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Revolución "casas diminutas": creadores y empresas clave

Hace unas décadas, el tamaño medio de las viviendas era muy inferior al actual. Un creciente grupo de personas evita esta tendencia construyendo su propia casa diminuta. Es el movimiento de las casas pequeñas, camino de convertirse en fenómeno literario y empresarial.

Las casas pequeñas o microcasas son todo un fenómeno entre los críticos con la idea de que, cuanto más grande y sofisticada sea la propia vivienda, mayor autorrealización y felicidad. Un hogar más reducido y minimalista libera a su morador de grandes ataduras económicas y reduce su impacto.

Cuando más grande no es mejor

La dignidad e higiene de una vivienda influyen sobre la salud y perspectivas de sus habitantes, como saben quienes tratan de erradicar la pobreza y la insalubridad en todo el mundo.

No obstante, a partir de un determinado tamaño y condiciones sanitarias, mayores dimensiones pueden equivaler a menor concentración, mayor inversión y coste de mantenimiento, así como mayor impacto.

La faceta inventora de Benjamin Franklin se centró en mejorar tecnologías domésticas como la estufa salamandra. El frío intenso obligó a sus padres, que sacaron adelante una más de las habituales numerosas de la Nueva Inglaterra en el siglo XVIII, a mantener la chimenea permanentemente encendida, lo que le causó una enfermedad respiratoria crónica.

Breve historia del nacimiento de las McMansion

Entonces, el advenimiento de la Ilustración y la pujanza de las clases urbanas y burguesas incidieron sobre el diseño de las casas en el siglo XIX y XX, con mayores estancias y comodidades.

Pero la majora de las condiciones de vida se llevó también consigo parte de la elegante austeridad y escaso impacto de los pequeños hogares tradicionales, que giraban en torno a la mesa y fuego de la cocina.

Apenas hace un siglo, abundaban los hogares con entre 2 y 4 estancias y dos o tres plantas a lo sumo. Pocas familias vivían en condiciones tan espartanas como las de la austera cabaña de Nueva Inglaterra construida por Thoreau para pasar una temporada junto al lago Walden, pero las personalidades más influyentes del siglo XIX se criaron en viviendas más parecidas a las microcasas de los aficionados del movimiento de las casas pequeñas que a las impersonales enormes casas de los suburbios de clase media de Estados Unidos.

Cuando la casa de un presidente era una “tiny house”

En Old Fort Harrod, se conserva una reproducción de la cabaña de madera donde nació Abraham Lincoln. La vivienda original, una cabaña de leñador, tenía 16 por 18 pies (288 pies cuadrados), o 26,7 metros cuadrados.

Hoy en día, incluso en lugares como el centro histórico de la densa y mediterránea Barcelona, un apartamento (no ya una casa) de menos de 30 metros cuadrados sería considerado poco menos que insalubre y probablemente invendible.

Al fin y al cabo, décadas de mejora real de la bienestancia han servido para que la percepción de la realidad haya cambiado con tal radicalidad que, cuando el austríaco afincado en Barcelona Christian Schallert explicó que se quería comprar el antiguo y diminuto altillo de un viejo edificio en el barrio del Born, en la capital catalana, su madre creyera que había perdido el juicio.

Tras su acertada remodelación, el micropiso diseñado por Schallert y la arquitecta italiana Barbara Appolloni se ha convertido en un fenómeno en Internet.

Minimalismo, vida sencilla, humildad, naturaleza

El movimiento de las casas pequeñas reconoce las ventajas de lo que llaman vida sencilla: en general, los nuevos habitantes de las pequeñas cabañas del siglo XXI aprecian el minimalismo, valoran crear y aprender por encima de consumir y, si tienen que elegir, priorizan espiritualidad por encima del hedonismo y la superficialidad.

El fenómeno de las casas pequeñas (también los apartamentos) ha crecido al abrigo de Internet y del trabajo de la generación de la contracultura, con pioneros como el editor de abrigos y construcciones humanas en la revista Whole Earth Catalog de Stewart Brand (según Steve Jobs, “el Google de los 60“), que desempolvaron el ideal trascendentalista de vuelta a la sencillez y el contacto con la naturaleza: Henry David Thoreau, Walt Whitman, Emily Dickinson, etc.

