Más de 2.100 toneladas de desechos fueron generados el año pasado en todo el mundo. Los países ricos se llevan la palma en cuanto a la producción de basura; de media, cada persona se deshace de 1,4 kilogramos de basura al día en el mundo desarrollado.
Ocurre que, por primera vez, los países emergentes se ponen a la altura de los desarrollados en la generación de desechos, y la tendencia augura un pronto liderazgo de las economías emergentes en este triste capítuclo. Empezamos a conocer los límites del mundo que habitamos: si el modelo de desarrollo que pretendemos exportar consiste en explicar que todos debemos consumir y comportarnos como el estadounidense medio, tenemos un problema.
What a waste
Menudo derroche. La sociedad mundial actual es la que más basura produce de la historia, como explica The Economist en el artículo de septiembre What a waste (“menudo gasto”).
Decenas de medios y bitácoras han publicado artículos con consejos sobre cómo contaminar menos o incluso cómo producir menos basura doméstica sin renunciar a un estilo de vida confortable. Entre ellos, nuestro artículo Consejos para contaminar menos.
En los países ricos, se ha avanzado más en el tratamiento selectivo de algunos desechos que en un auténtico cambio estructural en el modelo productivo, como el planteado por William McDonough y Michael Braungart en su propuesta Cradle to cradle.
El modelo “de la cuna a la cuna” propugna producir y consumir sin generar basuras: o cómo producir todo tipo de bienes que, o bien retornen a la tierra como nutriente, o se conviertan en nutriente para crear otros productos sin gastar energía extra, una vez han llegado al final de su vida útil).
Más de 2.100 toneladas de desechos fueron generados el año pasado en todo el mundo. Los países ricos se llevan la palma en cuanto a la producción de basura; de media, cada persona se deshace de 1,4 kilogramos de basura al día en el mundo desarrollado.
Hace unos años, el mundo desarrollado producía más basura por persona, aunque el esfuerzo por integrar políticas de reciclaje ha disminuido la curva de crecimiento en el producto más representativo de una sociedad capaz de estudiar la composición molecular del hielo en Marte a través del envío de un robot para realizar tal tarea, mientras se olvida de que un colosal remolino de porquería plástica con el tamaño de dos veces Texas (o dos veces Francia) se concentra en el Océano Pacífico (el Great Pacific Garbage Patch).
Como la isla de plástico flotante, que causa la muerte de miles de animales marinos a diario, se encuentra en aguas internacionales y su limpieza supondría un gasto que ningún gobierno, sociedad filantrópica ni organización estarán dispuestos a limpiar, ahí se ha quedado.
Como si se tratara de la última obra de Christo (el artista que ha cubierto con inmensas lonas grandes edificios que actúan como símbolo en el mundo), la isla de plástico del Pacífico es una de las mayores contribuciones del ser humano al mundo en el siglo XX.
En la próxima sonda que se envíe para localizar vida inteligente extraterrestre, se podría incluir en el disco de “información sobre el ser humano, los animales y el planeta que habitamos” algo sobre nuestro gran milagro económico y social.
Desde el espacio, pueden observarse dos colosales obras humanas: la Gran Muralla China y… El vertedero de Nueva York, en Staten Island.
¿Cuál de las dos herencias culturales alabarán las generaciones futuras?
Roma ya fue capaz de crear una montaña, la primera montaña totalmente artificial de la historia, a partir de las tinajas (ánforas) desechadas, que habían transportado productos esenciales para el Imperio y para la ciudad, que contaba con un millón de habitantes al inicio de nuestra era. Es el Monte Testaccio, o Monte dei cocci.
Se trataba de, sobre todo, aceite de oliva producido y embotellado en las tinajas de barro en los embarcaderos de la región Bética, en Hispania, a la que se accedía a través del río Guadalquivir. Eran los dominios de la ciudad romana de Hispalis, actual Sevilla.
