En Japón, las empresas más antiguas del mundo y las tradiciones más rígidas conviven con sectores que, como el arquitectónico, cambian de manera vertiginosa.
El valor inmobiliario japonés se concentra en las viviendas nuevas, ya que los compradores prefieren construir su propia casa a adquirir una vivienda diseñada bajo circunstancias que desconocen.
Pero, al no acumular valor con el tiempo, las viviendas unifamiliares japonesas carecen de incentivo económico como inversión. La vida útil de una vivienda alcanza los 38 años, lo que convierte a una vivienda vieja en poco menos que un bien de usar y tirar.
(Imagen: microcasa con fachada recubierta de corcho diseñada por Jasper Morrison para Muji)
Viviendas nuevas, viviendas viejas… y micro-prefab
Además de nuevas viviendas (costosas y sin el valor equivalente a una inversión inmobiliaria en otras economías desarrolladas), y de viviendas de segunda mano (con escaso mercado), empresas como Muji y arquitectos que experimentan con técnicas y materiales prefabricados, han popularizado una tercera opción: las “jutaku”, o pequeñas casas minimalistas, que combinan personalización con rapidez de ejecución a presupuestos ajustados.
Sean o no la solución a largo plazo, las “jutaku” reducen el coste de edificación e incorporan técnicas para fabricar con mayor rapidez y menos gasto, incrementando la flexibilidad.
Durante nuestra estancia en Japón el pasado verano, hablamos con Muji para visitar sus viviendas prefabricadas destinadas al mercado interno. La empresa lleva unos años desarrollando viviendas prefabricadas para el mercado japonés, intuyendo su potencial.
(Imagen: el generoso y diáfano interior de la microcasa-cobertizo de Jasper Morrison para Muji, con suelo de tatamis)
Supimos entonces que la marca de distribución, con establecimientos propios de mobiliario y complementos en Norteamérica y Europa, trabajaba en nuevos modelos y prototipos de casa prefabricada, más allá de su casa vertical adaptable y de los prototipos que la empresa encargó al arquitecto Kengo Kuma la pasada década.
Cultura de producto minimalista y frugal para el sector inmobiliario
La división de construcción residencial de Muji se remonta al año 2000, cuando la compañía creó una subsidiaria de viviendas prefabricadas para pequeños solares.
Dadas las características del mercado inmobiliario japonés, Muji optó por prototipos de viviendas modulares ajustados a distintas tipologías (solar estrecho, vivienda suburbana, vivienda con vistas) que pudieran personalizarse para cada cliente.
Desde su fundación en 1979, la empresa de distribución vende productos de consumo y para el hogar con una filosofía minimalista, atenta tanto al precio final como a la frugalidad en materiales y embalaje, así como ausencia de aspectos carentes de función (como logos y marcas)… hasta que su ausencia de logo se ha convertido en la “marca”.
Pese a su presencia internacional y a la diversificación de productos, Muji mantiene su filosofía de diseño en muebles, complementos para el hogar, objetos de papelería, mobiliario, pequeños objetos de electrónica de consumo y, ahora, pequeñas casas modulares.
Cobertizos Muji: versátiles, prefabricados, minimalistas
Tras la expectación suscitada por su Vertical House, el mencionado diseño previo, la empresa entra de lleno en el creativo y pujante sector de las casas pequeñas con sus “Muji Huts”, o cobertizos Muji. Sus primeras casas modulares, orientadas a un mercado doméstico efímero y escaso de espacio, carecían de la sencillez y frugalidad de las 3 nuevas estructuras.
Muji Huts: Se trata de 3 cobertizos modulares fieles al minimalismo de la marca y al ideal zen y wabi-sabi de Japón, firmados por 3 diseñadores: Jasper Morrison, Konstantin Grcic (colaborador de Morrison), y Naoto Fukasawa.
Microcasas con fachada de corcho, aluminio y madera
Coincidiendo con la edición de 2015 de la Semana del Diseño de Tokio, Muji lanza las 3 estructuras modulares pensando en su uso como edificios anejos a viviendas suburbanas en patios traseros y entornos similares, retiros productivos en entornos rurales, etc.
