Nicolás Boullosa prueba una maquinilla de afeitar de acero clásica con hoja de doble cara. Su intención es comprobar si el afeitado con este tipo de maquinilla es superior, inferior o comparable al de las maquinillas de cartucho más sofisticadas.
A diferencia de las actuales maquinillas de cartucho, las tradicionales son de acero inoxidable, cuentan con 3 piezas fácilmente desarmables y usan hojas de afeitar de toda la vida, más baratas. Consecuencia: la maquinilla es algo más cara que los modelos de plástico actuales, pero dura toda la vida. Y, eso sí, sus recambios son mucho más económicos.
Batalla cotidiana contra la obsolescencia programada
Preocupado por el dinero invertido en el afeitado, el gasto en plástico y las prácticas sobre obsolescencia programada de las compañías de afeitado, Nicolás Boullosa testea el dispositivo clásico, desechado por nuestros abuelos y padres “porque era un engorro”.
Conclusión: “el afeitado con una maquinilla clásica es, al menos, tan cómodo como el de cualquier maquinilla de cartucho actual; eso, sí, a la larga es más barato y, si mantenemos debidamente sus tres piezas de acero inoxidable, la maquinilla de seguridad dura toda la vida y puede ser legada a los hijos o nietos”.
Las maquinillas de cartucho, como las impresoras
Por contra, el modelo de las máquinas de cartucho es similar al de las impresoras: la maquinilla se vende a un precio muy competitivo o prácticamente se regala, mientras cada recambio es varias veces más caro que una hoja de afeitar convencional.
Nicolás Boullosa: “No descarto dejar crecer mi barba en el futuro a lo León Tolstói, sobre todo si acaba publicándose algo de lo que estoy ultimando y puedo decir en el futuro que soy un escritor, por muy de nicho que sea. Un escritor que admira a trascendentalistas como el propio Tolstói, o sus inspiradores Thoreau y Emerson, queda resultón barbado”. Por no hablar de John Muir o Walt Whitman.
“Pero, hasta entonces, tengo que afeitarme una vez por semana, 52 semanas al año. Hasta ahora ha sido un engorro, y caro: las maquinillas de cartucho son lo menos malo que han ofrecido las grandes compañías de afeitado en las últimas décadas, concretamente desde los años 70″.
El marketing de milongas ya no funciona
“Estas maquinillas, con cartuchos intercambiables, han evolucionado hacia cuchillas con 5 e incluso 6 hojas, teóricamente para apurar el afeitado sin irritar. Mi experiencia personal me hace un poco más incrédulo y no creo que mi afeitado fuera diferente con la Gillette Match 3, la Match 3 Turbo o la Fusion, o cualquiera de las otras maquinillas de cartucho que he probado”.
Otro cambio sustancial entre los vendedores de maquinillas tradicionales y los fabricantes de modelos de cartucho es su política de marketing. Las maquinillas clásicas no vienen acompañadas de textos engañosos ni prometen la luna.
“Tampoco fuerzan al usuario a comprar hojas de afeitar de la misma marca, so pena de que a uno se le caiga la cara a trozos”.