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Visión y método: similitud entre emprendedores y deportistas

La gran paradoja de las empresas más innovadoras de los últimos años, muchas de ellas firmas tecnológicas nacidas o atraídas por Silicon Valley, es el desfase entre la innovación y riqueza que crean y la escasa mano de obra que requieren.

Las tendencias para los próximos años no son más halagüeñas, ya que las empresas más admiradas e innovadoras seguirán sin crear tantos puestos de trabajo como hacían las grandes empresas del pasado.

Más allá de la prescripción tecnócrata

Para reactivar los deprimidos mercados de trabajo en Norteamérica y Europa, sobre todo en los próximos años, no basta con mejorar en indicadores como educación, flexibilidad del mercado de trabajo, movilidad, mejora en la competencia de lenguas extranjeras (crucial para Europa, si pretende crear un mercado laboral común), etc.

Desaparecen antiguos oficios liberales con el avance de la Internet ubicua, que ha acabado con el monopolio de la información, lo que transforma o convierte en obsoletos decenas de oficios liberales de intermediación, lo que afecta a creadores y distribuidores tradicionales de contenidos.

Las grandes empresas destruyen empleo, los autónomos lo crean

En esta transformación, se destruye empleo y, a cambio, nacen menos puestos de trabajo y peor retribuidos. Varios expertos confían, no obstante, en que los nuevos productores y distribuidores de medios físicos y digitales se alíen con creadores independientes, profesionales o amateur.

Tradicionalmente, las grandes y medianas empresas han destruido empleo (optimización de procesos, reducción de costes, etc.), mientras las pequeñas empresas y los trabajadores independientes han sido los responsables de crear empleo neto.

En el futuro, esta tendencia podría acentuarse, ya que la Internet ubicua y los nuevos robots permitirán a grandes fabricantes y distribuidores prescindir de todavía más trabajadores.

El retorno de las manufacturas (más mecanizadas y bajo demanda)

Varias grandes empresas repatrian algunas de sus factorías para reabrir -esta vez a menor escala y mediante la producción bajo demanda– sus plantas en los países de origen.

Apple, por ejemplo, produce de nuevo sus iMac en Estados Unidos, mientras varias empresas europeas siguen su ejemplo o tratan de emular la eficiencia productiva de Zara o Volkswagen.

Sea como fuere, y mientras la enseñanza secundaria y las universidades adecúan su oferta a las necesidades de la sociedad y el mercado productivo, los adultos de hoy, tanto los más preparados como quienes abandonaron sus estudios para aceptar empleos poco cualificados en época de bonanza, hallarán más perspectivas creando su propio puesto de trabajo que buscando empleo.

El buscón llamado emprendedor: tener cintura en tiempos revueltos

La generación Y alumbra un nuevo perfil de emprendedor que se adapta a los tiempos, con los siguientes atributos:

  • la flexibilidad y cintura de un buscavidas (ver película The Hustler);
  • la formación de un polímata, con humanidades, ciencias y situaciones reales en la mochila vital (mejora constante, aprender haciendo, en lugar de posponiendo mientras se leen manuales de situaciones y procesos desfasados de modelos obsoletos);
  • la experiencia y humildad de un artesano (o un artista, o “especialista”, si se quiere), a la manera de los antiguos gremios, donde se entraba de aprendiz, se ascendía a oficial y se alcanzaba el “nirvana” siendo maestro;
  • la mentalidad creativa y perseverancia de los artistas y deportistas de élite.

Crear empleo sin crédito fácil ni crecimiento económico

En los últimos años se ha repetido como un mantra que hay que facilitar los procesos administrativos y el acceso a la financiación a los emprendedores, para que creen su propio puesto de trabajo y, a la larga, contraten a un segundo trabajador, un tercero, etc.

Sin crecimiento económico ni acceso fácil al crédito, el proceso es más difícil. No es imposible, como demuestran las nuevas tiendas y talleres que proliferan en el centro de las grandes ciudades, donde distribuidores tradicionales golpeados por la crisis dan paso a tiendas y talleres especializados, que a menudo requieren una financiación testimonial, lograda con ahorros, préstamos familiares, donaciones o “crowdfunding” (finaciación colectiva).

Destacan las tiendas y talleres con productos bien curados, un servicio flexible y especializado, a menudo una mera extensión de lo que estos mismos creadores y distribuidores ofrecen en Internet.