La terracota empleada por los romanos, capaz de volver a la tierra sin contaminarla, creó una montaña a las afueras de Roma. Los actuales productos generados por el ser humano, difícilmente creen semejantes estructuras, al contar con elementos contaminantes y poco degradables.
Producimos como nunca, aunque hemos olvidado cómo se crean productos duraderos o que vuelvan a la tierra sin necesidad de tratamiento, con lo que tiramos lo que compramos. Y eso es bueno para la economía.
Logros como la Great Pacific Garbage Patch seguirán ahí de momento, lejos de los focos de la televisión, de los ojos compuestos (cual mosca de la era de Internet) de YouTube, o de la nerviosa prisa informativa de esa delicia para el intelecto y el déficit de atención (léase ADD) que son los feeds (o la suscripción a información a través de RSS).
Ocurre que el lento, aunque medible, decline en la generación de basura por persona que se produce en los países con rentas altas es contrarrestado con la mayor producción de desechos de las sociedades más pobladas del mundo, las que más crecen en estos momentos: China, India, Brasil, Indonesia.
De acuerdo con el modelo actual, crecimiento y desarrollo equivale a aumento de indicadores como el producto interior bruto, la renta per cápita y la generación de basura.
Producción total de basura en el mundo en 2007:
- Países con rentas elevadas: 566 millones de toneladas.
- Países con rentas medias (economías emergentes): 986 millones de toneladas.
- Países con rentas bajas: 569 millones de toneladas.
A medida que las naciones menos desarrolladas crecen y aumentan las clases medias con mayor poder adquisitivo, se emula el consumo que se ofrece como modelo desde el marketing y los medios de comunicación de Europa y Norteamérica.
Como consecuencia: aumenta rápidamente la producción diaria de basura por persona, sin que la mayoría de estos países hayan tenido tiempo de instaurar siquiera un sistema eficiente de recogida periódica de basura, no ya un sistema de recogida selectiva, como existe en la Unión Europea (Estados Unidos se encuentra muy atrasada con respecto a los países europeos en este sentido).
En 2004, China sobrepasó a Estados Unidos como el principal productor mundial de basura, y los cálculos no son nada halagüeños para el futuro del planeta (quizá sí para las empresas y emprendedores que vean en este problema del siglo XXI una oportunidad de negocio).
La predicción de The Economist: en 2030, China estará produciendo 500 millones de toneladas de basura al año.
La basura que no es tratada debidamente provoca catástrofes medioambientales difíciles de resolver, ya que sustancias peligrosas para animales y personas se filtran en el subsuelo, hasta contaminar aguas freáticas.
Si usted tiene una Fundación bien financiada y no sabe en qué gastar los cuartos, coja al azar una de las muchas comunidades donde la mortalidad por cáncer y la tasa de muerte infantil o malformaciones en el nacimiento sean especialmente elevados (algo corriente en los suburbios de las grandes ciudades de los países más pobres), si encuentra semejante estudio de campo. O realícelo usted mismo.
Pronto, el agua contaminada, la falta de instalaciones sanitarias y la presencia de basura aparecerán como principales causantes, además de la malnutrición.
Ya nos hemos olvidado de leer a Dickens y a todos aquellos que, en el XVIII, describieron la miseria surgida de los atiborrados suburbios industriales de la primera Revolución Industrial.
Condiciones que llevaron a la construcción, 2 milenios después de Roma, de sistemas de alcantarillado y tratamiento de basura.
No hace falta salir de Europa Occidental para aportar algún ejemplo preclaro sobre la peligrosidad de tratar la basura generada sin control alguno: la región italiana de Campania dejó la gestión real de sus residuos (también se importó basura desde otras regiones durante años) en manos de la Camorra. La consecuencia de ello puede observarse en la imagen que acompaña a esta información del International Herald Tribune.
