El mundo asiste a varias transformaciones, no sólo a una crisis que afecta a los más desfavorecidos de los países ricos.
Ahora llega el turno de la educación: con Internet, las herramientas sólo accesibles en el pasado a las élites están al alcance de cualquiera con acceso a Internet y fuerza de voluntad.
El futuro de la educación: herramientas personalizadas para todos
Varios investigadores creen que el futuro de la educación es la gran esperanza de la humanidad.
El modelo de las economías de escala y el trabajo para toda la vida desaparece, fenómeno teorizado hace unos años por Jeremy Rifkin en El fin del trabajo, y los más vulnerables -los jóvenes, los menos educados- tendrán, en ocasiones, que [re]inventar su propia ocupación.
Pero, ¿cómo crear nuestro trabajo si nos educamos a la antigua usanza, consiguiendo títulos que no garantizan nuestra competencia en un mundo cambiante?
Las universidades, una institución tan pétrea como la Iglesia
En su estudio sobre el futuro de la educación superior, Pew Internet explica la situación en crudo:
“Durante un milenio, las universidades han sido consideradas la principal institución social para el conocimiento y el aprendizaje. Y, por un milenio, las estructuras básicas acerca de cómo las universidades producen y diseminan el conocimiento, o evalúan a los alumnos, han sobrevivido intactas a través de los profundos cambios sociales creados por la tecnología: la imprenta de tipos móviles, la Revolución Industrial, el telégrafo, el teléfono, la radio, la televisión y los ordenadores”.
“Hoy, no obstante, el negocio de la educación superior parece tan susceptible a la disrupción tecnológica como otras industrias de la información tales como prensa, enciclopedias, música, cine y televisión”.
La transmisión del conocimiento ha dejado de ser un problema
En la época de la Internet ubicua, los teléfonos inteligentes y las tabletas electrónicas, “la transmisión del conocimiento ya no necesita estar atado a un campus universitario”, expone el informe de Pew Internet.
“Las posibilidades técnicas de la computación en la nube (cloud computing), los libros de texto digitales, la conectividad móvil, el vídeo transmitido por Internet a alta validad, así como recopilar información al instante han concentrado enormes cantidades de conocimiento en la Red”.
Estos y otros avances, así como las redes móviles y el éxito de los dispositivos portátiles con acceso a los mismos servicios en línea obligan a “revisar la misión de la universidad moderna y su papel dentro de la sociedad en red”.
Los usos y costumbres cambian con mayor rapidez que las formalidades administrativas.
La sombra de la industria musical: la carrera contra la máquina
El economista Tyler Cowen, autor del blog Marginal Revolution, también cree que asistiremos en la mayoría de sectores a la disrupción que Internet ha suscitado en la industria musical: cambia el modo en que los nuevos adultos trabajamos, nos relacionamos, consultamos información y -también- nos educamos.
Como Jeremy Rifkin y Tyler Cowen, Andrew McAfee – investigador del MIT, colaborador de Harvard Business Review y co-autor, junto a Erik Brynjolfsson, del libro Race Against The Machine-, cree que la crisis de varias industrias transformadas por Internet o las deslocalizaciones no va a marcharse con una simple recuperación económica.
Los cambios que tienen lugar ahora en una sola generación equivalen a grandes transformaciones que, hasta hace apenas unas décadas, se producían a lo largo de distintas generaciones.
Aprendizaje continuo para crear nuestro propio trabajo
Por ejemplo, The Economist augura una III Revolución Industrial en la que, gracias a la impresión aditiva e Internet, las economías de escala perderán importancia y los productos -menos unidades, más duraderas y personalizadas- se producirán de nuevo en las ciudades occidentales que alumbraron la I Revolución Industrial.
Según los especialistas, hay que prepararse para situaciones de cambio y trabajos que conllevan grandes oportunidades, pero requieren una actitud de aprendizaje constante.
No importa por qué “próxima gran cosa” apostemos para los próximos años (algunas sugerencias del director de Havas Media Labs y colaborador de Harvard Business Review).
El secreto de adaptarse a la situación actual: formación
Varios expertos han dedicado artículos en Harvard Business Review al futuro de la formación laboral y el empleo. En ellos, se expone que habrá que adaptarse a la situación actual (Andrew McAfee); muchos tendrán que encontrar empleo si no quieren o pueden crearlo ellos mismos (Priscilla Claman); y tendrán que permanecer relevantes durante recesiones (Teresa Amabile y Steve Kramer).
Como consecuencia, estudiar y trabajar consisten, cada vez más, en aportar las mejores soluciones, no importa si permaneciendo ante el ordenador sin pestañear o teletrabajando con mucha más flexibilidad.