Sentar las bases

Los nuevos emprendedores ofrecen productos y servicios con rasgos a menudo comunes:

  • productos de calidad, intemporales, duraderos, reparables, que saben envejecer;
  • servicio integrado en el producto, que se inicia antes de la compra y acompaña al producto durante toda su vida útil, hasta su desechado;
  • grandes dosis de conocimiento local difícil de deslocalizar: procesos especializados y artesanales, conocimientos ancestrales, tradición artesanal combinada con tecnología, etc;
  • desarrollo ágil e iteración (madurar con el producto, realizar pequeñas mejoras sobre la marcha, abanderar cambios cuando sea necesario, aunque no lo haga la competencia, etc.);
  • relación simbiótica entre creador, vendedor (en ocasiones, como antaño, el taller alberga a creador y vendedor en una misma persona o proyecto, accesibles a todo el mundo por Internet) y cliente (usuario consumidor). Creador y cliente conversan, intercambian roles, conocimientos, etc.

Los nuevos emprendedores

Conocemos la situación actual del mercado de trabajo en los países ricos y sus condicionantes para los próximos años, así como las características de los negocios y productos que crean los nuevos emprendedores, a los cuales hemos definido en *faircompanies como artesanos-hacker.

¿Cuáles son, sin embargo, las características de los propios emprendedores? No responden a una única tipología, faltaría más, pero algunos estudios arrojan pistas sobre los atributos más valiosos para emprender con garantías y, si llega el caso, convertir cualquier proyecto fallido en un bagaje valioso por experiencia, relaciones y oportunidades de empleo.

El marco (“framework”) o la ausencia de éste

Cualquier sistema complejo requiere, para alcanzar la excelencia, que infinidad de cosas (tangibles y intangibles), se comporten como una máquina recién engrasada. La teoría de juegos ofrece pistas acerca del funcionamiento de los sistemas humanos y sus aparentes paradojas.

Recurriendo al símil del deporte, para que el FC Barcelona actual fuera posible, por ejemplo, se requirió una planificación de décadas, así como decisiones y aportaciones complicadas, a menudo no entendidas o incluso criticadas, muchas de las cuales, excepto las que se han elevado a la categoría de símbolo, han sido olvidadas.

“La Masia” es el resultado de una máquina de excelencia deportiva que está por encima de Cruyff (importador del sistema de aprendizaje en categorías inferiores del Ajax), Guardiola o, ahora, Tito Vilanova.

Y Tito Vilanova, que se recupera de una reciente operación que intentará aplacar el avance de un cáncer que se le había detectado la temporada anterior, se enfrenta a esta enfermedad sirviéndose -como Abidal- de los mismos símbolos y valores que han conducido al Barça a mantenerse, y a veces superarse, entre los mejores del deporte más popular.

Cabeza, corazón…

Los jugadores blaugrana lo sintetizaban en una camiseta que mostraron antes de su partido en Valladolid. En ella se leía “seny, pit i collons”, el lema -algo subido de cafeína, pero con el mismo contenido y esencia que el lucido por las mejores empresas y universidades- que el propio Vilanova luce en su teléfono móvil. Cabeza, corazón y cojones, hablando en plata.

Las últimas investigaciones sobre qué contenidos debería incluir la “caja de herramientas” de los emprendedores no mencionan el lema de Tito -él mismo alumno de la Masia en la época de su amigo Pep Guardiola-, pero sí la esencia del mensaje.

No hay varitas mágicas sino visión mantenida (incluso cuando no llegan los resultados, llegan las críticas, etc.), estudio racional del proceso y los resultados para afinarlos sobre la marcha, perseverancia, regularidad, valores (músculo sin ciencia y humanidades es sólo fuerza bruta), mecanismos para regular el mal sabor de las derrotas (saber desdramatizar) y la peligrosa miel de la victoria puntual (la victoria no es el fin en sí mismo, sino una parte más del proceso).

Perder jugando como el Barça actual, el Brasil de Sócrates o la selección española actual, no equivale a perder sin criterio, incapaces de rendir batalla. La victoria es la constatación no matemática de una superioridad patente.

Acercarse a objetivos cumpliendo pequeñas metas

La visión no crea el proyecto, sino la metodología y el hábito para, a través de un proceso cuantificable, lograr pequeñas metas. Acumuladas, las pequeñas metas pueden acercarse a la visión inicial, señalar nuevas oportunidades, etc.

