Los contenedores de logística simbolizan la economía globalizada, en la que todo tipo de bienes -desde minúsculos componentes electrónicos hasta partes de enormes estructuras prefabricadas-, se transportan en estas unidades estancas.
El contenedor logístico ISO es un objeto tan ubicuo en el comercio mundial como impersonal, con diseño y dimensiones estandarizadas para facilitar la manipulación de la carga, casi siempre embalada en otro símbolo de la áspera funcionalidad del comercio sin fronteras: el palé.
El ruido de fondo global: contenedores, palés, tipografía Helvética
Cada vez más diseñadores, entusiastas de la vida sencilla e inconformistas se sirven de esta mercancía devaluada y reusada hasta la saciedad para crear espacios habitables (en el caso de los contenedores, aunque también hay proyectos con palés –vídeo-), o todo tipo de mobiliario (territorio palé).
Contenedor logístico y palé tienen una presencia tan ubicua, agresiva y cargada de significado que compiten con el graffiti o la tipografía Helvética por el lugar de honor en el Olimpo de las invenciones globalizadoras.
Su influencia es tal que estos elementos se han fundido con el ruido de fondo, el rumor perpetuo de la maquinaria de las grandes ciudades e interminables centros logísticos, a menudo visibles al aterrizar y despegar de los aeropuertos más emblemáticos del mundo.
El cajón de acero estándar que transformó el mundo
Si el calor generado por la actividad de las ciudades puede alterar la temperatura (en hasta un radio de 1.600 kilómetros), condiciones lumínicas o contaminación de regiones enteras, la actividad en torno al contenedor ISO ha modificado la producción de manufacturas en el mundo.
(Imagen: Guzman Penthouse de Lot-Ek, en Nueva York)
El 26 de abril de 1956, Malcolm MacLean realizó el primer transporte en contenedores de mercancías estándar, desde Nueva York a Houston; desde entonces, este método logístico no sólo ha posibilitado las economías de escala e impulsado fenómenos como la deslocalización, sino que se ha convertido en un modo de medir la prosperidad -en tanto que actividad comercial- de los principales puertos y nudos de comunicación del mundo.
Uso de contenedores en la era post-economías de escala
Ahora, las distintas dimensiones de este método de transporte de objetos voluminosos, mercancía paletizada y carga a granel no sólo interesan a encargados logísticos, gruistas y otros moradores de los paisajes desangelados y “steampunk” en que se han convertido los centros de carga y descarga de estos objetos, evocadores de los bloques infinitos de Tetris y LEGO.
Arquitectos y aficionados a la construcción por igual se informan sobre materiales, tipos de puerta y aislamiento, dimensiones o facilidad de adquisición del objeto logístico por antonomasia.
Inicios contraculturales: la oficina-contenedor de Stewart Brand
Los inicios del uso de contenedores en arquitectura están relacionados con la contracultura: Stewart Brand, futurista e impulsor del fanzine con herramientas e información sobre vida sencilla y tecnologías alternativas Whole Earth Catalog, construyó una oficina con un contenedor mientras escribía How Buildings Learn en 1994.
(Imagen: Guzman Penthouse, de la firma Lot-Ek)
Unos años antes, en 1987, el estadounidense Phillip C. Clark había publicado una patente que describía un “método para convertir uno o más contenedores de mercancías de acero en edificios habitables”. Dos años antes, en 1985, Sean Godsell había transformado un contenedor de mercancías en un centro de urgencias médicas, pero descartó patentar la iniciativa.
Y en 2006, el arquitecto californiano Peter DeMaria creó la primera vivienda de contenedores de dos plantas escrupulosa con los códigos de edificación, Redondo Beach House.
Desde entonces, arquitectos y constructores han completado edificios sirviéndose de contenedores como elemento estructural exclusivo o parcial. Estos proyectos comprenden desde microespacios de introspección y microviviendas con un único contenedor a dormitorios universitarios y edificios de oficinas.
Consecuencias de la crisis en los países ricos: contenedores sin retorno
Una de las razones que impulsan el interés por los contenedores de mercancías como unidad de construcción modular es su disponibilidad: hay un número inabarcable de contenedores vacíos esperando un nuevo destino en algún puerto o centro logístico cercano a nosotros que, debido a la crisis, no retornará a su origen en varios años.
La razón: es demasiado para cualquier autoridad aduanera mundial devolver los contenedores vacíos a su propietario, a menudo a miles de kilómetros de distancia. Este nuevo fenómeno, auspiciado por la crisis económica y el descenso de las importaciones en los países ricos, facilita la adquisición de contenedores en Europa y Norteamérica, si bien no existen mecanismos para que cualquiera pueda comprar un contenedor. La tarea sigue demandando paciencia y trabajo de campo, así como permisos de transporte cuando éste sea necesario.
(Imagen: proyecto ganador del proyecto de microviviendas para Nueva York adAPT)
Los contenedores más usados miden 2,44 metros (8 pies) de anchura, entre 2,59 metros (8 pies 6 pulgadas) y 2,90 metros (9 pies 6 pulgadas) de altura, y entre los 2,44 metros (8 pies) y los 16,15 metros (53 pies) de largo, si bien las longitudes más usadas -y, por tanto, las más fáciles y económicas de conseguir en todo el mundo- son 6,10 metros (20 pies) y 12,19 metros (40 pies).
