La perspicacia de constructores y arquitectos sensibles les ha llevado a intuir durante generaciones que los lugares que creamos pueden afectar nuestros pensamientos, sentimientos y modo de comportarnos, como puede comprobarse en templos grecorromanos y catedrales.
Recientemente, científicos especializados en el comportamiento han aportado a esta creencia una base empírica.
Los espacios arquitectónicos influyen sobre nuestra existencia y calidad de vida. La mayor parte del tiempo que permanecemos en el interior de edificios cerrados lo empleamos en casa o en la oficina. Nos debería preocupar la calidad de la construcción, el ambiente, la iluminación, el mobiliario o el color de las paredes tanto en casa como en el trabajo.
Una nueva generación de arquitectos se reencuentra con los conocimientos humanos ancestrales y pretende generar edificios saludables para sus habitantes y el medio ambiente.
Espacios que afectan nuestra mente
Un espacio puede ser diseñado para facilitar y promover la creatividad, la concentración, el estudio, el estado de alerta, la relajación o la intimidad social. Una casa o edificio no sólo genera una huella ecológica, durante su construcción y a lo largo de su ciclo de vida útil, sino que afecta nuestro comportamiento.
La altura de los techos; el tamaño, orientación y vistas de las ventanas; la naturaleza del mobiliario; o el tipo e intensidad de la iluminación, repercuten sobre nuestra calidad de vida y actúan como freno o impulso de fuerzas como la creatividad.
En 1950, el estadounidense Jonas Salk trabajaba en el sótano de un lúgubre laboratorio de Pittsburgh en la búsqueda de una vacuna contra la polio. Su entorno de trabajo estuvo a punto de provocar que abandonara su cometido, aunque decidió primero cambiar de aires en un monasterio del siglo XIII en Assisi, Italia.
Allí, entre los amplios claustros, sintió cómo su mente se relajaba. Pronto aparecieron nuevas pistas en su búsqueda, incluyendo el pensamiento disruptor que condujo a la vacuna contra la enfermedad.
Salk estaba tan convencido que el ambiente y la disposición arquitectónica del monasterio hablían influido sobre su éxito que solicitó al arquitecto Louis Kahn que diseñara el Instituto Salk de La Jolla, en California, con la esperanza de que otros científicos se beneficiaran de su sereno entorno.
Emily Anthes escribe para Scientific American que la intuición de Salk tiene base neurocientífica, tras estudiar los resultados de varias investigaciones.
Joan Meyers-Levy, profesora de la Carlson School of Management, ha constatado que la altura de un techo afecta el funcionamiento del cerebro. Las habitaciones con techos altos generan propensión a pensar de un modo más libre y abstracto, mientras las habitaciones con techos más bajos provocan una mayor atención hacia el detalle. “Si estás en una sala de operaciones, quizá un techo bajo es mejor”, asegura. “Uno quiere que el cirujano atienda a los detalles como es debido”.
…Y espacios que configuran nuestro impacto ecológico
En un artículo dedicado a la casa sostenible del futuro, el Wall Street Journal explica cuán sencillo es para cualquiera relacionar una gran autopista congestionada con automóviles quemando combustible mientras apenas se mueven con la contaminación, la calidad del aire en las ciudades, el cambio climático o el estrés. Fenómenos todos ellos tan desagradables como problemáticos, que la sociedad actual intenta solucionar.
Resulta, sin embargo, menos sencillo relacionar el consumo masivo de carne roja, o la imagen en aparente equilibrio y quietud de un grupo de casas situado a las afueras de una ciudad, como agentes que contribuyen tanto a nuestro impacto sobre el mundo como el uso intensivo del automóvil.
La vivienda es la silenciosa usuaria de la mayor parte de los recursos que empleamos: electricidad para electrodomésticos, aparatos eléctricos y electrónicos, iluminación, calefacción y agua sanitaria.
El Departamento de Energía de Estados Unidos estima que los edificios son los responsables del 39% del consumo energético total del país, así como de un porcentaje similar de emisiones con efecto invernadero.
La arquitectura y el sector de la construcción en sentido amplio se encuentran en un momento de crisis en los países ricos, con una debacle de especial intensidad en aquellos países que experimentaron un mayor crecimiento inmobiliario en la última década: Estados Unidos, Reino Unido, Irlanda o España.
