La autopublicación abarata el proceso de producir y distribuir obras. En el mundo editorial, Kindle Direct Publishing y Apple iBooks Author suprimen intermediaciones entre autor y lector, lo que repercute en un mayor porcentaje de ingresos para el escritor y un precio más competitivo de la obra.
Pero las herramientas de autopublicación van mucho más allá. Permiten a cualquiera centrarse en crear una obra y, a falta de agente o editorial, publicarla una vez lista. No garantizan la calidad del contenido, pero sí otorgan una oportunidad a cualquiera, sin gastar una sola hoja de papel.
Cocinando “Triskelion”: mi historia personal con la autopublicación
Hemos dedicado varios vídeos y artículos a la creatividad, la polinización (¿colisión?) de ideas, la polimatía y las fuerzas que nos mueven a perseguir un cometido creativo que requiera, por complejidad y dimensiones, la gestión a largo plazo.
Explico mi experiencia al escribir mi primera novela. Al tratarse de un reto complejo que requiere planificación y debe dividirse de manera obligada en pequeñas metas, pensé entonces -y ratifico ahora- que la metaficción derivada de la brega diaria de escribir una novela durante un año sería una aventura tan o más interesante que la obra narrada.
Burlándose de sí mismo, Cervantes recurrió a la invención de un esquivo cronista sarraceno para añadir jocosidad a El Quijote y, visto en perspectiva, quizá me lo habría pasado tan bien como Cervantes narrando la historia de ese joven padre de familia, medio emprendedor-medio periodista “indie”, que decide escribir una novela de aventuras.
(Imagen: parafraseando a Francisco Umbral, “he venido a hablar de mi libro“)
Desmaterialización de los productos culturales: la sencillez de autopublicar en formato electrónico
Existe una certeza: carezco de la destreza de Cervantes para la metaficción. Y otra certeza: no hay meta-historia, pero sí novela de aventuras.
En cierto modo, decidí emular con este proyecto personal paralelo a Kirsten Dirksen, cofundadora de *faircompanies y productora de todos los vídeos del sitio.
Si Kirsten se sintió inspirada por los vídeos que hacía para *faircompanies para producir y autopublicar (a través de YouTube) sus propios documentales, yo decidí inspirarme en algunas temáticas de *faircompanies para escribir (¿y autopublicar?) mi primera novela.
Caso práctico en primera persona: reminiscencias de Bernal Díaz del Castillo
En efecto, hace un año y medio acabé mi primer libro de ficción, una novela histórica ambientada en la década de 1770, con personajes que tienen un pie en Europa y el otro en las Américas (Nueva España y las Trece Colonias que se convertirían en Estados Unidos). Aquí explico el argumento.
Nadie me la había pedido y no hice entonces, ni tampoco después, prospección del mundo editorial. Con la ingenuidad que requiere un proyecto de estas características, quería probarme a mí mismo; saber si era capaz de dar forma a una aventura que me hubiera gustado protagonizar, y escribirla de tal modo que aguantara la lectura crítica del autor.
(Imagen: Nicolás Boullosa tomando notas en Crater Lake, Oregón, Estados Unidos, 2011)
Decidí llamarla Triskelion: Historia Verdadera de la Conquista de la Felicidad, un guiño al título de las memorias de Bernal Díaz del Castillo.
Un título digno de novela de aventuras, pensé. El título surgió al finalizar la obra, dado su final. Y decidí mantenerlo.
Retos creativos personales en la era de la autopublicación
La novela, que cuenta desde hace más de un año con al menos un lector, la propia Kirsten Dirksen, tiene un poco de relato de aventuras al estilo de los pliegues de cordel de los siglos XVIII y XIX, un poco de novela del Oeste, algo de novela-río y el intento -al menos, esa fue la intención velada del autor- de evocar las mejores novelas del realismo. Es ahora cuando se me escapa un suspiro, al evocar la magistral psicología de las escenas de esas novelas.
El proyecto había empezado un año atrás, al inicio de la primavera de 2011, cuando, inspirado por algunos consejos sobre constancia y consistencia para escribir relatos largos de escritores variopintos -muy populares, populares y no tanto-, decidí ponerme a escribir.
Creé rutinas, me documenté, traté de mantener el ritmo de trabajo en *faircompanies y no dejar de lado las numerosas tareas y obligaciones de un padre joven. Pronto averigué que lo más difícil es concentrarse y empezar. Ponerse en ello, en definitiva. Todos conocemos las insondables caras de la procrastinación.
