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Peak everything: el agotamiento de recursos como oportunidad

¿Qué tienen que ver la independencia de Sudán del Sur y el vertido del Golfo de México? En ambos casos, subyace una búsqueda y lucha por el control de reservas petrolíferas en la era del “peak oil”, o cénit del petróleo.

Una carrera por los recursos entre China y Estados Unidos, en el caso de Sudán del Sur, rico en petróleo. O entre compañías privadas, en el Golfo de México.

Pero, ¿qué ocurriría si el cénit de la producción de petróleo, o “peak oil”, fuera sólo una parte del problema? Gobiernos y compañías debaten cómo afrontar la tendencia descendiente de las reservas de los principales recursos, fenómeno que se ha bautizado como “peak everything“, o el agotamiento de todos los recursos estratégicos.

Del crecimiento perpetuo a la gestión del declive

“El siglo XX registró un crecimiento sin precedentes en población, consumo energético y producción alimentaria. A medida que la población se trasladaba del campo a las ciudades y aumentaba el consumo de recursos, el impacto humano, individual y colectivo, creció dramáticamente”. Es así como empiezan muchas de las memorias y ensayos sobre el agotamiento de los recursos.

Normalmente, se prosigue exponiendo qué nos espera en el siglo XXI, una era de declive obligado de los principales indicadores:

  • Petróleo, gas natural, carbón.
  • Cosecha anual de grano.
  • Estabilidad climática.
  • Población.
  • Crecimiento económico.
  • Agua dulce.
  • Minerales (cobre, platino, oro).

Los más optimistas creen que la economía puede seguir creciendo si existe un cambio decidido hacia una existencia más frugal y eficiente, que mantenga la calidad de vida en los países ricos y la aumente en los emergentes sin por ello aumentar dramáticamente el consumo de recursos.

Una economía que pase de la dependencia en los hidrocarburos (para combustible, asfalto, plástico, fertilizantes) a nuevos procesos que imiten en ciclo de la naturaleza, capaz de convertir el sol en energía y proteínas, no puede aplicarse en una década, pero sí adoptar políticas de eficiencia para, consumiendo menos, producir más y vivir mejor. He aquí el reto lanzado por autores como Richard Heinberg, escritor y miembro del Post Carbon Institute.

Vivir mejor superando el paradigma del crecimiento perpetuo

Se teme que el paulatino agotamiento del petróleo, producción alimentaria, estabilidad climática y disponibilidad de agua dulce, derive en una lucha cada vez más agresiva por su control, para muchos inevitable.

La agresividad de esta lucha, así como el ritmo del agotamiento de los recursos, marcarán la política y la economía del nuevo siglo. También los negocios: las empresas e instituciones capaces de aportar soluciones a las crisis derivadas del agotamiento de los recursos, aunque sean parciales, se encontrarán a menudo ante mercados con un potencial de crecimiento difícil de calcular, pero inmenso en cualquier caso. Estas soluciones (invenciones, nuevos productos y servicios, etcétera) han sido englobadas en torno a las tecnologías limpias.

La teoría del pico o cénit petrolero (“peak oil”) explica que, una vez pasado el punto máximo de extracción de petróleo, el agotamiento de las reservas de hidrocarburos se acelerará y entrará en un declive terminal. Explicado en forma de gráfico, la curva descrita se asemejaría a una campana. 

Población, alimentos, estabilidad climática y agua dulce seguirían una evolución similar al cénit petrolero. Falta saber cuán pronunciada será la curva en cada caso. Sobre el papel, explicado en un gráfico, importa lo estrecha que sea la “campana”, ya que un descenso brusco y pronunciado agravaría la crisis relacionada con cada uno de estos recursos.

Prepararse para el descenso sostenido de los recursos

¿Es posible que el fenómeno “peak everything” ocurra de manera simultánea y que los principales recursos se reduzcan drásticamente a la vez? Varios autores de prestigio sostienen esta teoría, no definitiva, y el presente siglo deberá dar solución al reto planteado, o el futuro de la civilización estaría en peligro, tal y como James Lovelock ha sostenido durante décadas.

