Escuelas, oficinas y oficinas domésticas dirimen si trabajar de pie ante el escritorio mejora la tonalidad física y el rendimiento intelectual, además de combatir la nocividad de una combinación en aumento: estilo de vida sedentario y dieta occidental.
Por mucho que se esfuercen cazadores de tendencias, blogueros rezagados y buscadores de información curiosa y de consumo útil/ligero, los escritorios elevados (o “escritorios de pie”) no son un invento reciente (menos aún si evocamos el atril).
Del facistol al post-hipsterismo
Sin intención de sermonear pese a la mención del mobiliario litúrgico: antes del aumento de la población trabajando o estudiando largas horas ante un escritorio, y de que el sedentarismo alcanzara porcentajes de epidemia, coaliado junto a la obesidad y los trastornos del comportamiento, los escritorios elevados gozaban de cierta popularidad entre quienes relacionaron instintivamente la posición erguida con el esfuerzo cognitivo.
Ilustrados de la talla de Thomas Jefferson o Benjamin Franklin, o escritores como Charles Dickens, John Dos Passos o Ernest Hemingway, optaron por escritorios elevados para trabajar a intervalos y contrarrestar instintivamente los inconvenientes de plantarse en una silla durante horas.
Así que, a menos que queramos incluir a Leonardo da Vinci y a Winston Churchill entre la blogosfera hipster, los escritorios de pie han evolucionado en paralelo con el aumento de las horas de estudio (invención de la imprenta, etc.).
Escritorios elevados: trascendiendo (no trasmutando) las modas
Sea como fuere, el fenómeno de los escritorios elevados, protagonista de entradas y artículos desde hace unos años, va camino de trascender la moda pasajera y consolidarse como una manera de combinar tonalidad física con actividad intelectual.
Hay modelos que llevan las prestaciones de estas mesas de pie más allá de la postura erguida, incorporando cintas de correr y otros mecanismos para ejercitarse durante el trabajo.
(Imagen: Ohio Adler)
Al inicio de la presente década, varios artículos y estudios alertaban sobre los riesgos de un estilo de vida sedentario, así como los supuestos beneficios de trabajar erguidos. Como ocurre a menudo, cuesta establecer una frontera precisa entre información imparcial, atracción por lo novedoso e intereses comerciales de vendedores de mobiliario ergonómico.
De símbolo de estatus en Silicon Valley al resto del mundo
A principios de la década, los escritorios elevados se convirtieron en algo así como en el nuevo símbolo de estatus de los trabajadores de Silicon Valley, una vez las oficinas con cuidado diseño interior y arquitectónico, los restaurantes con comida saludable y gratuita para trabajadores o las sillas ergonómicas alcanzaran la ubicuidad.
El teletrabajo, la otra gran tendencia (contestada por empresas como Yahoo!) de los últimos años, a menudo visto por blogueros y colaboradores de grandes medios (ellos mismos teletrabajadores) como un eufemismo del empleo precario, reprodujeron las tendencias procedentes de grandes empresas, incorporando la silla ergonómica -a poder ser, la misma vista en imágenes de las oficinas de empresas admiradas-, primero; y el escritorio de pie a continuación.
Grandes blogueros de hace unos años, ahora prácticamente caídos en el ostracismo, tales como el fundador de TechCrunch Michael Arrington (que ha padecido últimamente problemas de salud), escribieron acerca del potencial de los escritorios elevados, con efectos positivos en la salud y el rendimiento cognitivo.
Cuando la blogosfera sermonea: paralelismos entre zapatillas minimalistas y escritorios de pie
Años después de los numerosos artículos sobre el fenómeno, los escritorios elevados siguen en boga, mientras otros artículos y estudios corroboran lo ya aventurado hace un lustro: trabajar de pie combatiría el sedentarismo sin abandonar el ordenador, mientras que la posición erguida fomentaría la concentración.
Los escritorios de pie, por tanto, resisten el síndrome de las zapatillas minimalistas, apoyadas por ensayos como Nacidos para correr de Christopher McDougall, cuya tesis sostenía que el ser humano había evolucionado corriendo descalzo o con una mínima protección plantar.
(Antes de seguir, una puntualización: yo mismo corro en los últimos años con modelos de zapatilla considerados “minimalistas”, aunque sin optar por los modelos de menor protección plantar y evitar, así, riesgos como la fascitis, o inflamación de la planta del pie).
Nacidos para correr (pero hay que prepararse para correr descalzo)
Glúteos hiperdesarrollados, talón de Aquiles, posición erguida y las glándulas sudoríparas más eficientes entre los mamíferos superiores sugieren que, en efecto, el ser humano ha corrido largas distancias durante la mayor parte de su historia (así se observa en estrategias de supervivencia caza por extenuación).
