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Slow Food, luchando contra la estandarización del gusto

El movimiento Slow Food se opone a la estandarización del gusto culinario y promueve una filosofía del gusto “sin prisas”, que combine placer y conocimiento.

Slow Food surgió en Italia para combatir la cultura de la estandarización culinaria y la pérdida del hábito gastronómico como elemento de riqueza y cohesión cultural.

La organización, fundada por Carlo Petrini en 1986, promueve la conservación de las tradiciones gastronómicas locales y lucha contra la desaparición o abandono de variedades vegetales, métodos de cultivo y de cría de animales. El símbolo de Slow Food es el caracol, emblema de la lentitud.

La organización Slow Food pretende, entre otros objetivos:

  • Otorgar dignidad cultural a la comida y la alimentación.
  • Potenciar los productos alimentarios y las modalidades de producción locales, al constituir bienes culturales y fuente de diversidad biológica.
  • Promover la gastronomía entre la ciudadanía y, en particular, entre los jóvenes.
  • Apoyar la práctica de una calidad de vida distinta, basada en el respeto al ritmo y tiempo naturales.
  • Crear bancos de semillas para promover las variedades de cultivo locales.
  • Desarrollar una “memoria gustativa” (a través de la iniciativa Ark of taste) para cada región que permita conservar comidas y sabores.
  • Preservar y promover la gastronomía local y tradicional.
  • Organizar el proceso a pequeña escala de productos de rápida caducidad.
  • Educar sobre gastronomía.
  • Informar a los consumidores sobre los riesgos de la comida rápida, las grandes explotaciones agrarias, los monocultivos o la dependencia de pocas variedades vegetales.

Slow Food cuenta actualmente con más de 80.000 socios en alrededor de 100 países distintos, cada uno de los cuales cuenta con sus propias sedes sociales, denominadas Condotte en Italia y Convivia en el resto del mundo.

En Italia, Slow Food tiene 35.000 inscritos y 360 sedes locales; en el resto del mundo, existen 450 Convivia.

Slow Food sentó las bases para el nacimiento de un movimiento más amplio que engloba otras organizaciones, denominado Slow Movement, o Movimiento Slow.

El periodista y escritor canadiense Carl Honoré (colaborador de los medios los británicos The Guardian y The Economist), realiza una amena aproximación al Movimiento Slow en In Praise of Slow: How a Worldwide Movement Is Challenging the Cult of Speed (En España: Elogio de la lentitud: Un movimiento mundial desafía el culto a la velocidad, RBA, 2005).

En Elogio a la lentitud, puede leerse: “la filosofía de la lentitud puede resumirse en una palabra: equilibrio. Las personas descubren energía y eficiencia allí donde quizá menos la había esperado: en el hecho de hacer las cosas más despacio.”