El parón inmobiliario ha coincidido con un aumento de la atención en las tendencias de arquitectura sostenible, arquitectura bioclimática, permacultura y construcción con materiales técnicos que tienen características especiales: por su carácter local y adaptado a un entorno determinado; por su naturaleza (materiales reciclados, reciclables); por sus cualidades (aislantes naturales, cristales que se limpian por sí mismos, cemento que absorbe la contaminación atmosférica); o por su capacidad de producción y reproducción de alimentos o energía (tecnología solar, captación de aguas pluviales, tejados y paredes verdes que producen alimentos).
“La creciente concienciación sobre nuestro impacto ecológico ayuda a explicar por qué la construcción sostenible es una de las tendencias más extendidas de la industria de la construcción, incluso en un momento en que la economía lucha por salir adelante y la construcción de viviendas se encuentra a su nivel más bajo en una generación”, explica Alex Frangos en el Wall Street Journal.
El propio Frangos se pregunta cómo resolverán las casas del futuro el reto energético y ecológico que disminuya su impacto y aumente el bienestar de sus moradores, ahora que incluso la neurociencia reconoce que las características intrínsecas y la decoración de un espacio afectan nuestro comportamiento, modo de crear e incluso nuestra salud mental.
La casa energéticamente eficiente del futuro
¿Cuáles serán las principales características de la casa sostenible del futuro? Realizar prospectiva siempre es arriesgado. De acuerdo con varios proyectos de arquitectos de todo el mundo, la casa ecológica del futuro podría tener jardines o huertos en sus paredes, o incluso una pequeña charca repleta de peces listos para ser capturados y cocinados.
Como imaginan otros, esta casa podría mimetizar el sencillo y a la vez irreproducible comportamiento de un árbol, un ser vivo que convierte la energía del sol en energía y alimento propio, así como el CO2 en oxígeno.
Hay arquitectos que comparan la casa eficiente del futuro con un lagarto, adaptando su color a las características del entorno y el vaivén climático de las jornadas y las estaciones.
Un color que refleje toda la luz evitará que en su interior se concentre demasiado calor, mientras que un color capaz de atraer el máximo número de rayos solares ayuda a mantener el confort en las estaciones más frías.
Según Rick Cook, arquitecto de la firma neoyorquina Cook + Fox, “esta es una época de valores que son reexaminados, de volver a examinar qué es lo que necesitamos. Estamos reexaminando la idea de vivienda”.
8 casas sostenibles para presente y futuro
Varios arquitectos han desarrollado y en ocasiones construido prototipos de vivienda sostenible que intentan reducir al máximo su huella ecológica, sin por ello renunciar al confort y la salubridad. Todo lo contrario: varias de estas casas pretenden reencontrar la vivienda y sus materiales con el entorno inmediato en que ésta se sitúa: el bioclimatismo y la permacultura ganan adeptos en la arquitectura contemporánea, aunque a veces no se empleen estos términos. La sustancia de las ideas es, sin embargo, análoga, se use el término “arquitectura bioclimática” o no.
Recogemos 8 casas sostenibles, 4 de las cuales (las 4 primeras, por orden de aparición) son apuntadas por Alex Frangos en su artículo del Wall Street Journal. Añadimos a su elección algunas propuestas de arquitectos europeos.
1. Una casa que se comporta como un árbol (William McDonough + Partners)
“Me gustaría erigir una casa que fuera como un árbol”, dice el arquitecto William McDonough, responsable junto a Michael Braungart de conceptos cada vez más estudiado en el diseño industrial: Cradle to Cradle (C2C) y eco-efectividad.
El arquitecto, responsable de la firma William McDonough + Partners, ha creado un prototipo de casa sostenible que, como si se tratara de la hoja de un árbol, contiene una capa fotosintética que capaz de capturar la luz del sol.
A diferencia de los actuales paneles solares, instalados encima del tejado y de naturaleza independiente, los captadores de energía solar que concibe McDonough estarían embebidos en la propia estructura exterior de la casa. “Éstos calientan agua y generan electricidad para la casa -y crean oxígeno para la atmósfera, para así compensar las emisiones de CO2 producidas en otras áreas del hogar”.
