Las referencias literarias y cinematográficas relacionadas con las casas árbol son prolíficas y recurrente. Desde la cabaña de los hijos de Atticus Finch en Matar a un ruiseñor hasta las películas infantiles más emblemáticas, los proyectos para construir cabañas en árboles unen a distintas generaciones en un mismo propósito como pocas otras aventuras.
Muchos de quienes hemos tenido oportunidad de vivir o veranear en casas con árboles próximos, hemos pensado con recurrencia en construir nuestra propia casa árbol, al menos durante dos momentos de nuestra vida: durante los años previos a la adolescencia; y cuando nuestros hijos alcanzan esa misma edad.
Pero las casas árbol son mucho más y volver al árbol no tiene por qué ser regresivo. En algunas culturas, como pueblos del sureste asiático y Nueva Guinea, las casas sobre árboles o largos pilares se convirtieron hasta época reciente en una estrategia de supervivencia para evitar inundaciones súbitas y ataques, tanto de animales como de tribus vecinas.
El sentido de construir un abrigo lejos del suelo
Los pueblos europeos conservan también métodos de construcción ancestrales lejos del suelo, tanto sobre pilares como sobre recios árboles. Las pequeñas cabañas sobre pilares evolucionaron en el noroeste de la Península Ibérica en hórreos, sólidas cabañas con pilares de piedra y tejado a dos aguas, para proteger la cosecha de la lluvia y los animales.
Existen edificios tradicionales similares y con propósitos parecidos en otros rincones europeos. Además de los hórreos de Iberia, se conserva una tradición similar en Escandinavia (Noruega y Suecia), además de Suiza. Su uso ancestral en territorios rurales de toda Europa está relacionado con las cosechas y ritos ceremoniales (como templos, ermitas e iglesias rurales), más que con su uso como vivienda.
Los árboles de los druidas
Como los hórreos, que se han construido históricamente sobre pilares en lugar de árboles, las casas árbol europeas tienen una larga tradición, aunque su carácter efímero ha borrado buena parte de su huella histórica, al tratarse de construcciones de madera sobre árboles.
Según las crónicas de Plinio el Viejo, Julio César (De Bello Gallico) y Posidonio, los druidas, una casta social elevada celta en los territorios del occidente europeo que eran conquistados por Roma (los extremos de Galia e Iberia, así como Britania), celebraban sus ritos panteístas en bosques cercanos a manantiales, pozos naturales, piedras simbólicas o sobre árboles significativos.
Muchos de ellos, como el druida Panorámix de la famosa serie de historietas Astérix, de Albert Uderzo y René Goscinny, habrían vivido como eremitas cobijados en cabañas sobre árboles o cobijadas en los bosques.
Un solo árbol: el de la sabiduría, el de la vida y el de los panteístas
El árbol no sólo fue símbolo del abrigo, la sabiduría o la universalidad para los druidas. Siddharta Gautamá Buddha se sentó bajo el árbol bo, que le cobijó durante varias semanas, donde habría alcanzado el nirvana y empezó a enseñar sus interpretaciones.
El árbol de la vida es uno de los símbolos cabalísticos más importantes del judaísmo y su significado esencial es similar al del árbol bo o bodhi de los budistas. El árbol de la vida se compone por 10 esferas y 22 senderos, que representan un mapa de la Creación que hay que entender individualmente para comprender el conjunto (Dios).
Cristianos, hermetistas y panteístas ilustres (Giordano Bruno, Baruch Spinoza, Henry David Thoreau, Walt Whitman) ven en el árbol de la vida un símbolo del universo, la naturaleza, Dios o las tres cosas a la vez (en el caso del panteísmo de la Ilustración, teorizado por John Toland en el siglo XVIII).
Tradición de casas árbol en Estados Unidos
En Estados Unidos, un país que se independizó de la metrópolis haciendo suyos varios de los ideales de la Ilustración, el panteísmo encontró sus seguidores más influyentes a finales del XVIII y durante todo el XIX, desde varios presidentes del país a artistas e intelectuales (Ralph Waldo Emerson y su amigo Henry David Thoreau, el poeta Walt Whitman) a buhoneros y todo tipo de buscavidas.
Aventureros y personajes pintorescos de origen europeo recorrieron la inmensidad de Norteamérica con los mismos anhelos y precariedad que sus descendientes del siglo XX, la generación Beat y los hippies en torno a Ken Kesey y los Merry Pranksters. Johnny Appleseed (gran y original retrato del personaje realizada por Michael Pollan en The Botany of Desire), Mark Twain, Jack London o Jack Kerouac hicieron, en esencia, el mismo viaje iniciático.
La contracultura
La contracultura de los sesenta y setenta propulsó la creación como método de realización personal, en lugar del consumo, y proliferaron los libros y publicaciones que trataban, a menudo de un modo aleatorio, todo tipo de técnicas artesanales y nuevas tecnologías, como la revista Whole Earth Catalog de Stewart Brand en la que colaboró Lloyd Kahn (al que realizamos una visita hace unos días –artículo y fotogalería-), entre otros.
Y, si la ingenuidad y el espíritu creador impulsaron el sueño de Paul MacCready de crear el Gossamer Condor, el primer avión propulsado por el hombre (a pedales, aunque resulte sorprendente), capaz de volar con consistencia, la misma fuerza hizo lo propio con Michael Garnier.
Michael Garnier: de hippie a empresario de casas árbol
Para Garnier, la última frontera romántica no estaba situada en el cielo, sino sobre los árboles. Afincado con su mujer en Takilma, un lugar “no incorporado” (designado por el censo, pero que no constituye un pueblo) en Cave Junction, Oregón, Michael Garnier nunca olvidó sus anhelos de juventud.
