(hey, type here for great stuff)

access to tools for the beginning of infinity

Un vicio ibérico: el cemento

España estanca el crecimiento de sus emisiones de CO2. El mismo estudio denuncia, sin embargo, el mal comportamiento de la construcción. España es el primer consumidor de cemento europeo y el quinto mundial. Ya que somos campeones en cemento, no estaría de más echar un vistazo a las alternativas ecológicas.

De manera inesperada, España redujo en cuatro puntos las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera en 2006 con respecto a 2005. Visto de otro modo: lejos de frenar las emisiones de CO2, en concordancia con lo estipulado en el Tratado de Emisiones firmado por la UE para cumplir con los mandatos del Protocolo de Kioto, España sigue siendo el país desarrollado que más incrementa sus emisiones.

Si en 2005, las emisiones crecieron en un 52% con respecto al año anterior, en 2006 el incremento fue algo menor: las emisiones fueron un 48% más elevadas que en 2005. No obstante, y pese a lo preocupante de estos datos (España parece incapaz de frenar, como el resto de las economías de su entorno, el incremento de gases contaminantes emitidos), “el descenso de 4 puntos porcentuales se produce en un año en que el PIB se incrementó cerca del 4%”, aseguraban en abril los responsables del estudio que muestra esta evolución, que ha contado con la participación de WorldWatch.

La “positiva evolución”, según interpretaban en abril de 2007 las agencias de prensa y el quórum de medios generalistas españoles, de la emisión de gases contaminantes en España, se ha producido pese a que España haya crecido en 2006 al 4%, muy por delante de la media de crecimiento de los países de la zona Euro y la OCDE.

El estudio, firmado por José Santamarta y Joaquín Nieto (de WorldWatch y Comisiones Obreras, respectivamente), estima que “el buen resultado ha sido posible gracias a las políticas adoptadas (…), a fenómenos coyunturales, como el aumento de la producción hidráulica y, sobre todo, al aumento de los precios del petróleo y de otros combustibles (…) registrados en los últimos dos años”. También se destaca la buena climatología de 2006, sin olas de calor ni de frío.

A pesar de la reducción, las emisiones de gases han aumentado un 48,05% desde 1990; el incremento triplica el 15% de promedio permitido a España por Kioto para el periodo 2008-2012, lo que sitúa a España, según los autores del estudio “lejos aún de su cumplimiento, incluso considerando los 20 puntos de reducción que pueden lograrse en terceros países a través de los mecanismos de flexibilidad del Protocolo.”

Para cumplir con el protocolo de Kyoto, España debería reducir sus emisiones hasta el 37% en 2012: un 15% del incremento acordado en el Tratado para el país, más un 2% adquirido por una buena gestión forestal y un 20% de derechos “comprados”, a partir de los mecanismos de flexibilidad comprendidos.

José Santamarta, de WorldWatch, destaca dos tendencias en España:

  • Como evolución positiva, aumenta el peso en España de las energías hidroeléctrica y eólica, además de reconocer que el funcionamiento ininterrumpido de las centrales nucleares contribuyó también a la reducción de emisiones.
  • El lado más negativo: el espectacular aumento en España de las emisiones de los sectores de la construcción y el transporte. Concretamente, la industria cementera aumentó un 6% sus emisiones (España es el primer consumidor de cemento en Europa y el quinto del mundo), mientras el transporte aéreo lo hizo un 5,6%. Un estudio difundido por Renfe en marzo de 2007, del que se hizo eco El Periódico de Cataluña, demuestra que el puente aéreo entre Madrid y Barcelona, el que registra más tráfico en el mundo, contamina siete veces más que el tren de alta velocidad. Eso sí, cuando el AVE una finalmente Barcelona-Sants con la estación madrileña de Atocha, que el Ministerio de Fomento se ha comprometido a hacer realidad a finales de 2007. Los vuelos entre Barcelona y Madrid emitieron 460.000 toneladas de CO2 en 2006.

El cemento

El papel de la construcción en el aumento de las emisiones es más que relevante en España.