El arquitecto de Virginia prevé un tejado curvo y con aleros generosos para proporcionar sombra, lo que reduce la carga de calor en verano, cuando el sol incide de un modo más vertical, sin evitar la incidencia de los rayos solares en invierno, cuando los rayos solares son más horizontales.
El techo, asimismo, aísla del exterior e incluye áreas verdes, como las que McDonough ideó en los techos de la factoría de la firma automovilística Ford.
La corteza de esta casa, que funcionaría como un árbol, sería fina e incluiría finas películas capaces de limpiarse y repararse por sí mismas, evitando así la necesidad de sustituir la estructura tras años de exposición.
Alex Frangos recuerda que, lejos de quiméricas, algunas de estas ideas están ya cercanas a la realidad, si uno se fija en materiales técnicos como el vidrio que se limpia solo, gracias a una capa especial que emplea luz ultravioleta para deshacer la suciedad orgánica, que a continuación desaparece con la lluvia.
El tronco de la casa concebida por McDonough (su estructura) evitaría el uso de madera o metales, en favor de tubos de carbono, más ligeros y energéticamente eficientes.
Finalmente, las “raíces” de la casa estarían compuestas por un sistema geotérmico enterrado bajo la vivienda, que tomaría la relativamente constante temperatura del suelo para acondicionar el interior de la casa, proporcionando frío en verano y calor en invierno.
La casa de McDonough incluiría cemento capaz de absorber CO2 y así compensar las enormes emisiones que genera la producción de esta materia prima tan empleada en la construcción de viviendas y todo tipo de obra civil.
Todos los materiales de la casa serían o bien técnicos (capaces de ser empleados indefinidamente una vez acabara su vida útil en la casa) o bien son totalmente biodegradables, convirtiéndose en alimento para la tierra una vez finaliza su vida útil.
2. Una casa que mimetiza a un reptil (mudar la piel con las condiciones ambientales)
La vivienda ideada por el estudio Cook + Fox se comporta como un lagarto, animal cuya piel es una de sus características que más inciden sobre su supervivencia.
La casa incorpora una piel “biomórfica” que reacciona con el momento del día y las características climáticas intrínsecas a una situación coyuntural (altas presiones, anticiclones, etc.) o a una estación determinada.
El exterior de esta casa se oscurecería durante los momentos de intensa radiación solar, mientras se aclararía en los días con menos sol para absorber así tanta luz y calor naturales como fuera posible.
La fachada de la casa también captura aguas pluviales y el agua procedente de la condensación para copar las necesidades de sus habitantes, como los lagartos que viven en el desierto han aprendido a llevarse a la boca las gotas de rocío que se acumulan a lo largo de su nariz al inicio del día.
Rick Cook cree que el hogar del futuro deberá fijarse tanto en el modo en que la naturaleza resuelve los problemas (biomimesis) como en los avances tecnológicos, para evitar casas que derrochen energía debido a su poco afortunado diseño.
La casa de Cook + Fox tiene un aspecto moderno, aunque huye del espectáculo gratuito y puede encajar perfectamente en cualquier barrio. Su interior está conformado por un espacio que puede adaptarse a las necesidades de sus ocupantes y cambiar con el día, ya que sus tabiques están montados sobre rieles. De este modo, resulta más fácil aprovechar al máximo espacios habitualmente infrautilizados.
La casa independiza el inodoro de la bañera y la ducha, para poder servir a más gente de modo simultáneo, y su facilidad de adaptación a distintas actividades permite usar el hogar como centro de trabajo, evitando así desplazamientos innecesarios en coche.
3. Una casa que produce alimentos (huertos integrados en tejado y paredes)
Rios Clementi Hale Studios ha concebido la Incredible Edible House, una casa que integra tanto principios bioclimáticos como aspectos esenciales de lo que el austrliano Bill Mollison bautizara como permacultura a raíz de su obra Permaculture One.
Como si se tratara más de un manifiesto sobre el futuro de la producción de alimentos (locales, orgánicos, ornamentales) que sobre el futuro de la arquitectura.
