La verdad sobre los perfumes: Estée Lauder, Clinique y Liz Claiborne emplean nombres como “beautiful”, “happy” o “fresh”. Greenpeace, Environmental Working Group y Consumer Report los califican como “peligrosos”, “tóxicos” y “causantes de riesgos para la salud reproductiva y el desarrollo”. Algo no cuadra.
A lo largo de las dos últimas décadas, la inocuidad de los perfumes y otros productos de cosmética ha sido puesta en entredicho por la comunidad científica; pese a ello, la mayoría de nosotros desconoce los posibles riesgos debido a que, hasta el momento, ha existido una regulación considerada como laxa que ha permitido a los fabricantes de cosmética emplear sustancias químicas sin comprobar de antemano sus posibles riesgos para la salud.
Como otros productos de consumo relacionados con el cuidado personal, la industria del perfume se ha erigido en uno de los distintivos que millones de personas emplean a diario en todo el mundo. Un perfume caro distingue a quien lo lleva del resto, o al menos así es para las principales empresas de cosmética.
Lo que distingue un perfume caro y singular de otro considerado mediocre o de mala calidad es, precisamente, la reacción química que suscita en nuestro sistema olfativo.
Y, como si se tratara de la fórmula de la Coca-Cola, las firmas de perfume se han escudado tras el derecho al secreto industrial para no difundir de forma generalizada los ingredientes empleados en cada fragancia creada.
Legalmente, las firmas de cosmética sólo son obligadas a etiquetar sus perfumes bajo la clasificación de “fragancia”. O lo que es lo mismo: no existe ninguna normativa que obligue a ninguna empresa a listar las sustancias empleadas en una fragancia, ni en el frasco ni en el empaquetado que acompaña al producto.
Perfumes como instigadores de las neurotoxinas: el inicio de la controversia
En el caso de Estados Unidos, pese a la insistencia de científicos independientes con respecto a los posibles efectos nocivos de algunos perfumes comercializados por grandes marcas, ninguna firma cosmética ha cambiado su política comercial.
Ya en 1986, las fragancias fueron incluidas en listados de toxicidad junto a insecticidas, metales pesados, disolventes y aditivos alimentarios, cuando la Academia Nacional de las Ciencias de Estados Unidos, en el informe “Neurotoxinas: en casa y en el trabajo”, las situó como “una de las seis categorías de productos con aditivos químicos a las que debería realizarse un exhaustivo testeo neurológico.”
Para confeccionar cualquiera de los perfumes de media y alta gama que encontramos en cualquier tienda, se emplean varias sustancias químicas, aunque las más polémicas son las que pertenecen a la familia de los ftalatos, también presentes en, por ejemplo, juguetes confeccionados con PVC.
Los ftalatos más empleados por la industria cosmética en sus perfumes son el dibutyl ftalato (DBP); el diethyl ftalato (DEP); y el diethylhexyl ftalato (DEHP). Empleado fundamentalmente como suavizador para convertir el PVC en plástico flexible, los ftalatos también aparecen en pegamentos, pinturas, pintaúñas… Y perfumes.
Las grandes firmas de cosmética los usan para prolongar la duración de las fragancias, cuando sus posibles efectos sobre la salud siguen siendo analizados.
Las pruebas llevadas a cabo con animales muestran que los ftalatos pueden causar daños reproductivos y de desarrollo -tales como malformaciones en el feto y durante el nacimiento-, así como generar residuos tóxicos en el hígado, riñones, corazón, pulmones y sangre.
Numerosos estudios indican resultados similares con humanos, aunque algunas sustancias de la familia de los ftalatos nunca han sido testeadas en seres humanos. Pese a la ausencia de pruebas, el Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos y el de Canadá advierten de que los estudios llevados a cabo hasta el momento deberían ser tomados muy en serio por los consumidores.
En 2002, la iniciativa Campaign for Safe Cosmetics (campaña por una cosmética segura), coalición de organizaciones medioambientales y de salud pública, contrataron a un laboratorio para realizar análisis de conocidos productos de belleza en busca de ftalatos. De las 72 muestras distintas analizadas, 52 contenían esta familia de sustancias químicas, incluyendo los productos de firmas como Chanel, Dior y Calvin Klein.
