Comer carne de canguro tendría todo el sentido del mundo en un país como Australia, con 21 millones de habitantes y más de 35 millones de canguros.
Éstos no se crían en granjas, sino que se aprovecha el control de las poblaciones más numerosas para comercializar la carne de los ejemplares capturados. La carne de canguro, cocinada durante milenios por los aborígenes, previene el cáncer y la obesidad; los canguros, además, no emiten gas metano.
Aprovechando la visita de faircompanies al restaurante Deep Blue Bistro del francés Jean-Paul Bruneteau, en Coogee, Sídney, hubo oportunidad de probar un filete de carne.