Los consejos de la OCDE y el Banco Mundial para España suelen coincidir en los últimos años: buena evolución, destacable crecimiento de la economía, creación de empleo, dinamismo del consumo. La cruz de los mismos informes es el endeudamiento de las familias españolas, la baja productividad, la tasa de temporalidad de los empleos creados y unos sueldos inferiores a los de otros países de nuestro entorno. Y, sobre todo, la dependencia del país con respecto a la construcción.

El sector de la construcción parece condenado a diversificarse y el mes de abril de 2007 supuso un aviso para los inversores españoles y la economía del país en general: ese mes el Ibex 35 (listado de los 35 mayores valores de la bolsa de Madrid, que en los últimos años ha obtenido mejores rendimientos que cualquier otro índice bursátil de la Europa continental), cerró con una caída del 1,82%, tras un marzo que también se había cerrado en pérdidas.

El auténtico punto de inflexión en la bolsa española, aunque no dramático debido a la fortaleza en los resultados del sector bancario, el energético y Telefónica, fue el desplome sufrido el martes 24 de abril por la mayoría de los valores constructores e inmobiliarios.

Para muchos analistas, se trata del fin del ciclo alcista del sector constructor, sobre todo el residencial. El descalabro empezó con la constructora valenciana Astroc, que perdió en abril el 68,26% de su valor bursátil y cuya caída provocó recortes de dos dígitos a Urbas, Fadesa, Parquesol, Inmocaral y Colonial, entre otras compañías.

No obstante, la dependencia española del sector de la construcción puede seguir observándose en cualquier indicador. Y las emisiones de CO2 en 2006 procedentes de este sector, como muestra el estudio de WorldWatch y Comisiones Obreras, dan fe del continuado dinamismo del sector, para preocupación de la Comisión Europea, que ha recurrido al plan de ordenación territorial valenciano y el resto del urbanismo salvaje en la costa.

El Parlamento Europeo aprobó en abril de 2007 un informe que denuncia las tropelías del urbanismo salvaje español. El informe, que habla del “enladrillado” del litoral mediterráneo, expone que “lo que está ocurriendo a lo largo del litoral mediterráneo español no es tanto desarrollo sostenible programado de las comunidades locales -aunque tal desarrollo también se produzca- cuanto, con frecuencia, un expolio de la propia comunidad y de su patrimonio cultural.”

Algunos números de la vorágine constructora española

Como señala el informe sobre emisiones de CO2, la industria cementera continúa aumentando su actividad en España pese a los riesgos de corrección brusca en los precios del sector inmobiliario, lo que afectaría también al valor bursátil de algunas de las mayores compañías españolas por capitalización bursátil, por mucho que hayan logrado diversificar su negocio y expandirse por todo el mundo.

  • Las emisiones de la industria cementera aumentaron un 6% en 2006.
  • La Agrupación de Fabricantes de Cementos de España (Oficemen) ha comprobado que en 2006 se batió un nuevo récord en consumo de cemento. Se consumieron 55,5 millones de toneladas, por 51,5 millones en 2005 (un crecimiento del 7%).
  • España (44 millones de habitantes) es en 2007 el principal consumidor europeo de esta materia y el quinto mundial tras China (1.300 millones de habitantes), India (1.100 millones de habitantes), Estados Unidos (300 millones) y Japón (127 millones). A nadie le debe extrañar que el turista despistado exclame asombrado cómo es posible que cada población española, por pequeña que sea, tenga al menos en su silueta urbana, un par de grúas, moviéndose junto al campanario del pueblo en cuestión, como si de una historia de ciencia-ficción a lo H.G. Wells se tratara. Andorra (será por proximidad geográfica) parece padecer el mismo mal, y las grúas trufan sus escasas poblaciones.

Un artículo de The Economist (“Plain sailing no longer”, algo así como “Se acabó el jugar a navegar”, publicado el 3 de mayo de 2007) expone que “el galeón económico español ha sido bendecido con un viento favorable y viajes exitosos. Ha superado la media de crecimiento de la OCDE en nueve de los últimos diez años y a la zona Euro en los últimos 12 años (…). Sólo hace unos cuantos años, la idea de ver cómo cadenas españolas de la moda, bancos y constructoras se expanden por el globo en busca de botín habría parecido absurda. Ahora están haciendo precisamente eso.”

