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Vacunar más rápido es el paso sanitario y económico decisivo

Los países europeos deben acelerar sus campañas de vacunación para generar la confianza necesaria que garantice el consumo interno, la reapertura de servicios y el regreso a niveles de actividad viables para el turismo y la restauración.

Porque se puede vacunar más rápido. Mucho más rápido, incluso cuando las farmacéuticas parecen haber exagerado su capacidad de producción.

Con la salvedad de Israel, el Reino Unido y Estados Unidos (y, en los últimos días, Chile), los países con acceso a, al menos, las vacunas de Pfizer-Biontech, Moderna y AstraZeneca no vacunan al ritmo necesario para reducir el riesgo sanitatio a corto plazo y lograr la reapertura a una escala económicamente viable de los sectores de la denominada «economía de la experiencia».

Hasta el momento, el sistema de reparto solidario de vacunas entre los países europeos ha afectado a los países con mayor población, que han recibido un número de dosis proporcionalmente muy inferior con respecto a países de menor envergadura.

Esta decisión política reafirma la intención de la UE de coordinar sus acciones de manera vertebradora y consensuada, proceso que podría acelerarse sin la presencia del Reino Unido en la toma de decisiones. Sin embargo, las tiranteces entre Reino Unido y Bruselas, lejos de aliviarse, han escalado en torno a lo que tanto la OMS como Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, han denominado nacionalismo de las vacunas.

Languidecer en vacunaciones es comprometer la economía de la experiencia

La lentitud de la campaña de vacunaciones en la UE podría aplazar todavía más la recuperación, con los países más dependientes de la hostelería y el turismo entre los más afectados por el frenazo del transporte y el turismo internacional, así como las medidas locales para frenar los contagios en función de la transmisión en cada demarcación sanitaria.

El flujo turístico entre el norte y el sur europeo, consolidado gracias a una realidad compartida (moneda única, espacio Schengen para la libre circulación, eclosión del fenómeno de los vuelos de bajo coste, etc.), ha facilitado la construcción de una UE de valores e intercambios más allá de la realpolitik y el carácter económico-transaccional de sus tratados fundacionales.

Brexit complica el flujo de pasajeros y mercancías entre el Reino Unido y la Unión Europea, una decisión política que tiene consecuencias para todos los sectores, desde el agrario a la distribución alimentaria, pasando por la pesca, la industria, el turismo o los servicios financieros.

Por su estrecha relación con el Reino Unido, España deberá aplicar acuerdos bilaterales para agilizar tanto los intercambios comerciales (donde pesan los productos perecederos) como turísticos.

El verano turístico será, a lo sumo, local (y, haciéndolo bien, continental)

Brexit no es el único quebradero de cabeza para la temporada turística de 2021: sin una mayor vacunación en los países de la región, la UE será incapaz incluso de garantizar el tráfico estacional desde el norte de Europa a destinos vacacionales del sur europeo.

Tanto el empleo temporal directo e indirecto (el más inestable y peor pagado) como la labor de autónomos y plantillas consolidadas en pequeñas y medianas empresas de los sectores más afectados, dependen de un relativo retorno de la actividad turística en los próximos meses, si bien esta reactivación no podrá realizarse sin niveles de vacunación mucho más elevados.

Algunos expertos, como el epidemiólogo alemán Christian Drosten, advierten de que el peor escenario consistiría en llegar al verano con niveles de vacunación muy bajos —con inmunizados sobre todo entre mayores, personal sanitario y personas con comorlididades— y un nivel de contagios elevado; en este escenario, la presión para una reapertura más laxa podría conducir a niveles de contagio y muertes superiores a los actuales.

De ahí que la lentitud de la campaña de vacunas debiera preocuparnos más. Las vacunaciones contra Covid-19 deberían ser la prioridad absoluta de la UE no ya en las próximas semanas, sino en los próximos meses, sobre todo teniendo en cuenta el contexto actual de la pandemia: nuevas variantes de Covid-19 como las detectadas en Sudáfrica o Brasil han mostrado mayor resistencia al efecto de las vacunas.

El riesgo de las nuevas variantes

Sudáfrica confirmaba esta semana que la nueva mutación, extendida en el país y cada vez más prevalente en otros países, anula el efecto protector de la vacuna de Oxford y AstraZeneca, a raíz de un estudio que apenas detectó diferencia en índices de protección entre el grupo al que se había suministrado la vacuna y otro que había recibido un placebo.

En Brasil, Manaos, la urbe brasileña en el corazón del Amazonas que había alcanzado elevados índices de inmunidad entre la población —confirmados con estudios serológicos— a raíz de dos cruentas olas de contagios que habían colapsado hospitales y mortuorios en la región, vuelve a mostrar índices de contagio descorazonadores una vez se ha extendido la mutación del virus detectada en Brasil y que se extiende sobre todo en Latinoamérica y Norteamérica.

