Aumenta la atención mediática por los vehículos sostenibles. Tanto el transporte público como la bicicleta, las motos eléctricas, los coches híbridos o los íntegramente eléctricos son cada vez más tenidos en cuenta, tanto por los medios como por los usuarios que no están dispuestos a esperar a que las grandes marcas acaben lanzando un coche eléctrico viable en una década. Son los “early adopters” del coche ecológico. Aunque un estudio norteamericano no cree que los consumidores estén dispuestos a renunciar a sus gustos automovilísticos tradicionales.
¿Por qué optan los consumidores al acercarse a un concesionario? Los modelos híbridos y los utilitarios de bajo consumo, que en los últimos meses protagonizan las campañas de marketing de todas las marcas, no son los principales beneficiarios de una mayor concienciación global contra el cambio climático, ni siquiera de una mayor atención al precio de los combustibles o a la coyuntura económica global.
Un estudio llevado a cabo en Estados Unidos y recogido por Wired, preguntaba a los encuestados en qué basaban su decisión de compra, cuando se trata de cambiar el coche.
Las conclusiones: la mayoría de los consumidores se fijan más en la tecnología electrónica que en la sostenibilidad del coche.
Pueden extrapolarse los resultados de este estudio a Europa, salvando las distancias entre ambos mercados y la histórica predilección de las marcas europeas por vehículos más compactos.
Según la encuesta:
- Comodidad por encima de eficiencia: si uno da a elegir a un consumidor entre un coche de gran consumo, aunque con un interior detallado, GPS integrado y otras prestaciones similares, y un modelo similar mucho más eficiente en el consumo, aunque más parco en detalles, el consumidor se quedaría con la primera opción.
- Si la pregunta es qué importa más en la decisión de compra, si la conectividad con el iPod y el GPS o las mejoras ecológicas en el automóvil, la primera opción sigue siendo mucho más popular.
Según el estudio, los consumidores no están tan interesados por la compra de un coche que se diferencie del resto por su respeto al medio ambiente, o esta no sería la principal motivación de compra. Parece que el cambio climático sigue sin relacionarse con las acciones cotidianas o las elecciones personales.
Habría que conocer con mayor detalle el universo de encuestados, pero los datos contradicen la tendencia marcada por los departamentos de marketing, que han respondido a sus propios estudios de mercado.
¿Qué tendencia creer? Con el petróleo a más de 100 dólares el barril y los grandes nombres del capital riesgo apostando por las baterías de iones de litio para la industria del automóvil, parece que pronto habrá una oferta más amplia de coches híbridos y totalmente eléctricos.
Pese a que los encuestados de MyRide.com crean que es mucho más importante poder conectar el iPod o tener un GPS integrado. Ambas funcionalidades, además, no son incompatibles con la eficiencia o la tecnología motriz de un vehículo.
Los coches ecológicos van en serio
La asociación española de concesionarios, Faconauto, difundía recientemente los últimos datos sobre ventas de vehículos en España.
Los datos dejan claro que se ha notado la nueva normativa medioambiental, que premia a los coches que menos contaminan: el segmento de coches “ecológicos”, o aquellos que emiten menos de 120 gramos de CO2 por kilómetro recorrido, son los únicos que aumentan sus ventas, y lo hacen espectacularmente.
Los coches que menos consumen no son más caros, ni son más lentos, ni existe ningún truco o broma oculta que prive a cualquier comprador, de elegir uno de estos modelos.
Aunque no ayuda el hecho de haber asociado históricamente la velocidad y la potencia de “la máquina” con los ideales de libertad, prosperidad, búsqueda de la felicidad (“the pursuit of happiness“, ideal al que todo estadounidense tiene derecho, según su Declaración de Independencia, aunque la Declaración de los Derechos del Hombre, ese papel que todo el mundo se pasa por el forro, incluye algo parecido) del hombre.
Hasta hace poco, pues, comprarse un coche “verde” (poco potente, con un diseño poco agresivo y nada deportivo -ahí está el Tesla Roadster o el futurista Venture One para desmentirlo, sin embargo-, sin aceleración u otras prestaciones espectaculares), o al menos comercializado por la marca como coche “verde” o “ecológico”, era simplemente algo que no existía.
