El mercado madura y se pregunta en los concesionarios por qué no hay coche eléctrico. No es que seamos seguidores de la estética del Doctor Slump y de los coches que aparecen en Penguin Village. Lo que ocurre es que, a falta de un Mini, un Fiat 500 o un Seat 600 eléctrico, uno debe acudir a las empresas de nueva creación, las únicas que parecen estar innovando más allá del perfeccionamiento del eterno motor de combustión.
En un viaje en tren sin ningún tipo de incidente, usando Cercanías Renfe en Barcelona (ni ataques, ni retrasos, ni usuarios del servicio escuchando reggaeton a todo trapo en el móvil; podría describirlo incluso como apacible, con tiempo para leer incluido), un anónimo compañero de viaje leía una revista en la que vi un anuncio del nuevo cinquecento de Fiat. La empresa italiana sigue la estela de BMW e intentará emular el éxito comercial sin paliativos del Mini.
Dr. Slump
El otro día, en el supermercado al que voy a comprar papilla de cereales para mi hija, me encontré con un pequeño coche eléctrico aparcado dentro del establecimiento, junto a una gran cristalera.
Dediqué atención al coche, que me evocó alguna tarde otoñal de la adolescencia, cuando los púberes todavía veíamos en los canales televisivos generalistas la serie de dibujos de turno.
En una de esas series, japonesa, con una moralina seguramente poco recomendable para los más pequeños (un supermán con problemas psicológicos y en patinete, una niña robot obsesionada con las cacas, dos bebés gemelos voladores, un profesor de escuela con sus sueños freudianos expuestos en cada capítulo).
En aquella serie, que tenía por protagonista a Arale Norimaki, los coches se parecían al Reva. Puede comprobarse en esta foto.
El vehículo elegido por esta tienda es el Reva Gwiz, de fabricación india y a la venta en varios países. Se trata de un micro-coche con 80 kilómetros de autonomía por cada carga de batería; velocidad máxima de 80 km/h y disponibilidad en la UE, Norteamérica, Hong Kong, Israel, Japón, Nepal y Suiza.
El hecho de que haya un sorteo y que se regale un coche eléctrico, en lugar de un coche potente u otro premio similar, es significativo.
Si un pequeño coche eléctrico es “un premio apetecible” por un público objetivo concienciado con la calidad y sostenibilidad de su cesta de la compra, parece que se empieza a dar la conexión entre ideas y hábitos. Puede llamarse consumo responsable o de cualquier otro modo, pero su existencia se ha hecho patente en la cotidianidad de algunas personas.
Justo en frente de este supermercado (de la cadena Veritas, en Vía Laietana, frente a la Plaça Ramon Berenguer El Gran, hay una estación de Bicing, el servicio público de alquiler de bicicletas puesto en marcha por la ciudad en colaboración con Clear Channel, a través del canje de derechos de publicidad por la gestión del servicio.
La imagen tendría cierta plasticidad, de no ser porque la estatua del rey que da nombre al lugar y parte de la muralla romana que puede observarse en el lugar aparece siempre tapada por autobuses turísticos, aparcados incluso en doble fila.
Puede verse de qué hablo en el texto y la fotografía de un reciente reportaje (Bici pública: individual y colectiva).
No hace mucho tiempo, ni el supermercado con productos ecológicos ni la parada de bicicletas públicas formaban parte del paisaje de este rincón del centro de Barcelona, que también ha vivido la apertura del Hotel Grand Central o el Mercat de Santa Caterina, del que vale la pena hacerse visitante habitual.
Al fin y al cabo, el gran público tampoco habría entendido qué hacían ahí dos servicios tan exóticos para estas latitudes hace no tanto tiempo. Uno, una tienda que no vende barato, sino ecológico y selecto, y el otro que facilita bicicletas a los transeúntes para que dejen el coche en casa.
¿Está el mercado listo para el coche eléctrico?
