Las abejas melíferas han hallado un refugio inesperado ante el descenso de sus poblaciones en su hábitat tradicional: la ciudad, donde estos polinizadores se han aliado con productores artesanales para beneficiarse de la variedad de parques urbanos y jardines domésticos.
Continúa la polémica acerca del declive de la población de abejas en Europa y Norteamérica, relacionado con sustancias como los fertilizantes y el sirope de maíz industrial (estudios).
La economía mundial no contabiliza ni reconoce el descomunal valor económico de la actividad de abejas y otros insectos polinizadores, encargados de fertilizar la mayoría de las cosechas. Sólo el 10% de las plantas con flores del mundo son polinizadas sin asistencia animal.
El auténtico valor de las abejas
Damian Carrington se pregunta en The Guardian si deberíamos contabilizar en términos económicos los servicios que la naturaleza ofrece al ser humano. Éstos, al ser considerados gratuitos, no se reconocen ni merecen el respeto que conllevaría considerarlos un bien frágil y finito.
El último estudio de la ONU sobre el valor económico de los ecosistemas no deja lugar a dudas.
Sólo en el Reino Unido, dice Carrington, las abejas y otros polinizadores proporcionan un servicio a los agricultores británicos de 430 millones de libras. Aportación oculta y no contabilizado por la economía en ningún lugar.
Producción urbana para preservar las poblaciones de abejas
Coincidiendo con el interés público por la dolencia que afecta a las abejas, el problema del colapso de las colonias o CCD en sus siglas en inglés (Colony Collapse Disorder), la apicultura urbana ha experimentado un espectacular renacimiento en la última década.
Ya lo explicábamos en Apicultura urbana, o cómo producir miel en la ciudad: la cría urbana de abejas melíferas para cosechar miel artesanal se extiende en balcones, terrazas y terrados de Europa, Norteamérica y Japón, entre otras regiones.
El movimiento de la apicultura urbana
París, Londres, Berlín, Tokio, Nueva York, San Francisco, Washington, Seattle o Portland son algunas de las ciudades con comunidades de apicultores urbanos en crecimiento.
Proliferan, asimismo, las tiendas y servicios con especialistas que ofrecen soporte a estos nuevos aficionados del cultivo melífero, cuya cría no dista mucho de la descrita por Plinio el Viejo en su Historia natural.
Para acomodar la nueva tendencia, varias ciudades que en décadas anteriores habían permitido la cría de abejas melíferas y otros animales incluso en entornos urbanos, han vuelto a adecuar su normativa y, en la mayoría de casos, simplemente han legalizado una práctica en auge que se encontraba en un limbo jurídico.
Apicultura urbana y burocracia administrativa
La cría de animales considerados domésticos ha formado parte de las normativas consistoriales de Europa y Norteamérica desde hace más de un siglo.
En Berkeley, California, una antigua normativa permite a los vecinos la cría de ovejas y cabras (ver vídeo), mientras que los caballos y mulos no desaparecieron de las pequeñas ciudades europeas y norteamericanas hasta la segunda mitad del siglo XX.
Hasta 2010, la cría de abejas melíferas estaba prohibida en Nueva York, con una multa de 2.000 dólares por desobediencia de la ordenanza. Desde 2010, Nueva York siguió a San Francisco y otras ciudades estadounidenses y la práctica se extiende ahora por la ciudad. Se retiran las prohibiciones y las abejas retornan.
En San Francisco, vecinos (por ejemplo, nuestra amiga Alexandra Danieli: ver vídeo y fotogalería), restaurantes, hoteles (como el Fairmont de Nob Hill: ver vídeo), e incluso el consistorio de la ciudad producen miel artesanal en sus terrazas y terrados.
El restaurante del hotel Fairmont de San Francisco incluye en sus postres la miel producida que produce en su jardín.
La tarea no reconocida de las abejas: vigorizar los jardines
Tanto las especies melíferas de origen euroasiático como las abejas polinizadoras autóctonas de Norteamérica, que no producen miel (los abejorros, “bumblebees” en inglés), compiten en vigor con los jardines privados que contribuyen a enriquecer.
Por un lado, más abejas polinizadoras equivalen a más posibilidades para las plantas con flores de que su herencia genética sea transportada y prolifere en otros puntos cercanos de la ciudad.