Combatir la procrastinación escribiendo la aventura que me hubiera gustado leer
Escribía al menos 3 ratos de varias horas a la semana. Lo primero que hacía al sentarme era releer lo escrito con anterioridad e intentar adentrarme en el relato. Resultó especialmente tedioso el recuperar la concentración en momentos de interrupción. Se requieren unos minutos para volver a cazar el hilo argumental y batallar de nuevo con la sensación de estar contando la mitad de lo que uno desearía con el doble de palabras requeridas.
Me ayudó bastante leer acerca de las rutinas de trabajo de Ernest Hemingway, Jack London, Stephen King -dedicó un ensayo a ello-, Ray Bradbury -otro ensayo a la materia-, etc.
Me interesaba lo que tenían que decir los escritores populares (quién mejor que Stephen King, de quien no he leído apenas nada, prefiriendo dedicar mi tiempo a los Tolstói, etc.), y también los considerados “serios”. Yo preferiría distinguirlos entre los que han escrito libros “buenos” y “malos”, pero existe toda una subcultura de la alta crítica literaria, lo que cada camarilla considera respetable, etc.
Sin fallar ni una semana y al cumplir las 60, el manuscrito estaba listo y editado. O todo lo listo y editado que puede estar un manuscrito para quien le ha dado forma: pensé entonces que hay que decidir cuándo una obra tan compleja está acabada, para no convertirla en un borrador eterno.
Después del primer paso: cajón o autopublicación
Kirsten se prestó a leer la obra. Me dio su parecer, más positivo del esperado, y aquí acabó la parte del proyecto inicial (“misión: escribir una novela histórica que a mí me hubiera gustado leer en la universidad”).
Sin grandes modificaciones, la novela se preparó para dormitar en una carpeta digital remota, de esas que ahora uno tiene “en la nube”, en sentido real y figurado. Hasta ese momento, había mantenido a ralla la procrastinación y, sin confesarlo, había logrado mi cometido.
Pasaron las semanas y decidí asumir los costes de enviar el manuscrito, impreso a doble espacio y por una sola cara (!) a 2 o 3 premios, de los que no recibí contestación. Decenas de artículos en *faircompanies después, nacía mi tercer hijo.
Rutinas diarias, viajes y una mudanza después, había pasado un año desde que Triskelion tomara su forma definitiva.
Herramientas de autonomía en manos del creador: sin intermediarios
Llegó el momento de la autopublicación electrónica. Los motivos que me llevaron hace 2 semanas a autopublicar Triskelion usando Kindle Direct Publishing y, en breve, en la plataforma de Apple iBookstore:
- curiosidad: la autopublicación ha evolucionado y ahora llega a más gente, sin costes para el autor y con menos costes para el lector potencial;
- estado del sector: el sector editorial es un mundo que no me voy a preocupar de desentrañar, pero lo percibo desde fuera con asombro e incapacidad para, siquiera, intentar llamar a alguna puerta;
- ventajas del formato digital: los proyectos más minoritarios “permanecen” en la Red, aunque nunca hayan estado en alguna estantería física y no hayan sido siquiera impresos, por no hablar de la cantidad de papel necesaria para copar la vanidad de algún autor o editorial (mejor imprimir bajo demanda, cuando exista la voluntad racional de leer una obra).
Y con la autopublicación de Triskelion ha empezado un experimento particular compatible con mi labor en *faircompanies y el resto de cosas que me ocupan: formar parte de la cada vez más extensa larga cola (siguiendo la terminología de Chris Anderson y su ensayo -basado en un artículo previo para Wired en 2004- The Long Tail) de autores independientes que autopublican sus obras en uno o varios de los servicios disponibles en Internet.
Cuando el creador es su propia casa y marca
*faircompanies nutre, así, a dos creadores independientes que, además de su labor en el sitio, pueden autopublicar su trabajo más extenso:
- en el caso de Kirsten Dirksen, sus -muy populares- documentales, We the Tiny House People, Log Cabin Simplicity y An Original Maker; disponibles en su canal de YouTube;
- y mi (espero que este posesivo sea plural en el futuro) libro (Triskelion en Amazon España y Amazon Estados Unidos), que de momento cuenta con 1 único lector, sin contarme a mí mismo: la propia Kirsten Dirksen 🙂
Cultura fragmentada, ruido y otros fenómenos
Hace unos 15 días empezó mi investigación acerca de plataformas de publicación, condiciones, ventajas y desventajas, etc.