En Europa, estas mutaciones, así como la denominada variante británica (un 50% más contagiosa y, según los estudios en el Reino Unido, un 35% más mortífera que el virus prevalente en primavera), complican todavía más cualquier acción coordinada contra una tercera y cuarta oleadas, y la presión social para abandonar las medidas de confinamiento se enfrenta a la realidad observada en países como Portugal, poco afectados durante la primera oleada de la primavera de 2020 y, tras la laxitud y permisividad durante las fiestas navideñas, actualmente con una situación preocupante debido, entre otros motivos, a la expansión de la variante británica.

Además del inicio (aunque renqueante) de las campañas de vacunación contra Covid-19, hay otros aspectos que han mejorado en la comunicación pública sobre el reto actual contra el coronavirus:

  • se suma al fin un mensaje inequívoco y responsable de Estados Unidos a favor de una campaña de vacunación masiva y la colaboración internacional (con retorno a la OMS inclusive) para controlar una pandemia que, por definición, sólo empezará a remitir una vez las acciones coordinadas logradas en todo el mundo surtan el efecto deseado de «control perimetral» y no de «extinción», si usamos el símil de un incendio sin control;
  • y las redes sociales se aventuran a cualquier acción regulatoria con un control más riguroso de las teorías conspirativas contra la pandemia y contra la propia campaña de vacunación.

No es necesario apagar el incendio, pero sí controlarlo

Jonathan Corum y Carl Zimmer dedican un artículo en el New York Times a describir los distintos linajes detectados hasta el momento y lo que conocemos de ellos a ciencia cierta: cuál es su ratio de propagación, qué mortandad provocan con respecto al virus originario y qué efectividad muestran las distintas vacunas para proteger contra su contagio.

Volviendo al símil del incendio, usado por Sarah Zhang en un artículo para The Atlantic, tanto la lentitud de las vacunaciones como la rápida mutación del virus complican el objetivo de lograr una inmunidad de grupo que pueda considerarse como tal, pues la incertidumbre en torno a la eficacia de las vacunas debido a la actividad del propio virus obligaría a que las personas inmunizadas equivalieran no ya a prácticamente toda la población de un territorio, sino a toda la población mundial que no se resigne a utilizar un cerrojo para personas y mercancías a una escala similar a la de Corea del Norte.

Se trata de algo inviable y poco deseable en un contexto como el europeo o el norteamericano, pues casos como Australia y Nueva Zelanda deben comprenderse en un contexto de insularidad, carácter remoto y control estricto tanto de visitantes como de las mercancías que éstos o los barcos mercantes introducen en el país.

Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Europea (en el contexto Schengen) ya tratan de limitar la importación de contagios con la exigencia de una prueba obligatoria negativa para acceder al territorio desde el exterior (en la UE, el tráfico de mercancías y los desplazamientos justificados por carretera todavía se producen entre los países que no han declarado un cierre perimetral).

Tres prioridades: vacunar, vacunar, vacunar

De momento, estas medidas, en combinación con confinamientos totales o parciales, no han logrado reducir suficientemente los contagios como para hacer operativa una estrategia proactiva contra la pandemia a través del testeo, rastreo y seguimiento.

Es por esta dura realidad que Sarah Zhang nos recuerda, recurriendo a una explicación gráfica en la que un incendio amenaza con propagarse y para cuyo control contamos con un número limitado de efectivos y una cantidad limitada de agua, que no hace falta la inmunidad de grupo para controlar una pandemia como la actual.

Una vez alcanzado un porcentaje suficiente de personas inmunizadas contra las variantes principales que se propagan en un territorio, el índice de contagios deja de ser exponencial (se producen contagios que mueren al contagiar una o dos personas, debido a la imposibilidad del virus para lograr una cadena de contagios como entre una población no inmunizada que mantenga un cierto contacto social).

La vacunación de un porcentaje suficiente de la población como el ya logrado por Israel repercute inmediatamente sobre el ratio de propagación y las hospitalizaciones, que bajan con rapidez sin necesidad de endurecer medidas de confinamiento. Es la primera fase del control de una situación como la actual.

Si prosiguen las dificultades para producir vacunas y aplicarlas a gran escala en grandes regiones, quizá se puedan al menos reducir la propagación y la virulencia de las principales cepas en circulación con una combinación de más vacunas y un comportamiento todavía responsable (con los famosos «gestos barrera» entre la población) que a ser posible evitara el confinamiento total o parcial.