No obstante, prosigue el artículo, los riesgos que podrían frenar el ciclo de crecimiento español a medio plazo empiezan a mostrarse. La revista habla de los precios de la vivienda, inflados en un 180% en una década; destaca el nerviosismo inmobiliario en la bolsa española y la sobrevaloración del mercado inmobiliario en su conjunto. La construcción residencial, advierte la publicación británica, representa entre el 7% y el 10% del PIB del país.

El precio de la vivienda, pese a seguir en su ciclo alcista, se ralentiza en toda España. En términos relativos, la vivienda ha empezado a bajar de precio incluso en zonas “calientes”, como algunas localidades de la primera corona metropolitana barcelonesa.

Desde The Economist se argumenta, no obstante, que difícilmente la construcción residencial (y, con ello, el consumo de cemento y las emisiones derivadas de su producción y uso) cambiará radicalmente de ciclo en España. Desde fuera quizá se vean más claras algunas cosas, y la publicación anglosajona cree el cemento seguirá corriendo a raudales debido a tres factores, fundamentalmente:

  • El mercado residencial se fundamenta en una cultura basada en la propiedad y en la segunda residencia, tanto de españoles como de europeos.
  • España es un foco turístico (60 millones de visitantes al año por 44 millones de habitantes), lo que la convierte, a ojos de algunos expertos, en la Florida de Europa.
  • El clima y la alocada construcción residencial en el litoral mediterráneo han provocado que muchos europeos elijan España como lugar de retiro.

Ana Patricia Botín aseguraba también a The Economist (información “Conquistadors on the beach”, conquistadores en la playa -o chulos de playa, como se quiera, que el humor inglés tiene estas cosas-, también del 3 de mayo) que “no está mal que España se convierta en la Florida de Europa. Lo que sería estupendo es que, a la vez, también fuera la California europea.”

La presidenta de Banesto se refería a la necesidad de que España no se convierta en un gigantesco parque de atracciones con sangría en tetra-brick y paella recalentada y abogara también por la expansión empresarial más puntera. Pero, si vamos camino de conseguir lo primero, esto último va a requerir más esfuerzos.

Hay cemento, pues, para rato. Su consumo perderá vigor, según las previsiones de Oficemen, en 2007, pero “no habrá caída”, según afirmaba el presidente de esta patronal, Ignacio Madrilejos en diciembre de 2006, al presentar las previsiones para ese mismo año.

El cemento consumido proviene tanto de plantas españolas como de importaciones; España es, junto a Alemania e Italia, el país europeo con mayor número de operadores. En 1995, España contaba con 11 plantas de producción cementera, mientras que en 2007 operan 19. No parece extraño el espectacular aumento en las emisiones de CO2 de este sector, sólo comparable al registrado por el transporte aéreo. En cuanto a la importación de cemento, España es el segundo importador del mundo, sólo por detrás de Estados Unidos.

¿Cemento ecológico?

Conscientes no sólo del cambio de ciclo en la construcción residencial, sino del aumento en la presión sobre el sector para que controle sus emisiones de CO2, las que más crecen en el país, la industria cementera pretende reaccionar con el lanzamiento de productos que cuenten con atributos menos contaminantes, tanto durante su fabricación como en su uso.

Entre las propuestas existentes en el mercado español en 2007, destacan las de Financiera y Minerva, empresa que representa en España los productos de la firma italiana Italcementi de la gama TX (Se trata de TX Aria y TX Arca).