Pero nuestra afición ancestral por correr no se traduce, al parecer, en mejoras inequívocas para la salud para quienes optan por caminar o correr con un calzado sin apenas protección plantar.
O, al menos, las zapatillas minimalistas no han convencido a muchos corredores, mientras Vibram, la conocida marca de suelas y calzado deportivo minimalista, ha afrontado demandas por sostener supuestos beneficios para la salud de sus productos que no han sido comprobados.
Límites del periodismo militante
¿Son los escritorios de pie una simple moda, o resultados de estudios realizados en niños y adultos demuestran sin equívocos sus beneficios previniendo el sedentarismo y favoreciendo la concentración en tareas cognitivas?
Cuando se popularizaron los modelos más radicales de zapatillas minimalistas (apenas una fina membrana de caucho para prevenir el contacto de la planta del pie con el suelo, como las Vibram FiveFingers o, últimamente, las Merrell Vapor Glove y las New Balance Minimus), proliferaron artículos y vídeos con pruebas de producto, ventajas e inconvenientes de los modelos más radicales.
Muchos de estos artículos carecían de una mínima objetividad, no ya base científica, pero aportan pistas valiosas a cualquiera que quiera hacerse una idea de los principales pros y contras de correr sin suela acolchada.
Escritorios de pie y evolución del entorno laboral
Lo mismo ha ocurrido con los escritorios de pie. Steve Mullis, colaborador de Forbes, escribió en este medio (2012) sus impresiones sobre el uso de un escritorio elevado durante dos años.
Mullis enumeraba las principales ventajas reales, así como los principales inconvenientes observados después de un cambio tan significativo en la vida cotidiana de muchos teletrabajadores y trabajadores que permanecen ante un ordenador durante jornadas no inferiores a 8 horas.
Entre las ventajas (más allá de lo que digan los estudios) observadas por el mencionado periodista:
- trabajando en una posición erguida, el cuerpo demanda mayor actividad y bombeo sanguíneo, lo que repercutiría -intuye Mullis- sobre el nivel de atención;
- mayor colaboración con los cotrabajadores;
- mejora de la higiene postural, con beneficios para la espalda;
- mejor nivel de atención.
Inconvenientes observados:
- molestias en piernas y pies;
- dificultades para realizar tareas que requieren mayor confort, como una conversación distendida o comer (en el caso de hacerlo ante el escritorio);
- la jornada parece alargarse (pregunta: ¿por qué debería ser este fenómeno un inconveniente?);
- en espacios compartidos, el trabajador se expone más en todo momento a sus compañeros.
Razones para usar un escritorio elevado
Steve Mullis acaba su artículo aconsejando una colchoneta para situar bajo los pies, calzado cómodo, alternar entre la posición erguida y sentarse, optar por utensilios ergonómicos… o incluso evitar completamente el trabajo de pie si se tienen lesiones de espalda o articulaciones.
La bitácora Art of Manliness apuntaba en 2011 cinco razones muy similares para usar un escritorio elevado:
- disminuiría el riesgo de padecer enfermedades graves y aumentaría la esperanza de vida (al realizar más esfuerzo, el cuerpo produce más enzimas encargadas de procesar grasas);
- se pierde peso, al quemar más calorías;
- la espalda no padecería las consecuencias de una higiene postural desatendida o deficiente;
- aumenta la atención. Se evita, por ejemplo, la relajación excesiva;
- al final de la jornada, el cuerpo consigue un cansancio satisfactorio, a la par con el cansancio mental, lo que beneficia el descanso.
Escritorios de pie en las aulas
Otro periodista, el editor de CityLab Eric Jaffe, recopilaba el 22 de abril de 2015 las evidencias científicas que respaldarían el uso de escritorios de pie.
El artículo de Eric Jaffe, publicado en Fast Company, coincide con el revuelo causado por los resultados de una investigación en centros educativos de Texas, que sugiere la correlación entre el uso de escritorios de pie para educación infantil y el rendimiento de los niños.
El estudio, publicado en International Journal of Health Promotion and Education, recopiló el comportamiento de 300 niños de educación primaria durante un año escolar completo.
Se midió el rendimiento de los alumnos en tareas concretas como la respuesta a una pregunta, muestras de interés e iniciativa propia (por ejemplo, levantando la mano), etc.
Captando la atención (y fomentando la actividad física) en las aulas de primaria
En el estudio se emplearon escritorios con altura regulable, lo que permitió observar el rendimiento de los alumnos y relacionarlo con su posición en el escritorio.
Los resultados son esperanzadores, según sus autores, entre ellos expertos en ergonomía, ya que muestran la relación entre el uso de escritorios de pie y dos fenómenos: menor sedentarismo (y, por tanto, menos opciones para contribuir desde las aulas a la epidemia de obesidad infantil), y mayor rendimiento escolar.