Takilma ha sido catalogado por muchos como poco menos que el cementerio de elefantes de varios hippies irredentos de la contracultura, Garnier y su mujer entre ellos. El lugar ideal donde comprar un puñado de acres y perseguir, pensó Garnier cuando se estableció en este valle del sur de Oregón, el sueño de construir un pequeño poblado que haría las delicias de Peter Pan, ya que las casas se encuentran en un pequeño bosque de robles y coníferas. Pero no en el suelo, sino sobre los propios árboles.
El mundo de Out’n’About
Michael Garnier bautizó a su propiedad como Out’n’About, un pequeño hotel que ofrece una quincena de casas árbol que pueden alquilarse en calidad de habitaciones.
El nombre de los alojamientos tampoco defrauda: The Suite, Swiss Family, Peacock Perch, Cavaltree, Treelon, Yurtree, Serendipitree, Balcontree, Elementree; y las espectaculares cabañas Forestree, Pleasantree y Majestree, situadas a más distancia sobre el suelo (Majestree, de 4 plazas, se eleva hasta la copa de los árboles que alojan el complejo, a 14 metros de altura.
Los únicos edificios con cimientos convencionales, en lugar de servirse del tronco de los árboles, son la recepción del pequeño hotel, las caballerizas y un pintoresco retrete con recortes de prensa sobre Michael Garnier y el complejo Out’n’About.
La propia casa de Garnier, construida hace cuatro años en uno de los extremos de la propiedad, se asienta fundamentalmente sobre un recio roble de 300 años, cuyo majestuoso ramaje cobija la totalidad de la vivienda, pese a sus generosas dimensiones.
La pequeña compañía Out’n’About Treehouse Treesort opera el hotel en casas árbol y el Treehouse Institute de Takilma, además de asistir por encargo en la construcción de casas árbol. Según Garnier, “cada casa árbol es un caso único, al asentarse sobre un árbol, que es un organismo vivo”.
Cuando el condado de Josephine quiso destruir un sueño
El negocio que la ingenuidad y el espíritu irredento de Garnier y su mujer regentan a unos 16 kilómetros (10 millas) al sureste de Cave Juntion, Oregón, nació envuelto en la polémica. Las autoridades del Condado de Josephine, donde se asientan los ex-hippies de Takilma, como el visitante notará al aproximarse a la comunidad, denegaron el permiso de habitabilidad a Garnier.
Lejos de conformarse con la decisión de las autoridades locales, Michael Garnier inició una batalla legal iniciada en 1991 que le dio la razón… en 2001, 10 años después de iniciarse.
El contencioso ganó notoriedad en la prensa regional de prestigio e incluso The New York Times.
El emprendedor detrás del sueño ingenuo de vivir de casas árbol
Actualmente, Michael Garnier se centra en tres negocios: el hotel (Out’n’About Treehouse Treesort), actividades al aire libre para los visitantes (Out’n’About Outfitters) y la asistencia en la construcción de casas árbol (Treehouse construction).
En lugar de “resort”, Garnier usa la palabra “treesort”, mientras un encargado de mantenimiento llevaba, al menos durante nuestra visita al complejo, un suéter en el que, en lugar de “security” (seguridad) podía leerse “securitree” (imagen). Su peculiar sentido del humor se gana pronto el respeto de los visitantes más pequeños.
Inés, nuestra hija, de cuatro años y medio, no se perdió un detalle de las palabras de nuestro anfitrión, que nos enseñó todas las cabañas con paciencia y entusiasmo. Garnier ha logrado que su alojamiento goce de una cierta popularidad, lo que le permite vivir de la realización de uno de los proyectos más alocados de su juventud.
“Garnier Limbs”
Para garantizar la seguridad de las casas árbol, tres de las cuales cuentan con sanitario y desagüe, la experiencia construyendo cabañas similares sirvió a Garnier para desarrollar un sistema de anclaje, las “ramas de Garnier” (“Garnier Limbs”), que aseguran la estabilidad del edificio y la seguridad de sus ocupantes, además de reducir la presión sobre el árbol.
Los “Garnier Limbs” son gruesos tornillos de acero, con 1,5 pulgadas de grosor, capaces de soportar 3.600 kilogramos de peso (8.000 libras).
Durante el contencioso con el condado de Josephine, Michael Garnier convocó a la prensa para demostrar la solidez de su sistema de construcción, ya que los inspectores habían argumentado la peligrosidad de las construcciones como principal motivo de denegación de la licencia. Un total de 66 personas, 2 perros, y 1 gato se congregaron en una de las casas árbol, que soportó sin problemas los 4.920 kilogramos (10.847 libras).
Aldeas ewok y sueños de infancia
El diseño y la distancia del suelo de las distintas casas varía considerablemente. Varias de ellas, las que se sitúan a una altura que supera la decena de metros del suelo, se comunican entre sí por pasarelas capaces de hacer rememorar al visitante la aldea Ewok de La Guerra de las Galaxias, construida por George Lucas para su saga original en los bosques de secuoyas del norte de California, no muy lejos del Out’n’About Treehouse Treesort de Cave Junction.
Cuando, tras el agradable rato charlando con Michael Garnier, nos alejamos finalmente de Out’n’About, nuestra hija Inés insiste en que, o bien debemos quedarnos en las casas árbol, o bien tenemos que construir nosotros nuestro propio alojamiento en un árbol. Será complicado, dado que vivimos la mayor parte del año en un apartamento, en el centro de Barcelona.
En aquel momento, conversando con mi hija mayor sobre casas árbol, entendí que se acerca el momento de desempolvar uno de los sueños de mi infancia.