La Camorra (grupos mafiosos de la zona) abrió numerosos vertederos ilegales, enterrando residuos por doquier. Resultados: la mortalidad por cáncer en Campania, una zona con 38 vertederos, es muy superior a la media europea.
También se recuerda la reciente polémica sobre la toxicidad de la mozzarella más famosa del mundo, producida a partir de la leche de búfalas criadas en la Campania.
Los pastos de la zona comparten subsuelo, en algunas zonas, con vertederos que no aparecen en ningún mapa legal.
El ascenso del consumidor ético
La generación de basura es vista cada vez más en términos medioambientales y éticos, además de económicos.
- Crear productos con envoltorios poco aparatosos o inexistentes agrada a un creciente número de legisladores, consumidores y empresas. Carecer de un envoltorio aparatoso puede ser el mejor marketing diferenciador en un clima de concienciación de los consumidores. Supone un ahorro para las empresas.
- Varias firmas, tales como la empresa de ropa deportiva Patagonia, propugnan un modelo de producción basado en la creación de prendas de calidad, duraderas y que pueden ser “compartidas” o “heredadas”. Abrigos o pantalones para niño de esta marca incluyen una etiqueta con espacios en blanco para apuntar el nombre de los sucesivos niños que la usarán.
- Los consejos para disminuir la generación de basura doméstica se extienden entre la población, gracias a Internet y la distintas campañas de sensibilización. Supermercados que evitan el uso de bolsas de plástico para fomentar el retorno del carro o la tradicional bolsa de la compra o del pan; tiendas que penden productos a granel o que rellenan con producto nuevo envases ya usados, ya se trate de alimentos, de productos de cosmética o higiene, etcétera; hogares que renuncian al uso de la impresora y el papel; hogares que rechazan recibir correo postal con ofertas comerciales o facturas; ciudadanos que se llevan la taza de café a establecimientos que ofrecen plástico, o que rellenan una única botella para el agua. Hay decenas de ejemplos que ilustran una actitud cotidiana cada vez más definida.
Hasta los demagogos y los “etiquetadores” sociales, encargados de soltar la soflama de que estas actitudes son cuestiones menores y arrebatos de hippismo, han dejado de encasillar según que actitudes con abrazadores de árboles. Abrazar un árbol, por otro lado, es recomendable.
Evitar el gasto puede convertirse en oportunidad de negocio.
La electrónica de consumo, el sector automovilístico o el textil son mercados que distan de cumplir con el sueño “de la cuna a la cuna” (que los productos sean un nutriente para la tierra o para otros productos una vez acabe su vida útil), pero se producen avances.
En la electrónica, informática y telefonía móvil, estudios como la guía de Greenpeace (Greener electronics guide), que elabora un ranking con las principales marcas en función del uso de productos tóxicos, la recuperación de productos en desuso o la integración de políticas contra el cambio climático, aumentan su impacto en la opinión pública.
En el mercado automovilístico, el precio de la gasolina ha acabado de decidir a las marcas por la fabricación de vehículos de bajo consumo (sobre todo, híbridos y eléctricos).
Y la industria textil se adapta a la demanda de los consumidores por tejidos naturales, no contaminantes y éticos.
Otros sectores siguen similares tendencias. El joven modisto español Adrover, por ejemplo, reaparece en Nueva York con una colección centrada en la sostenibilidad de sus prendas.
No sólo crear productos con un espíritu frugal y sostenible supone una oportunidad de negocio. La propia basura generada encontrará emprendedores capaces de generar riqueza a partir de la producción de energía o nuevos bienes de consumo.
Personalmente, no he visto el Monte Testaccio, la Gran Muralla, el Great Pacific Garbage Patch, el vertedero de Staten Island o los vertederos ilegales de Campania, ni desde la Tierra ni desde el espacio.
Desgraciadamente, creo que durante el ciclo de vida de mi generación va a ser cada vez más difícil evitar la basura.
Si Séneca el Viejo, procedente de una familia patricia de Córdoba, levantara la cabeza…