La Fundación Bill & Melinda Gates tiene más de 60.000 millones de dólares para intentar erradicar el hambre y las enfermedades en los países pobres.
Bill Gates ha dejado Microsoft para asegurarse de que su dinero –y el de Warren Buffett- llega a los verdaderamente necesitados.
Para Bill Gates, es hora de pedir resultados en el mundo de la caridad y la ayuda a los países pobres. ¿Por qué no aplicar la eficiencia y profesionalidad de la gestión empresarial más avanzada del mundo a la filantropía? El “filantrocapitalismo” quiere ser efectivo.
Si Gates ha dejado el puesto de principal arquitecto de software en Microsoft al antiguo rival y creador de Lotus Notes Ray Ozzie, no lo ha hecho para comprar Apple Computer o intentar mejorar su relación con la Comisión Europea. Gates quiere dedicarse a tiempo completo a ayudar a los más pobres. Nos guste o no, el hombre más rico del mundo quiere emplear bien parte de su fortuna.
La ocurrente portada del prestigioso semanario The Economist de la semana del 1 al 7 de julio de 2006 no fue fruto de la casualidad. En ella, un relajado y sonriente Bill Gates sostiene a un bebé negro, que le mira con la curiosidad de quien no entiende la escena.
Sobre la imagen, un gran titular compuesto únicamente por una palabra: “Billantropy”. La fusión entre filantropía, tan arraigada entre las clases dirigentes anglosajonas, y el nombre del propio Gates.
La revista británica anunciaba entonces que el multimillonario Warren Buffett, del emporio Berkshire Hathaway, confiaba al propio William Gates y a su mujer Melinda, a través de la Fundación Bill & Melinda Gates, la astronómica cifra de 31.000 millones de dólares para que sea esta organización la encargada de supervisar su empleo. Las Fundación Gates ha anunciado que todos sus proyectos han mejorado su eficacia mediante los sistemas de control de eficacia que se emplean por norma.
La Fundación Bill & Melinda Gates dispone de más de 60.000 millones de dólares en fondos para cumplir con objetivos nada desdeñables: destacan los de “erradicar las enfermedades y la pobreza en los países en desarrollo”.
No obstante, la entidad no olvida los problemas de la propia sociedad estadounidense: entre otros programas, existe uno de ayuda a las escuelas públicas más problemáticas del país para erradicar la violencia y la marginación social donde más ha fallado el ascensor social.
Eficiencia caritativa: paso al “filantrocapitalismo”
Tanto Gates como Buffet son críticos con el derroche económico realizado históricamente por las mayores organizaciones caritativas; se han propuesto que el dinero destinado a la fundación tenga la máxima rentabilidad posible, y ello implica la creación de planes estratégicos y la constante supervisión del engranaje formado por todos los programas de ayuda que la organización va a poner en marcha.
Se busca la “efectividad por dólar”, y los primeros beneficiados de esta nueva visión pueden ser quienes verdaderamente necesitan estas ayudas. Durante el anuncio de la colaboración entre Buffet y la fundación, Bill Gates expresaba su interés por que el colosal tamaño de los fondos y los ambiciosos objetivos propuestos no paralizaran a la organización. “Dada la dimensión de los problemas que afrontamos, ahora podemos más que doblar el impacto que tenemos”.
La Fundación Bill & Melinda Gates tiene una estructura que lucha para no caer en la burocracia: cuenta con una plantilla de alrededor de 250 personas, aunque se necesitan más profesionales de diversos campos a medida que los programas son puestos en marcha.
La visión empresarial de la filantropía de la entidad también se nota en el ritmo de los proyectos, que se suman a los ya existentes (como financiar a varias farmacéuticas para que desarrollen vacunas y medicamentos; así como la colaboración con gobiernos, agencias, otras fundaciones y figuras respetadas y vistas como ejemplo por los jóvenes, como Bono, cantante del grupo de rock irlandés U2).
