Un profesor y un especialista en marketing proponen crear una casa modular de 300 dólares, adaptable a las condiciones culturales, climáticas y ecológicas de cualquier lugar, que pueda ser comprada por un inabarcable público objetivo: los habitantes de los barrios de barracas a las afueras de las grandes urbes del mundo en desarrollo.
El mercado potencial es incuestionable, ya que se estima que un tercio de los 3.300 millones de personas que viven en ciudades se concentran en barrios de barracas, aunque los objetivos del proyecto van más allá.
Como otros avances usados primero en el mundo en desarrollo y luego adoptados en los países ricos, las técnicas aplicadas para crear esta vivienda podrían adoptarse en el resto del mundo, donde podrían usarse para atender a víctimas de catástrofes.
Mejorar las favelas con una vivienda adecuada y asequible
La población urbana seguirá aumentando y también lo harán los barrios con construcciones precarias para albergar a los últimos en llegar. Desde 2008, más de la mitad de la población mundial vive en ciudades, un porcentaje que aumentará hasta el 60% en 2030.
El objetivo de no pocos gobiernos, compañías, organizaciones filantrópicas, centros universitarios y laboratorios de diseño es cobijar a los habitantes de los barrios de barracas en viviendas dignas, sencillas de construir, atractivas y sostenibles. Y, a poder ser, lograr que sus habitantes las posean en régimen de propiedad, un pasaporte para dejar la economía informal, ya que garantiza el acceso al crédito (una casa en propiedad puede avalar un préstamo personal o una hipoteca).
Si más de 1.000 millones de personas en todo el mundo carecen de una vivienda adecuada en la que vivir, ello puede ser visto como una colosal injusticia… o como una oportunidad de negocio. Sobre todo si se cree que es posible construir una vivienda digna por 300 dólares.
Comunidad 300house.com
Vijay Govindarajan, profesor de la Tuck School of Business de la Universidad de Darmouth, y Christian Sarkar, consultor de marketing y especialista en medio ambiente, lanzaron recientemente, a través de Harvard Business Review, una propuesta apta para los emprendedores más avezados: 300house.com.
Consiste en construir una casa modular de 300 dólares que solucione los problemas de vivienda de los habitantes de barracas en los alrededores de las grandes ciudades del mundo en desarrollo que aspiran a integrar la clase media.
Un reto filantrópico con un retorno potencial elevado. Bill Drayton y Valeria Budinich, especialistas en proyectos para emprendedores sociales de la Fundación Ashoka, estiman que el mercado global de viviendas económicas destinadas a quienes viven actualmente en barracas asciende a 424.000 millones de dólares.
Sólo en India, hacen falta 25 millones de viviendas que pudieran alojar a las familias viviendo con menos de 2 dólares al día, pero también los millones de hogares que viven con entre 160 y 450 dólares al mes. Ashish Karamchandani, analista de Monitor Inclusive Markets, cree que el mercado de viviendas para los más desfavorecidos es una oportunidad de negocio de 250.000 millones de dólares.
En un mercado con semejante potencial y desatención comercial, no es necesario aplicar burocráticos modelos basados en la filantropía y la caridad para atender una necesidad básica, el acceso a la vivienda digna para los más pobres, en régimen de propiedad o alquiler.
Es posible, legítimo, más efectivo y menos burocrático crear un negocio que persiga los fines de cualquier empresa, proporcionar un producto a un precio competitivo y mejor que el de la competencia, a cambio de un beneficio.
Elogio de los barrios de favelas, puerta potencial al bienestar
La mayoría de los ciudadanos emigrando desde zonas rurales hacia centros urbanos lo hará en las grandes ciudades de los países en desarrollo. No sólo hay críticos con la tendencia; Stewart Brand, fundador del fanzine contracultural Whole Earth Catalog y pionero ecologista, argumenta en su reciente libro Whole Earth Discipline, que las zonas urbanas multiplican las oportunidades de progreso entre sus habitantes.
