Los cacharros electrónicos que usamos han multiplicado su capacidad de proceso, pero una parte de diseño ha permanecido inmutable: sus transformadores y baterías dependen del uso periódico de tomas de corriente y sus ineficiencias.
Los aparatos portátiles que nos acompañan han reducido su peso y grosor aumentando sus prestaciones, pero continúan supeditados a la recarga eléctrica convencional de sus baterías.
Siervos de un esquema energético diseñado hace más de un siglo
Sebastian Anthony explica en Extreme Tech: “Somos esclavos de la electricidad. En apariencia, podría parecer que Tesla y Edison sometieron la electricidad y la hicieron útil pero, en realidad, desde la primera bombilla comercial y telégrafo de alta fidelidad, la electricidad ha gobernado la vida de los hombres”.
Sin redes eléctricas ni baterías que dependen en última instancia del acceso a estos puntos de suministro, llegarían el parálisis y colapso.
(Imagen: diseño conceptual de móvil biomecánico de Mikhail Stawsky. Se recarga girándolo con el dedo)
Exceptuando algún reloj o linterna mecánicos, capaces de funcionar con energía cinética, desde el aparato más insignificante hasta el sistema de navegación aérea mundial, dejarían de funcionar, una vez agotada la energía de sus generadores de emergencia.
La energía cinética podría emanciparse
En una escala cotidiana, la energía cinética es una de las alternativas de futuro. No se trata de una batería más durable o con mayor capacidad, sino de un cambio radical en la manera en como generamos y almacenamos energía.
La energía cinética de una carrera matutina, de un paseo hasta el metro, de nuestro desplazamiento por casa o del freno regenerativo de nuestro vehículo puede ser convertida en electricidad y, a continuación, usada en dispositivos y electrodomésticos.
La tecnología es viable y sus propiedades conocidas. Cualquier cuerpo en movimiento en relación con su contexto genera energía cinética. El reto consiste en crear “dinamos” que la capturen, el primer paso para desvincular teléfonos y otros aparatos de la recarga eléctrica periódica.
Aprovecharse del ajetreo propio
Eso sí, para que la energía cinética o del movimiento pueda sustituir a la toma de corriente, deberán mejorar primero las tecnologías que transformen el movimiento de un cuerpo en electricidad.
Sería el primer paso para que un usuario cargara todos sus aparatos electrónicos con la energía recolectada por él mismo a lo largo del día anterior o en la carrera matutina.
Pequeñas baterías convertirían el movimiento en electricidad, evitando que se disipara en forma de calor.
La historia de una limitación
Hace tiempo que la batalla de las corrientes fue enterrada. No obstante, el modo en que se almacena y transmite la corriente eléctrica a través de vastas redes de suministro no ha cambiado desde que Thomas Edison y Nikola Tesla abogaran por la corriente directa y alterna, respectivamente.
Una decisión para crear un mercado de electricidad que llegara a millones de consumidores condicionó el diseño de los primeros electrodomésticos en las primeras décadas del siglo XX. Tras la II Guerra Mundial, los primeros aparatos portátiles siguieron unidos al cordón umbilical del suministro eléctrico permanente.
Baterías, transformadores, generadores eléctricos portátiles, condensadores eléctricos y otros dispositivos ofrecían autonomía en expediciones o lugares remotos sin acceso a la red eléctrica, pero el espejismo, como en nuestros días, apenas duraba unas horas: una vez agotada la batería, o el combustible, etc., era necesaria más energía.
Un mundo de baterías de litio
La demanda de aparatos informáticos y electrónicos que dependen de baterías de litio aporta un nuevo quebradero de cabeza, el del control del litio y sus alternativas, cuando el precio suba en función de las reservas.
La demanda de baterías para aparatos portátiles aumenta de manera proporcional a la popularidad de portátiles, tabletas y teléfonos móviles. Sólo en Estados Unidos, el 76% de los ordenadores vendidos serán portátiles, y las ventas de tabletas superarán a los equipos de sobremesa en Estados Unidos, mientras se prevé que el 75% de los estadounidenses tendrá teléfono inteligente en los 2 próximos años.
La mayoría de tareas informáticas, así como del ocio digital, es ya portátil y depende de dispositivos con batería de litio que debe ser recargada con periodicidad.