La sorprendente popularidad de libros como el firmado por Jay Shafer, diseñador y constructor de microcasas y cabañas a través de su empresa Tumbleweed Tiny House Company y considerado el “chico póster del fenómeno tiny house”, o el publicado recientemente por el propio Lloyd Kahn a través de su editorial independiente Shelter Publications, mide la temperatura del fenómeno.

La popularidad de las casas diminutas

También lo hace la extraordinaria popularidad de los vídeos de *faircompanies sobre microcasas y microapartamentos: de los 10 vídeos más populares del sitio hasta ahora, 9 están relacionados con el fenómeno “tiny house”.

Entre los vídeos más populares editados jamás por Kirsten Dirksen para *faircompanies, el primero de ellos supera los 4 millones de visitas, el segundo los 3 millones, el tercero se acerca al 1 millón y medio, el cuarto supera 1 millón y el quinto se aproxima a esta cota. Y hablamos de una página especializada como *faircompanies.

Eso sí, mientras escribo este artículo, el canal de YouTube de Kirsten Dirksen cuenta con cerca de 15 millones de visitas y más de 13.000 suscriptores.

Tras haber estudiado concienzudamente la audiencia de nuestros vídeos, podemos afirmar que el interés es creciente y tiene alcance planetario, pero sorprende su incidencia sobre una audiencia predominantemente joven, urbana y residente en países bienestantes, sobre todo Estados Unidos y Europa Occidental.

Vivir, trabajar o retirarse (unas horas al día, el fin de semana, o una temporada larga) a una pequeña cabaña ha sido reconocido como ejercicio espiritual con resultados espectaculares para el bienestar y trabajo personales por influyentes ermitaños, artistas (sobre todo, los que demandan mayor soledad durante el proceso creativo, como escritores, compositores musicales, etc.) y personajes anónimos.

La pujanza del “hazlo tú mismo” y la autonomía creativa

Las pequeñas cabañas y chozos, sean de adobe o cob, piedra, madera, materiales reciclados, balas de paja o una combinación de estos y otros materiales, son mucho más que una reminiscencia del pasado en la era del “hazlo tú mismo“.

Pequeñas compañías de kits prefabricados, arquitectos profesionales, aficionados e incluso jóvenes que construyen su primera vivienda o “dormitorio universitario” enriquecen el movimiento de las casas pequeñas, en el que Jay Shafer (constructor y autor de The Small House Book); Lloyd Kahn (editor y coordinador del libro coral Tiny Homes, Simple Shelter); el bloguero Kent Griswold (TinyHouseBlog.com); y la propia Kirsten Dirksen (directora y editoria de vídeos sobre el movimiento de las casas pequeñas para *faircompanies), se han convertido en las voces autorizadas del fenómeno.

Más allá de su interés y trabajo en la temática, Jay Shafer y una docena de constructores especializados en la materia, así como Lloyd Kahn, Kent Griswold y Kirsten Dirksen comparten otro denominador común: o bien viven en el condado de Sonoma, al norte de San Francisco (es el caso de los tres primeros); o bien tienen familiares en esta localización (los padres de Kirsten viven actualmente en la zona, pese a que sus hijos crecieron en Silicon Valley).

Precursores de la actual tendencia: el editor de Shelter

La sección sobre abrigos humanos de todo tipo que apareció en la revista Whole Earth Catalog recuperó entonces la predilección de determinadas personalidades introspectivas y aventureras por un tipo de cobijo pequeño, ligero, con escaso impacto y en ocasiones itinerante.

Era un homenaje, que continúa en la era de Internet al abrigo del movimiento de las casas pequeñas, a las ventajas conceptuales y prácticas de lo que el arquitecto romano Marco Vitruvio llamó la “cabaña primitiva” en De Architectura.

Para Vitruvio, los renacentistas y los arquitectos de la Ilustración influidos por su trabajo, una cabaña simple, como la diseñada por un niño o una familia de nómadas en cualquier tribu de cazadores y recolectores, era la construcción humana que más se acercaba a su ideal platónico de arquitectura, que situaba en la limpieza geométrica y conceptual de las construcciones de la Grecia Clásica.