Con el fin de advertir a las mujeres sobre los riesgos potenciales de estos productos, la coalición publicó numerosos anuncios en las principales publicaciones estadounidenses para intentar trasladar el debate sobre la peligrosidad del empleo de ftalatos en productos de cuidado personal de uso diario a la opinión pública.
El eslogan de algunos anuncios era expeditivo: “Sustancias químicas tóxicas en productos de belleza”; “Algo ha sucedido entre mí y mis ‘Calvin’ (eufemismo soez de testículos)”. U otro anuncio en el que aparecía una mujer embarazada oliendo perfume en el que se podía leer “Sexy para ella. Para el bebé, podría ser veneno”.
The Body Shop protege su imagen
Reaccionando a la mala prensa recibida, The Body Shop emitió un comunicado en 2002 exponiendo que “debido a la creciente preocupación acerca de que ciertos ftalatos pueden causar disfunciones hormonales en seres humanos”, prometía “suprimir el uso de ftalatos en todos nuestros nuevos perfumes” y “extraer los ftalatos presentes en nuestros perfumes existentes tan pronto como sea viable”.
Greenpeace realizó un test a 36 perfumes elegidos al azar entre otras tantas marcas entre 2003 y 2004. El informe resultante constató que casi todas las fragancias contenían ftalatos, incluyendo el perfume White Musk de The Body Shop. Sorprendentemente, las únicas firmas sin ftalatos en sus fragancias analizadas -Vanderbilt, de Gloria Vanderbilt; y High Speed, de Bogner-, no eran anunciadas, a diferencia del producto mencionado de The Body Shop, como marcas con productos posicionados como “naturales” o “sostenibles”. The Body Shop ha logrado posicionarse en todo el mundo explotando comercialmente su imagen “natural”.
Para crédito de The Body Shop, decir que la compañía perteneciente al grupo francés l’Oréal nunca prometió eliminar totalmente los ftalatos de sus productos inmediatamente, sino en un proceso progresivo y, supuestamente, económicamente menos costoso para la firma; según el sitio web oficial de la compañía fundada por Anita Roddick, deberían haber finalizado con la supresión progresiva de estas sustancias en toda la gama de productos de The Body Shop a finales de 2006.
En 2004, la Campaign for Save Cosmetics (campaña por unos cosméticos seguros) ofreció a todas las compañías la oportunidad de mejorar su imagen a través de la firma de una promesa industrial: “abandonar completamente del uso de sustancias químicas capaces de causar cáncer, mutaciones o defectos de nacimiento.” En 2007, alrededor de 500 compañías habían firmado el acuerdo.
Europa y California lideran el esfuerzo en contra de los ftalatos
Más allá del esfuerzo voluntario realizado por diversas compañías, los ftalatos serán finalmente sometidos a una estricta regulación; al menos, en algunas zonas del mundo. Desde junio de 2007, la Unión Europea exige a las compañías de cosmética analizar e informar acerca de los posibles riesgos sobre la salud humana de las miles de sustancias químicas empleadas en productos de consumo. Conocida como normativa Reach (Registro, Evaluación y Autorización de productos Químicos), los ftalatos son incluidos en este mandato.
Inspirado en la iniciativa europea, en Norteamérica, el cuerpo legislativo del estado de California (tal y como ha llevado a cabo con la restricción legal de las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera) discutió sobre la regulación de sustancias químicas. Finalmente, el gobierno californiano aprobó la California Safe Cosmetics Act (ley de cosméticos seguros de California).
Esta ley obliga, desde el 1 de enero de 2007 a cualquier fabricante que facture más de 1 millón de dólares anuales en productos de cuidado personal en el Estado a revelar si emplean productos relacionados con posibles casos de cáncer y defectos de nacimiento.
Dos de los ftalatos más polémicos -DBP y DEHP- se encuentran dentro de este mandato. En tanto que la información obtenida por el gobierno californiano será hecha pública, muchas compañías optarán probablemente por suprimir estos ingredientes en lugar de informar sobre su uso.
¿Qué hay con el gobierno federal estadounidense?