(Imagen: cocina y única estancia cerrada de la microcasa de Jasper Morrison para Muji -lavabo-)
La estructura y exterior de cada uno de los 3 cobertizos sintetiza la combinación en el diseño de la marca de materiales ancestrales y contemporáneos:
- corcho: Jasper Morrison interpreta a su manera el diseño japonés (tan próximo al diseño moderno más minimalista de mediados del siglo XX) con un cobertizo de cubierta inclinada y fachada recubierta de corcho con interior de tatamis;
- aluminio: Konstantin Grcic opta por cobertizo vertical para espacios más reducidos, con planta cuadrada, fachada de puerta corredera japonesa forrada de papel translúcido e interior de doble altura con altillo. Pese a lo reducido de su tamaño, la liviandad de la estructura de aluminio y madera, así como un pequeño porche frontal, conectan interior y exterior y amplían el espacio disponible;
- madera: Naoto Fukasawa firma un cobertizo con planta rectangular, tejado a dos aguas, fachada acristalada y estructura de madera;
Las 3 estructuras responden a encargos y finalidades distintas; de ahí la diferencia en tamaño y materiales empleados.
Materiales bioclimáticos ancestrales para diseños contemporáneos
La casa modular con planta rectangular, fachada de corcho y tejado a dos aguas proyectada por Jasper Morrison aspira, según el diseñador británico, a convertirse en una casa pequeña y sin pretensiones para pasar el fin de semana.
La vivienda, con puerta corredera acristalada y fachada recubierta de corcho, incluye un dormitorio/ sala de estar con chimenea y estufa, así como cocina y baño.
Jasper Morrison: “Cuando pienso en ir al campo el fin de semana, imagino una pequeña casa con todo lo que necesito para una corta estancia: un lugar para cocinar, un lugar para comer, un lugar para lavar, y un lugar para dormir”.
Según Morrison, una solución modular personalizable como la ofrecida por Muji podría animar a quienes aspiran a una casa pequeña con similares características, asequible pero de calidad, pero son intimidados por las complejidades de una vivienda tradicional en el campo.
Aluminio corrugado para cobertizo ajeno a los códigos de edificación tradicionales
El diseñador alemán Konstantin Grcic opta por el aluminio corrugado en el exterior de una estructura vertical con aperturas translúcidas gracias al papel de las puertas correderas japonesas.
“Mi Muji representa un espacio delimitado suficientemente pequeño para regirse por la norma de construcciones que no requieren permiso de construcción en Japón”, explica Grcic.
(Imagen: microcasa modular Muji de plano vertical y exterior de aluminio corrugado, firmada por el alemán Konstantin Grcic)
Como ocurre a menudo con cobertizos y microcasas, la casa modular vertical de Konstantin Grcic podría ocupar cualquier solar sin incumplir códigos de edificación, aunque careciendo del tamaño y elementos que, según la normativa, conforman una “vivienda”.
Entre el engorro de una casa convencional, ni la desnudez de la acampada
La cabaña de Naoto Fukasawa, que ha diseñado electrodomésticos de cocina para Muji, es una casa pequeña con cubierta a dos aguas y frontal compuesto por paneles de cristal extraíbles, que abren la generosa estancia al exterior; ésta incluye cocina de hierro colado, cama de caballete, una pequeña cocina y un lavabo en el extremo interior.
Fukasawa: “Ni una casa vacacional, ni tan simple como ir de acampada. Si hay un pequeño cobertizo, existe la sensación de que uno podría escurrirse en cualquier momento entre la naturaleza”.
Las 3 casas modulares cuentan con la radicalidad y declaración de principios de los prototipos, y pretenden demostrar el lujo espartano en que se basa la marca que las encarga. Muji no es la única compañía que intuye el atractivo comercial de estructuras pequeñas y modulares para vivir con sencillez y sin pretensiones, sin renunciar a comodidades, pero restando el engorro de las viviendas tradicionales en la relación entre morador y entorno.
El interés por las microviviendas de introspección: Vipp Shelter y Vitra Diogene
Entre las compañías y diseñadores interesados en comercializar casas pequeñas como edificios anejos de introspección, destacan, entre otros:
- la firma danesa Vipp y su microvivienda modular moderna Vipp Shelter;
- y la casa pequeña con aspecto más tradicional y menor espacio disponible, aunque igualmente prolija en detalles, Diogene, firmada por el arquitecto Renzo Piano.
Por su insularidad cultural y relativo aislamiento geográfico, Japón ha padecido de manera más acusada que otras economías desarrolladas tanto el ascenso económico y manufacturero de China como la pujanza de Internet y sus servicios, con epicentro en Silicon Valley.
Transición hacia lo desconocido
La insularidad cultural de Japón, una deflación de 2 décadas, el envejecimiento de su población, el nivel de deuda pública del país (el más alto entre los países ricos) y una rigidez educativa y empresarial legendarias, han convertido al país en un caso de estudio de lo que hay que evitar.