Ahora: basta abrir cualquier revista española, europea o estadounidense para percibir el cambio de rumbo en el marketing automovilístico: de la inexistencia del verde al “todo es verde”:
- Ni el llamado “‘diésel limpio”, actualmente en uso en Europa, va a salvar a esta alternativa de sus costes medioambientales y, sobre todo, de su precio en las gasolineras. El diésel, muy usado en Europa y con la cruz histórica de ser una alternativa nada realista muy contaminante a la gasolina en Estados Unidos, en donde se ha empleado históricamente para el transporte de mercancías, ha perdido su única ventaja objetiva: en España, por ejemplo, el diésel vale más que la gasolina. Lejos quedan los tiempos en los que un convencido comercial de concesionario explicaba a nuestros padres que el modelo diésel de tal o cual coche no era “en realidad” mucho más caro que su contrapartida de gasolina, ya que la diferencia de precios entre ambos combustibles permitiría amortizar rápidamente la opción diésel. Hasta la llegada de normativas más restrictivas a la UE no sólo hemos padecido índices de contaminación atmosférica crecientes con esta elección, sino que tanto la gasolina como el diésel superan con creces el euro por litro. El barril de petróleo Brent (el de referencia en Europa), sigue por encima de los 100 dólares, donde ha estado en las últimas semanas.
- Hace tiempo que Toyota ha pasado el millón de híbridos vendidos, Honda amplía su gama de híbridos, las marcas europeas finalmente apuestan por esta tecnología, que combina el uso de una batería eléctrica con un motor diésel o gasolina (Volkswagen, por ejemplo, con su modelo insignia, el Golf, tras presentar el modelo TDI Hybrid en el Salón de Ginebra).
- Varias nuevas empresas, sobre todo en Estados Unidos, desarrollan coches íntegramente eléctricos y, de paso, desafían a los Big Three de Detroit (General Motors, Chrysler y Ford), que siguen perdiendo terreno con respecto a Toyota en el mercado estadounidense. Tesla y Zap aumentan cada semana su presencia mediática.
- El capital riesgo estadounidense ya no se fija tanto en las empresas de Internet de nueva creación y, más que invertir en la red social número 50.637, prefieren apostar con cada vez mayores sumas por la investigación en tecnología, claro, “verde”. Y uno de los ámbitos de la “cleantech” (tecnología limpia) o “greentech” que ha suscitado mayor interés para los inversores es el desarrollo de baterías eléctricas para vehículos híbridos, híbridos que puedan conectarse a la corriente (“plug-in hybrids”) y coches íntegramente eléctricos. La creciente concienciación de la ciudadanía con respecto al cambio climático y, sobre todo, el precio actual de los combustibles fósiles, hace comercialmente viable cualquier alternativa realista y poco costosa. Los vehículos híbridos y eléctricos ganan adeptos entre el capital riesgo (y entre los compradores finales), en detrimento del sueño del hidrógeno, respaldado por grandes fabricantes automovilísticos y compañías energéticas.
Hay muchos más síntomas inequívocos de que la industria ha reaccionado a una aparente mayor concienciación. Y tanto la inversión pública como la privada están respondiendo a ello, tanto en Estados Unidos como en Europa, Japón, Israel o incluso India.
Cuando Iberia colabora: un coche eléctrico en la Península Ibérica
En la Unión Europea, más allá de los intereses de las grandes compañías, un proyecto de coche ecológico ha suscitado atención últimamente en los medios especializados de todo el mundo: España y Portugal colaboran para convertir una industria automovilística anquilosada, anticuada y dependiente de otros países europeos en el centro de pruebas para la primera apuesta decidida en la UE en el coche eléctrico.
La colaboración entre Portugal y España es público-privada y asciende a 150 millones de euros, financiados en parte por el Fondo de Desarrollo Regional de la UE a la euroregión formada por el norte de Portugal y Galicia.