El mercado madura y se pregunta en los concesionarios por qué no hay coche eléctrico. No es que seamos seguidores de la estética del Doctor Slump y de los coches que aparecen en Penguin Village.
Lo que ocurre es que, a falta de un Mini, un Fiat 500 o un Seat 600 eléctrico, uno debe acudir a las empresas de nueva creación, las únicas que parecen estar innovando más allá del perfeccionamiento del eterno motor de combustión.
El otro día, en un viaje en tren sin ningún tipo de incidente, usando Cercanías Renfe en Barcelona (ni ataques, ni retrasos, ni usuarios del servicio escuchando reggaeton a todo trapo en el móvil; podría describirlo incluso como apacible, con tiempo para leer incluido), un anónimo compañero de viaje leía una revista en la que vi un anuncio del nuevo cinquecento de Fiat. La empresa italiana sigue la estela de BMW e intentará emular el éxito comercial sin paliativos del Mini.
Una vez en casa, indagando sobre el nuevo modelo de Fiat, di con una más que recomendable galería fotográfica del clásico 500 y su revisión contemporánea, publicada en The Guardian.
Imaginé por un momento lo revolucionario que sería tener un Cinquecento, o un Mini (clásicos refundados, auténticos ejercicios de buen gusto en el diseño industrial), con motor eléctrico.
El especialista en el mundo del automóvil me dirá que tanto el Mini como el Cinquecento gastan muy poco combustible y tienen unas emisiones de CO2 muy limitadas.
Volviendo al paisaje de esta entrada de blog -podemos quedarnos en la congestionada Vía Layetana de Barcelona, donde se respira el humo del tráfico a cualquier hora del día y los edificios que aún no han sido restaurados tienen el color del carbón debido a las mismas partículas de combustible-, recuerdo haber visto una concentración de Seat 600 por la avenida, en dirección al mar.
Una marca de cerveza de la ciudad que emplea este coche como emblema, Moritz, era la impulsora de esta inigualable postal, que tuvo lugar hace un par de años.
El Seat 600 no deja de ser una copia del Cinquecento, aunque apuesto a que una refundación del modelo, sin complejos y tirando del buen diseño industrial barcelonés, tendría tanto éxito en España como en el resto de Europa.
Ya que se crean plataformas para todo y hay personas que se dedican a quejarse de que en la sopa de letras faltan la “ñ” o la “ç”, una plataforma para la reedición del Seat 600, modelo eléctrico, tendría un culto asegurado.
En la Bahía de San Francisco, los fundadores de Google respaldan con capital riesgo a Tesla, una nueva empresa que lanzará el primer deportivo de alta gama íntegramente eléctrico, con velocidad punta y rango de autonomía comparables a cualquier otro deportivo selecto.
En Barcelona, quizá tenga más sentido, dada la personalidad de la ciudad y su propia realidad, contar con un Seat 600 con todos los avances.
No hace falta mirar siempre a fuera. En esta ciudad, como en otras urbes mediterráneas (las italianas son un claro paradigma) un Lancia Y tiene más sentido que cualquier ostentoso trasto. Aunque aquí entraríamos en discusiones más relacionadas con gustos, percepciones y contexto que con realidades objetivas.
La realidad juega a favor de la Bahía de San Francisco.
- Tesla es una empresa con una visión transgresora (¿también disruptiva?) de la industria del automóvil.
- Tanto la estructura de la empresa como sus trabajadores se asemejan más a colegas universitarios que a encorsetados representantes de una gran corporación: hablamos de una empresa pequeña, flexible, germinada en la cultura del cambio y mejora costantes, algo tan relacionado con la industria de Internet y la bien entendida en California doctrina Kaizen.
- Pese a los numerosos retrasos, su primer coche está a punto de salir.
De Seat 600, en Volkswagen no querrán ni oir hablar. Quizá tampoco haya ni estructura de innovación ni personas atrevidas que se salten el “Business Intelligence” de turno que habrá instalado en Seat y planteen a quien realmente decida que, sobre el chasis y los motores del Lupo, hay espacio para un buen 600. ¿Eléctrico?