Sobre el impacto de la tecnología en la fuerza de trabajo
Durante su charla para la edición de Boston del ciclo de conferencias de TED Talks en 2012, titulada con el mismo sugerente título que su ensayo, Race Against the Machine, Andrew McAfee exponía que “todavía no hemos visto nada en lo que respecta al impacto de la tecnología en la fuerza de trabajo”.
La automatización redefinió el empleo de cuello azul -puestos de trabajo industriales con baja cualificación, aunque seguros y a menudo generosos- y transformó la economía global. Ahora, dice McAfee, la tecnología está reemplazando los trabajos de mayor cualificación, multiplicando la capacidad intelectual humana del mismo modo que la máquina de vapor multiplicó la fuerza humana.
Este cambio, profundo e imparable, tiene su vertiente dramática, a la que asistimos cuando profesionales de todo el mundo son incapaces de mantener a flote el statu quo de sus profesiones, desde periodistas a editores de libros, productores televisivos, expertos en marketing o profesores, entre otros.
Pero Andrew McAfee se queda con los aspectos positivos y confía que la transformación que precipita en varios sectores los cambios ya vistos en la industria musical.
El declive del trabajo de cubículo
Tyler Cowen: “Mira la industria musical. Ha sido puesta patas arriba por Internet. Mi visión es que este fenómeno se repetirá en todas partes, pero hasta ahora sólo lo hemos visto en un puñado de lugares. El periodismo se encuentra en el fragor de la batalla. Y la educación superior va probablemente después”.
El antaño rígido cometido laboral de los trabajadores de cuello blanco se desvincula a marchas forzadas de las rutinas de cubículos, llamadas constantes y reuniones sin sentido.
Las dos deliciosas comedias El Apartamento y Office Space, por tanto, requerirán pronto un contexto para que los más jóvenes entiendan los matices de la vida laboral en una oficina repleta de cubículos y trabajadores enfrascados en tareas monótonas.
Aprender vs. “hacer que se aprende”
La educación superior ha empezado a cambiar del mismo modo: si ahora entendemos que trabajar no consiste en “hacer que se trabaja” ante el ordenador, sino en ofrecer los mejores resultados, educar y educarse abandona sus formalidades diseñadas hace siglos.
Desde la Academia platónica a las universidades modernas, la clase magistral y la presencialidad eran hechos incuestionables, como lo era la imposibilidad de aumentar la capacidad intelectual del individuo.
Si bien las instituciones educativas conservan su prestigio y todavía aspiramos a que nuestros hijos se eduquen al máximo a través de los canales tradicionales y reconocidos por la sociedad, el aula universitaria conserva el mismo sentido que el cubículo.
Sobre la inercia de la costumbre: un mundo para extrovertidos
El mundo académico está tan repleto de usos y costumbres como el derecho consuetudinario. Entre las ideas preestablecidas: se requiere un profesor que lidere el proceso de educación, así como la asistencia a un espacio físico común o el análisis del aprendizaje a través de pruebas que a menudo miden la capacidad de memorización en un momento determinado.
A sabiendas de que la educación se ha erigido sobre estereotipos y sobre un modelo que no ha superado todavía el establecido por Platón en su Academia, la arquitecta Vanessa Quirk sale en defensa de los introvertidos la bitácora sobre arquitectura Arch Daily.
Según Vanessa Quirk, nuestra sociedad se ha construido en torno a la idea del encuentro de varios individuos en un mismo espacio, abandonando las numerosas certidumbres de que la introspección y otras rutinas de “introvertidos” –divagar, trabajar apartados, ir al grano- son recurrentes en muchos grandes pensadores y polímatas.
Contra la mediocridad impuesta: comprender el potencial de cada individuo
Con anterioridad, dice Quirk, “he abrazado el potencial de escuelas orientadas a la comunidad para motivar el aprendizaje y, admitiré que de una manera grandilocuente, cambiar el mundo”.
“Creo que he descubierto un sesgo. En mí, y en la arquitectura en general. Durante años, la cultura occidental ha valorado y recompensado a los extrovertidos naturales, en un esfuerzo para crear ciudadanos resueltos, sociables, intrépidos”.
La arquitecta reconoce que, por fin, el mundo está preparado para ofrecer soluciones educativas adaptadas al potencial y expectativas de cada individuo, en lugar de “instruir”, al modo de los regímenes totalitarios, a todos los ciudadanos del mismo modo, logrando en consecuencia una aceptable mediocridad homogénea, en lugar de un entorno granulado para que todos lleguen hasta donde se proponen, sin barreras preestablecidas ni límites a la excelencia.
En defensa de los introvertidos
Si cualquier teletrabajador puede rendir más y acceder a la misma información y herramientas que un empleado en la sede central de una compañía, lo mismo sirve para cualquier alumno que disponga de conexión a Internet, no importa su sexo, raza o nivel adquisitivo.
Introvertidos (con su “poder”, expuesto por Jonathan Rauch en The Atlantic, Susan Cain en TED Talks y su ensayo sobre la temática).
