La cadena de cosméticos pretende seguir fiel a sus orígenes alternativos y no testea productos en animales y emplea sólo productos orgánicos.
Hasta que fue comprada por la multinacional francesa L’Oréal en marzo de 2006 por 652 millones de euros, la historia de la cadena de cosméticos británica The Body Shop International va ligada a su fundadora, Anita Roddick, responsable de la política de responsabilidad social de la empresa desde que la primera tienda de la franquicia abriera en 1976 en el Reino Unido.
The Body Shop consiguió hueco en un mercado dominado por multinacionales a partir del posicionamiento de sus productos, para cuya confección no se realizaban pruebas y sólo se empleaban productos inocuos y biodegradables.
Roddick maduró la idea de crear una firma de cosméticos y una cadena de tiendas propia para comercializarlos tras pensar que un posicionamiento sostenible lograría que la firma atrajera un público comprometido con el medio ambiente.
En un viaje a Estados Unidos, la empresaria había visitado una pequeña tienda junto a Berkeley, en la Bahía de San Francisco, que había logrado conjugar los valores comprometidos de la contracultura californiana con los productos sanitarios y de higiene personal.
La pequeña tienda vendía champús, lociones y cremas, explicaba a sus clientes en qué consistía emplear únicamente ingredientes orgánicos y, además, ofrecía descuentos a quienes trajeran sus propias botellas en lugar de adquirir productos con un envase nuevo proporcionado por la tienda.
La pequeña tienda, llamada originalmente también The Body Shop, ofreció a Roddick el modelo perfecto para llevar este modelo de sostenibilidad a una escala industrial.
The Body Shop basó desde el principio su modelo de negocio en ofrecer productos creados con ingredientes naturales; las etiquetas de cada producto ofrecían detallada información técnica, aunque inteligible, acerca del contenido; finalmente, y siguiendo la idea de la tienda californiana que había visitado, ofreció un 15% de descuento a los clientes que trajeran sus propias botellas.
Tras convertirse en una multinacional y empezar a cotizar en bolsa, a partir de 1986, la empresa trató de defender sus ideales a través de ayudas a campañas medioambientales coordinadas por Greenpeace.
Los productos de The Body Shop están prohibidos en China, donde la legislación obliga a que los productos cosméticos sean probados en animales.