 para carne, fruta, verdura y cereales).

Consejos para comprar más con menos dinero y suprimir los residuos innecesarios:

  • Planificar con antelación: crear menús y realizar listas de la compra en consecuencia.
  • Inventario: conocer en todo momento qué hay en la nevera y la despensa y cuánto es necesario comprar.
  • Comprender las fechas de los alimentos (cortesía de la campaña alimentaria británica Love Food Hate Waste -ama los alimentos, odia los residuos-):
    – Consumir hasta: no comer productos superada esta fecha y seguir las instrucciones de almacenamiento. Sin embargo, comprobar si los alimentos pueden ser congelados, para evitar desecharlos.
    – Consumir preferentemente antes de: fechas que se refieren a la calidad, en lugar de la seguridad de su consumo. Alimentos con una fecha de consumo preferente deberían ser más seguros para consumir más allá de la fecha de preferencia, aunque hayan dejado de tener sus propiedades óptimas para el consumo. Una excepción: los huevos. Nunca consumirlos después de la fecha de consumo preferente.
  • Evitar el envejecimiento prematuro de los alimentos: muchos alimentos pueden ser simplemente refrigerados o congelados para alargar su conservación.

Ropa

La sociedad actual compra y descarta enormes cantidades de ropa. El norteamericano medio, por ejemplo, se deshace anualmente de 68 libras (30 kilogramos) de ropa. En 1997, las mujeres británicas compraron de media 19 prendas de ropa al año, mientras en 2007 esta cifra había aumentado hasta 34.

Como Mathilda Lee, editora de The Ecologist y autora del libro Eco Chic, explicaba a faircompanies: “Dos millones de toneladas de ropa se compran cada año [en el Reino Unido], cerca de tres cuartas partes de las cuales acaban en el vertedero cada año. Tenemos un gran problema de malgasto y consumo excesivo, cuando la gente lleva viste ropa sólo un par de veces antes de descatarla”.

6) Realizar la promesa de no comprar ropa… Por 2/4/6 meses

Una de las maneras más sencillas de acabar con el hábito de comprar frívolamente es hacerlo de sopetón -al menos, temporalmente-. En los últimos dos años, compradores de todo el mundo han dejado de comprar ropa nueva y, en su lugar, compran prendas de segunda mano o modifican la ropa de su propio armario: camisetas interiores que se convierten en ropa interior, pantalones de chándal que se vuelven faldas y camisas abotonadas de hombre que dan lugar a un vestido de novia. Para más información, visitar nuestro artículo sobre cómo rediseñar ropa.

Evitar la compra de ropa nueva no sólo reduce los productos químicos y la cantidad de productos desechados relacionados con la confección, sino que se puede traducir también en ingentes ahorros. La familia norteamericana media gasta 1.874 dólares (1.467 euros) anuales en ropa, de modo que a mayor número de meses que uno se conciencie en no comprar ropa, mayor será el ahorro.

Cómo conseguir ropa novedosa y de calidad sin comprar ropa nueva:

  • Comprar ropa de segunda mano en tiendas especializadas, ventas callejeras, o en sitios de Internet tales como eBay, portales de anuncios clasificados, etcétera.
  • Organiza una fiesta de intercambio de ropa para intercambiar las prendas no deseadas con los amigos.
  • Vuelve a confeccionar ropa vieja. Puede encontrarse inspiración en recursos como el blog The wardrobe refashion (el rediseño del ropero).

7) Si vas a comprar, adopta una aptitud “Slow Fashion”

La llamada Slow Fashion (ropa lenta), un concepto relacionado con el más amplio movimiento Slow Food, de Carlo Petrini, es una corriente de la industria centrada en primar la calidad por encima de la cantidad y la estandarización sin personalidad.