Pese a la mirada optimista de autores como Stewart Brand ante los interminables barrios de barracas de Mumbai, Nairobi o Río de Janeiro, al asegurar que el barraquismo puede poco menos que salvar a la humanidad, muchos habitantes de estas concentraciones no viven mucho mejor –acaso en peores condiciones– que en las zonas rurales de donde provienen.
De manera que proyecto filantrópico sí, pero oportunidad de negocio, también. Existe un mercado potencial capaz de financiar un coste como el planteado que incluye a buena parte de los habitantes urbanos más pobres del mundo.
El reto: como diseñar una casa digna y sostenible por 300 dólares
El veterano empresario y emprendedor californiano Bill Gross, fundador de la incubadora de negocios Idealab, responde con entusiasmo a la propuesta de Vijay Govindarajan y Christian Sarkar para lograr una casa lo más económica posible, con instalación eléctrica, agua corriente y cocina básica que funcione sin queroseno ni carbón, muy contaminantes.
A través de su incubadora empesarial, Gross financia el trabajo de WorldHaus, una pequeña empresa de Pasadena, California, que ha sido capaz de sintetizar su misión en el nombre de la compañía: proporcionar casas para quienes aspiran a engrosar las clases medias en los barrios más desfavorecidos de los países en desarrollo.
Gross explica que WorldHaus no ha logrado todavía resolver el problema según los exigentes términos económicos del proyecto abierto 300house.com, aunque la propuesta se acerca notablemente.
Una casa barata, ecológica, tan fácil de montar como un mueble
WorldHaus es una casa modular diseñada para ser ensamblada por cualquiera (con una dificultad similar a la que entrañaría montar un mueble de Ikea), barata de producir y con un impacto ecológico mínimo. Integra iluminación solar, ventilación para favorecer la refrigeración y la salubridad, además de una cocina que facilita su mantenimiento higiénico.
La startup planea tener el kit de la casa modular listo para ser comercializado en India, Kenia y Sudáfrica en menos de un año, y espera haber vendido 5.000 unidades en 2013. Además, la casa modular WorldHaus se venderá con indicaciones específicas para fomentar para que se abandonen combustibles como el queroseno.
Eso sí, Bill Gross reconoce que WorldHaus no logra reducir el coste hasta el objetivo de un máximo de 300 dólares propuesto por 300house.com, aunque se acerca. El kit costará 2.500 dólares, que Gross endulza con facilidades de financiación: una entrada de 249 dólares y una letra de 29 dólares hasta que finalizara el pago.
El coste anunciado por WorldHaus garantizaría la viabilidad de su modelo de negocio si, como espera la empresa, logra vender 5.000 unidades antes de 2013.
Diseñar una casa atractiva que se pueda pagar
Bill Gross cree que, ya se trate de una casa de 2.500 dólares (su propio proyecto WorldHaus) o una de 300, como proponen Vijay Govindarajan y Christian Sarkar, la cuestión fundamental es averiguar si es posible crear a ese precio un producto que la gente a la que va dirigido no sólo pueda pagar, sino quiera poseer.
Para ganarse el favor del público, Bill Gross cree que los emprendedores que intenten construir una casa modular para las masas urbanas que viven en barracas deberán sobreponerse a varios retos de diseño industrial que han producido el fracaso de intentos similares realizados con anterioridad.
- La casa debe ser deseada por el consumidor: una vivienda es, al fin y al cabo, uno de los productos que más definen a una persona o núcleo familiar. Para garantizar el éxito de una casa modular, la clientela potencial deberá encontrarla atractiva. Lo barato también puede ser apetecible y de buena calidad.
- Acertar con el precio: según Gross, proyectos similares fracasaron por el aumento desproporcionado de los costes de envío y montaje. Lograr que su precio final pueda ser asumido por prácticamente cualquier familia urbana en el mundo.