Tras teorizar en innumerables artículos acerca de los cambios profundos en cómo producimos y consumimos contenidos culturales, Kirsten y yo hemos comprobado la profundidad de esta transformación. Y qué mejor manera de hacerlo que usando estas nuevas posibilidades.
Ensayos y documentales -por mencionar 2, el ensayo The Long Tail y el documental PressPausePlay– reflexionan sobre la nueva industria del entretenimiento, donde las barreras entre creadores y expectadores se difuminan, como también lo hace la definición de contenido “profesional”, “amateur”, “independiente”, “popular”.
Navegando entre las posibilidades y riesgos de una cultura fragmentada y con herramientas de creación tan asequibles que nos convierten a todos en cineastas o escritores en potencia, todos certificamos que, con el abaratamiento de la producción de contenido, se multiplican la repetición y el ruido, replicando el talento existente (en lugar de aumentarlo).
En este nuevo escenario, los filtros o marcadores de tendencias, personas o algoritmos capaces de curar el contenido relevante para nosotros, se convierten en el nuevo negocio, mientras buena parte del contenido autopublicado pasa a formar parte de una lista interminable.
En esta “larga cola” de contenido, con libros autopublicados como Triskelion, de vez en cuando encontramos vídeos como los de Kirsten Dirksen, o buenas novelas.
Sobre la -poco probable- ficción de “ser descubierto”
Y esta posibilidad, más o menos ficticia, de ser “descubierto” por un puñado de personas en todo el mundo que consideren relevante un trabajo, propulsa las esperanzas de los nuevos creadores.
Centrándome en el mundo del libro autopublicado en formato digital, existen de momento 2 grandes plataformas con alcance mundial: Kindle Direct Publishing y, desde este año, Apple iBooks Author.
- Ambas plataformas permiten a cualquiera agarrar su manuscrito, pulir su edición (con herramientas para publicar una portada, añadir saltos de página para índices, etc.) y publicarlo en cuestión de horas.
- En ambos casos, el manuscrito autopublicado aparece en las librerías de Kindle y iBook, al precio elegido por el autor, con el aspecto y características deseadas. Cualquiera puede adquirirlos.
- La experiencia de lectura ha avanzado mucho en los últimos tiempos y tanto el lector Kindle para las distintas plataformas (incluidos los dispositivos de Apple) como en el lector iBooks, sólo disponible en productos Apple, hacen cómoda la lectura, con algunas ventajas a las que uno se acostumbra rápido: buscar rápidamente pasajes que queremos evocar, consultar notas y poder encontrarlas sin necesidad de girar la mitad de las páginas del libro, etc.
- El formato Kindle tiene más cuota de mercado, con iBookstore en segunda posición. Ambas compañías no facilitan ventas exactas en formato electrónico.
Planeo autopublicar Triskelion usando Apple iBooks Author esta misma semana, o a lo sumo en breve, pero puedo hablar acerca de Kindle Direct Publishing.
La pasmosa sencillez de Kindle Direct Publishing
El grado de dificultad es mínimo, sobre todo si uno es familiar con el entorno Amazon, como es el caso. Es posible registrarse al instante en Kindle Direct Publishing y seguir las instrucciones (en varios idiomas, incluido el castellano).
En aproximadamente media hora, publiqué la portada en el formulario de alta de un nuevo libro electrónico, subí el manuscrito y opté por la versión de derechos que permite al autor optar por el 70% de las ventas antes de los impuestos aplicados en cualquier sitio de Amazon.
Una vez publicado, el libro aparece en la “biblioteca” virtual del propio autor con el título y precio elegidos; tanto título y precio como demás características del libro pueden modificarse en cualquier momento.
De crear la cuenta a publicar un libro en todo el mundo en cuestión de horas
Tras unas horas de revisión (para los libros en castellano, Amazon Direct Publishing anuncia una posible espera de 48 horas hábiles, que se convierten al final, en mi caso, en 5 horas), el libro aparecía en todas las tiendas de Amazon.
Asimismo, existe la opción de publicar imágenes adicionales, un vídeo (en mi caso, en proyecto) y la biografía del autor. Dedicando dos horas más, añadí nuevas imágenes, una biografía y fotografías del autor.
Desde el inicio del proceso -alta en Kindle Direct Publishing- hasta su culminación, tardé 7 horas. Descontamos aquí el trabajo previo: algo más de un año de investigación, escritura y edición.