En lugar de simplemente destinar grandes sumas de dinero al impulso de comprar, es posible tomarse el tiempo necesario para comprar lo que realmente se necesita. Para evitar cometer errores:

  • Conocer con la mayor profundidad posible nuestra “marca de ADN”: qué prendas de ropa nos sientan mejor y con cuáles nos sentimos más cómodos, y no sólo lo que está de moda o lo que capte nuestra atención en una tienda.
  • Antes de comprar, estudiar nuestro armario para determinar lo que necesitamos y qué prendas se complementan mejor con nuestro fondo de ropa.

Para más información sobre la actitud Slow Fashion, leer la entrada del blog de Kirsten Dirksen Slow shopping in Italy, France & Spain: investigating soignée, la bella figura and seny i rauxa.

Hogar

  • “Todos nosotros debemos aprender a gastar menos energía, a través de acciones tan sencillas como mantener los termostatos. Por ejemplo, si mantuviéramos el hogar a una temperatura de 18 grados celsius durante día y 13 durante la noche, sería posible ahorrar la mitad del consumo actual de gas natural”.

    Jimmy Carter, 1977.

8) Reduce tu control sobre la temperatura ambiental… Y en lugar de ello vestirse un suéter (o un pijama)

Calentar y enfriar consume alrededor del 45% de la energía del hogar. En lugar de ajustar constantemente la temperatura del hogar con la llegada de las distintas estaciones, es más sencillo y conveniente adaptar nuestro vestuario a la temperatura ambiente.

  • Bajar la calefacción: por cada grado que se reduce el termostato, se ahorra entre un 1% un 3% de la factura energética. Dormir en invierno con el pijama y la ropa de cama adecuada puede aumentar hasta 4 grados el calor que siente nuestro cuerpo.
  • Usar ventiladores cuando sea necesario, y evitar el uso de aire acondicionado (o reducir nuestra dependencia con respecto de éste): incluso con el aire acondicionado encendido, los ventiladores ayudan a distribuir el aire fresco de un modo más eficiente.
  • Programar el termostato (si no se cuenta con uno, su precio oscila entre los 20 y los 100 euros. Habrás amortizado su compra en menos de una año), para evitar el gasto de energía cuando duermas o no haya nadie en casa.

9) Detectar y deshacerse de los aparatos que más energía gasten

Conocer cuánto dinero estamos gastando cada mes (para ello hay que leer la factura eléctrica) nos ayudará a identificar el derroche. Una nueva generación de aparatos para medir el consumo eléctrico ayudan a detectar qué puntos de la red tienen un gasto excesivo (ver artículo Aparatos para ahorrar electricidad).

Pero no es necesario comprar un aparato más para medir nuestro gasto, sino estudiar con detenimiento algunas zonas del hogar:

  • El calentador de agua: bajar el termostato y apagar el equipo cuando la ausencia sea prolongada puede ahorrar decenas de euros al año. Reducir la temperatura permite ahorrar 25 dólares (20 euros) si se trata de un calentador de gas; y 55 dólares anuales (43 euros) si es eléctrico.
  • Refrigerador: asegúrese de que no está en la luz directa del sol o al lado de la estufa o lavavajillas.
  • Lavadora: usar agua fría para lavar la ropa. La fricción hace la mayor parte del trabajo de limpieza, no el calor.
  • Secadora: es el segundo electrodoméstico que necesita más energía para funcionar (tras la nevera). Sustituir el aparato por el tendedor tradicional supone ahorrar 70 dólares anuales (55 euros). Ver artículo Clothesline Wars o la entrada de blog A place called the line.
  • Secar los platos con aire, en lugar de activar el ciclo de secado del lavavajillas.
  • Reemplazar las bombillas incandescentes por fluorescentes compactos.
  • Apagar el ordenador cuando no esté en uso.
  • Enchufar los distintos aparatos electrónicos en ladrones con varias salidas eléctricas y un único interruptor de encendido, de modo que sea sencillo apagar y encender el conjunto de aparatos electrónicos del salón y el resto de estancias. De este modo, se evita el denominado consumo eléctrico fantasma. Otra opción consiste en desenchufar aparatos que no estén en uso.