Ensoñaciones con un 600 eléctrico
Conozco a un puñado de personas que estarían interesadas en un coche así. Mi “social-graph” (concepto definido por The Economist como “una estructura de nodos representando a los usuarios de Facebook y los enlaces que los interconectan”; un número elevado de usuarios relacionados con uno mismo mostraría una vida social rica), término de moda en una Internet en la que se habla constantemente de redes sociales, que describiría la riqueza de los contactos de uno, no es uno de mis puntos fuertes.
Si uno quiere tener un “social-graph” musculoso, tiene que ponerse a cultivar amigos de manera, por decirlo de algún modo, compulsiva.
Digo esto porque tengo la certeza de que, de tener acceso directo a más opiniones de calidad -esto es, opiniones reales, directas del interlocutor, sin presiones ni cortapisas-, el número de interesados crecería.
El 600 pasaría de las manos de Toni Leblanc a las de cualquier figura contemporánea más homologable. Puedo imaginar a los alumnos más aventajados del famoseo diciendo en la prensa que tienen un nuevo 600 porque “es un coche muy contemporáneo y clásico a la vez, que respeta el medio ambiente”, del mismo modo que en los últimos años Madonna dice lo mismo de su Mini.
Estirando un poco más el disparatado símil, si celebridades estadounidenses como Spike Lee o Whoopy Goldberg esperaron durante horas haciendo cola junto a la tienda Apple más cercana (el director y la actriz se acercaron al establecimiento del Soho de Nueva York) para adquirir un iPhone durante su lanzamiento, aquí quedaría igual de “cool” si Javier Bardem hiciera cola en un concesionario para adquirir un Seat 600 eléctrico, edición… ¿2010? ¿2100?
Gigantes contra Start-ups
Michael Kanellos hace en el blog de News.com un recuento de las nuevas empresas que han apostado por el desarrollo de autos íntegramente eléctricos o que desarrollen coches híbridos con batería que pueda conectarse a la corriente eléctrica (de momento, los híbridos comercializados deben ser adaptados artesanalmente si el usuario desea esta opción; empresas como Google ayudan a sus empleados a realizar esta adaptación, propia de un tipo de “tuning” del que estamos muy poco acostumbrados).
El periodista estadounidense cuenta 16 empresas dignas de mención, aunque pide a los lectores colaboración, por si se le hubiera escapado algún nuevo proyecto interesante: Tesla Motors (coches deportivos); Wrightspeed (segmento deportivo y adaptaciones para camionetas), Fisker Automotive (berlinas eléctricas), Zap (micro-coches urbanos y deportivos), Miles Automotive (coches urbanos), Zenn Morots (coches urbanos), AC Propulsion (adaptación del modelo estadounidense Scion para convertirlo en eléctrico), Phoenix Motorcars (todoterreno), Aptera (vehículos de tres ruedas), Porteon (coches urbanos), Lightning (coches deportivos en el mercado británico), Reva (coches urbanos y económicos, pensados para economías emergentes), Ultramotor (vehículos urbanos), Myers Motors (vehículo deportivo de tres ruedas), Think (vehículos económicos), y Venture Vehicles (vehículos eléctricos de tres ruedas a los que merece la pena echar un vistazo: el VentureOne es un coche que a cualquier amante de la carretera le gustaría conducir).
Kanellos menciona, además, a las únicas empresas tradicionales comprometidas con el desarrollo de futuros híbridos con batería recargable por el usuario y coches íntegramente eléctricos: GM y Nissan. También nombra a las tres firmas que desarrollan motocicletas y scooters eléctricos: Zero Motorcycles, Vectrix, y Brammo.