Pasada la era de los valores estables y el futuro asegurado del toyotismo, muchos jóvenes japoneses afrontan el futuro desencantados y ajenos a lo que la sociedad espera de ellos, los hikikomori son un síntoma del Japón contemporáneo, como también lo es la pujanza de la yakuza o crimen organizado.
(Imagen: interior del diseño vertical con altillo de Konstantin Grcic para Muji)
La rigidez del Japón del milagro económico posterior a la II Guerra Mundial contrasta con la capacidad de experimentación que una sociedad tan poco permeable demuestra en ámbitos como la tecnología o el urbanismo.
De imitador de Occidente a territorio experimental
Ajenos al ruido de los artículos y análisis periodísticos reciclados, así como a los casos de estudio de escuelas de negocio, análisis autorizados como el de Peter Thiel (cofundador de Paypal, inversor de capital riesgo y autor del ensayo sobre innovación tecnológica Zero to One) confían más en el futuro de Japón.
En una conversación con el economista de la Universidad de George Mason y ensayista Tyler Cowen, Peter Thiel cree que los países con mejores herramientas para mantener su propia idiosincrasia cultural y económica en un mundo globalizado, permanecerán menos expuestos a los efectos de la hipercompetitividad en todo tipo de bienes y servicios.
Según Thiel, un reciente viaje al país asiático derribó algunos de los tópicos sobre el país (cultura hiper-imitativa, carente de creatividad y conformista hasta el extremo). Ahora, cree Thiel, Japón es quizá el país que menos imita del mundo, con corrientes estéticas y fenómenos culturales interesantes, así como experimentación con nuevos modelos de negocio, etc.
De las casas pequeñas a los pequeños autos utilitarios
Según la hipótesis de Peter Thiel, los países con un mercado interior suficientemente potente como para garantizar la viabilidad de industrias y servicios propios, así como de particularidades que protegen su ventaja competitiva del exterior (diferencias culturales acusadas, lejanía geográfica de competidores potenciales, etc.), mantendrán su nivel de prosperidad con mayor facilidad que quienes no pueden distinguirse de los más rápidos y baratos.
(Imagen: corredera japonesa en la microcasa vertical de Konstantin Grcic para Muji)
En efecto, Japón envejece rápidamente y su industria tecnológica carece de la proyección global de Silicon Valley (al depender más de hardware y menos de software y contenidos), pero el país asiático mantiene su relevancia en sectores de alto valor añadido con un mercado interior y exterior fuertes: automóviles (con particularidades como los microcoches o coches “kei” –artículo-), maquinaria pesada, robótica, alimentación y, últimamente, innovación en arquitectura residencial.
Si hay un sector que muestra el potencial e insularidad de Japón es el de la construcción residencial: después del estallido de la burbuja inmobiliaria que precedió a un ajuste y deflación que dura dos décadas, los japoneses aplican soluciones radicales e imaginativas al problema de la vivienda.
Territorio “jutaku”: una solución para cada (mini)solar
La densidad urbanística y el precio del suelo promueven la edificación en antiguos rincones y aparcamientos, así como una frugalidad e inventiva que explicarían las altas tasas de reciclaje y el fomento de la movilidad en bicicleta y vehículos de tamaño reducido.
El coste del suelo favorece innovaciones como aparcamientos de bicicletas subterráneos o de varias alturas, así como aparcamientos hidráulicos privados para estacionar automóviles en vertical.
La popularidad de los microcoches japoneses (“kei”) tiene un equivalente en arquitectura y construcción residenciales: son las “jutaku”.
Las casa “jutaku” acaparan buena parte de la eclosión creativa del país en arquitectura residencial, tanto por la radicalidad de las propuestas como por los retos que afronta cada proyecto:
- solares reducidos en zonas con elevada densidad urbanística y a menudo carentes de encanto, privacidad, etc.;
- presupuestos ajustados (lo que implica optimizar la cantidad de material, innovar en técnicas, etc.);
- carácter personal y efímero de las viviendas en zonas urbanas japonesas (el mercado se concentra en viviendas nuevas, mientras el valor de la vivienda usada desciende con mayor radicalidad que en el resto de países desarrollados).