10) Abogar por un entorno diseñado para la eficiencia energética

Según el Departamento de Energía de Estados Unidos: “Sólo tres árboles, convenientemente emplazados alrededor de una casa, pueden ahorrar entre 100 dólares (78 euros) y 250 dólares (195 euros) en costes de refrigeración y calefacción”. La inversión es mínima si uno está dispuesto a esperan a que crezcan: es posible comprar árboles de sombra por menos de 10 euros la pieza.

Ver crecer un árbol, junto a uno mismo y a la familia, es toda una experiencia, como lo es ayudar a su crecimiento, a través de la poda de sus ramas.

11) Los estadounidenses gastan 509 dólares (398 euros) de promedio por productos de limpieza, poniendo en riesgo el medio ambiente y su propia salud. Los productos de limpieza con componentes químicos no sólo contaminan los acuíferos y la vida animal, sino también degradan la calidad del aire y pueden causar cáncer, asma y otros problemas respiratorios, así como irritaciones cutáneas.

  • Crea tu propio producto de limpieza: con algunos elementos básicos como el jabón de aceite vegetal (denominado “jabón de Castilla” en el mundo anglosajón, al comercializarse en la Edad Media jabón del Reino de Castilla realizado a partir de aceite de oliva en toda Europa), bicarbonato de sodio, sal, vinagre, aceite y limón, es posible limpiar toda la casa. Ver artículo Productos de limpieza ecológicos, así como el vídeo que muestra el uso de bicarbonato, vinagre y limón como productos de limpieza. Es posible incluso lavarse el pelo y los dientes con bicarbonato.
  • Usa menos jabón: cualquiera puede sorprenderse al averiguar la poca cantidad necesaria para limpiar de un productos de limpieza convencional dado. Sólo se necesita una cuchara de jabón para lavar una vajilla entera; o una cantidad de pasta de dientes del tamaño de un guisante para lavarse los dientes. “Contrariamente a lo que los anuncios de pasta de dientes muestran, la cantidad de pasta o gel necesarios en el cepillo de dientes para limpiar los dientes con eficacia no tiene que amontonarse. Simplemente aprieta el tubo de la pasta hasta que surja una cantidad con el tamaño de un guisante sobre la mitad superior del cepillo… La pasta dará dará espuma suficiente para cubrir todos tus dientes”.

Viajes

12) Tomarse unas vacaciones “caseras” (“staycation”)

En lugar de gastar combustible, y dinero, para volar o conducir en época de vacaciones, se pueden tomar unas vacaciones en casa. Con unas vacaciones en casa uno tiene todavía el agua (lagos locales, playa local, piscinas), museos (locales), tenis, escapadas en bicicleta, barbacoas, conciertos o cualesquiera actividades recreativas. Todo ello a una fracción del coste.

Existe la opción de permanecer literalmente en casa y preparar una barbacoa, cocinar platos más de alta cocina que de costumbre, leer o usar la piscina de los vecinos. O, si uno opta por ir de paseo o acampar y se trata de un trayecto más allá de los dominios más cercanos, es fácil establecer un límite para nuestro viaje -un depósito de combustible, un radio de 100 kilómetros, etcétera- y explorar los alrededores.

Con estas determinaciones, no hay quema de combustible apreciable, ni “el estrés asociado a los viajes, con las maletas, largas conducciones, esperas en aeropuertos y agotadores días de vuelo”.

La Asociación Automovilística de Estados Unidos (AAA) estima que el gasto medio durante las vacaciones asciende a 244 dólares (191 euros) diarios, para cubrir el alojamiento y las comidas de dos personas. Un elevado porcentaje de personas gasta 673 dólares (527 euros) diarios. Según MSNBC: “Añade algunos niños y el coste de los pasajes de avión, y unas vacaciones de 10 días podrían ascender a 10.000 dólares“.