Se trata de una construcción con una fachada de tres pisos de altura que incluye un jardín vertical capaz de producir garbanzos, tomates, escarola y té verde. Se trata de salir al exterior de la casa a primera hora de la mañana y realizar la cosecha para consumir durante el día.
Las plantas realizan dos importantes labores: alimentan a los habitantes de la casa y proporcionan tanto sombra como climatización, al absorber el calor mejor que un muro de madera, ladrillo, estuco o vidrio.
Las plantas no son la única característica remarcable del diseño de esta casa: con una altura de tres pisos, es también más vertical que la típica casa suburbana estadounidense, un guiño a la importancia de construir comunidades más densas que los interminables suburbios norteamericanos de clase media.
Un colector de aguas pluviales recoge el agua en el tejado y mantiene el edificio fresco, mientras que pequeños molinos de viento proporcionan energía.
La casa tiene, asimismo, una estructura prefabricada dividida en tres bloques, uno por cada planta, de modo que es posible emplazarla fácilmente en distintas localizaciones, a lo largo de su vida útil.
Este estudio arquitectónico de Los Ángeles cree que las casas prefabricadas son la respuesta sostenible para el futuro: al industrializar los procesos de producción, se detectan y corrigen errores, se abaratan costes y se reduce la necesidad energética por pieza producida.
4. Una casa del futuro que recupera prácticas ancestrales
La casa sostenible del futuro propuesta por Steve Mouzon, del estudio de Miami Mouzon Design, emplea tecnologías vanguardistas y a la vez recupera técnicas tradicionales para reducir el uso energético.
Mientras la casa incorpora paneles solares en fachada y tejado para generar electricidad y calentar el agua sanitaria, ésta incluye a su vez una “chimenea de aire”, una herramienta arquitectónica empleada por los antiguos para generar una ventilación natural con todas las ventajas del aire acondicionado y con ninguno de sus inconvenientes.
El funcionamiento de esta técnica se basa en la diferencia entre la presión del aire caliente y la del aire más fresco. Mientras el aire caliente se eleva y disipa a través de la chimenea, el aire más fresco se regenera a través de ventanas y puertas.
Mouzon ve la casa del futuro como una fuente de alimentos, como Rios Clementi. La casa incorpora en su fachada una estructura de sustento para el cultivo de todo tipo de vegetales, incluyendo pesados melones y sandías.
Asimismo, la casa incluiría pequeños estanques capaces de proporcionar pescado fresco. Mouzon está también preocupado con el tamaño de la casa del futuro: “cuanto más pequeña se pueda crear, más sostenible será”.
A las 4 propuestas de casa sostenible compiladas por Alex Frangos para el Wall Street Journal, añadimos 6 casas más, varias de las cuales son una realidad cotidiana disfrutada por sus inquilinos.
5. Una exquisita casa de madera sin consumo energético por 70.000 euros
El aquitecto francés Jean-Baptiste Barache es el responsable de una de las casas que más interés han despertado en la producción de los arquitectos jóvenes europeos de los últimos años. Ha sido vista como una casa de alta costura a precio de saldo.
Se trata de una casa inspirada en el paisaje, clima e idiosincrasia de Normandía, y su aspecto y planta recuerdan a los graneros de Centroeuropa, aunque a su vez cuenta con la elegancia conceptual de las iglesias protestantes, desnudas de ornamentaciones que no tengan un significado pragmático.
La casa de Barache ha sido construida íntegramente en madera (exteriores) y contrachapado (interior); todo con el reducido coste de 70.000 euros, sin gastos de montaje incluidos. Esta vivienda, con 170 m2 y un amplio espacio interior debido a su tradicional tejado de dos aguas, incluye la opción de montaje por 120.000 euros.
Esta sencilla casa ha sido elaborada con madera reciclada y un espíritu bioclimático: su orientación y ventanales permiten la entrada del sol en los meses fríos.
Eso sí, esta casa no cuenta con electricidad. El arquitecto prefiere que los habitantes de la casa aprovechen así la luz natural al máximo y eviten el uso excesivo de recursos.
6. Una casa ultra-eficiente que capture más energía de la consumida
Active House es una vivienda construida en un suburbio Aarhus, segunda ciudad de Dinamarca, capaz de capturar más energía que la necesaria para suplir las necesidades de una familia media. Aarhus es un prototipo de la firma VKR Holdings.