Experimentación en tiempo real: un vistazo a algunas soluciones de futuro
De ahí que las “jutaku” sean a menudo microcasas con diseños radicales y personalizados según el gusto de los residentes, con fachadas transparentes o sin ventanas, en solares estrechos que obligan a la verticalidad (“casas estrechas”), a menudo combinando elementos tradicionales del diseño japonés (minimalismo zen, aspereza rústica) con materiales y soluciones experimentales:
- paredes y fachadas translúcidas;
- jardines y patios interiores incluso cuando el espacio disponible los desaconsejaría en la construcción tradicional;
- plantas intermedias para lograr una rica volumetría basada en “niveles” y no en plantas o pisos;
- combinación de materiales fríos como el cemento pulido y el acero con otros cálidos y ásperos como la madera y el contrachapado;
- reflexión sobre el espacio en centímetros cúbicos y no en metros cuadrados;
- estancias que se adaptan al uso demandado con mobiliario reactivo (desde tabiques móviles a muebles transformables e incluso “muebles apartamento” -piezas que concentran todos los usos en espacios especialmente reducidos-;
- etc.
Documentando la creatividad residencial japonesa
El viaje de *faircompanies por Japón el pasado verano nos ha permitido recabar ejemplos de estas y otras tendencias arquitectónicas en el efímero y experimental mercado inmobiliario del país.
No somos los únicos. La arquitecta británica Naomi Pollock viajó por el archipiélago japonés para identificar y retratar ejemplos relevantes de “jutaku”, compilados en un libro del que The Guardian se hacía eco hace unos días.
(Imagen: el modelo de “Muji Hut” firmado por el diseñador japonés Naoto Fukasawa, con una única estancia, tejado a dos aguas y fachada de paneles acristalados)
También ha tratado la temática un conocido, entusiasta y participante en el movimiento de las casas pequeñas, el “nómada” estadounidense Gabriel Craft, amigo del constructor japonés y “tiny houser” Yuichi Takeuchi y reportero de la vida sencilla y las casas sobre ruedas.
Durante 11 años, Craft combinó la enseñanza de inglés en Japón con el fotoperiodismo. Ahora, de vuelta en Estados Unidos, permanece ligado a la arquitectura y construcción alternativa tanto en Japón como en Estados Unidos.
Asimismo, Craft fotografió el viaje de Yuichi Takeuchi por la Costa Oeste de Estados Unidos, como protagonista de un proyecto documental del director japonés Ben Matsunaga.
De imitadores a imitados
Hay paralelismos innegables entre el movimiento de las casas pequeñas, de inspiración mayoritariamente estadounidense, y la construcción residencial japonesa: ambas corrientes comparten flexibilidad y capacidad de experimentación.
Eso sí, las microcasas “jutaku” tienen cobertura legal en los códigos de edificación japoneses, mientras las microcasas y edificios residenciales experimentales carecen del mismo estatus en Estados Unidos y Europa Occidental.
Recuperando las reflexiones de Peter Thiel sobre Japón: “Creo que Japón ya no es el país de la Restauración Meiji de la década de 1870, ni el Japón de los juguetes de imitación de plástico barato de la década de 1950”.
En efecto, Japón carece de la pujanza en software e Internet de Estados Unidos, pero el país sigue cada vez más su propio camino en ámbitos tecnológicos dispares, en parte porque “cada vez encuentran menos atractivo imitar a Estados Unidos y a Europa Occidental”. China se ocupa ahora de ello.
La arquitectura residencial japonesa y el sector de automóviles “kei” son ejemplos creativos de una sociedad que indaga en soluciones personalizadas a problemas que a menudo se manifiestan en Japón con mayor prontitud y crudeza.
Urbanismo orgánico
En apenas un paseo de veinte minutos por Tokio, es fácil toparse con microviviendas “imposibles” (algunas estrechas, otras sin ventanas a la calle, otras translúcidas o totalmente transparentes…), microcoches con un generoso espacio interior gracias a su característico habitáculo abombado, aparcamientos hidráulicos que apilan coches en vertical y aparcamientos subterráneos para bicicletas.
El Japón suburbano es uno de los lugares donde autoridades municipales, residentes, promotores y arquitectos están dispuestos a experimentar en nuevos tipos de vivienda, recuperando en el proceso una tradición estética milenaria.
(Imagen: diáfano interor de la microcasa-cobertizo de Naoto Fukasawa para Muji)
El precio a pagar es la ausencia de uniformidad estética en un urbanismo que se desarrolla orgánicamente, ajeno a la estricta planificación urbanística que forjó las grandes ciudades occidentales, con el París haussmanniano como ejemplo por antonomasia.
Pero el eclecticismo orgánico no tiene por qué ser negativo, si quienes toman las decisiones estéticas demuestran su corresponsabilidad. Sea como fuere, una cultura en constante flujo y experimentación parece adecuada para lo que nos deparan las próximas décadas.
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