- Ofrecer opciones al consumidor: un modelo impersonal difícilmente se hará memorable en distintas culturas, climas y realidades locales. Los diseños con éxito son fácilmente personalizables; del mismo modo, una vivienda modular permitiría a una familia usar materiales locales y adaptar la casa a las normas y tradiciones locales.
- Elegir los materiales adecuados: deben ser seleccionados, según Gross, no sólo en función de su coste, sino teniendo en cuenta su durabilidad y compatibilidad con las normas estéticas y funcionales de una cultura determinada.
- Conseguir que sea práctica y sostenible: una familia que crezca debería ser capaz de modificar, trasladar o ampliar sus viviendas con el tiempo, necesidades compatibles con una responsabilidad ecológica básica, a través del uso de energías renovables, así como materiales reciclables y reusables.
Innovación inversa: cada vez se “inventará” más en el mundo emergente
El trabajo académico de Vijay Govindarajan en Darmouth alcanzó notoriedad mundial cuando acuñó, junto su colega Chris Trimble y el consejero delegado de General Electric, Jeffrey R. Immelt, el concepto de innovación inversa, nuevos productos creados o aplicados primero en el mundo en desarrollo, antes de extenderse también en los países desarrollados.
La innovación inversa trata de dar nombre a un fenómeno tecnológico que se ha acelerado en los últimos años, mediante el que bienes diseñados como modelos asequibles para suplir las necesidades de los países en desarrollo, tales como aparatos médicos autónomos alimentados con batería, capaces de operar con infraestructura limitada, son posteriormente adoptados como bienes innovadores por compradores occidentales.
No sorprendentemente, Vijay Govindarajan y Christian Sarkar creen que una casa modular, digna y sostenible, que tuviera un coste de 300 dólares, tal y como plantea él mismo en el proyecto abierto 300house.com, tiene el potencial para convertirse en una innovación inversa.
Govindarajan y Sarkar se plantean 5 preguntas, en relación con su proyecto de innovación inversa, que cuenta con un mercado potencial de cientos de millones de personas:
- ¿Cómo convertir los barrios de barracas que han evolucionado de manera orgánica y caótica transformarse en zonas residenciales dignas? Los impulsores de 300house.com creen que la respuesta es una casa modular, producida en masa, estándar, económica y sostenible.
- ¿Qué aspecto tendría una “casa para los pobres”? Ellos lo definen como “un ecosistema de soluciones diseñadas en torno a las necesidades reales de los residentes”.
- ¿Cómo se pueden usar las tecnologías y diseño más avanzados para resolver el problema de la vivienda entre los pobres del mundo? Govindarajan y Sarkar son ambiciosos en la propuesta y quieren que participen prestigiosas firmas de diseño e ingeniería, así como ONG con trabajo de campo en los barrios de barracas del mundo.
- ¿Qué lecciones de innovación inversa aprenderían los participantes en un proyecto de estas características? Lo ven como un proceso que se llevará a cabo en dos fases. Primero, se suplirían las necesidades de vivienda de los más pobres del Planeta. Segundo, la experiencia acumulada serviría para crear innovaciones de las que se beneficiarían los ricos (y los más pobres o víctimas de catástrofes de entre los ricos).
- ¿Cómo podrían los más pobres comprar esta casa? Se encuentran cómodos con el modelo de microcréditos ideado y puesto en práctica por Muhammad Yunus, que otras organizaciones, como Kiva.org, han llevado a Internet.
La carrera por idear la casa modular para los pobres
Vijay Govindarajan y Christian Sarkar definen 300house.com como un experimento.
“Sin embargo, creemos que merece ser explorado. Desde las chozas con una única habitación de la meseta central de Haití hasta las concentraciones de barracas en torno a Delhi, pasando por las favelas de São Paulo, el problema de la vivienda para los pobres es realmente global”, cloncluyen.