Se trata de un combustible energético obtenido directa o indirectamente de recursos biológicos (madera, residuos agrícolas, desechos urbanos o estiércol, entre otras fuentes).
En términos energéticos, la biomasa se refiere al combustible renovable que se obtiene de recursos biológicos. Es el caso de la leña, el biodiesel, el bioalcohol, el biogás y el bloque sólido combustible.
La biomasa puede producirse o puede obtenerse a partir de residuos:
- El primer método de obtención ha suscitado controversias, ya que producir biomasa a gran escala requeriría destinar una enorme superficie a plantaciones que competirían con los cultivos destinados a la alimentación humana. O lo que es peor: la producción a gran escala de biomasa podría acelerar la ya de por sí acelerada deforestación del planeta. Destaca, por ejemplo, la presión ejercida por cultivos como la caña de azúcar y el maíz en zonas de bosque tropical, cuya biodiversidad se ve amenazada por el liderazgo mundial de Brasil en la producción de bioetanol. La biomasa cultivada o agrícola emplea como materia prima orujos, paja, cardo y árboles.
- La biomasa obtenida a partir del tratamiento de residuos recibe cada vez una mayor atención. Podría suponer un doble beneficio: contribuye a tratar los residuos generados por determinados procesos agrarios e industriales, a la vez que obtiene un beneficio energético de esta acción. Se emplean residuos como el alpechín, obtenido de la elaboración del aceite de oliva; las cáscaras de frutos secos; restos de carpintería; restos de podas, siegas y limpieza de montes; serrín; otros residuos de la industria alimentaria. Asimismo, se pueden emplear purines y excrementos del ganado.
La biomasa puede emplearse como materia prima capaz de producir combustibles energéticos.
Se extienden, además, otros usos como la creación de materiales de construcción o, a través del tratamiento de fibras de celulosa, el empleo de biomasa para crear papel y plástico biodegradables.