Otros expertos, como Stewart Brand (en su último y polémico libro Whole Earth Discipline), no niegan el agotamiento de los recursos, pero sostienen que el ajuste no será tan dramático y los avances tecnológicos podrían contribuir al reajuste para, por ejemplo, evitar el colapso climático o el agotamiento de los suelos, agua dulce, etcétera.

Si el mundo es tan dependiente de los hidrocarburos como lo es del agua, la luz solar o la riqueza del suelo, el peor escenario al que se enfrentarían las sociedades en las próximas décadas sería una inacabable crisis económica mundial, en forma de “L”, y no de “W”, que conviviría con fenómenos de inestabilidad política y climática.

Ello no ocurrirá si llegan las soluciones. Richard Heinberg cree que la crisis profunda derivada de la merca de los recursos puede ser evitada “si reducimos proactivamente nuestra dependencia con respecto del petróleo, el gas y el carbón, antes de su agotamiento”. Heinberg fue el primero en usar la expresión “peak everything” y ha dedicado sus libros a profundizar en la materia.

Para adelantarse a los acontecimientos y reducir la dependencia de estos recursos, que provoca el aumento de su producción y, por tanto, acelera su agotamiento, Heinberg cree que hay que adoptar con la mayor rapidez posible una producción global que premie edificios y objetos artesanales, diseño simple y durable, procesos que puedan ser reparados fácilmente y material que pueda ser conservado.

Vivir más personas, más años y mejor, consumiendo menos

Su idea suena a un abrazo decidido del minimalismo, el ahorro y la frugalidad, que consistiría en ser capaces de mantener un nivel de vida confortable para cada vez para más personas, consumiendo menos recursos.

Pero la solución no pasa sólo por la austeridad global, que debería abrazarse por los individuos, las empresas, las organizaciones y los gobiernos. También son necesarios avances en sostenibilidad, desde la construcción y el diseño sostenible la arquitectura bioclimática, pasando por la integración de ideas similares a lo propugnado por la permacultura, o el diseño “de la cuna a la cuna” (bienes diseñados para ser eco-efectivos, que se comportan como un árbol, donde el gasto equivale a alimento).

Para Stewart Brand, Richard Feinberg y otros autores, la solución al agotamiento catastrófico de los recursos puede no sólo alejar a la sociedad de este siglo de grandes catástrofes, sino que puede abrir un nuevo período de prosperidad: habrá patentes, productos y servicios, tecnologías y empresas que saldrán reforzadas con esta transición.

En definitiva, si el remedio pasa por consumir menos y de un modo más eficiente, así como por avanzar tecnológicamente hacia una sociedad que vuelva a depender del ciclo del sol y no de la quema de hidrocarburos, alguien tendrá que ocuparse de ofrecer las herramientas para lograrlo. Internet ayudará, pero no lo será todo.

La moda del “agotamiento”: la larga cola del “peak everything”

Richard Heinberg ha sido tachado de maltusiano (catastrofista trasnochado) por los detractores de la teoría sobre el agotamiento de los recursos, sobre cuyo uso se basa la idea preconcebida de que es posible crecer en perpetuidad, sin tener en cuenta los límites naturales.

Paradójicamente, quienes tildan a Richard Heinberg y a personalidades que apoyan su trabajo, como Lester R. Brown, presidente del Earth Policy Institute, de catastrofistas poco rigurosos, no ponen en cuestión la idea ilustrada que da por sentado que la economía puede crecer indefinidamente, sin tener en cuenta el carácter finito del Planeta.

La tesis del agotamiento de los principales recursos podría estar equivocada en la profundidad de la crisis, pero no en el fenómeno del agotamiento de recursos finitos. El fenómeno es claro y existen niveles cada vez más elevados en extracción de combustibles fósiles y minerales, población, producción alimentaria y uso de agua potable. Se puede, en cambio, divergir en las proyecciones futuras de la evolución de cada uno de estos indicadores, pero no negar el fenómeno.

La solución no está en negar el fenómeno

La teoría del pico de Hubbert, por ejemplo, trata de explicar el proceso de agotamiento del petróleo. La tesis, formulada en 1956 por M. King Hubbert, ha predicho con acierto que la producción de petróleo alcanzaría su cénit en 2010, y el cálculo ha sido aceptado ampliamente por la comunidad científica y la industria petrolera.