Por otra parte, se ha comprobado que la miel producida en las ciudades se beneficia de la mayor riqueza y variedad de especies de plantas con flores, debido a la concentración de jardines, privados y públicos, donde se intercalan especies autóctonas con exóticas. Consecuencia: la miel urbana es más rica e intensa.
Cuando vivir en la ciudad es más saludable que hacerlo en el campo
Las abejas de benefician de la variedad y la menor presencia de fertilizantes químicos y monocultivos, principales causas del retroceso de sus poblaciones en los lugares de cría tradicionales, con mayor presencia de los efectos de las grandes explotaciones agropecuarias.
El renacimiento de la apicultura urbana coincide con el auge de los huertos urbanos, el compostaje doméstico, e incluso la experimentación con alimentos que se pueden producir en casa (además de miel y verduras, incluso setas e insectos, estos últimos como complemento proteínico saludable y sostenible).
Los movimientos de comida local celebran los alimentos saludables, con escaso impacto y producida cerca de casa, siguiendo los preceptos de ensayos que han influido en la sensibilidad culinaria estadounidense, como El dilema del omnívoro, de Michael Pollan.
Emprendedores de la apicultura urbana
Y, con el aumento del interés, llegan las oportunidades de negocio; ya hay emprendedores que comercializan sus propios diseños de colmena, o asisten a los aficionados de la especialidad con tiendas especializadas, como Her Majesty’s Secret Beekeeper and Waibel, regentada por Bryon Waibel (puedes ver el vídeo de nuestra entrevista con Waibel).
Pero, pese a su creciente popularidad, la apicultura urbana es todavía una afición de pioneros de tendencias (“early adopters“) y, sólo en Estados Unidos, 92 ciudades prohíben expresamente en sus ordenanzas la cría de abejas en balcones, terrados y terrazas.
Ventajas de producir miel en la ciudad
Los beneficios de la apicultura urbana son tan sustanciales, explica Joshua Brustein en The New York Times, que vale la pena revisar ordenanzas y defenestrar falsos mitos sobre las abejas melíferas, los mayores polinizadores de la naturaleza.
- La miel urbana no sólo es comestible, sino de mayor calidad.
- Las abejas no fomentan la aparición de alergias, recuerda The New York Times. El polen en la miel producida en el mismo entorno donde vivimos fomenta el desarrollo de defensas contra alérgenos presentes en el entorno.
- Las abejas enriquecen con su polinización los jardines de una ciudad, al ser los polinizadores más importantes de plantas magnoliófilas (con flores).
- Al haber convivido con el ser humano durante milenios, las abejas no son peligrosas para los habitantes de la ciudad, más allá del comportamiento defensivo circunstancial, que en todo caso sería padecido por el -debidamente protegido- apicultor.
- No es una afición costosa ni difícil, y produce varios beneficios visibles desde las primeras semanas: miel, mejora del jardín, establecimiento de una rutina educativa para toda la familia, establecimiento de un contacto más íntimo entre el individuo y el entorno natural inmediato (como recomienda la permacultura), etc.
Instalación de colmenas en la ciudad
Cualquier interesado en instalar una colmena en casa para criar miel artesanal afronta el escollo burocrático de conocer el estado jurídico de la apicultura urbana en su localidad.
A menudo, la falta de ordenanzas concretas sobre la apicultura en terrazas y azoteas sitúa la práctica en la alegalidad. Cuando una ordenanza prohíbe expresamente la apicultura urbana, el interesado se arriesga a ser multado, de producir miel en su balcón, terraza o azotea.
Por su carácter benéfico para el productor y los jardines circundantes gracias a los efectos de la polinización, la ausencia de ordenanzas puede ser interpretada como un beneplácito a la cría.
Primeros pasos para instalar una colmena urbana
Miembros de asociaciones de apicultores urbanos con quienes ha charlado *faircompanies recomiendan informar a los vecinos sobre la instalación de una colmena. De este modo, tanto en situaciones de legalidad como de alegalidad por falta de normativa, se evitan malentendidos.
La miel artesanal vuelve a la ciudad, recuperada por aficionados y profesionales.
Rememorando la conversación con un apicultor aficionado estadounidense, cualquier familia urbanita, más allá de su composición, disfrutará más del cuidado y los beneficios de la cosecha casera de miel que de una nueva videoconsola o de una jornada de compras por el centro.
