Ya podemos pagar por el uso de un producto o servicio sin poseerlo en régimen de propiedad. La economía del intercambio se prepara para liderar un nuevo tipo de consumo (y oportunidad de negocio).
El consumo colaborativo permite a usuarios de todo el mundo prestarse átomos y bits bajo demanda, con lo que se aumenta el uso y utilidad de los recursos disponibles y se crean economías donde antes sólo se veía malgasto, ineficiencia u obsolescencia.
Alquilar prosperidad, en lugar de pagarla a plazos
Si el viejo marketing se centra en vender más productos (The Century of the Self de BBC lo explica), las estrategias de negocio se adaptan al nuevo comportamiento del ciudadano consumidor, cada vez más abierto a pagar por el uso bajo demanda.
La mayor madurez y ubicuidad de Internet (móviles inteligentes y tabletas, redes sociales, etc.) ha obrado el cambio de hábitos: la información en tiempo real propulsa servicios de alquiler o intercambio en contraposición a los hábitos de consumo tradicionales, basados en el endeudamiento.
Se habla ya de la “sociedad que alquila” (The Wall Street Journal) y la “economía del intercambio” (Fast Company): una vanguardia crítica con el consumo desaforado y la compra a crédito cree que, para vivir la buena vida, no hace falta poseer, sino usar.
¿Qué te apetece alquilar, intercambiar o compartir?
Emprendedores y usuarios coinciden en el auge de los servicios de alquiler e intercambio de todo tipo de productos y servicios, desde casas y habitaciones turísticas hasta vehículos, libros de texto o habilidades. Y es sólo el principio.
Sociedades como la estadounidense o europea surgidas de la II Guerra Mundial, experimentan un cambio profundo para que cada vez más personas sopesen el “alquiler de prosperidad”, en contraposición a la compra de la vivienda, el vehículo privado, la segunda residencia, etc.
Alquilar prosperidad ya no es un estigma. Todo lo contrario, algunos pioneros de tendencias ya auguran que, “en 15 años, la propiedad será para los idiotas. Menos flexibilidad, más responsabilidad, mayores costes económicos y financieros”.
La economía y el crédito se recuperan; los nuevos hábitos, permanecen
Firmas de estudios de mercado, medios de comunicación, empresas, emprendedores y usuarios coinciden en el auge presente y futuro brillante del nuevo sector, que gana presencia en la coyuntura de falta de oportunidades para los más jóvenes.
Incluso si la economía mejorara radicalmente y el crédito se situara en niveles normales (ya que resulta imposible que retorne a la vorágine irresponsable que condujo a la actual crisis financiera), la mentalidad de jóvenes y clases medias mantendrá mayores reticencias a endeudarse, si atendemos a lo ocurrido en situaciones anteriores equiparables.
La crisis dura unos años; el cambio de mentalidad afecta al comportamiento de toda una generación.
Desde los grupos de noticias a las nuevas aplicaciones
Internet lleva años preparándose para el cambio de tendencia y ofrecer herramientas maduras para que usuarios de todo el mundo alquilen e intercambien todo tipo de productos y servicios.
Se trata de servicios a caballo entre los grupos de usuarios, los clasificados, las redes sociales y las aplicaciones para tabletas y teléfonos inteligentes.
Primero, a mediados de los noventa llegaron los grupos de usuarios (Yahoo! Groups, etc.), inspirados en los grupos de noticias de Usenet; a continuación, el portal independiente de clasificados por antonomasia, Craigslist.org y sus sucedáneos, así como el portal de comercio electrónico eBay.
Entre los pioneros se incluye el híbrido sostenible entre Yahoo! Groups y Craigslist, Freecycle, que no logró cumplir con las expectativas y sigue usando Yahoo! Groups como método de contacto e intercambio entre usuarios.
A Freecycle le siguió otro precursor del nuevo fenómeno, CouchSurfing, inspiración del servicio de alquiler de apartamentos para uso turístico entre usuarios Airbnb, uno de los fenómenos más exitosos de la nueva economía del intercambio de potencial económico entre usuarios.
Entre hiperconsumo y consumo colaborativo
El consumo desaforado a base de crédito se ha colapsado y una de las alternativas para reactivar la economía es una nueva generación de servicios que faciliten la transición desde el hiperconsumo hasta lo que la consultora Rachel Botsman ha bautizado consumo colaborativo.
Este nuevo consumo, basado en el uso de productos y servicios y en el aprovechamiento de conexiones sociales, cercanas o virtuales, convivirá con la promesa tecnológica del retorno de las manufacturas más valiosas a los países ricos, fenómeno que The Economist ha bautizado como la Tercera Revolución Industrial.