Los abrigos tradicionales de cualquier punto del mundo conservan un denominador común: su humilde tamaño, que facilita su mantenimiento, resistencia a fuertes vientos y otras contrariedades climáticas, así como facilidad de transporte o reconstrucción, etc.

A excepción de los edificios ceremoniales, concebidos para la reunión del grupo, las viviendas más sencillas arropan a sus moradores, mientras muchas viviendas contemporáneas han perdido su referencia originaria: el propio morador.

Imaginación, novela gráfica y cultura del “hazlo tú mismo”

Inspirándose en la ligereza y escaso impacto de los abrigos humanos más minimalistas, diseñadores como el artista vasco afincado en Barcelona Martín Azúa y aficionados al “hazlo tú mismo” como -el popular en YouTube– Derek “Deek” Diedricksen crean espacios a menudo diminutos, divertidos, intrigantes, cuya utilidad esconde a menudo una crítica a la sociedad y los valores imperantes.

Martín Azúa ha presentado recientemente Basic House, un microespacio parecido a una tienda de poliéster que, plegado, cabe el el bolsillo de la chaqueta, suficiente para cobijarse durante un paseo.

Casa Nido, otro de sus abrigos conceptuales, es una sencilla estructura de metal y cuerda que evoca los colgadores de macetas tradicionales, ya que el interior del espacio queda protegido por una capa vegetal que se entreteje con la malla creada por las cuerdas.

Derek “Deek” Diedricksen representa otra tendencia: la de quienes emulan fenómenos de colaboración como el software y hardware de código abierto, llevándolos a la construcción de microespacios y otros artilugios. El patio trasero de este joven estadounidense contiene microcasas y otros proyectos elaborados a lo largo de 20 años.

Derek “Deek” Diedricksen y su generación

El nuevo libro de Derek Diedricksen sobre la temática de las casas diminutas Humble Homes, Simple Shacks, Cozy Cottages, Ramshackle Retreats, Funky Forts, aparece en febrero de 2012 en Globe Pequot Press, sello editorial de Morris Communications Co.

Janice Goldklang, directora ejecutiva de Globe Pequot, define el libro: “es casi como una novela gráfica con casas realmente pequeñas”. El título, como sabíamos en *faircompanies, había sido auto-publicado originalmente por el propio Diedricksen. Como ha ocurrido históricamente en distintas corrientes artísticas y de pensamiento, el sector comercial mayoritario (“mainstream”) se fija en una pequeña vanguardia alternativa, en la que también se cuentan Kirsten Dirksen y *faircompanies.

Penelope Green explica en The New York Times que Diedricksen había vendido ya 3.000 copias de su libro auto-editado cuando Lyons Press se fijó en el título y se ofreció para llevarlo a las librerías en Estados Unidos.

Habrá que pedir a Kirsten un documental sobre el movimiento 🙂

Una caravana Airstream como dormitorio universitario

Internet ha permitido que un público geográficamente dispar y heterogéneo se interese en la creación de perfiles como Azúa y Diedricksen.

Otro estadounidense, el también diseñador, además de paisajista, Andreas Stravropoulos, se interesó por los pequeños espacios por necesidad práctica, como nos explicó durante nuestra visita a su estudio XS de Berkeley.

Stavropoulos define su experiencia con viviendas diminutas como “una aventura a lo Peter Pan”: compró una clásica caravana de gama alta Airstream, con su inconfundible diseño metálico y acabados, remodeló su interior y la aparcó en el patio trasero de una casa compartida por otros estudiantes. La Airstream se convirtió, así, en su dormitorio universitario móvil, económico, privado, adorado por sus amigos e íntimo, ideal para el estudio.

Otra muestra del interés por la confluencia entre las microcasas, el “hazlo tú mismo”, la vida sencilla y el minimalismo es la difusión de libros que, hasta hace poco, tenían una audiencia mucho más minoritaria y especializada.