La realidad hace que un producto surgido en el tiempo libre se convierta en un éxito y, por el contrario, que otro sobre el que se han depositado tiempo y recursos pase más desapercibido.

Los emprendedores (también aristas, deportistas…) exitosos ponen a prueba sin remilgos sus métodos para mejorarlos sobre la marcha. Si, para evitar la posposición, los grandes proyectos se dividen en pequeñas metas cuantificables que darán pistas concretas sobre el desarrollo del conjunto, sólo el trabajo metódico y perseverante acerca a alguien a una visión preestablecida.

Ser emprendedor (o deportista, o persona que da una batalla a una enfermedad) no es tan distinto de practicar una filosofía de vida coherente.

La fortaleza de las “habilidades blandas”

Un nuevo estudio ahonda en los atributos y habilidades de los emprendedores; uno de sus autores Bill J. Bonnstetter, explica sus conclusiones en Harvard Business Review.

La investigación, basada en encuestas a 17.000 adultos, define la preponderancia de determinados atributos en las mentes “emprendedoras”, o de aquellos individuos que habían iniciado y liderado nuevos proyectos, exitosos o fracasados.

Bill J. Bonnstetter explica cómo las “habilidades personales”, a menudo definidas como “habilidades blandas”, se desarrollan poco a poco, con el tiempo: por ejemplo, la persuasión, el liderazgo, la responsabilidad personal, la orientación a objetivos, o la empatía.

Analizando el grado de presencia de estas habilidades en un individuo concreto, los autores del estudio constataron que se puede predecir con exactitud quién es -o se convertirá en el futuro- emprendedor en serie.

Ventajas de mantenerse lejos de la narcotizante zona de confort

Los emprendedores acumulan su ventaja competitiva sobre el resto de individuos, en capacidad de persuasión, liderazgo y responsabilidad personal, mientras que su orientación a objetivos y habilidades interpersonales, si bien superiores a la media, se acercan a ésta.

A diferencia de quienes optan por una carrera menos sujeta al riesgo, los emprendedores (si optamos por la nomenclatura tradicional y desprovista del glamour de los tiempos, podemos hablar de “autónomos” o pequeños empresarios) se diferencian del resto de trabajadores por su grado de implicación en el proyecto que emprenden.

Para un artesano, un desarrollador web, un arquitecto técnico o un consultor medioambiental que trabajan por su cuenta, los proyectos que emprenden repercuten sobre su reputación personal.

Este párrafo debe leerse sin música de Vangelis de fondo. Mi intención no es cargar la entrada de grandes frases de “coaching” personal, sino aproximar el mensaje a su sustancia: como la reputación, los buenos proyectos surgen cobijados por el aprendizaje profundo, las relaciones sólidas con personas valiosas, la perseverancia, la experiencia asimilada a fuego lento.

Menos confluencia astral, más trabajo y metodología

Como explica Bill J. Bonnstetter, “a diferencia de la creencia de que el éxito de los emprendedores es resultado de la confluencia del momento perfecto con ideas brillantes en un momento de alineación cósmica, este estudio indica que los emprendedores exitosos lo son por alguna razón: que muchos de ellos despuntan en ciertas habilidades personales”.

Hay entornos que facilitan o dificultan la puesta en práctica de estas potencialidades. Desafortunadamente, no existe el equivalente a La Masia en el sistema educativo o empresarial; no ya de España, sino de países considerados punteros en cultura emprendedora.

Deberíamos recordar que, antes de La Masia, sólo había un grupo de personas determinadas a convertir una visión en resultados, sirviéndose sólo de trabajo y una metodología racional que irían acomodando según las necesidades del propio engranaje.

Con las décadas, llegó el resultado. Los auténticos héroes son quienes, sin tener todavía los resultados para mostrarlos al “entorno” y llevarse los aplausos, tuvieron lo “necesario” para evitar el saboteo de un trabajo de años y generaciones.

Más allá de la victoria o la derrota

En educación y cultura empresarial, habría que encontrar a suficientes seres anónimos dispuestos a sacrificarse y a aguantar el vocerío coyuntural de los exaltados de turno, pidiendo enmiendas a la totalidad cuando el buen trabajo no es coronado con una “victoria” coyuntural.

Pero los buenos emprendedores, como los buenos deportistas, se creen de verdad que lo importante es defender lo que uno sabe con toda la energía. Lleguen la victoria o la derrota, se ha disfrutado en el campo. Aunque éste sea un patatal.