Recopilamos a continuación los diseños de colmena racional, tanto horizontal como vertical, más adecuados para producir miel artesanal en la ciudad.
Como ocurre con los compostadores y vermicompostadores domésticos, es posible confeccionar una colmena casera, siguiendo manuales e indicaciones disponibles en Internet.
Tipos de colmenas para criar miel en la ciudad
Si bien la recolección de miel se inició hace milenios, con vestigios rupestres en el Levante español de hace más de 6.000 años, la recolección se producía en colmenas rústicas: en huecos de árboles, panales naturales y recipientes de barro.
La apicultura fue documentada por primera vez con metodología empírica en la Grecia y Roma clásicas: Aristóteles, Virgilio y Plinio el Viejo, entre otros, aportaron consejos sobre la cría de abejas melíferas.
Los monasterios y abadías medievales fueron los primeros centros de producción apícola a gran escala para el consumo sostenido de miel y cera de abejas, dos ingredientes primordiales en la cocina y talleres de estos centros religiosos y reductos de literatura clásica, como expone Umberto Eco en El nombre de la rosa.
Las colmenas de Brueghel el Viejo
Los monjes medievales recuperaron y mejoraron diseños clásicos y rústicos: troncos huecos, vasos de corcho (usados con algunas modificaciones en zonas interiores de España y Portugal hasta hace unas décadas), cestos de mimbre y paja, etc.
Dibujos y grabados medievales muestran las primeras colmenas móviles, recipientes en forma de cesta (Pieter Brueghel el Viejo los inmortalizó en 1568):
Debido a su diseño fijo, los panales crecen en el interior según los criterios de las abejas, lo que dificulta y limita la producción de grandes cantidades de miel.
Al final de la Edad Media y, sobre todo, con la llegada de la Ilustración, se extendieron en Europa los diseños de colmena con panales y marcos móviles que se siguen usando en la actualidad.
Diseños de colmena en uso
La revitalizada apicultura urbana emplea los dos tipos de colmena moderna más extendidos:
- La colmena horizontal, donde los panales se alinean en un interior a menudo de madera, de manera horizontal. No es posible ampliar su diseño con alzas, su principal limitación. Su diseño es, según los apicultores, efectivo y fácil de confeccionar por uno mismo, por lo que se adapta para la producción a pequeña escala.
- La colmena vertical, con sus distintos diseños, es la más usada por los productores apícolas, al poder ser ampliadas a medida que la colonia va creciendo, usando alzas para agrandar la cámara de cría.
10 tipos de colmena para criar abejas melíferas en casa
Jerry James Stone ha redactado en TreeHugger una guía rápida, aunque exhaustiva, sobre cómo montar una colmena en un rincón de la terraza o el terrado.
La guía incluye los principales complementos necesarios para garantizar el éxito de los primeros cuidados con la colonia de abejas melíferas, así como la seguridad del apicultor principiante.
Ahumadores para trabajar con los panales sin que las abejas se concentren y muestren su nerviosismo, alimentadores, rasquetas, cepillos de desabejar, peines de desopercular, equipo de protección, etc., pueden improvisarse o adquirirse por Internet.
El complemento imprescindible, sobre cuya adquisición es necesario contactar (a través de Internet o mediante una tienda o asociación local) con algún experto, es una o varias abejas reina fecundadas, así como la colonia inicial de abejas melíferas.
También es posible transportar una colonia silvestre a la colmena, o atraer algunos ejemplares silvestres incorporando algún panal con cera de abejas en el interior de la colmena, ya que el olor atrayente facilitará la posible exploración de enjambres silvestres.
1. Colmena horizontal (top-bar)
La colmena horizontal tiene una capacidad limitada, ya que su diseño impide agregar alzas y, por tanto, añadir panales adicionales a medida que la colonia se reproduce.
Por la sencillez tecnológica de su diseño, muchos expertos recomiendan su uso entre nuevos aficionados a la apicultura, que pueden confeccionar su propia colmena (a partir de foros y manuales electrónicos, por ejemplo) sin conocimiento ni más inversión que el tiempo y los materiales.