Por qué dejar que nuestro esfuerzo se disipe en forma de calor
Trabajo en este artículo después de salir a correr a primera hora de la mañana y completar 10 kilómetros. Atuendo: ropa técnica ligera, zapatillas minimalistas, gafas de sol, pequeña radio portátil y reloj que marca el recorrido.
La mayor recompensa diaria sería poder usar toda esa energía, disipada en forma de calor: una vez en casa, desconectaría de mi ropa técnica -o del interior de la zapatilla, o de un brazalete, etc.- un condensador eléctrico que hubiera transformado la energía cinética de la carrera en electricidad.
Conectaría el aparato al portátil, router, teléfono inteligente y libro electrónico y declararía la autonomía energética de mis actividades profesionales con respecto del enchufe.
Un ejemplo de autogestión energética
Sería un primer paso, complementario con la autonomía alcanzada con renovables (posible, como expone el ingeniero informático californiano Loren Amelang en este vídeo y reportaje), para reducir mi dependencia energética e impacto.
El paso definitivo sólo llegaría con una nueva generación de dispositivos similares a los descritos por Harry Kolar de IBM: aparatos emancipados del uso de baterías que dependen de la recarga externa, con mecanismos que transformen en su interior la energía cinética en electricidad.
Adictos a la electricidad
De momento, mi rutina deportiva matutina, como muchas otras que realizo a lo largo del día, depende, aunque sea sólo de manera indirecta, del uso de electricidad obtenida a través de un suministro convencional: tanto dispositivos portátiles como electrodomésticos requieren o bien una conexión eléctrica permanente o cuentan con una batería que debe recargarse con periodicidad.
En la era de los teléfonos inteligentes y la hiperconectividad, dependemos más que nunca de un servicio eléctrico seguro y al alcance, para no caer en el riesgo de la desconexión: en aeropuertos, cafeterías, lobbies de hotel o salas de espera, el lugar más preciado es el más próximo a un enchufe donde conectar nuestros dispositivos.
Cuando llego a casa, dejo la radio y el reloj de correr sobre la mesa, que se mantiene conectado con un sistema de infrarrojos a un chip insertado en el interior de la suela de mi zapatilla. Pero este “reloj” necesita, como cualquier aparato diseñado desde el fin de la II Guerra Mundial, la recarga periódica, en este caso a través de USB.
No importa lo minimalista que sea tu escritorio: tiene varios enchufes
Tras la ducha y el desayuno, es hora de acudir al escritorio. Sobre él, las herramientas de trabajo: un portátil, libro electrónico, teléfono inteligente, lapicero, carpeta de cuero con fichas y pequeños cuadernos donde garabatear y dos ladrones de corriente, cada uno de ellos con 8 tomas con interruptor para desconectar su actividad de manera centralizada.
En ocasiones, casi todas las tomas están ocupadas por cargadores y transformadores. Esta imagen se repite en escritorios domésticos y oficinas de todo el mundo.
(Actualización del artículo) Escritorio “Unplugged”
Expertos en ingeniería electrónica y diseño industrial pronostican un cambio radical en nuestra manera de usar los distintos dispositivos que nos rodean en casa, en el trabajo y en los desplazamientos.
Cuando he finalizado este artículo, descubro en TreeHugger “Unplugged”, un escritorio de aspecto minimalista diseñado por Eddi Törnberg, capaz de recolectar energía de nuestro movimiento al sentarnos o caminar sobre la alfombra incluida en el mecanismo.
Es un primer paso para convertir el escritorio de trabajo en un centro de recolección de energía cinética, con la que se recargarían todos nuestros cacharros.
(Imagen: “Unplugged”, un escritorio “desenchufado”, con tomas de corriente que funcionan con energía cinética)
Un siguiente paso consistiría en ampliar la capacidad de recolección energética de la mesa, ahora limitada a la silla y alfombra. Un condensador eléctrico que contuviera toda la electricidad de nuestro movimiento ajeno al escritorio multiplicaría la energía almacenada.
Sobre prospectiva y revistas tecnológicas ya desaparecidas
La transformación no llegará con una nueva red social, ni con dispositivos embebidos en la ropa o las gafas (wearable computers), sobre cuyos prototipos yo mismo escribí un artículo en 1999, en la fallida revista barcelonesa Digitalware, de la que era redactor jefe.