Aunque se olvida de las decenas, sino centenares, de proyectos que confeccionan vehículos eléctricos de modo artesanal. Es el caso de la gente de Thunderstruck Motors, en Santa Monica, California (vídeo relacionado: Thunderstruck: motos eléctricas artesanales en Santa Rosa, California). The Jackal es un cacharro que merece la pena ver, como queda claro al final del vídeo mencionado.
Asimismo, durante la estancia de faircompanies en Seattle, Kirsten Dirksen se pasó por el concesionario de vehículos eléctricos y de bajo consumo dirigido por Bryce Lathrop.
El propio Lathrop explica las características de algunos de los vehículos mencionados (The hottest thing on 3 wheels y America’s first highway-legal electric motorcycle).
A falta de grandes corporaciones que asuman la responsabilidad, los emprendedores buscan acuerdos con firmas de capital riesgo e inversores privados en uno de los mercados de la economía sostenible (“greentech”) más prometedores. Hay competencia y no se piden subvenciones, dos indicadores inequívocos para el éxito de una idea.
¿Ha llegado la hora del coche eléctrico?
The Economist, en su número del 3 de noviembre de 2007, se realiza esta pregunta. El artículo habla sobre lo novedoso que resulta en una industria como la del automóvil que pequeñas empresas fundadas por emprendedores, con una estructura más parecida a la de un sitio de Internet que a General Motors, Ford, Volkswagen o Renault, sean las que lideren las ideas más atrevidas.
“A diferencia de Tesla, otro fabricante californiano de coches eléctricos, Aptera se centra en la gama media. Un deportivo de Tesla se venderá por 98.000 dólares (…). En cambio, un Aptera podrá adquirirse desde 26.900 dólares, y debería estar disponible en el otoño de 2008.”
“Pero Aptera y Tesla tienen cosas en común. Ambas son pequeñas (Aptera tiene 16 empleados a tiempo completo, aunque pretende crecer; Tesla cuenta con 250).
Ambas firmas fueron creadas por gente sin experiencia en la industria del motor. Y ambas pretenden afianzarse con el favor de los ‘eco-fashionistas’ de California, para lanzarse a continuación al mercado de masas.”
La industria automovilística tradicional no debe despistarse demasiado. Internet ha permitido el nacimiento de un nuevo tipo de consumidor, capaz de informarse y de buscar lo que quiere, en lugar de adaptarse a lo más atractivo que haya en un lugar cercano a su residencia. Si los grandes fabricantes no hacen coches que puedan suplir las demandas.
Como poco, hay interés por el coche eléctrico
Lo que hay, es un creciente interés por los coches íntegramente eléctricos. Como faircompanies recogió directamente en un reportaje (Quién revivió el coche eléctrico), o tal y como he reiterado en algunas entradas de este mismo blog, el hambre por auténticas innovaciones en la industria automovilística es sólo comparable al existente en Internet y la industria de la informática y electrónica.
Un coche eléctrico, a un precio competitivo, con una autonomía suficiente y un diseño impecable ganaría el favor de muchos conductores que, todavía, necesitan el coche para realizar determinados trayectos.
La excusa comercial, que reza que si no hay coches eléctricos en las carreteras es porque nadie los compraría, pierde sentido no ya con el paso de los años: en estos momentos, habría que hablar de semanas o días.
Para fabricantes como REVA o Tesla, no se venden más coches eléctricos porque nunca no ha habido una oferta mínimamente consistente.
Volviendo a la galería de The Guardian, me habría gustado poder explicar de un modo más conciso las ideas aquí expuestas sobre las últimas tendencias automobilísticas, poco relacionadas, por ahora, con los motores eléctricos.
Invoco el poder de sugestión de esta fotografía para intentar resumir el sentir de quien cree que la técnica, la dolce vitta y la sostenibilidad deberían ser absolutamente compatibles.
Parece que el único elemento imperfecto de este exponente gráfico de la parte más alegre y positiva del neorrealismo y el “miracolo italiano” es el motor de combustión que se esconde bajo su pequeño capó.