Europa y su economía de la experiencia

El objetivo no es apagar el incendio con los medios con que contaríamos antes del verano, que serían todavía insuficientes incluso acelerando el ritmo de producción de vacunas y su uso entre la población, pero sí controlarlo.

El resfriado común, también un coronavirus con cuatro variantes principales, infecta en ocasiones a las mismas personas de un año para otro, si bien la segunda infección suele ser asintomática, de modo que la vacuna contra un tipo de Covid-19 podría, en el mejor de los escenarios, preparar a nuestro organismo para afrontar nuevas infecciones incluso de variantes cuyo ARN haya mutado.

Francia, España e Italia son, respectivamente, el primer, segundo y quinto países más visitados del mundo, con 89, 83 y 62 millones de turistas, una cifra que se desplomó en 2020 y que podría permanecer muy por debajo de la actividad hasta 2019 en el presente ejercicio.

Como consecuencia, la economía española, la más expuesta a la pérdida de ingresos turísticos en relación con su PIB, se contrajo un 11% en 2020 y, si bien podría repuntar algo más que sus vecinos de la UE en 2021 según las previsiones de la OCDE y el FMI, la situación sanitaria no ofrece los mejores augurios para el verano.

Ni siquiera más ayudas y facilidades fiscales, así como una actividad mitigada pero garantizada, serán suficientes para muchas empresas y autónomos. A los 500 hoteles que cerraron en 2020 en España debido al descenso de actividad durante la pandemia se podrían sumar muchos más en 2021, en un sector que, en un año normal, representa el 12% del PIB y el 13% del empleo generado en el país.

Adaptarse

Las medidas propuestas por las patronales turísticas de países como Francia, España e Italia son similares, y pasan por una estrategia obligada por las restricciones: el impulso del turismo de proximidad y un llamamiento a la población local a sustituir viajes de mayor duración y a destinos más alejados por estancias locales, tal y como explican los ejecutivos Gabriel Escarrer (Meliá Hotels) y Ramón Aragonés (NH Hoteles) al Financial Times.

En el contexto local, el Tribunal Superior de Justicia del País Vasco ha anulado el cierre preventivo de la hostelería en municipios de esta comunidad autónoma que cuenten con una alta incidencia de contagios, al alegar que «no existe un riesgo grave para la salud pública».

El sector turístico sí confía en medidas paliativas que, llegadas en suficiente cantidad, no dificultarían la lucha contra el coronavirus y podrían salvar la temporada turística: se espera que la vacunación de mayores, población de riesgo y trabajadores esenciales sea suficiente para permitir el viaje regional en el verano de 2021, con públicos como el británico (con mayor ritmo de inmunización) tradicionalmente interesados en acudir a España y a otros destinos mediterráneos de la UE; algo similar ocurriría en las Américas y en Asia.

Sin embargo, ni desplazamientos de media y larga distancia, ni actividades consideradas de alto riesgo (y auténtico motor de la «economía de la experiencia», como los conciertos o las ferias de muestras), podrán recuperar aforos convencionales si no existe un mayor control de la pandemia.

Restan muchas incógnitas y las nuevas variantes podrían causar fenómenos hoy implausibles. Sea como fuere, la estrategia contraintuitiva que podría generar los mayores beneficios a largo plazo es la que tenga en cuenta la vacunación no sólo de los países que han podido procurarse vacunas para su población y disponen de una infraestructura para llevar a cabo una campaña de inmunización masiva, sino también la del resto del mundo, aunque ello implique asumir el costo de las vacunas a escala global.

Vacunas: producir más, distribuirlas mejor, usarlas de inmediato

Tal y como explica Miguel Hernán, comprar 2.000 millones de dosis para países con rentas bajas tiene un coste de 27.000 millones de dólares. Sin embargo, los efectos derivados de la persistencia de Covid-19 en el mundo emergente ascenderían, según distintos cálculos a los 2 billones de dólares (o dos «trillones» en el contexto anglosajón). Isaac Chotiner disecciona el porqué en un artículo para el New Yorker.

El académico de Oxford y director del sitio web Our Wold in Data, Max Roser, cree que la estrategia necesaria en las próximas semanas debería ser más clara de lo que aparece en los medios:

«Necesitamos vacunas para todo el planeta lo más rápidamente posible. Para producir vacunas lo más rápido posible para todo el mundo necesitamos expandir la capacidad de producción de dichas vacunas. Necesitamos construir.»

¿Qué parte no se entiende esta reflexión?

O, dicho por Ramón Aragonés y usado por el Financial Times a modo de conclusión para su artículo sobre la campaña turística en España en 2021:

«Todo, todo va a depender de las vacunas».

Si no es todo, se acerca.