Será también una transformación de los accesorios del hardware, hasta ahora en segundo plano: materiales usados y sus propiedades (aparatos flexibles, transparentes, sumergibles, enrollables, etc.), duración de la batería y, también, autonomía energética.
(Imagen: bolas de shiatsu cinéticas para cargar baterías concebidas por el diseñador Jiang Qian)
Harry Kolar, ingeniero en IBM y experto en interfaces de dispositivos, apuesta por aparatos que recolectan energía de los movimientos humanos. El usuario, involucrado en el mantenimiento energético del aparato, se transforma en “una máquina de generar energía”.
Estilo de vida digital… ¿propulsado con energía cinética?
Cuando nuestra propia actividad recarga los dispositivos que usamos, éstos se convierten en un apéndice de nuestra cotidianeidad.
La energía cinética, cree Harry Kolar, será decisiva como fuente de energía en el entorno más inmediato de ocio y trabajo portátiles, sobre todo, recuerda el ingeniero de IBM, cuando la energía se encarece y se agotan los recursos para diseñar baterías cada vez más duraderas y baratas.
“Con poblaciones creciendo y la demanda eléctrica aumentando al 2,2% anual hasta 2035, nuestra infraestructura energética actual no es suficiente”.
En busca de la “gran innovación” cinética
Varios laboratorios universitarios trabajan en la “gran innovación” capaz de impulsar todo un sector informático y electrónico.
Investigadores de la Universidad de Wisconsin en Madison publicaron a mediados de 2011 un artículo en la revista Nature en el que describían un nuevo método de obtener electricidad a partir de la energía cinética.
Los ingenieros Tom Krupenkin y J. Ashley Taylor explican en el artículo que la nueva técnica podría “reducir dramáticamente nuestra dependencia de las baterías”. El sistema por el cual el movimiento de una persona se convertiría en electricidad ha sido bautizado “electrowetting”.
Un pequeño aparato insertado en el zapato transformaría el movimiento de la pisada en energía, que se almacenaría en una batería portátil. Es fácil recurrir a un obvio juego de palabras sobre el futuro del “electrowetting”: ¿un paso en falso o un primer paso?
Evitar que los cacharros cinéticos sean una nueva eterna promesa
Desde hace unos años, laboratorios de investigación universitarios y empresariales lanzan prototipos de dispositivos que funcionan con la electricidad que genera la energía cinética de su accionamiento por el usuario.
También hay varios aparatos comerciales, la mayoría de firmas desconocidas: ningún gran fabricante se ha atrevido, hasta el momento, a introducir un aparato cinético, si bien muestran su interés a esta otras tendencias tecnológicas que reducirían el impacto de sus dispositivos.
Otras son el diseño que imita la naturaleza (biomimesis), los materiales biodegradables o que se reciclan de manera indefinida sin usar energía adicional (“de la cuna a la cuna“), o la fabricación duradera y de calidad para evitar la obsolescencia programada.
Sony, por ejemplo, desarrolla baterías biológicas que usan enzimas para generar energía con la misma eficiencia que descomponen carbohidratos, además de plástico biodegradable.
Otras compañías cuentan con programas de investigación similares, pero los esfuerzos en energía cinética se limitan sobre todo a diseños por ordenador, documentos teóricos y algún que otro modelo tridimensional básico.
Nokia, por ejemplo, dispone de un cargador cinético de móviles para bicicleta. El dispositivo es tan sencillo como demandado y efectivo: una dinamo, un cargador y un soporte para teléfono móvil que se instala en el manillar y sujeta el dispositivo incluso en terrenos tortuosos.
El mecanismo es familiar para muchos de nosotros aunque, en esta ocasión, la dinamo no ilumina un pequeño faro, sino que almacena energía en la batería, usara para recargar el móvil. Un primer paso para liberarse del hambre energético de nuestros aparatos.
Recolectores de energía biomecánica
Desde que Time magazine incluyera en su lista de las mejores invenciones de 2008 el Recolector de Energía Biomecánica, diseñado por el quinesiólogo Max Donelan, profesor de la Universidad Simon Fraser (Columbia Británica, Canadá), no ha habido grandes avances en el nuevo segmento de cacharros cinéticos.
En el reportaje Energía cinética: crear electricidad con nuestro movimiento ya aventurábamos algunas de las tendencias más viables: cargadores mecánicos, linternas mecánicas, baterías que se recargan haciéndolas girar sobre el dedo índice, e incluso un caro prototipo de teléfono móvil mecánico.