Nuestro amigo Sami Grover, redactor de TreeHugger, expone las ventajas principales de las colmenas horizontales (top-bar), muy extendidas entre apicultores artesanales, sobre todo en África.
El diseño horizontal abarata el diseño, no requiere el uso de panales con marco, es más fácil de manipular y produce más cera, debido a que el panal es exprimido para extraer la miel.
Por contra, el diseño horizontal produce menos miel y el panal no es del todo uniforme, lo que dificulta mover e intercambiar panales según la evolución y necesidades de la colmena.
Asimismo, los panales son más frágiles, especialmente en entornos con fluctuación térmica, inviernos fríos y heladas frecuentes.
La Lusitana es una de las colmenas verticales más compactas, fácil de conseguir (nueva o usada) en la Península Ibérica, debido a su uso en el norte de Portugal.
La cámara de cría tiene unas dimensiones de 37x38x31 centímetros, y el alza cuenta con la mitad del grosor (37x38x16 cm), por lo que es un diseño indicado para climas lluviosos (la colonia se refugia en panales concentrados en poco espacio) y entornos reducidos, como balcones o terrazas.
Pese a su pequeño tamaño, un alza llena alberga 13 kilogramos, entre miel y cera. Su capacidad total alcanza los 43,5 litros y es capaz de albergar una colonia de 50.000 abejas.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, varios apicultores introdujeron mejoras técnicas en la colmena vertical popularizada coincidiendo con el advenimiento de la Ilustración.
Georges de Layens, su inventor, modificó en 1874 el tamaño de una colmena de cuadro móvil para incrementar la superficie de los cuadros, o estructura de madera que soporta los panales.
Gracias a esta modificación, las colmenas layens son capaces de albergar colonias de hasta 70.000 abejas, las más numerosas, lo que repercute en la productividad de cada colmena y ha facilitado la expansión de su uso.
La producción española de miel depende en buena medida de este tipo de colmena, cuya caja contiene 12 cuadros. No emplea alzas melarias, lo que facilita su transporte, siguiendo la floración de las distintas especies.
Diseñada por el estadounidense Charles Dadant, el tamaño de sus cuadros, sólo más pequeño que los de la colmena Layens, se convirtió en estándar de facto en muchos países.
Cuenta con 11 cuadros en la cámara de cría, mientras la adaptación de la Abadía de Buckfast dispone de 12 cuadros. Alberga hasta 65.000 abrjas y su capacidad sólo es superada por las colmenas Layens con varias alzas.
Se requiere un cierto conocimiento para poder manipular la cámara de cría y las distintas alzas, cuyo peso, sobre todo cuando las abejas han conformado los panales, dificulta el acceso a los distintos pisos.
El apicultor estadounidense Lorenzo Langstroth patentó esta colmena vertical en 1852. Su adopción multiplicó la producción de miel en Norteamérica y Europa, debido a la facilidad para manipular sus cuadros y alzas móviles.
El cuadro móvil facilita el manejo y permite dividir en dos la colmena y, a medida que aumenta la colonia de abejas y se aumentan las alzas, es posible incrementar la cámara de cría y el espacio de acumulación de la miel.
Al ser articulada, la colmena Langstroth facilita la maniculación de las alzas, que pueden ser recolocadas para producir miel tras un vaciado. Su carácter articulado no repercute sobre la protección de la colonia, debido a su tamaño, algo más compacto que las colmenas Layens y Dadant.
Sus cuadros son más pequeños y alberga hasta 45.000 abejas, y sus 42,5 litros de capacidad distan de los 54 de la Dadant. Pese a ello, muchos apicultores creen que la Langstroth es la mejor colmena vertical por su modularidad y facilidad de manipulación.
Desarrollada por el monje francés Émile Warré (1867-1951), es una colmena ideada para el manejo racional de las colonias, consistente en separar la miel sin afectar la cría.
Utiliza barras superiores, lo que permite mantener las alzas separadas; al contar con más piezas, su fabricación y mantenimiento son más concienzudos. Eso sí, las piezas adicionales mejoran las condiciones de habitabilidad de las colonias, lo que repercute sobre la producción de cera y miel.
La colmena Warré fue desarrollada para reducir el carácter intrusivo de las colmenas verticales y otorga a la colonia la libertad de confeccionar sus propios panales, además de mejorar la ventilación.
