Los mercados internacionales tienen cada vez más problemas para fijar el precio del café a la baja.
Al mismo tiempo, las cooperativas de comercio justo y los importadores de café de calidad imponen sus exigencias: el origen, el tipo y la calidad del café importan tanto como pagar un precio justo al productor.
La caída de algunos aranceles comerciales, un aumento sostenido de la
producción de café en el mundo y la tendencia de los grandes tostadores
(principales intermediarios) a tratar el café como una mercancía
provocó una reducción en sus precios hasta mínimos históricos.
Los medios de comunicación más prestigiosos del mundo se han hecho eco de una pequeña competición que pretende elegir cada año el grano de café de mayor calidad de Brasil para, a continuación, subastarlo al mejor postor.
No hace falta decir que a un precio muy por encima del que tiene esta materia prima en el mercado de materias primas mundial.
Como explica la organizadora de la competición, Susie Spindler, a la revista The Economist (artículo “Excellence in a cup”, 27 de enero de 2007), “el objetivo es diferenciar el café”.
La última edición del concurso para cafeteros Cup of Excellence, celebrada en diciembre de 2006 en la Universidad brasileña de Viçosa, tuvo como ganador al propietario de Fazenda Esperança. Los 21 sacos de café seleccionado que este productor presentó al concurso llegaron a 40.000 dólares en la subasta.
A raíz del éxito alcanzado por esta competición con carácter de subasta, que cuenta con un jurado similar al presente en las catas de vino, wisky o aceite de oliva más prestigiosas, Susie Spindler lo organiza ahora, además de en Brasil, en otros seis países sudamericanos: Colombia, Nicaragua, Honduras, Guatemala, El Salvador y Bolivia.
El mercado internacional del café
Con unas exportaciones que supusieron 9.000 millones de euros en 2006 y un mercado que sustenta -mal que bien- a 25 millones de familias en todo el mundo, el comercio del café se ha convertido en un símbolo de resistencia comercial y oportunidad de alcanzar los mercados globales de una forma justa para los productores de los países pobres.
No obstante, según The Economist, al situarse en el punto de mira de multinacionales mayoristas y gobiernos, “se ha confundido su poder y ahora se intenta usar el fruto del café para estimular las economías en desarrollo.”
Los mercados mundiales de posibles no son responsables del subdesarrollo, aunque la evolución de los mercados internacionales tiene mucho que ver con el futuro de los millones de familias que dependen del cultivo y procesamiento de este producto.
Café vintage, de comercio justo, a granel y para mercados locales
Para algunas empresas, gobiernos y ONG, el futuro de los productores de café y la mejora de sus condiciones pasa por un reconocimiento de las variantes que primen la calidad y singularidad de cada fruto; de este modo, arguyen especialistas como Susie Spindler, una parte significativa del café dejaría de tratarse como una materia prima uniforme, con un precio único en los mercados internacionales incapaz de distinguir entre los mejores y los peores cafés.
En la última década, el comercio del café se ha dividido paulatinamente en tres mercados paralelos:
- El mercado tradicional del café, donde el producto es una materia prima a bajo precio y ni origen ni tipo son premiados. Los productores que no cultivan un café que pueda diferenciarse -o que no cuentan con asesoramiento e inversión- se ven abocados reducir los costes para competir con las grandes y mecanizadas explotaciones. El precio de este café se define en el mercado de materias primas de Nueva York; se tienen en cuenta la cosecha, la benevolencia del tiempo y el nivel de demanda, entre otros factores, para ajustar al máximo lo que se paga a productores, tostadores y mayoristas. El precio pagado no garantiza la subsistencia del pequeño productor de café.
- Variedades seleccionadas. En este mercado, cada vez más importante, la calidad del café prima y los precios pagados son definidos como “justos”. La obtención de un café singular permite comercializarlo a través de canales alternativos a los del café distribuido por los grandes mayoristas. Las mejoras introducidas en las explotaciones de Brasil y otros países han logrado que varios productores puedan vender su fruto a unos precios muy superiores, ya que existe una creciente demanda en todo el mundo por el café de características singulares. En esta modalidad, el café no entiende sólo de países y tipos de planta cafetera, sino de tipos de cultivo, peculiaridades locales, etcétera.
La irrupción del comercio justo
El tercer mercado, a caballo entre el café a granel que sufre unos precios prefijados por el mercado de abastos y el café vintage de zonas de Brasil y otras zonas de América Latina o El Caribe (con denominaciones como el famoso Blue Mountain de Jamaica), es el del comercio justo.
Starbucks ha sido criticada por crear un tipo de certificación de comercio justo que la propia empresa ha desarrollado y a la vez controla, evitando así cualquier injerencia independient: las normas CAFE (Coffee and Farmer Equity Practices).
De acuerdo con esta certificación, Starbucks compra poco más de la mitad de su café (en 2006 el 53% de todo el café que adquirió) de acuerdo con un sistema que garantiza que se cultive y procese de manera sostenible. Los agricultores, según Starbucks, también reciben una retribución equitativa por su cosecha.
Fairtrade Labelling Organization International, FLO International, cuenta con su propio sistema de certificación. Una organización autónoma FLO-CERT, se encarga de auditar las explotaciones y proporcionar el sello de Comercio Justo, o sello Fairtrade, a quienes cumplen con los requisitos.
Tanto la certificación CAFE como la promovida por FLO, a la que se adscriben ONG que comercian con café de comercio justo como Intermón Oxfam, suponen una alternativa para los pequeños cafeteros.
Ante la necesidad de reducir los costes de producción que les imponía el mercado de abastos de Nueva York, los productores pueden destinar ahora su producción a varios mercados paralelos, lo que les garantiza una menor dependencia económica de los grandes mercados:
- Sus mejores variedades encuentran ahora salida, según The Economist, en subastas por Internet donde se llegan a pagar miles de dólares por sacos de café de calidad excepcional. Es el caso de las subastas Cup of Excellence.
- El grado de especialidad de la producción puede destinarse a las cooperativas de comercio justo y a las empresas que, como Starbucks, están dispuestas a pagar algo más que los distribuidores tradicionales por un grano de calidad notable.
- El grado de materia prima, o el café de menor calidad, puede destinarse a los grandes mercados tradicionales.
Finalmente, el resto de la producción puede ser destinada al comercio y consumo locales. - El cultivo del café sigue generando más problemas que expectativas a los pequeños productores, aunque nunca antes los consumidores habían estado dispuestos a preguntar con tanta insistencia por el origen, tipo y calidad del café.