Inversión total para lanzar Triskelion y publicitar su salida en mi círculo: descontando el trabajo del escritor y el gasto en Internet, electricidad, café y luz del flexo, nada.
Cuando las estrellas consolidadas optan por la autopublicación…
La autopublicación abre un nuevo mercado de autores, algunos de los cuales ya consiguen cifras de ventas equiparables a las de los grandes autores publicados por editoriales de prestigio. Son, sin embargo, una minoría.
Grandes nombres en el mercado del libro anglosajón han publicado sus últimas obras o planean hacerlo en próximas entregas. El cineasta, guionista y ensayista David Mamet es el último de una lista cada vez más extensa.
La mayoría de estos nombres consolidados buscan “la libertad que [la autopublicación] te ofrece como autor -explica el escritor estadounidense de ficción Harlan Coben-. Tienes completo control de todo el proceso. No estás sometido a obligaciones contractuales que te obligan a escribir sólo para determinadas editoriales”.
También en el mercado anglosajón, surgen nuevos nombres con el favor del público que han partido de la autopublicación. Algunos de ellos, como Hugh Howey, escritor de Florida de 37 años autor de la saga Wool, ganan en estos momentos royalties “de seis figuras” cada mes, “más de lo que nunca esperé ganar en un año”.
Observando las tendencias
El mercado en otros idiomas es mucho más reducido, pero Amazon y Apple esperan resultados similares en mercados en otros idiomas: Kindle Book Publishing, por ejemplo, ofrece soporte e instrucciones para autopublicar, además de en inglés, en español, alemán, italiano, francés y portugués.
Los potentes algoritmos de recomendación de Amazon, responsables en parte de que sus usuarios encuentren siempre libros relacionados apetecibles para la lectura, me han sugerido en las últimas visitas a la carta una retahíla de títulos (muchos de ellos, autopublicados) sobre cómo autopublicar con éxito, cómo hacer buenas portadas, consejos de escritura y qué sé yo.
He dado, sin querer, con el equivalente a los libros de autoayuda para escritores. Como en el caso de los libros de autoayuda, los mencionados panfletos de mejora de libros autopublicados ponen en guardia a cualquiera. El mercado de la gestión de esperanzas, como el de la vanidad creativa, tiene gran potencial en la era de los creadores-espectador.
“Triskelion: Historia Verdadera de la Conquista de la Felicidad”
Triskelion: Historia Verdadera de la Conquista de la Felicidad ha salido de su cajón virtual. Ahora, al menos, puede ser encontrado, a través de la siempre premiada serendipia, por cualquiera que indague en la Red.
De momento, dormita en las tiendas Kindle de Amazon. Pronto, si no lo impiden escollos técnicos que ahora desconozco, también lo hará la iBookstore de Apple. He vendido un puñado de copias, pero han pasado muy pocos días desde su publicación (9 de mayo de 2013) como para que alguien haya leído sus 218.000 palabras (como referencia, Moby Dick cuenta con 206,022 palabras; decir en mi defensa que está lejos de las 587.287 palabras de Guerra y Paz).
Y yo dispongo de una tregua. ¿Para pensar en una próxima historia?
Triskelion se ha nutrido de mi trabajo en *faircompanies, y su escritura ha retroalimentado, a su vez, numerosas entradas de esta bitácora, sobre todo en el período 2011-2012.
Sólo apunto que el papel de las filosofías de vida es fundamental en la trama.
Sobre la percepción del trabajo de uno mismo
A partir de aquí, dadas las dimensiones del libro y las dificultades para encontrar relevante un contenido autopublicado en la Red, tengo la impresión de que sentiré físicamente cualquier lectura de la obra realizada por otros.
Suceda lo que suceda, difícilmente puede considerarse un fracaso autopublicar una novela histórica que aguanta la lectura crítica de uno mismo y de la persona con la que ha elegido pasar el resto de su vida.
Pregunta a quienes mantengan el manuscrito en el cajón, o mediten acerca de escribir algo, estén en ello, etc.: ¿por qué no? Ello sirve para cualquier tipo de creación, no importa su lenguaje o naturaleza.
Ray Bradbury: “Cada mañana salto de la cama y piso una mina terrestre. La mina terrestre soy yo mismo. Después de la explosión, me paso el resto del día recomponiendo las piezas. Ahora, ha llegado tu turno. ¡Salta!”.
“Salta, y averiguarás cómo desplegar tus alas mientras estés cayendo”.