En la era de los microespacios, los edificios bioclimáticos y el retorno de la arquitectura minimalista con reminiscencias de los años 50, las viviendas con patio interior recuperan una vigencia que nunca han perdido del todo en los últimos 2.000 años.
Después de décadas dominadas por un ideal de vivienda residencial orientado hacia el exterior y desconectado del entorno y el clima, arquitectos y propietarios creen que la casa unifamiliar del futuro se parece a la del pasado, al mirar hacia un patio interior que aporta privacidad y luz natural al corazón de la vivienda.
Vida en torno a un núcleo abierto, verde, con agua
La orientación interior de estas casas olvida la finalidad defensiva de sus orígenes y, por el contrario, recupera el carácter climático y socializador que han heredado, por ejemplo, el patio andaluz o la riad marroquí.
Las primeras casas con patio interior preceden en milenios a la oikos griega o la domus romana, arquetipos de las viviendas con un cierto poder económico que organizaban la vida y principales estancias del hogar, incluidos los dormitorios, en torno al patio interior o atrio.
En las tradiciones árabe y grecorromana, el atrio proporcionaba seguridad, privacidad, iluminación, ventilación, contacto permanente con el exterior, regulación climática natural durante todas las estaciones y espacio de encuentro y recreo.
La oikos griega y la importancia de su peristilo
Antes de la época helenística, los griegos concedían poco valor a sus propias viviendas, al no considerarlas parte de la arquitectura pública. El clima suave durante todo el año permitía a los ciudadanos pasar la mayor parte del tiempo socializando: en el templo, el ágora, las calles, el barbero, los teatros, o en algún rincón escuchando a rapsodas y filósofos.
La vivienda unifamiliar planificada se extendió en la época helenística. Si bien en los barrios populares las casas se amalgamaban en torno a las murallas, a menudo en forma de cuevas, las viviendas de un creciente número de ciudadanos en la época de mayor prosperidad de la Grecia Clásica tenían planta cuadrada, pocas aberturas a la calle y un patio central porticado o peristilo.
En la Grecia Clásica, se usaban materiales locales tan abundantes, económicos e inocuos para el entorno como la madera, la arcilla, el adobe y el cascajo:
- los muros eran de adobe, reforzados con vigas de madera, levantadas sobre un muro medianero de piedra sin tallar que se levantaba apenas unos palmos del suelo;
- los suelos eran de barro compactado, cubiertos de mosaico en la época helenística (y emulados por la domus romana);
- los tejados combinaban el barro endurecido con las tejas de arcilla.
Mediterráneo: del peristilo y el atrio al mestizaje con la tradición árabe
A diferencia de en la actualidad, el espacio no era un impedimento y las oikía solían tener una sola planta; en las oikía de dos plantas, las estancias y el tálamo se instalaban en el piso superior, dejando el comedor y las estancias de trabajo y socialización en la planta inferior, en torno al patio central.
Pero no todo empezó con la oikos griega o la domus romana, cuyos principios arquitectónicos sobrevivieron a la caída del Imperio y se adaptaron al carácter y sustrato locales.
Ahora, la alta arquitectura rinde homenaje a las viviendas y edificios con patio interior, siglo y medio después de que los viajeros románticos estadounidenses y noreuropeos, desde Stendhal a Washington Irving, “redescubrieran” las técnicas ancestrales de bioclimatismo y organización doméstica tan corrientes en el Mediterráneo, desde Andalucía a Córcega, pasando por Marruecos y el resto del Magreb.
El patio interior pan-mediterráneo y euroasiático: origen de la permacultura
Términos como “permacultura”, “bioclimatismo” o “vivienda pasiva”, tan presentes en las publicaciones arquitectónicas más prestigiosas, designan principios y disciplinas ya presentes en esencia en las viviendas del Creciente Fértil hace 4.500 años, aunque se han hallado vestigios de este tipo de construcción en el centro del valle del Jordán que se remontan a los 6.000 años.
John Reynolds, profesor de la Universidad de Oregón, explica que las casas con patio interior surgieron en distintas zonas templadas de Eurasia (sur de Europa, Creciente Fértil, China), como mecanismo protector ante la climatología y enemigos potenciales.
Estas casas con “aire acondicionado natural“, como el Museo de la Ciencia de Londres las describía en una exposición, siguen inspirando diseños actuales en zonas rurales de Eurasia, desde las penínsulas de la Europa mediterránea y Anatolia a China.