Con estos cambios, Warré respondía al declive de la población de abejas melíferas que había observado en Francia desde su juventud. Alcanzó la versión definitiva de la colmena, descrita en su libro L’Apiculture pour tous después de experimentar con 350 diseños.
El diseño definitivo toma las ventajas de la colmena horizontal (mayor libertad y confort para las abejas) y la vertical (modularidad, capacidad de ampliación, aumento de la producción). Su uso es especialmente indicado en climas fríos, debido a la retención térmica de sus compartimentos, y sólo se abre una vez al año: durante la cosecha.
Nuevos diseños
7. Beehaus (Omlet)
Varias compañías y diseñadores independientes han desarrollado sus propias colmenas, dirigidas a un público urbano principiante.
La pequeña empresa británica Omlet comercializa Beehaus, una colmena compacta y horizontal que, por su exterior de plástico pulcro y compacto, ha sido llamada “el Mac de las colmenas“.
Beehaus es, según Omlet, una colmena de plástico para el conservacionista urbano, dispuesto a dedicar un rato de su tiempo libre para cuidar de su colonia de abejas melíferas y, como recompensa, obtener una cosecha propia de miel ecológica sin moverse de casa.
La colmena incluye cuadros de colmena estándar y facilita su manipulado, menos disruptivo para las abejas, lo que facilita el trabajo del apicultor principiante.
Cuenta con dos aperturas, una a cada extremo de su forma rectangular y horizontal, y hay espacio suficiente para acomodar hasta 22 cuadros.
Cuando la colonia se expande, el interior ha sido desarrollado para que el apicultor opte por expandir la colonia (y, por ende, la producción de miel y cera); o dividirla en dos para empezar una segunda colonia.
El triple aislamiento de la cámara interior mantiene la temperatura en la colonia durante todo el año.
8. Andrew Riiska Beehive (100xBTR)
El estudio de diseño de Los Ángeles 100xBTR ha colaborado con el diseñador Andrew Riiska para confeccionar una colmena que rememora la apicultura tradicional japonesa.
La colmena, de madera, cuenta con varios pisos y una estructura alargada, con un diseño áspero y minimalista, siguiendo los preceptos del diseño tradicional wabi-sabi (sencillez rústica), también presentes en los jardines impermanentes del país asiático.
El diseño emula la producción de miel de las colonias silvestres, siempre vertical. El estudio de diseño de Los Ángeles usó una máquina de impresión y modelaje CNC para grabar en el exterior un logotipo compuesto por varias celdas hexagonales.
9. Colmena colgante (Seungjae Oh)
El diseñador Seungjae Oh se inspira en los diseños de la naturaleza (biomimesis) para crear una colmena con materiales biodegradables, cuya forma emula los enjambres colgantes que algunas abejas melíferas conforman en los árboles.
Tanto el aspecto exterior como el diseño interior adoptan formas ásperas y naturales, convirtiendo la colmena en un elemento de diseño en un balcón o terraza.
10. BeeCrib (Victoria University, Nueva Zelanda)
Un grupo de estudiantes de diseño de la Universidad de Victoria en Nueva Zelanda ha creado BeeCrib, una pequeña colmena horizontal con patas que, de ahí su nombre (cuna de abejas), recuerda a una cuna tradicional de madera.
BeeCrib que puede ser imprimida en material reciclable por una máquina CNC (impresión 3D). Su diseño, de código abierto, puede “imprimirse” y montarse sin cola, usando servicios de impresión de objetos y muebles bajo demanda como Ponoko.
BeeCrib incluye un tablero inferior desmontable para el monitoreo, ventanilla de observación y aperturas intercambiables.
Futuro
11. Urban Beehive (Philips, diseño conceptual)
Philips ha incluido en su casa conceptual Microbial Home una colmena urbana cuyo diseño, pulcro y futurista, evoca formas naturales (biomimética).
Urban Beehive es una colmena urbana en forma de crisálida o enjambre silvestre que incorpora en su reverso un pequeño espacio para una planta.
La idea de Philips es incluir la producción de miel en el interior de una vivienda urbana, integrada con la naturalidad de las plantas interiores.
En Microbial Home, Philips convierte el interior de la casa en un ecosistema interrelacionado, tomando ideas de la permacultura. Se trata, de momento, de un diseño conceptual.
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