Entre los logros que el sistema de supervisión de los proyectos implantado por la Fundación Gates, destacan los excelentes resultados cosechados por la Alianza Global para la Vacuna e Inmunización (GAVI), una alianza entre los principales actores en el desarrollo y provisión de vacunas; cuenta entre sus miembros con los países pobres, UNICEF, el Banco Mundial, los productores de vacunas, varias ONG y la participación destacada de la fundación de los Gates.
Los programas de GAVI duran cinco años y son minuciosamente supervisados por auditores externos: quienes superan los objetivos, consiguen una prima extra de 20 dólares por niño vacunado; quienes cumplen con los objetivos, continúan obteniendo los fondos planeados; finalmente, quienes no cumplen con los objetivos preestablecidos se quedan sin fondos, al menos hasta que GAVI dilucide qué ocurre. Para Bill Gates, se trata de un paradigma para otras actividades subvencionadas por la fundación.
Objetivo: acabar con el hambre en África
Bill Gates no entiende por qué las fundaciones no han colaborado más estrechamente en las últimas décadas. Se ha propuesto estrechar lazos con otras instituciones. Con la ayuda de la Fundación Rockefeller, la Fundación Bill y Melinda Gates para erradicar el hambre en el África subsahariana, que alberga a 16 de los 18 países más desnutridos del mundo.
Para solucionar la falta de alimentos de forma sistemática y lograr un cambio profundo y duradero, el programa, gestionado por Roy Steiner, quiere cambiar el modo de producción de las pequeñas granjas africanas, que constituyen la base del tejido alimentario de la zona, que ha empeorado en las últimas décadas, desde la independencia de los distintos países.
La Alianza por una Revolución Verde en África (AGRA), anunciada el 12 de septiembre, empieza con un presupuesto de 150 millones de dólares, destinados a investigadores que crearán semillas adaptadas al terreno y de gran productividad, que serán distribuidas entre los agricultores que más las necesitan.
La colaboración entre las dos fundaciones estadounidenses se centrará todos sus esfuerzos en tres puntos:
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Crear mejores cultivos, adaptados a las condiciones locales africanas.
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Entrenar a criadores y científicos agrarios africanos para que puedan contribuir a expandir el proceso en el futuro.
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Garantizar a los agricultores de la zona modos asequibles de conseguir semillas de gran calidad y adaptadas al clima local, a través de una red de 10.000 comerciantes agrarios, cuyo papel será fundamental para expandir rápidamente los nuevos conocimientos.
Este y otros programas han sido diseñados para cumplir con unos objetivos específicos. Los mayores filántropos del mundo parecen haberse cansado de ofrecer dinero a causas que carecen de un control sobre el terreno.
Crítica a la “Revolución verde” de Gates desde el Foro Social Mundial
Durante la apertura de la última edición del Foro Social Mundial, llevado a cabo en Nairobi (Kenia), la ecologista india Vandana Shiva fue una de las autoridades con experiencia en desarrollo que criticaron las iniciativas agrarias que Bill Gates y la Fundación Rockefeller pretenden llevar a cabo en el África subsahariana.
Entre las intenciones de la Fundación Bill y Melinda Gates quieren poner en marcha para erradicar la pobreza extrema en el continente más pobre, destaca la dedicación de 150 millones de dólares para distribuir semillas híbridas y fertilizantes.
Según Shiva, el empleo de transgénicos y metodologías “obsoletas” tuvo consecuencias debastadoras sobre las zonas de la India donde fueron probadas a gran escala: “La revolución verde en India destruyó la tierra más próspera, y donde antes se plantaban hasta 250 variedades de semilla, hoy se plantan tres. No se produjo más comida; sólo más arroz y menos legumbres.”
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Mayores fundaciones filantrópicas del mundo, por en volumen de su presupuesto (Fuente: The Economist): Bill & Melinda Gates Foundation; Stichting Ingka Foundation – IKEA; The Welcome Trust; The Ford Foundation; The Robert Wood Johnson Foundation; J. Paul Getty Trust; Lilly Endowment; Fondazione Cariplo; W.K. Kellogg Foundation; Fondazione Monte dei Paschi di Siena; The William & Flora Hewlett Foundation.