El LEGO de un gigante: las posibilidades de un contenedor
Los contenedores de acero corten (también existen de plástico, aluminio y madera contrachapada reforzada con fibra de vidrio) son un método barato, fácil de transportar -fueron diseñados para ello- y de modificar de crear todo tipo de edificios con presupuestos ajustados y en tiempo récord:
- oficinas improvisadas, temporales o domésticas (como la diseñada en su patio de Berkeley, California, por la pareja de arquitectos Cate Leger y Karl Wanaselja, usando dos contenedores logísticos dispuestos en “L” invertida; vídeo y fotogalería);
- viviendas transitorias, que cambian de orientación a medida que avanzan las estaciones; o cambian de emplazamiento, según las necesidades de su morador; a menudo modulares (vídeo sobre un ejemplo DIY -“hazlo tú mismo”- con aire minimalista y “wabi-sabi” en California). Algo así como una versión industrial con cierto halo distópico a lo Mad Max del fenómeno -más bucólico y de vuelta a las raíces rurales- del movimiento de las casas pequeñas.
- cabañas de retiro e introspección minimalistas manufacturadas de manera modular, reduciendo costes y aprovechando las ventajas estructurales de los contenedores, tales como su rigidez y capacidad de resistencia a los desastres, aislamiento térmico, y sonoro, fácil transportabilidad a entornos apartados, etc. El mejor ejemplo hasta el momento en esta categoría es Home Box, el contenedor vertical de Architech.
- viviendas que aprovechan la modularidad y rigidez estructural de los contenedores para crear viviendas más espaciosas ensamblando dos o más unidades, en función de las necesidades de cada caso (ver vídeo sobre R4House; un ejemplo en Nueva York, MEKA); y en California, Six Oak Container House;
- edificios de microapartamentos, hoteles o dormitorios estudiantiles (como éste de Francia) que ensamblan decenas de contenedores, creando incluso edificios permanentes, como este proyecto en Nueva York (que desafía los códigos constructivos tradicionales, pero sobre el que el alcalde de la ciudad, atento a las tendencias sobre microespacios, ha mostrado receptividad);
- edificaciones temporales como campamentos de obras en construcción, escuelas (el orfanato modular de New Jerusalem, Sudáfrica, consigue resultados espectaculares) eventos, mercados urbanos, viviendas en zonas de desastres naturales y humanitarios (consultar Unit1 de Ingenhoven Architects), etc.;
- infraestructuras: dada la rigidez, resistencia y modularidad de los contenedores, se experimenta con estructuras como puentes o bases en lugares remotos usando contenedores. En Ámsterdam, dos contenedores inclinados se unen en los extremos para describir un puente simbólico -el puente Hoorn, un fetiche de la economía extractiva– sobre uno de los canales de la ciudad holandesa, dando la sensación de que la estructura improvisada se podría colapsar con un soplido.
Espacio prefabricado resistente, barato y bien aislado
Los contenedores con un uso más extendido (6,10 metros -20 pies- y 12,19 metros -40 pies-), a menudo de metal corrugado y un volumen interno de 32,6 metros cúbicos y 66,7 metros cúbicos, respectivamente, han sido diseñados para soportar un peso bruto -carga más peso del contenedor- de 29 toneladas en los contenedores de 6,10 metros; y 32 toneladas en contenedores de 12,19 metros.
(Imagen: residencia estudiantil en Le Havre, Francia)
Dada su resistencia, pueden apilarse en hasta 5 niveles sin necesidad de que los contenedores de la base, sometidos al peso bruto potencial de las hileras superiores, sufran daño alguno.
Esta resistencia convierte a los contenedores de mercancías no sólo en un microespacio potencial prefabricado atractivo, barato y bien aislado, sino adecuado para edificar estructuras de varias plantas en tiempo récord.
Los límites de la estandarización
No obstante, en sus virtudes residen los principales puntos débiles del uso de este sistema logístico estandarizado en la construcción de espacios habitables: rigidez y falta de adaptabilidad de los materiales, dificultades de manipulación para aprovechar su modularidad, y dependencia de tamaños y sistemas estandarizados, lo que limita su personalización.
(Imagen: otra perspectiva del proyecto ganador de microapartamentos para Nueva York adAPT)
La controversia acerca de si los contenedores constituyen el equivalente constructivo de los bloques interconectables LEGO o los listores y perfiles del hardware modular o, por el contrario, un elemento ajeno y difícil de adaptar al diseño de abrigos humanos, ha llegado hasta la cúpula de la arquitectura ilustrada.
(Imagen: ECOntainer, puente proyectado para un parque israelí)
Medios como la bitácora de arquitectura ArchDaily han tratado con frecuencia la temática, destacando tanto las ventajas de la arquitectura modular con contenedores y los principales escollos de la idea, aplicada en todo el mundo con cada vez mayor frecuencia.