En el condado de Marin, al norte de la bahía de San Francisco, los docentes de la escuela de educación primaria Vallecito en San Rafael, están atentos a estudios como el realizado en Texas, al poder compararlo con sus propios hallazgos: el centro ha integrado escritorios de pie en las aulas, a la vez que se han retirado las sillas.
Un metaanálisis sobre escritorios de pie
La mencionada recopilación de Eric Jaffe sobre la evidencia científica hasta el momento acerca de los supuestos beneficios de los escritorios de pie no incluye los resultados a largo plazo en aulas, pero sí otras evidencias.
Entre otros resultados, Jaffe menciona que hacer ejercicio físico extra no compensaría los efectos negativos de jornadas de “tiempo sedentario prolongado”.
Investigadores de Canadá han analizado los resultados de 23 estudios sobre escritorios activos (capaces de regular su altura); el metaanálisis (por tanto, una revisión de estudios, sin trabajo de campo) concluye que tanto escritorios de pie como escritorios con cinta de correr reducen el sedentarismo y mejoran el estado de ánimo de sus usuarios, sin perjudicar el ritmo de trabajo.
Datos metabólicos para el escritorio del futuro
De momento, sólo un estudio ha analizado los efectos de los escritorios elevados sobre el metabolismo, concluyendo que su empleo podía aumentar los niveles de colesterol “bueno”.
El metaanálisis también menciona la única investigación sobre escritorios elevados y sus efectos sobre el peso y masa corporal de los usuarios; los resultados sugieren pérdida de peso, pero no de masa corporal.
Tampoco ha sorprendido a los investigadores la correlación entre el uso de escritorios de pie y con cinta de correr y una mayor tonalidad física (el cuerpo realiza mayor esfuerzo y aumentan el ritmo cardíaco o la fatiga física. Hasta ahora, se han hecho estudios sobre los efectos en el ritmo cardíaco (3 estudios), niveles de glucosa (2) o reducción de la cintura (2).
Rendimiento, estado de ánimo y función cognitiva
El interés de los resultados del metaanálisis aumenta en el análisis de rendimiento, estado de ánimo y función cognitiva; 7 estudios sobre 220 personas en total concluyen:
- rendimiento: los escritorios de pie tienen un impacto imperceptible sobre tareas habituales, con un tecleo y uso del ratón similar;
- estado de ánimo: los participantes mostraron un ánimo claramente mejorado; un estudio de 7 semanas en concreto detectó menor fatiga, tensión, confusión y depresión, así como más vigor, energía y concentración; al volver a sus escritorios tradicionales, los participantes del estudio retornaron a los niveles previos de ánimo (¿debería analizarse en esta investigación la influencia que lo novedoso puede tener sobre el estado de ánimo?);
- función cognitiva: los investigadores canadienses no hallaron estudios sólidos acerca del impacto de los escritorios de pie sobre las habilidades cognitivas.
A falta de mayores evidencias y estudios prolongados, el sentido común permite relacionar el uso de escritorios para trabajar erguidos con una mayor actividad física durante el trabajo, y la ciencia ha demostrado la correlación entre el ejercicio aeróbico y el rendimiento mental.
El relato de los recién convertidos
Los programas piloto en escuelas de enseñanza primaria arrojarán mayor información sobre rendimiento intelectual y tonalidad física en el uso de escritorios de pie.
Hasta que lleguen nuevas evidencias, los escritorios de pie salvan, de momento, la credibilidad y todavía no han sido cuestionados por la opinión pública, como sí ha ocurrido con el calzado minimalista.
En la era de los titulares-impacto a lo Buzzfeed (que ha reconocido borrar contenido por presión de anunciantes) o Vice, leeremos muchos sumarios como el del colaborador de The New Yorker Tom O’Donnell, con tono de moralina digno de un anuncio de detergente: “Era un escéptico de los escritorios de pie. Pero, tras cambiar hace 4 días, inmediatamente me convencí”.
Eso sí, el artículo de Tom O’Donnell incluye otras perlas. Entre ellas: “De hecho, sentarse [trabajar sentados] ha sido llamado el nuevo tabaquismo”.
Bajo la influencia de opioides (producidos por nuestro organismo)
¿Realmente? Tom O’Donnell parece haber visto la luz en sólo 4 días; quizá contrastando su propia experiencia con los estudios realizados hasta el momento, y esperando 4 meses (o 4 años) para analizar los efectos sobre su vida del uso prolongado de un escritorio de pie, sus aseveraciones mantendrían la orientación, pero reducirían el tono eufórico de lo escrito.
Un tono quizá influido, quién sabe, por el aumento de la presión sanguínea, el mayor nivel de oxígeno y glucosa en el cerebro, así como de endorfinas (esos neurotransmisores opioides naturales que aumentan nuestro bienestar), derivados de la mayor actividad física ante el ordenador… por el uso del escritorio de pie para escribir su artículo en The New Yorker.
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