Pese a encontrarse en el norte de Europa, esta casa emplea paneles solares para propulsar la calefacción radial que se extiende bajo el suelo. Una instalación solar de 50 m2 genera el resto de la electricidad necesaria para emplear en la casa y exportar a la red eléctrica.
Pese a la latitud del emplazamiento, la parte del tejado orientada hacia el sur está cubierta por paneles solares que copan todas las necesidades de los ocupantes y permite compensar las emisiones causadas por la construcción de los materiales y la edificación.
Sus diseñadores estiman que esta casa habrá compensado totalmente sus emisiones en 30 años, a través del periódico envío del excedente eléctrico producido a la red general.
Active House es una respuesta evolutiva a la Passive House, el estándar de vivienda sostenible en Escandinavia, Alemania y Austria durante la última década. Las casas pasivas popularizadas en el centro y norte de Europa reducían drásticamente su consumo energético gracias a aislamientos mucho más eficaces que en el pasado, lo que reducía la necesidad de calefacción.
La casa activa propuesta ahora en Dinamarca reconoce la necesidad de contar con un sistema de calefacción para los días más fríos de invierno, aunque se asegura de que la energía provenga de la autogestión energética a partir de fuentes renovables.
7. ¿Una casa en un árbol?
La firma alemana Baumraum desarrolla pequeñas casas y cabañas de madera que se confunden con los árboles.
A diferencia de las típicas, a menudo torpes, cabañas de madera diseñadas para niños, esta firma ha creado decenas de diseños que, pese a emplear la madera de modo casi exclusivo, se benefician del diseño industrial de precisión.
La firma ha desarrollado decenas de proyectos, todos ellos bajo un común denominador: mínimo impacto de la casa del futuro sobre el entorno natural en el que se emplaza.
La bautizada como Casa en un Peral, por ejemplo, se instaló en un gran peral de la localidad alemana de Heilbronn.
Una escalera de madera permite llegar a un paso elevado que funciona tanto como entrada a la pequeña casa como de balconada con vistas a un valle tamizado con viñedos.
Un último tramo de pequeños escalones permite acceder a la cabina (la pequeña vivienda, de hecho), situada a 4 metros sobre el suelo.
Debido a que el peral no podía sostener el peso de la casa, la mayor parte de la construcción descansa sobre dos soportales de madera que no desentonan en el conjunto.
8. House 108: un reencuentro con los mejores valores del Mediterráneo
Si hay una casa del futuro que se reencuentra con el pasado y se adapta con naturalidad y sin delirios de grandeza en el terreno donde ha sido emplazada, se trata de House 108, una casa de una planta, alargada y que adopta la pendiente de una pequeña colina de la Costa Brava.
House 108 es un proyecto de H Arquitectes (David Lorente, Josep Ricart, Xavier Ros, Roger Tudó) de 109 m2 que toma el sentido arquitectónico, pulcro y sencillo, del Mediterráneo, que ha suscitado las alabanzas de varias publicaciones.
El proyecto busca respetar el entorno natural donde se encuentra, cubierto por una densa vegetación mediterránea. La construcción de la casa evitó grandes movimientos de tierra, la creación de profundos cimientos o la generación de desechos.
La vegetación se ha mantenido para evitar la pérdida del actual ambiente fresco y sombrío. Los elementos exteriores interfieren lo mínimo con el entorno: sólo se ha incluido una pequeña y simple escalera de madera para facilitar el acceso.
La disposición de ventanales a ambos lados de la alargada planta de la casa, que sigue la pendiente descendiente del terreno, facilita tanto el aprovechamiento de la luz natural como la ventilación y refrigeración.
La fachada sur de la casa, con mayor exposición al sol, tiene una sombra natural: las plantas la protegen de la radiación solar en verano, a la vez que permiten que el sol entre en invierno.
El tejado no tiene demasiada exposición al sol, al estar orientado al norte y protegido con vegetación. Los suelos, de cemento, funcionan como sistema de regulación térmica.
El resultado: una casa elegante por su sencillez, con un impacto ecológico reducido y un coste de producción muy ajustado. La inversión energética efectuada en su construcción y mantenimiento es igualmente muy limitada.