  • TX Aria es un principio añadido a los cementos que, en contacto con la energía lumínica, descompone, mediante la oxidación, sustancias orgánicas e inorgánicas presentes en la atmósfera. Esta solución se aplicaría sobre la superficie urbana elegida y sería capaz de descomponer sólo con la ayuda de la luz del sol partículas finas, sustancias aromáticas policondensadas, óxidos de nitrógeno, de carbono y de azufre cuyo principal origen es la contaminación de los centros urbanos.
  • TX Arca ha sido específicamente diseñado, como explica Italcementi en su página web, para su empleo en edificios singulares, tanto históricos como contemporáneos. El cemento está preparado para que su superficie provoque la descomposición de micro-organismos, responsables del embrutecimiento de las fachadas, al alimentarse de las partículas ambientales y humo de las ciudades. Este cemento fue desarrollado en 1996 para cumplir con las exigencias del arquitecto Richard Meier en su proyecto de restauración integral de la Iglesia de la Misericordia de Roma. Los resultados fueron tan satisfactorios que Italcementi ha hablado de su producto en The New York Times y The Herald Tribune.

Ofrecemos más detalles de estos productos de Italcementi en este “post“.

La firma francesa Lafarge comercializa un hormigón que “reduce el impacto de este tipo de materiales sobre el medio ambiente”. Según Lafarge, el hormigón Ductal destaca por su resistencia, ductilidad y longevidad.

El hormigón Ductal (ideado por Lafarge con la ayuda Bouygues y la química Rhodia y comercializado por las dos primeras), es una línea de derivados del cemento producto, según las tres empresas, de 10 años de investigación. Según sus desarrolladores:

  • Tiene una mayor resistencia y ductilidad, lo que le permite incluso afrontar deformaciones severas sin descomponerse.
  • Su mayor fuerza mecánica se debe a una composición con entre un 2% y un 4% de fibra (de acero u orgánicas, en función del modelo), a diferencia del 1% empleado en otros cementos reforzados.
  • Consigue estructuras más ligeras, con volúmenes y peso reducidos, lo que permite reducir costes y emisiones de CO2, debido a un menor material empleado, métodos simplificados de fabricación y un ahorro en la contaminación derivada del transporte.

Además de las alternativas menos contaminantes relacionadas con el consumo de cemento, tales como las gamas TX de Italcementi y Ductal de Lafarge, el CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas Español), ha desarrollado un nuevo material, equivalente al cemento “portland”, la modalidad de uso preferente en la construcción, que podría reducir hasta un 50% las emisiones de CO2 de la industria cementera.

  • El producto está compuesto por cenizas volantes procedentes de la combustión del carbón.
  • Precisa de temperaturas inferiores a las empleadas en el cemento genérico. En lugar de precisar los 1.450 grados del cemento Portland, el de cenizas volantes precisa sólo una temperatura de entre 60 y 80 grados. Según Ángel Palomo, del equipo de desarrollo del nuevo cemento, “esto reduciría las emisiones de CO2 de la industria cementera en un 50% y el consumo energético en cantidades considerables.”
  • Para su fabricación, se aprovechan las cenizas procedentes de la combustión del carbón, un subproducto industrial abundante en todo el mundo y, en caso de no ser reutilizado, con potencial contaminante.

Según Ángel Palomo, el equipo del CSIC ha sometido al material a diversos ensayos mecánicos y de fatiga. El resultado es un material “equivalente al cemento Portland en muchos aspectos, y superior en otros.”

El uso de cenizas volantes para el hormigón acapara la atención de los investigadores desde 1917, aunque fue en 1937 cuando se publicaron los resultados sobre su empleo en el hormigón.

Las cenizas volantes no reutilizadas en España durante un año, provenientes fudamentalmente de los hornos de las centrales térmicas, llenarían los vagones de un tren de 80 kilómetros de largo.

Desafortunadamente, la generación eléctrica térmica continúa acaparando en Europa la mayoría de la producción de electricidad, lo que significa que, eminentemente, todavía empleamos el contaminante carbón para tener electricidad en nuestras casas. Tendremos un portátil y un iPod sobre la mesa, pero funcionan con carbón. Y esto en la UE, donde tanto nos quejamos de la falta de sensibilidad de otras zonas ricas del planteta.

Si la energía de origen térmico (la que emplea carbón) suponía en 2004 el 47% de la empleada en España, los residuos volantes obtenidos todavía no son reutilizados. La inciativa del CSIC podría dar salida a estos residuos.