La plataforma Som lo que Sembrem está cerca de reunir 50.000 firmas para llevar al Parlament una propuesta de ley que prohíba el cultivo de transgénicos en Cataluña.
Por Álex Lasmarías
Los transgénicos llaman a las puertas del parlamento catalán.
Acogiéndose al formato de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP), Som lo que Sembrem (Somos lo que sembramos), una plataforma nacida al amparo de la Assemblea Pagesa de Catalunya, quiere llevar al Parlamento autonómico el debate sobre la conveniencia de seguir cultivando e investigando cultivos transgénicos (Organismos Genéticamente Modificados, OGM), en Cataluña.
España es el país de la Unión Europea con mayor número de hectáreas dedicadas al cultivo del maíz transgénico. En conjunto, se dedican más de 60.000 hectáreas a estas variedades, de las cuales la mayoría, 20.000, están concentradas en territorio catalán.
Unas cifras que contrastan vivamente con las poco más de 8000 hectáreas ocupadas por transgénicos en toda Alemania y que se encuentran en las antípodas de países como Francia, Italia o Grecia, que aplican desde hace tiempo moratorias a la presencia de OGM en sus respectivos sectores agrícolas.
De prosperar la ILP, el parlamento catalán seguiría la estela de comunidades autónomas como Illes Balears, Asturias, Euskadi e Islas Canarias que ya han declarado sus territorios como zonas libres de transgénicos.
Lista de agravios y Propuesta de Ley
Según las organizaciones, organismos y entidades que apoyan esta iniciativa, mientras no se demuestre la inocuidad de los OMG para la salud humana y el entorno, la masiva implantación actual de cultivos transgénicos puede suponer un grave riesgo para la seguridad alimentaria y el medio ambiente.
Señalan, también, que la proliferación de estos cultivos es incompatible con los usos agrícolas tradicionales e impide el desarrollo de una agricultura ecológica, además de atentar contra la biodiversidad del territorio poniendo en peligro la existencia de especies autóctonas y afectando gravemente a la riqueza del medio natural.
Por último, en el capítulo de los perjuicios causados por la presencia de cultivos transgénicos, se hacen eco de las denuncias amplios sectores de la comunidad científica mundial y advierten sobre el desaforado consumo de recursos (hídricos, energéticos y de agotamiento del suelo) que implica la explotación de grandes extensiones ocupadas por OGM.
Atendiendo a todos estos factores, el proyecto que Som lo que sembrem quiere someter al debate del pleno de la cámara catalana se articula en torno a cuatro ejes básicos:
- Declaración de Cataluña como Zona Libre de Transgénicos.
- Prohibición inmediata de los cultivos transgénicos.
- Imposición de una normativa clara en lo que respecta al etiquetado de los productos alimentarios que utilizan o se derivan de Organismos Modificados Genéticamente. Regulación del etiquetado de aquellos productos que garanticen estar libres de la presencia de OMG en la totalidad de su fase de producción.
- Aplicación de una moratoria de efecto inmediato sobre el cultivo y la investigación para el desarrollo en materia de transgénicos
Una lista de adhesiones con pedigrí
La propuesta de Som lo que Sembrem cuenta con apoyo ciudadano, como lo demuestra el hecho de estar muy cerca de conseguir las 50.000 firmas necesarias para hacer avanzar el proyecto mucho antes de que se agote el plazo de 120 días estipulado por ley.
Pero además de esta gran cantidad de adhesiones anónimas, la plataforma ha contado con la ayuda y el reconocimiento de algunas de las figuras que más han destacado en los últimos años en la oposición a la industria de los transgénicos. Así, por ejemplo, en el acto que inauguró la campaña de recogida de firmas, Som lo que Sembrem contó con la presencia de João Pedro Stédile, líder del Movimiento Sem Terra.
Y desde la vecina Francia han acudido para brindar su apoyo a diferentes actividades de la organización José Bové y otros destacados dirigentes de la central sindical gala Conféderátion Paysanne.
También han expresado su solidaridad con la iniciativa de Som lo que Sembrem el coordinador nacional del sindicato Unió de Pagesos, Joan Caball, los impulsores del movimiento Slow Food, representantes de la clase política catalana y artistas como el director de cine Bigas Luna, el músico y vinatero Lluís Llach o la escritora Isabel Clara Simó.
El recelo de la UE hacia los transgénicos
En las últimas semanas, el debate abierto en Cataluña por la campaña de Som lo que sembrem se ha desarrollado a la sombra del último episodio de desencuentro entre las autoridades europeas y la industria agroquímica.
El pasado siete de mayo, la Comisión Europea presidida por Dura~o Barroso desautorizaba a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA en sus siglas en inglés) y se negaba a dar luz verde a dos nuevas variedades de maíz patentadas por Monsanto y Pioneer Hi-Bred (filial de DuPont) y a una de patata creada por la germana Basf que previamente habían recibido el visto bueno de la agencia.
La Comisión Europea dictaminó que el análisis realizado por la EFSA, organismo severamente cuestionado desde hace tiempo por organizaciones como Greenpeace, no podía ser considerado plenamente válido hasta que considerara aspectos como los efectos ambientales indirectos y a largo plazo que podría tener la implantación en suelo europeo de estos cultivos transgénicos. La EFSA ha reconocido por su parte que no estará en condiciones de evaluar este tipo de parámetros hasta, al menos, dentro de dos años.
Para las organizaciones que se oponen a la presencia de cultivos transgénicos en territorio europeo, la decisión de la Comisión supone una clara muestra de desconfianza hacia los dictámenes de la agencia encargada de velar por la seguridad alimentaria de la Unión y debiera invalidar los juicios favorables al cultivo de transgénicos emitidos en los últimos años por este organismo.