Botsman explica en qué consiste, según ella, el consumo colaborativo en su ensayo What’s Mine Is Yours: The Rise of Collaborative Consumption.
Sacar partido de una economía que comparte
En *faircompanies comentamos su libro hace un año y medio (Consumo colaborativo: usuarios conectados para compartir). La propia Botsman lo expone en la charla que dio entonces en el ciclo de conferencias TED Talks.
El primero en usar el término fue el consultor Ray Algar en un artículo de 2007, en el que ya se expone el potencial del intercambio, trueque, comercio o alquiler entre usuarios por Internet, en redes sociales, plataformas de usuario a usuario, etc.
Botsman recupera la idea y menciona, como explicamos en nuestro anterior artículo, los servicios de consumo colaborativo que hasta ahora han logrado mayor tracción, aunque en los últimos meses se multiplican los proyectos.
Sintetizando, la evolución de la Internet social, dice Botsman, permitió primero compartir código entre programadores (fenómenos de código abierto como Linux); después permitió que la gente compartiera sus experiencias (Facebook) o contenido (YouTube).
Compartir, dar nueva vida a viejos productos, colaborar
“Ahora nos adentramos en la cuarta fase –expone Botsman a Fast Company-, en la que la gente dice: ‘puedo usar la misma tecnología para compartir todo tipo de utensilios offline, del mundo real'”.
Los nuevos servicios de la economía del intercambio pueden agruparse en tres grandes conceptos o modos de uso:
- Sistemas para compartir o alquilar un producto o servicio (alquiler de coches, ropa de alta costura, apartamentos).
- Mercados de redistribución, que conectan a poseedores de productos en desuso con usuarios o compradores potenciales.
- Estilos de vida colaborativos: compartir espacio de trabajo, habilidades, proyectos (crowdsourcing), inversiones (crowdfunding).
Ventajas del acceso flexible al bienestar
En la entrada Alquilar y compartir: auge del acceso flexible al bienestar citamos el reportaje de Daniel Gross en The Wall Street Journal, con un título sugestivo: “Alquilar prosperidad”.
No poder o querer comprar a crédito no implica, explica Gross, dejar de ir en coche, hospedarse en un apartamento en un apartamento en el centro de una gran ciudad cuando se esté de visita o vivir en una residencia que se adapte a nuestras necesidades; simplemente, se impone el uso bajo demanda, el pago por la fracción de uso y el ahorro en todos los costes que implica la compra y mantenimiento de un bien o servicio.
The Wall Street Journal expone el cambio de tendencia en el deprimido mercado de viviendas de Estados Unidos, así como la expansión del fenómeno al automóvil, el alquiler vacacional o los libros de texto, etc.
La economía del intercambio
Fast Company habla sobre el mismo fenómeno, pero no se refiere a “alquilar prosperidad”, sino que lo llama “la economía del intercambio”.
“Gracias a la Web social -expone Danielle Sacks en Fast Company-, ahora puedes compartir cualquier cosa con cualquiera en cualquier lugar del mundo. ¿Es este el fin del consumo desaforado?”.
El consumo colaborativo se sintetiza, según el artículo de Fast Company, un simple axioma: el acceso a los bienes y las habilidades es más importante que su propiedad.
El economista, consultor y autor de The New Capitalist Manifesto, Umair Haque, adelanta que, ahora que los productos y servicios llamados a liderar la economía del intercambio tienen acceso al capital riesgo, todos los sectores tradicionales que han basado su modelo de negocio en ofrecer productos que el usuario compraba a crédito, deberán pagar atención.
Cuando los usuarios quieren usar bajo demanda
Cualquier negligencia o menosprecio del sector de la construcción, el automovilístico o el de la distribución de todo tipo de bienes (ropa, muebles, etc.) hacia los servicios de consumo colaborativo, puede conducirles a una paulatina pérdida de cuota de mercado, rememorando el fenómeno vivido ya por los contenidos de entretenimiento.
Haque: “Si la gente conocida anteriormente como consumidores empiezan a consumir el 10% menos y a compartir el 10% más, el efecto sobre los márgenes de las corporaciones tradicionales va a ser desproporcionadamente mayor”.
Según el economista, “ello implica que ciertas industrias deben reinventarse, o prepararse para hundirse en las arenas movedizas del pasado”.
Ello no ocurrirá de un día para otro, ni en un año, ni en un lustro. Las plataformas de alquiler, intercambio y consumo colaborativo no llevarán a la bancarrota a todas empresas de distribución tradicionales, pero podrían acaparar la parte más suculenta de su negocio.
Mecanismos de responsabilidad para evitar el fraude
Las ventajas son incontables en un esquema que lograría que el acceso a los bienes y las habilidades fuera más importante que su propiedad.