Sobre la altura e impacto medioambiental de los contenedores
Si bien sus partidarios destacan las ventajas del contenedor como elemento estructural -en ocasiones, menos de 1.000 dólares de precio, disponibilidad, resistencia, rapidez constructiva, modularidad garantizada, etc.-, su limitada altura (2,59 metros u 8 pies y 6 pulgadas en la mayoría de los casos) limita el diseño de habitáculos para vivir y trabajar.
ArchDaily: “Teniendo en cuenta el material aislante añadido, lo que tienes es una caja larga y estrecha con un techo de menos de 2 metros y medio de altura. Para conseguir un espacio de tamaño adecuado, hay que combinar múltiples cajas, lo que requiere el uso de energía”.
(Imagen: espacio de retiro Home Box, de la firma Architech)
El impacto medioambiental de este método de transporte de mercancías también suscita controversia. A menudo se cuantifica el contenedor como un elemento en el fin de su vida útil y, por tanto, desechado o reciclado, pero los críticos recuerdan que, en términos medioambientales, hay que cuantificar todo el proceso desde su concepción al fin de su vida útil (energía gris o “embodied energy”).
Abriéndose paso soplete en mano
Tomando la producción, transporte y modificación para que sus condiciones sean habitables, el impacto de un contenedor supera al de un habitáculo con las mismas dimensiones concebido con materiales locales, que sin embargo no contará con la resistencia y modularidad del contenedor.
(Imagen: ECOntainer, un puente de contenedores proyectado en Israel)
Brian Pagnotta recuerda en ArchDaily que, para hacer habitable un contenedor, hay que reemplazar el material del interior y practicar cualquier apertura que se quiera realizar con soplete o sierra de bombero: “un contenedor convencional produce cerca de 1.000 libras [453 kilogramos] de residuos peligrosos, antes de estar acondicionado como estructura”.
Cuando se quiere optar por viviendas mínimas, espacios de introspección u oficinas que requieran uno o a lo sumo dos o tres contenedores conectados al mismo nivel, los contenedores logísticos usados se adaptan con facilidad a las prerrogativas de personalización de cualquier aficionado o arquitecto.
Arquitectura con contenedores: cuándo merece la pena
Por el contrario, las estructuras que requieren el uso de varias unidades apiladas, así como su profunda modificación, pueden acumular la factura económica y medioambiental que el propio concepto de contenedores logísticos como unidad constructiva modular pretende evitar.
Las zonas próximas a centros de mercancías, tales como las grandes ciudades y nudos de comunicación, son las que más pueden beneficiarse de las posibilidades de la arquitectura con contenedores de mercancías, dada la abundancia de contenedores infrautilizados y descartados.
(Imagen)
En la mayoría de lugares, donde los recursos alternativos son más abundantes que este producto de las economías de escala en un mundo globalizado, es fácil ahorrar dinero e impacto ecológico optando por estructuras modulares edificadas por uno mismo con madera descartada o contrachapado reforzado con aluminio, por ejemplo.
Pequeñas joyas habitables: Home Box de Han Slawik y Sonja Tinney
Abundan los ejemplos -atractivos, chocantes, disparatados, elegantes, estrafalarios- de arquitectura con contenedores.
Hay que recordar, no obstante, que sus diseñadores concibieron estas estructuras como cajas herméticas capaces de resistir los golpes y las inclemencias del tiempo incluso viajando continuamente miles de kilómetros de distancia, y no para garantizar el confort de moradores humanos.
(Imagen)
El trabajo meticuloso y la brillantez de cualquier aficionado a crear espacios diminutos puede convertir incluso un contenedor logístico en un exquisito abrigo humano. Lo han conseguido Han Slawik y Sonja Tinney con Home Box, por ejemplo, o firmas como la neoyorquina Lot-Ek (y su Guzman Penthouse).
Elogio de los espacios diminutos: la estela nómada Airstream
Al fin y al cabo, las microcasas, microapartamentos y caravanas Airstream (reportaje, vídeo, fotogalería) que visitamos en *faircompanies carecen de grandes habitáculos pero demuestran las ventajas de refugiarse en pequeños espacios.
Ello explicaría por qué las novelas vitales se han escrito llevando una vida nómada, o por qué los abrigos de creación e introspección de muchos escritores y creadores en general son diminutos y parcos, libres de lo superfluo.
Disciplinando nuestra creatividad
Leonardo da Vinci anotó en sus cuadernos lo que había apreciado en sus mayores momentos de creatividad: “las pequeñas habitaciones y refugios disciplinan la mente, mientras las grandes la debilitan”.
En Walden, Henry David Thoreau evoca una idea similar, cuando se refiere a la cabaña de madera construida por él mismo donde viviría dos años y dos meses: “Con este abrigo más sustancial sobre mí, había aclarado algo mi situación en el mundo”.
Lo que funciona con una microcasa de madera, piedra, contrachapado, cob, adobe, ladrillo o cualquier otro material puede hacerlo en el interior de un contenedor.
La experimentación está servida.
(Para más información sobre el uso de contenedores de mercancías como espacios habitables, Zack Smith ha recopilado la evolución de algunos de los proyectos más remarcables).