Una entrada del New York Times reiteraba las tendencias en electrónica e informática cinéticas: cargadores mecánicos de dispositivos (similares a la manivela diseñada para el netbook XO-1 de la fundación OLPC dirigida por Nicholas Negroponte), linternas y lámparas.
En busca de un Steve Jobs de la energía cinética
Pero no hay que aguantar el aire y todo indica que ni el iPhone 5 ni sus competidores de mayor peso incorporarán cargador cinético en breve, pero proliferan los aparatos cuyo accionamiento mecánico servirá para recargar las baterías de litio de cualquier cacharro portátil. Un principio.
Ni siquiera Sony, cuyo grupo de diseño sostenible (conocido dentro de la empresa como “odo”), tiene prototipos suficientemente sólidos como para enviarlos a producción, en una compañía que ha perdido la tracción de tendencias tecnológicas para las que parecía destinada: el Walkman no creó el iPod, ni su fusión con Ericsson en telefonía móvil dio pie a un competidor sólido del iPhone.
La marca japonesa que pudo ser
Ahora, la marca trata de mantenerse a flote y simplificar su estructura para que departamentos como el musical y cinematográfico ayuden a la división de dispositivos, en vez de bloquear sus iniciativas. Los nuevos teléfonos de la empresa vuelven a la marca “Sony” y se deshacen de “Ericsson” y, usando Android, sistema operativo de Google, tratan de recuperar el terreno que Samsung y otros fabricantes le han arrebatado.
Desde hace años, Sony trabaja en su laboratorio “odo” en dispositivos como videocámaras y reproductores multimedia biomecánicos, capaces de transformar la energía cinética en electricidad.
Pese a la ausencia de novedades, los expertos avanzan que en menos de un lustro llegarán los primeros dispositivos y electrodomésticos cinéticos de las grandes marcas.
Sobre el sorprendente poco interés de la industria
Dado el conocimiento de sus propiedades desde su descripción por el pionero de la informática Gottfried Leibniz, sorprende todavía más la ausencia de dispositivos electrónicos e informáticos, o incluso electrodomésticos, capaces de convertir el movimiento (mecánico o inercial) en electricidad.
Este fracaso industrial que condiciona el futuro energético y, quizá, la sostenibilidad futura del mercado de dispositivos, es sólo comparable a la ausencia de innovación en el sector automovilístico, que más de 100 años después depende del motor de explosión alimentado sobre todo con combustibles fósiles.
El vehículo eléctrico, ya una realidad, deberá ganarse el favor del público con modelos como la berlina de gama alta Tesla Model S.
Después de que Gottfried Leibniz y Johann Bernoulli describieran la energía cinética como una “fuerza viva”, al poder medirse sólo en contextos determinados, cuando un objeto se mueve en relación a su entorno, Lord Kelvin fue el primero en recurrir al griego “kinesis” (movimiento) para describirla a mediados del siglo XIX.
El potencial de la energía cinética
Desde entonces, su enorme potencial para solventar los problemas energéticos del mundo, al prometer objetos que pueden autogestionarse energéticamente gracias a giróscopos y mecanismos inerciales de distinta naturaleza, ha sido malgastado con la facilidad e indolencia que nuestros -diseñados con mediocridad- dispositivos.
Los aparatos actuales han mejorado radicalmente sus interfaces y capacidad de proceso, además de haberse miniaturizado, adelgazado y aumentado su autonomía. Pero algo no ha cambiado: derrochan buena parte de la electricidad que absorben en forma de calor, contribuyendo al uso de parches tan horrendos como los ventiladores internos (que tanto detestaba Steve Jobs).
La ineficiencia de nuestros aparatos equivale a la de nuestro organismo, cuya energía cinética (el esfuerzo de, por ejemplo, una carrera matutina de 10 kilómetros) se disipa en forma de calor, debido a que no usamos el equivalente a una dinamo que canalice toda la energía del movimiento en electricidad.