Con el desarrollo y fabricación del futuro coche eléctrico, bautizado como Mobi-green, se espera crear 800 puestos de trabajo. Ambos países anunciaron la iniciativa en un encuentro en Braga, a finales de enero de 2008.
El entonces ministro de Industria español, Joan Clos, decía en el encuentro que “la intención es crear una tecnología que nos permita consumir la mínima cantidad de gasolina posible. En este momento tenemos grandes expectativas para el coche ecológico”.
Quizá no sea el Seat 600 eléctrico que he estado demandando (aquí y aquí), pero podría parecérsele.
El Mobi-green es un proyecto de desarrollo de un vehículo ecológico con prestaciones similares a las de cualquier otro automóvil, por lo que se descartan micro-coches o vehículos limitados a un uso concreto en centros urbanos, etcétera.
Dos centros de investigación colaboran en el proyecto: en Portugal, el Centro para a Excelência e Inovação na Industria Automóvel (CEIIA); y en España, el Centro Tecnológico de Automoción de Galicia (CTAC).
Poco se sabe, de momento. El director del centro portugués CEIIA, Braz Costa, aseguraba a Reuters que esperan tener listo un prototipo para finales de 2008, mientras se mantienen dos opciones tecnológicas: un motor eléctrico o de hidrógeno (una peor decisión por su coste y viabilidad comercial, como faircompanies ha podido comprobar en el centro de desarrollo canadiense de esta tecnología: ver vídeo).
Según Costa, “Nuestro objetivo es crear un coche respetuoso con el medio ambiente que pueda ser producido con tecnología portuguesa y española. Hemos involucrado al sector privado para tomar el reto de producir el coche a largo plazo y venderlo a los consumidores”.
Esperemos que el significado de “largo plazo” sea “período de tiempo razonable”, incluso para la lenta y poco innovadora industria del automóvil, todavía enfrascada en desarrollos freudianos (potencia, caballos, velocidad, aceleración; mientras crecen las restricciones y el aire se hace irrespirable en zonas metropolitanas como la de Barcelona).
Imaginar un viaje por las deliciosas curvas de alguna carretera secundaria de Tras-Os-Montes al volante de un eficiente y atractivo coche eléctrico, desarrollado en la Península Ibérica a partir de tecnología española y portuguesa… Qué poder de sugestión tiene esa foto. Hay que creer. Por qué no.
A las fotos de otros proyectos de CEIIA me remito para creer.
Para quienes no pueden esperar al mobi-green: cómo hacerse un coche eléctrico
Aquellos que no quieran ni puedan esperar a la llegada del Mobi-green, por no hablar del quimérico Seat 600 eléctrico, que parece habitar sólo en esta bitácora, Engadget propone una salida, poco realista, aunque simpática: el SUNN, un coche eléctrico propulsado con energía solar que se puede montar uno mismo, tras recibir en casa el kit desmontado con todas las piezas necesarias, por 4.500 euros.
Puedes echar un vistazo a un vídeo con el SUNN en acción: 35 millas (56 kilómetros por hora) y baterías con una autonomía de 20 millas (32 kilómetros).
A buen seguro que el estudio coordinado por Eduardo Punset acerca de la felicidad de los españoles (el mismo que dice que catalanes y navarros tienen más números para ser más felices que, pongamos, madrileños o asturianos) no ha tenido en cuenta delicias del bricolaje como este coche eléctrico para asegurar que “los que se consideran infelices suelen incluir el bricolaje entre sus aficiones (el 76% de los que se declaran infelices la practican).”
En Blogferreteria.com no se creen la jugarreta que les ha hecho Punset, relacionando la noble afición con gente pansida e infeliz. Se preguntan: ¿El bricolaje nos hace felices?
Es algo así como haber dedicado un blog al HD-DVD de Toshiba.
La infelicidad no es compatible con el “kit de coche eléctrico propulsado con energía solar“. No digamos ya con un 600 eléctrico, que podría salir a las carreteras de la Costa Brava o la sierra madrileña en el momento en que el PIB español superara al francés, para celebrar el (hipotético y, en cualquier caso, futuro) “sorpasso”.
¿Quimeras?