El gobierno de Estados Unidos y la FDA (Food and Drug Administration) ha sido mucho más permisivo en relación con el empleo de sustancias químicas en productos del cuidado personal como perfumes y otros cosméticos. Mientras la Unión Europea ha prohibido el empleo de alrededor de 1.000 sustancias consideradas peligrosas, la FDA sólo ha prohibido 8.
El organismo de regulación estadounidense se ha negado a regular el uso de ftalatos, concluyendo que “no ha quedado claro” el efecto que pueden tener sobre la salud humana. Ante la duda, dicen en la FDA, dejemos que se sigan empleando de forma masiva.
La Campaña por unos Cosméticos Seguros de 2005 constató que la FDA había confeccionado un estudio sobre la seguridad del empleo de los ftalatos, aunque rechazó publicar los hallazgos. Friends of the Earth, organización que forma parte de la Campaign for Safe Cosmetics, recurrió a la ley estadounidense que garantiza la libertad de información (Freedon of Information Act) para obtener una copia del estudio.
De acuerdo con la información destapada por FOE, el estudio mostraba que dos tercios de los productos de salud y belleza analizados por la FDA contenían ftalatos. La coordinadora de la campaña de Friends of the Earth, Lisa Archer, acusó a la FDA de “ocultar deliberadamente a la opinión pública una pieza crucial de investigación científica”, añadiendo: “en calidad de agencia financiada públicamente, la FDA tiene el deber de explicar al público qué sabe sobre los productos que contienen ftalatos.”
Pese a la nueva normativa, muchas firmas no suprimen los ftalatos
Para averiguar qué firmas emplean todavía este conflictivo ingrediente, el invierno 2006-2007 Consumer Reports puso a prueba 8 fragancias, incluyendo productos de gran consumo como Celine Dion Parfums Eau de Toilette Spray by Coty, Clinique Happy Perfume Spray, Elizabeth Taylor White Diamonds Eau de Parfum, Estée Lauder Beautiful Eau de Parfum Spray y Liz Claiborne Curve Eau de Toilette Spray.
Todas las fragancias contenían, al menos, dos ftalatos, incluyendo sorprendentemente incluso aquellas que, según los fabricantes, habían abolido su uso. “Dos productos -Aubrey Organics Jade Spice Eau de Parfum y Aveda Love Pure-Fume Essence-, fueron añadidas al estudio porque los fabricantes decían que no contenían ftalatos. Pero encontramos DEP, DEHP e incluso diisodecyl ftalato (DIDP) en el producto de Aubrey Organics. El perfume de Aveda contenía DEP y DEHP.”
Estée Lauder (firma propietaria de Aveda) aseguró no emplear DEHP, pero los encargados del análisis lo hallaron en Estée Lauder Beautiful, así como en su Clinique Happy. Liz Claiborne aseguró lo mismo, pero se hallaron ftalatos en su fragancia Curve.
Aunque el empleo de DEHP está prohibido en la actualidad en la UE, los investigadores lo encontraron en muestras de Happy, Poison y Beautiful comprados tanto en Estados Unidos como en Europa.
Dónde encontrar fragancias libres de sustancias potencialmente peligrosas
A medida que varias compañías intentan adaptarse a las directivas de la Unión Europea (Reach) y California (Safe Cosmetics Act), la industria de productos cosméticos cambia rápidamente. Para encontrar información actualizada sobre productos, puede visitarse la base de datos de productos del cuidado personal sin aditivos químicos peligrosos del Environmental Working Group.
Actualizada en 17 de mayo de 2007, en la base de datos puede hallarse información detallada y evaluaciones de riesgo de cerca de 22.808 productos, 6.717 ingredientes, 1.556 marcas y 948 fabricantes. El sistema de búsqueda no sólo busca la existencia de ftalatos, sino el listado de ingredientes, incluyendo también otros aspectos relacionados con la salud y el medio ambiente.
Puede visitarse la base de datos de la Campaña por unos Cosméticos Seguros en busca de empresas que voluntariamente hayan “prometido no usar sustancias químicas sospechosas de causar cáncer, mutaciones o defectos de nacimiento en sus productos, así como incorporar planes de sustitución que reemplacen materiales peligrosos con alternativas más seguras en cada mercado en el que están presentes.”