Aunque también se han apuntado los posibles riesgos de una economía que basa su fórmula en su potencial punto flaco: la confianza y responsabilidad de sus usuarios.
En un sistema diseñado para que usuarios que se desconocen confíen o intercambien sus bienes y habilidades, deben existir mecanismos que midan la seriedad y reputación de cada participante, además de existir unas reglas del juego claras y respetadas por la mayoría.
Por ejemplo, si alguien violenta la confianza de otro usuario en la comunidad de alquiler vacacional Airbnb, el suceso aparecerá en su historial, como ocurre en servicios de comercio electrónico consolidados (eBay, Amazon).
A la larga, si los usuarios reconocen las ventajas de contar con una buena reputación en servicios colaborativos, actuarán con una ética similar (¿superior?) al mostrado en entornos tradicionales.
Medir la reputación
Hay compañías que tratan de crear una reputación virtual que opere en distintos servicios, como TrustCloud, cuyo “sistema de reputación portátil para Internet” deberá someterse a la prueba más dura: la de los usuarios.
Si hay un terreno prometedor para ideas frescas que permitan a la gente sacar el máximo partido de bienes o habilidades que no tienen la valía necesaria en su entorno más inmediato, se trata del mercado para facilitar que cualquiera use o preste lo que otros no usan/necesitan/valoran en un momento determinado.
Listado de servicios de consumo colaborativo
A continuación mencionamos algunos servicios de alquiler, compra e intercambio gratuito de bienes y habilidades entre usuarios.
Muchos de ellos pueden inspirar servicios similares, listos para ser emprendidos. ¿Por qué no en tu ciudad? Ánimo.
Servicios basados en productos
- “Car sharing” (automóviles compartidos): Zipcar, Avancar, Streetcar, GoGet.
- “P2P Car sharing” (compartir automóvil entre usuarios): Whipcar, RelayRides, Spride, Drivemycar Rentals, Getaround.
- Bicicletas compartidas (“bike sharing”): Bicing, Velib, Bixi, Barclays Cycle Hire, Smartbike y decenas de servicios similares extendidos por decenas de ciudades del mundo.
- Viajes-trayectos compartidos (compartir coche) o “carpooling“: Comuto, Zimride, Nuride, Liftshare, GoLoco.
- Energía solar: Solar City, Solar Century, PretaSol, One Block Off The Grid.
- Alquiler de juguetes: Dim Dom, BabyPlays, Rent-a-toy.
- Moda: Bag Borrow & Steal, Fashionhire, FromBagsToRiches.
- Películas: Netflix, Lend A Round, Renttherunway.
- Alquiler de todo tipo de bienes entre usuarios: Zilok, Rentoid, Ecomodo, HireThings, Thingloop, Rentalic, Rentcycle.
- Alquiler de bienes entre vecinos: Sharesomesugar, Neighborrow, Neighborgoods, SharehoodFrents, Friends With Things.
Estilos de vida colaborativos
- “Coworking” (compartir espacio de trabajo): Citizen Space, Hub Culture, The Hub.
- Préstamos sociales: Kiva, Zopa, Prosper, The Lending Club.
- Moneda social: Ven, Quid, TimeBanks, LETSystems, SPICE Timebank.
- Alojamientos y viajes P2P (de usuario a usuario): CouchSurfing, Airbnb, Roomorama, Crashpadder.
- Compartir trayectos de taxi: Taxi2, TaxiDeck.
- Trueque: Barterquest, OurGoods, ITEX, Bartercard.
- Jardinería colaborativa: UrbanGardenShare, Landshare, SharedEarth.
- Intercambio de habilidades: Brooklyn Skill Share, TeachStreet, TradeSchool.
- Compartir estudios y talleres: 3rd Space Studios, TechShop.
- Aparcamiento de usuario a usuario: ParkAtMyHouse.
- Colaboración vecinal: WeCommune, Share Some Sugar.
- Información y herramientas sobre consumo colaborativo: Shareable, ConsumoColaborativo (España).
Mercados de redistribución entre usuarios
- Grandes portales de compra, alquiler e intercambio entre usuarios: craigslist, eBay, Loquo, Flippid, Gumtree.
- Intercambio gratuito: Freecycle, Kashless, Around Again.
- Intercambio de libros: BookHopper, Thebookswap, Paperbackswap, Bookmooch.
- Intercambio de productos infantiles: Toyswap, thredUp, Swapitbaby, Swapkidsclothes.
- Intercambio de ropa: Swapstyle, Clothing Exchange, 99 Dresses, Big Wardrobe.
- Intercambio de medios (DVD, libros, videojuegos) : Swap, SwapSimple, Dig N’Swap.