El secreto de la juventud de Lloyd Kahn (Shelter Publications)

Un buen ejemplo es el último libro de Lloyd Kahn, el mencionado Tiny Homes, Simple Shelter, que no sólo ha sido ampliamente comentado por los medios especializados Tinihouseblog.com de Kent Griswold o *faircompanies (visitamos a Kahn en su casa de Bolinas mientras estaba acabándolo y Kirsten rodó un vídeo sobre ello), sino que han aparecido amplias menciones en el Wall Street Journal y el New York Times, entre otros.

Aprovechando la reseña para el Wall Street Journal del libro de Lloyd Kahn sobre casas diminutas, Jeffrey A. Trachtenberg escribe: “puede que se trate de una de las tendencias más interesantes en la construcción de viviendas: las casas diminutas construidas por sus propios moradores”.

El contexto, según el crítico: “un creciente interés por los estilos de vida respetuosos con el medio ambiente ha generado una legión de libros fotográficos que capturan las delicias de la vida en cajas de zapatos”.

Todos tenemos un Jack London dentro

Un libro independiente que no ha perdido su regusto de fanzine contracultural tiene innegablemente su público, como demuestra su éxito en Amazon y librerías especializadas.

Un libro que preconice las supuestas ventajas de devolver a las cosas a un tamaño menos pretencioso, tiene no sólo su público incondicional, sino que atrae a una audiencia más amplia.

Jeffrey A. Trachtenberg cita por ejemplo a un pequeño librero de Brooklyn, Jonas Kyle (Spoonbill & Sugartown), cree que el éxito de libros sobre construcción alternativa y a menudo al margen de la normativa tiene una explicación: “El atractivo es que, secretamente, a la mayoría de la gente le gustaría estar en el campo construyendo su propia cabaña diminuta”.

El anhelo trascendentalista de reconectar nuestra existencia con la naturaleza sin perder nuestro cosmopolitismo, tal y como anheló Henry David Thoreau y posteriormente han imitado generaciones de estadounidenses, la mayoría anónimos (el último icono de los cuales sería Christopher McCandless, en cuya experiencia se basan la novela y película Into the Wild).

Patricia Bostelman, vicepresidente de marketing de Barnes & Noble, explica su teoría acerca del fenómeno literario de las casas diminutas: “Lo que todos estos libros reflejan es que la gente está interesada en vivir con más sencillez. La economía ha declinado, y la gente busca modos de ahorro”.

Recopilación de últimos libros sobre la materia

5 pequeños (pero exitosos) fabricantes de casas diminutas

  • Tumbleweed Tiny House Company (Sebastopol, California): compañía de bandera del movimiento de las casas pequeñas. Cuando el arquitecto californiano Jay Shafer decidió que quería construirse una pequeña casa de madera, comprobó el interés que la idea suscitó. Fundó Tumbleweed y fue entrevistado por Oprah Winfrey. Ahora su compañía vende microcasas en todo el mundo y sus dos libros son un éxito de ventas.
  • Tiny Texas Houses (Luling, Texas): Brad Kittel es el alma de una pequeña compañía que construye pequeñas casas tradicionales con materiales reciclados. El resultado es instantáneo y remarcable. El lema de la compañía es tan “old school” como el diseño: “nuestros edificios son 99% chatarra reciclada”.
  • weeHouses (Saint Paul, Minnesota): impecable sistema modular para edificar atractivas casas diminutas con un diseño contemporáneo donde destacan las fachadas acristaladas y la funcionalidad. Minimalismo bien pensado. Una especie de condensación de los valores de Frank Lloyd Wright.
  • Reclaimed Space (Austin, Texas): “Reclaimed Space quiere construir de manera constructiva. Nos centramos en invertir el impacto que un nuevo edificio tiene sobre nuestro entorno”. Y lo consiguen usando materiales como madera y latón rericlados, así como viejas puertas y ventanas, etcétera. Simpleza rústica aplicada con sentido común y buen gusto.
  • M-House (Londres, Reino Unido): la compañía londinense M-House aporta una sensibilidad cosmopolita a las casas diminutas, con propuestas modulares surgidas de un concienzudo trabajo de diseño industrial. El estilo de las construcciones es limpio, minimalista y moderno. Modern Box, su kit prefabricado, se envía a cualquier lugar del mundo.