La colisión de dos bolas de billar
Algunas de las propiedades de la energía cinética la hacen especialmente adecuada como fuente de energía alternativa e inacabable, si se crean mecanismos inerciales como, por ejemplo, una rueda -también un péndulo de Foucault o giróscopo- que gira sobre un eje sin parar, una vez ha sido accionada:
- la energía cinética puede transformarse en electricidad a costes muy asequibles;
- puede desplazarse desde un objeto hasta otro, como demuestra la colisión de dos bolas de billar sobre el tapete. La energía generada por el movimiento de un objeto puede ser “heredada” por otro objeto a través de una “colisión elástica”, que convertiría el movimiento en electricidad. Un tren, vehículo o flujo de vehículos sobre una autopista, así como la energía de las olas, por mencionar ejemplos recurrentes, tienen un enorme potencial como fuentes de electricidad a partir de energía cinética.
Varios mecanismos han sido usados en las últimas décadas para convertir la energía del movimiento en electricidad y evitar así su pérdida en varios tipos de energía residual como ocurre en la mayoría de ocasiones, ya se trate de calor, sonido o energía de enlace nuclear.
Entre ellos, destacan:
- Volante de inercia: una vez accionado, el volante de inercia o volante motor es un elemento pasivo que, al no pararse, aporta inercia adicional para convertir la energía del movimiento en electricidad de manera permanente.
- Freno regenerativo (KERS): es una variante del volante de inercia, conocida también como kers. Los vehículos híbridos y eléctricos con freno regenerativo convierten la energía generada con el frenado en electricidad y la almacenan en sus baterías. En vehículos convencionales, la energía del frenado se disipa en forma de calor y fricción, ya que la energía cinética se puede transformar, pero no anular (necesita un escape, elástico o inelástico).
- Batería inercial: también llamada batería de rotor, de volante o batería giroscópica, es un mecanismo que incorpora un volante de inercia en su interior, convirtiendo la energía del movimiento en electricidad. El sistema funciona gracias a la rápida rotación de un disco con una gran masa y diámetro girando a tanta velocidad que su propia inercia, en la que no existe fricción, lo mantiene en funcionamiento indefinido. Eliminar los rozamientos es fundamental para mantener el disco girando; se consigue con cojinetes magnéticos y la cámara que contiene el disco se cierra al vacío.
- Giróscopo: dispositivo mecánico conformado por un cuerpo que rueda en torno a un eje de simetría. Cuando es sometido a fuerza externa, el giróscopo tiende a cambiar la orientación del eje de rotación en una dirección perpendicular a la dirección “intuitiva”; en otras palabras, el también llamado péndulo de Foucault en honor a su descubridor León Foucault, “compensa” el impacto de un modo similar al que nuestro sistema nervioso se compenetra con nuestra musculatura para que podamos caminar erguidos, correr sin caernos o compensar el traqueteo de un viaje en metro sin necesidad de sujetarnos.
Acelerómetros, girocoches, girobuses y baterías inerciales
Los acelerómetros de teléfonos inteligentes, así como los sistemas de compensación que mantienen erguidos vehículos de dos ruedas incluso cuando están parados como el Segway, los girocoches o el vehículo de dos ruedas C1 de la startup fundada por Daniel Kim, Lit Motors, basan su tecnología en el movimiento inercial en apariencia paradójico del péndulo de Foucault.
El modo de mantener el equilibrio sobre dos ruedas de los girocoches (consultar reportaje y vídeo de Kirsten Dirksen con Daniel Kim de Lit Motors), nos recuerda las oportunidades, desechadas de manera prematura o todavía inescrutada, de la energía del movimiento.
Además de acelerómetros para móviles, sistemas de equilibrio sobre dos ruedas usados por vehículos personales como el Segway y varios prototipos de girocoche, incluido el C1 de Lit Motors, también se han desarrollado prototipos de girobuses, o autobuses propulsados por una batería inercial.
Sorprendido por su hallazgo y propiedades, Gottfried Leibniz, mente privilegiada de inicios de la Ilustración que supo recuperar las enseñanzas de la cábala de Ramon Llull y convertirla en el origen del sistema binario informático, usó para describir la energía del movimiento la expresión latina “vis viva”. Fuerza viva.
10 dispositivos biomecánicos que convierten energía cinética en electricidad
1. Bolas de shiatsu cinéticas para cargar baterías
Inspirado en las esferas chinas, usadas como método de relajación, para aumentar la concentración o meditar, el diseñador Jiang Qian, de Shanghai, ha creado un cargador cinético conceptual.