Sí serán cruciales su talento, perseverancia, capacidad de análisis e introspección, creatividad, etc. Emulando la termodinámica, la educación no se crea ni destruye, sino que se transforma.
Internet no estará al margen de la educación
En un momento especialmente delicado y mientras muchas universidades y escuelas de negocio tratan de alumbrar un plan que garantice su supervivencia a largo plazo, Internet aprovecha la rigidez y lentitud de las instituciones tradicionales -como ha ocurrido con la industria del entretenimiento- para enseñar al instante, desde casa y por una fracción del coste, cuando no se trata de servicios gratuitos.
El aula educativa del futuro, en definitiva, usará la tecnología para proporcionar estilos y modalidades de aprendizaje introspectivos en entornos tradicionales (y diseñados para “extrovertidos”, como la propia clase) y a través de Internet. El aprendizaje electrónico o e-learning cumple con sus expectativas, años después de que esta palabra se usara hasta la saciedad.
La educación sigue los pasos de la industria del entretenimiento. Primero, muchos negaron el carácter decisivo de Internet; después, confiaron en la importancia de las costumbres y los fuertes lazos entre los centros educativos y el resto de las instituciones sociales y círculos de poder; a continuación, niegan o ridiculizan la nueva competición; finalmente, la reacción llega demasiado tarde.
La dictadura del máximo común denominador
Las principales universidades y escuelas de negocio del mundo difícilmente perderán su aureola social en una generación, pero su utilidad educativa está en tela de juicio. Tendrán que aprender a motivar a cada individuo en función de sus necesidades y posibilidades, en contraposición a la clase magistral dirigida al máximo común denominador del alumnado.
Varios proyectos, a menudo de código abierto, humildes y mal financiados, han iniciado una transformación que expertos como Tyler Cowen o el periodista de Wired Clive Thompson creen que no tiene vuelta de hoja.
Startups como Treehouse, CodeAcademy, Udacity (según Forbes, “el futuro de la educación“) y Lynda capturan la imaginación de “estudiantes” de todo el mundo. Buscadores, sitios de referencia como Wikipedia y redes sociales enriquecen la nueva experiencia educativa.
Khan Academy: ¿modelo del futuro o más de lo mismo?
Por encima de todos estos servicios, considerados en estado embrionario, destaca Khan Academy, una organización educativa sin ánimo de lucro que recopila 3.300 micro-clases-magistrales registradas en vídeo y almacenadas usando YouTube.
Salman Khan, estadounidense de origen bangladeshí, no niega el valor y prestigio social de la educación reglada; él mismo es un graduado del MIT y de la Harvard Business School. Bill Gates se congratuló en una ocasión que alguien con un cociente intelectual de 160 pasara de trabajar para un hedge fund a la categoría de enseñar-al-mayor-número-de-personas.
Al comprobar que nadie se había atrevido con un servicio web que recopilara clases en formato YouTube de materias diversas, decidió fundar una organización que ofreciera acceso gratuito al conocimiento que otras instituciones quieren conservar con celo.
El propio Bill Gates cree que la misión del popular servicio, “proporcionar una educación de calidad a cualquiera, en cualquier lugar” cambiará a la larga la manera en que nos educamos y acercará la prosperidad a los más desfavorecidos.
Además de Gates y su mujer, Google e inversores de capital riesgo como John Doerr han contribuido a financiar el crecimiento del servicio.
Un “servicio” sin curva de aprendizaje
Más allá de la calidad técnica de los vídeos, el servicio es fácil de usar y ayuda a personas de todo el mundo a profundizar en todo tipo de conocimientos.
En la página principal del servicio, el visitante aprende al aterrizar el porqué de su éxito: “Mira. Practica. Aprende casi cualquier cosa gratis”. Sin interfaces kafkianas ni grandes aspiraciones de diseño, el sitio ofrece lo que promete.
A menudo grabadas en vídeos con escasa calidad técnica, las más de 3,300 “clases” de Khan Academy tienen cada vez más seguidores (¿estudiantes?), en matemáticas, historia, medicina, finanzas, física, química, biología, astronomía, economía, química orgánica, historia del arte o ciencia computacional, entre otras materias.
Clive Thompson explica en Wired por qué esta organización educativa que usa vídeos publicados en YouTube como principal material de aprendizaje está cambiando las reglas de la educación.
El papel del creador amateur en la educación
Pese a que la mayoría de los tutoriales que ofrece el sitio de Khan tienen un aspecto crudo y calidad amateur, su contenido, expuesto en entre 7 y 14 minutos de duración, permite a cualquier niño o adulto avanzar al ritmo deseado resolviendo problemas matemáticos, estudiando ciencia o profundizando en temas económicos.