Falta, no obstante, comprobar si Hubbert tenía razón con la segunda parte, y más problemática, de la teoría. Según sus cálculos, después de llegar al cénit (lo habría hecho en 2010), la producción mundial de petróleo declinará tan rápido como creció.

La teoría del pico de Hubbert, aseguran autores como Heinberg, puede ser empleada para explicar el cénit y posterior descenso hasta el agotamiento de los otros recursos mencionados, más allá del petróleo, todavía con un innegable carácter geoestratégico, como demuestra los mencionados fenómenos de la catástrofe del Golfo de México (se buscan pozos en lugares cada vez más arriesgados debido al paulatino agotamiento) o las elecciones en el sur de Sudán (rico en petróleo), respaldadas por China y Estados Unidos.

Hay más. Además del mencionado cénit de la producción de petróleo, la población mundial, el medio ambiente o el agua, se unen otros fenómenos de agotamiento cuyas consecuencias serían igualmente globales:

  • Drástica reducción de las reservas de minerales: oro, cobre y platino, entre otros (“peak minerals“). 
  • Cénit productivo de otros recursos no renovables cruciales para la industria: litio, neodinio, fósforo, helio.
  • El agotamiento de las reservas de fósforo (los fosfatos son un ingrediente esencial de los fertilizantes), preocupa a la agricultura, como también lo hace el propio empobrecimiento de los suelos debido a la gestión agraria irresponsable (agotamiento) y al efecto de las catástrofes naturales.
  • Se habla de otros fenómenos como el cénit en el transporte mundial de pasajeros (“peak travel“). Tyler Cowen apunta en Marginal Revolution que el cénit del transporte no es más que otra de las consecuencias del pico petrolero: el encarecimiento del petróleo reduce el número de kilómetros que los pasajeros están dispuestos a soportar 

La vida después del crecimiento

Richard Heinberg cree que cada crisis supone una oportunidad, “y estamos a punto de entrar en la mayor oportunidad de nuestras vidas”.

Para que esta oportunidad dé sus frutos, Heinberg y otros autores creen que hay que acelerar a transición hacia una nueva economía que no esté basada en el crecimiento, un cambio de paradigma tan profundo que afectará la visión no sólo de empresas y gobiernos, sino del individuo, a quien se expondrá la gravedad de la situación, para que confronte su estilo de vida y modelo de consumo. No sólo habrá que consumir productos más eficientes, sino que será necesario un comportamiento generalizo más austero.

El propio presidente de la Reserva Federal de Estados Unidos, Ben Bernanke, que no puede ser tildada de maltusiana o ecologista trasnochado, al ser instado a pronunciar el discurso de la ceremonia de graduación de una universidad estadounidense, escribió un atrevido y exquisito texto, La economía de la felicidad.

En su discurso, Bernanque alerta sobre la encrucijada en que se encuentra el mundo actual, ya que el crecimiento perpetuo es una quimera y nadie ha relacionado el enriquecimiento por encima de determinados niveles de bienestar con un aumento equivalente de la felicidad del individuo.

“Al fin y al cabo, ¿qué nos hace felices? ¿Qué produce satisfacción en nuestras vidas en el largo plazo? Y, más sutilmente, ¿cómo se relaciona el estado mental al que llamamos felicidad, al menos tal y como los científicos sociales definen el término, con nuestra satisfacción vital a largo plazo?”

Preguntas importantes, las que formulaba Ben Bernanke en su discurso, ante una audiencia de recién graduados.

Algunas pistas en las que hemos indagado en *faircompanies: una recesión puede hacer la vida más sencilla y plena (no siempre más pobre); la frugalidad puede aportar más que el consumo y crear más bienestar que éste; las experiencias, y no los productos, aumentan el bienestar; la moderación es buena para nuestra salud, e incluso como estrategia para aumentar la riqueza material.

O, en palabras de Richard Heinberg: “debemos asumir que un modo de vida satisfactorio y sostenible es posible en la ausencia de combustibles fósiles y crecimiento económico convencional, y crearlo”.

Hay personajes y libros que aportan interesantes pistas sobre este nuevo camino.

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