Mientras el usuario medita, relaja su túnel carpiano o divaga, a la vez que hace rotar las esferas en la parma de su mano, el interior de las bolas Baoding convierte el movimiento en energía para recargar tanto pilas AA como AAA.
Consideradas un método más de acupuntura o masaje shiatsu, las esferas chinas, que estimulan puntos de acupuntura en los dedos, no sólo recargan en este caso los distintos órganos corporales, sino los aparatos electrónicos del individuo.
2. Pelota de fútbol Soccket para recargar dispositivos
El juego más popular del mundo ha inspirado a los creadores de este concepto: en su exterior, una pelota de fútbol con las características de cualquier balón de reglamento.
Pero Soccket es mucho más: su interior incorpora una batería que convierte la energía del movimiento en electricidad. Después del partido, un cable permite conectar el puerto del balón a cualquier dispositivo para recargarlo.
3. Reproductor de música con recarga mecánica Eco Media Player
Quienes se ejercitan al aire libre conocen la importancia de tener un dispositivo ligero para escuchar música o la radio. A menudo, no obstante, olvidamos su recarga o nos importuna la dependencia energética de nuestros aparatos.
El Eco Media Player de Baylis es un reproductor multimedia propulsado con energía cinética, que reproduce los principales formato de audio, vídeo e imágenes. Además de su cargador cinético, una manivela denominada Eco-Dynamo, el aparato también puede recargarse a través de su puerto USB.
4. Cargador biomecánico para móviles ideaForge Roto Charger
Moviendo la manivela en su superficie, este cargador versátil transforma el movimiento en electricidad. Accionando el mecanismo durante 1 minuto se logra el equivalente a 3 minutos de conversación, o 30 minutos en espera. Otra de sus ventajas: puede cargar un móvil mientras el usuario habla, lo que aumenta su utilidad en acampadas o lugares remotos.
5. Cargador biomecánico de dispositivos portátiles nPower PEG
Recarga móviles, reproductores multimedia, cámaras digitales, portátiles, etc. Del tamaño de una botella de agua, el cargador nPower genera energía con nuestro movimiento; basta con guardarlo en la mochila o el bolsillo de la chaqueta.
En momentos de necesidad de una llamada de emergencia, el usuario puede agitar el dispositivo mientras habla, recargando el móvil de manera simultánea. El nPower también puede recargarse con el ordenador a través de USB y servir como batería de apoyo de los dispositivos portátiles en expediciones o excursiones.
6. Linterna LED Wagan con cargador cinético “micro-dinamo”
Las linternas mecánicas se han usado durante décadas, primero en el ejército y a continuación en expediciones y localizaciones especialmente remotas.
La linterna Wagan con cargador cinético ilumina con su lámpara LED y, además, incorpora una batería cuya energía remanente puede ser utilizada para recargar todo tipo de dispositivos. La energía eléctrica se genera accionando la manivela. que se despliega de uno de sus laterales.
7. Cargador para móviles con linterna incorporada Etón Clipray
Otra linterna mecánica cuya manivela no sólo alimenta la lámpara incorporada, más potente que la lámpara LED del modelo de Wagan; también actúa como cargador de móviles y dispositivos con USB incorporado. Diseñado para su uso como generador de energía de emergencia en lugares remotos.
8. Teléfono móvil Yoyo con dinamo incorporada
Concebido por el diseñador Emmanuel Hanson, el dispositivo incorpora una dinamo para convertir la energía del movimiento en electricidad. El usuario puede recargarlo literalmente jugando al yoyo. Una vez ha acumulado energía suficiente, el móvil puede usarse también como batería para recargar otros aparatos a través de USB.
El diseñador Nick Reddall ha creado una chaqueta que recoge el movimiento corporal cuando nos ejercitamos para recargar a continuación los cacharros electrónicos de nuestra cotidianeidad.
Una pequeña tira elástica que se inserta en las mangas y se acciona cuando realizamos el movimiento de brazos natural durante una carrera. Dispositivos como el diseñado por Reddall deberían ser el siguiente paso de fabricantes como Nike o Adidas.
10. Teléfono móvil biomecánico
Obra de Mikhail Stawsky, su diseño compacto y minimalista incorpora un orificio circular en uno de sus extremos como fuente de la recarga sostenible de su batería incorporada. Girando el pequeño móvil con uno de nuestros dedos, la dinamo incorporada transforma el movimiento en electricidad.
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