Elementos universales de una casa tradicional con patio interior
Estas casas con patio interior suelen construirse de forma contigua, con muros medianeros, e incorporan elementos de climatización natural en su diseño. Asimismo, incluyen en (o alrededor de) el patio interior:
- un pozo o fuente;
- lavabo y lavadero;
- jardín y a menudo huerto;
- estancias dispuestas según la orientación del sol;
- paredes exteriores más gruesas;
- contraventanas y contrapuertas;
- conductos de aire para favorecer la ventilación cruzada, permitiendo que el aire exterior de azotea y patio traspase las paredes medianeras y se interne en las estancias.
Pero la tendencia no es exclusiva de Eurasia, sino que constituye una de las aportaciones españolas más notables en América. Las haciendas y encomiendas en el Nuevo Mundo siguieron el diseño de la Península Ibérica, influido por los sustratos celtíbero, fenicio, griego, romano y árabe.
Estados Unidos: recuperando la hacienda mexicano-española del sureste del país
Interesándose por su pasado conectado a la arquitectura mediterránea, Estados Unidos busca nuevos modelos después de la vorágine constructiva que condujo al país a contar con casas que destacan tanto por su excesivo tamaño como por su escasa adaptación a sus habitantes y al medio, a menudo frías en invierno y calurosas en verano, dependientes de calefacción, aire acondicionado y otros sistemas automatizados, confundidos con el supuesto progreso de la domótica.
Alyssa Abkowitz dedica un artículo en The Wall Street Journal a la nueva tendencia.
Según Abkowitz, la creciente popularidad de las viviendas unifamiliares con patio interior, desde las más pequeñas y urbanas -al más puro estilo japonés- a las erigidas en zonas suburbanas, se debe a la demanda de una experiencia de transición que combine vida interior y al aire libre.
Espíritu arquitectónico andalusí en tierras de Nueva España
Las casas con patio interior no son algo nuevo en Estados Unidos: el semidesértico suroeste del país, parte primero de Nueva España, México y, finalmente anexionado por Estados Unidos, contaba con haciendas que replicaban las casas españolas con patio interior. Se conservan algunas de estas viviendas, que datan de finales del siglo XVIII y principios del XIX.
El diseño inspiró las viviendas de la zona después de la anexión del conflicto entre Estados Unidos y México en 1846-1848, pero se abandonó en el siglo XX, al imponerse nuevas técnicas y estilos arquitectónicos, casi siempre con una adaptación deficiente a climas cálidos.
“En 2012 -prosigue Alyssa Abkowitz-, el 53% de los arquitectos del Instituto Americano de Arquitectos encuestados informaron de un aumento de clientes demandando espacios que combinan interior y exterior, desde un 46% el año anterior”.
Abundan los ejemplos que corroborarían la tendencia. Steven y Cathi House, arquitectos de San Francisco, estiman que la mitad de su trabajo engloba viviendas con patio interior, mientras una década antes la cifra era de un 20%.
Geometría y naturaleza
Como en la Antigua Roma, los patios traseros actuales fusionan geometría y naturaleza, proporcionando un espacio para el juego, la introspección, la jardinería, etc. También como entonces, los edificios con atrio adquieren su sentido en climas cálidos, donde un interior abierto y orientado a un patio interior proporciona ventilación cruzada.
También como hace 2.000 años, el aspecto más importante del diseño de un patio interior es la orientación de las estancias en relación al sol, así como el propio emplazamiento y características del atrio.
Las casas con patio interior grecorromanas y árabes, herederas de las primeras construcciones con estas características en Anatolia, Oriente Próximo y el resto del Creciente Fértil, evolucionaron para adaptarse al suave cambio estacional, favoreciendo el rendimiento social y ecológico del espacio familiar.
Su surgimiento y expansión coincide con el perfeccionamiento de la rotación de cultivos, el cultivo y uso de plantas medicinales, la recolección y canalización de agua, así como la experimentación con las primeras máquinas.
Vivir y contemplar la naturaleza, incluso en casa
La arquitectura contemporánea rinde homenaje a estas viviendas, en las que cada espacio en torno al atrio se amoldaba a las necesidades de cada momento del día o estación del año: las estancias más frescas en las cortas noches veraniegas, las más cálidas en las largas noches invernales, o las más frescas y cálidas durante el día, tanto a primera hora como cuando avanza el atardecer.
En muchos de estos edificios con atrio, desde Europa a China y Japón, la combinación entre el agua y la vegetación del jardín y la huerta refrigeraban la casa en las estaciones cálidas, y suavizaban el ambiente durante las noches invernales.
La Iberia almorávide en Occidente, y el jardín zen japonés, con la contemplación del cerezo en flor, en Oriente, son probablemente la cúspide de la integración del entorno en el hogar, siglos antes de que inventáramos palabros como “permacultura”, “bioclimatismo” o “sostenibilidad”.
Lecciones de bioclimatismo para visitar
Los patios interiores del complejo de La Alhambra de Granada son una lección de estética y bioclimatismo que provocaron el síndrome Stendhal en viajeros como Washington Irving. Se dice que el jardín musulmán es un palacio sin techo.
A miles de kilómetros de distancia, los jardines japoneses son dispuestos con la áspera humildad del budismo zen y el ideal estético de sencillez e impermanencia wabi-sabi. Como los atrios mediterráneos, los jardines interiores japoneses son diseñados para ser contemplados de día y de noche, y muchos haikus les rinden homenaje.
No sólo las estancias se organizan y reinterpretan a medida que transcurre el día y las estaciones, sino que esta impermanencia es observada en el mismo atrio, donde una huerta o apenas unas plantas ornamentales y algún árbol, como el cerezo -preferido por los japoneses-, marcan la impermanencia del día y el transcurso de la época del año.
No es extraño que el poeta japonés Saigyo escribiera: “Sólo una tacha tienen los cerezos: el gentío que se agolpa cuando florecen”.
El peristilo contemporáneo
El sonido de la fuente, el viento moviendo las ramas, el olor de las plantas, el aire de la ventilación cruzada… Los atrios enriquecen la experiencia doméstica, si bien la aglutinan en torno al núcleo familiar, en detrimento del vecindario, una de las mayores críticas hacia un tipo de diseño arquitectónico que se repliega hacia su núcleo.
En un momento en que se recupera el aprecio por la vida al aire libre, la transición entre interior y exterior, así como actividades introspectivas como el cultivo hortícola y la contemplación, el atrio constituye la principal ventaja competitiva, en detrimento del tamaño o la suntuosidad de la estructura.
En Japón, la densidad urbanística y el precio del suelo contribuyen al fenómeno de las casas pequeñas con atrio, iluminación y vegetación en el interior de la vivienda, dispuesta de manera vertical en dos o tres plantas, a diferencia de la oikos griega o la domus romana.
Además de aglutinar una vivienda en torno a un centro que anima a socializar en la privacidad del núcleo doméstico, el otro gran inconveniente arquitectónico mencionado en el renacer del atrio es el tamaño que requiere, superior al de otras construcciones.
Viviendas con patio interior en pequeños solares: el caso de Japón
Varias casas japonesas con patio interior, muchas de las cuales destacan por su estrechez, al ser erigidas en subdivisiones de solares ya existentes, desmienten este estereotipo: no es necesario contar con una hacienda al estilo del México colonial para organizar un hogar en torno a un patio interior.
Con huertos y jardines arbolados o sin ellos, disfrutados de día, de noche o en cualquier momento, nuevas tecnologías -muchas de ellas todavía costosas, a no ser que se opte por el ingenio casero-, tales como la iluminación LED, los techos y toldos retráctiles, o los sistemas domésticos de generación energética (paneles solares, molinos eólicos domésticos, etc.), extraen todavía más partido del atrio.
Por su sencillez, importancia histórica y papel central en viviendas familiares desde hace milenios, el atrio se recupera en el siglo XXI para devolver la permacultura y el bioclimatismo a la arquitectura popular.
Recopilamos a continuación 10 viviendas con patio interior erigidas en los últimos años.
1. Casa en Extremadura (España), por Ábaton Arquitectos (ver vídeo de Kirsten Dirksen)
2. Silver Hut (Nakano, Tokio, Japón), por Toyo Ito
3. Casa de piedra Bapagrama (Bangalore, India), por Krumar, Bhurat, Kavitha y Nanjalah
4. Casa de Silicio (Madrid), por José Selgas y Lucía Cano
5. Casa Komazawa Park (Tokio, Japón), por miCo.
6. Para Eco House, prototipo de casa sostenible por la Universidad de Tongji
7. Casa en Yamasaki (Hyogo, Japón), por Tato Architects
8. Boundary House (Victoria, Australia), por BKK Architects
9. The New Old (Melbourne, Australia), por Jessica Liew
10. Casa en Malpartida (Cáceres, España), por Pajuelo