Muchos maestros y profesores aprecian el carácter descentralizado, libre acceso y experiencia personalizada de Khan Academy y servicios similares. Clive Thompson cita a un maestro de Silicon Valley que se ha quejado durante años de lo frustrante que resulta enseñar a la “media” de la clase.
Son maestros que, a sabiendas de que ha llegado el momento de experimentar con nuevas vías, se sitúan junto a la pizarra, “tratando de que 25 estudiantes o más aprendan las mismas cosas al mismo ritmo. Y, por supuesto, nunca funciona realmente: los niños avanzados se aburren y desconectan, los atrasados se pierden y desconectan, y pronto la mitad de la clase no está prestando atención”.
Desde la llegada de la informática personal a principios de los 80, escribe Clive Thompson, “los educadores han esperado a que la tecnología resolviera este problema ofreciendo lecciones a medida de cada niño. Las escuelas acumulan millones, quizá miles de millones, de dólares en sofisticada tecnología para el aula, pero el esfuerzo ha sido en vano”.
Hora de que los alumnos sigan su ritmo de aprendizaje
Con la llegada de Khan Academy y sus alternativas, desde los sitios más independientes y espíritu asociativo y de código abierto hasta la plataforma educativa que Apple ha diseñado para iPad, iTunes U (de “University”), Thompson se pregunta si ha llegado la hora de que los alumnos sigan finalmente su propio ritmo de aprendizaje, en lugar de adaptarse a las necesidades de la media de la clase.
Eso sí, “no todo el mundo está de acuerdo -escribe Clive Thompson-. Los críticos argumentan que el software y vídeos de Khan promueven una actitud poco creativa, repetitiva y machacona, al dejar a los niños pasmados ante las pantallas en lugar de interactuar con maestros de carne y hueso”.
Incluso el propio Salman Khan reconoce no ser un profesional de la educación. Simplemente, es un aficionado a la tecnología que improvisó una manera original de enseñar cosas a la gente. “Y, para bien o para mal, ello significa que [Khan] no tiene un plan consistente y exhaustivo para reformar los programas educativos”.
Historias de un ex alumno del MIT y Harvard Business School
Sea como fuere, su sitio ha logrado una rápida popularidad. Sus clases son vistas por más de 2 millones de usuarios al mes y responden a alrededor de 15 preguntas por segundo.
El servicio creado por un joven educado en dos de las instituciones más prestigiosas, MIT y Harvard Business School, borra las barreras de entrada de estas instituciones y ayuda a individuos anónimos de todo el mundo a dominar materias tan complejas como vitales.
Khan Academy es sólo el servicio actuando como protagonista del cartel de un nuevo movimiento educativo que va más allá de la enseñanza reglada a distancia; pero, para “proporcionar una educación de calidad a cualquiera, en cualquier lugar”, como reza el lema de Khan Academy, este y otros servicios deberán demostrar su valía.
Valorando el sentido de la clase magistral
Son muchas las incógnitas en torno al auténtico impacto de las clases en vídeo de Khan Academy, las charlas inspiradoras de TED Talks y Tech-Ed, las herramientas para colaborar en clase de iTunes U, etc.
Los críticos argumentan su posición y aguardan respuesta. El experto en educación Frank Noschene ha detallado en su bitácora los principales logros y puntos débiles de Khan Academy, así como en un detallado comentario de respuesta al artículo de Clive Thompson en Wired sobre Khan Academy:
- Las clases magistrales, en vivo (como actualmente) o a través de un vídeo casero publicado en YouTube y Khan Academy, siguen el mismo principio educativo y son, en palabras de Noschene, ineficientes. “El aprendizaje no ocurre a través del modelo de transmisión; por ejemplo, enseñar es contar y aprender es escuchar (‘siéntate y aprende’). En el artículo, los alumnos ven las clases a su propio ritmo y el maestro no tiene que impartirlas más. Pero los estudiantes son todavía enseñados, aunque ahora por Salman Khan”.
- Las clases de Khan incluyen en ocasiones incorrecciones, errores de planificación, refuerzan errores de concepto de los estudiantes y tienen un desarrollo conceptual limitado.
- Los vídeos de Khan Academy promueven mecánicas y algoritmos (“cómo” obtener la respuesta correcta), en lugar de comprensión (“por qué esa es la manera de obtener la respuesta correcta”). “En vez de instruir a los estudiantes a obtener la respuesta correcta con vídeos, los profesores deberían inspirarles para que resolvieran las cosas por su cuenta y aprendieran a crear su propio conocimiento a través del trabajo en equipo”, expone Frank Noschene.
- En su opinión, el software de matemáticas de Khan Academy evalúa a los estudiantes usando ejercicios simples, evitando quebraderos de cabeza. “El incentivo de los estudiantes para avanzar lejos sin comprender son los premios y puntos obtenidos por cada respuesta correcta (…). Por el contrario, la fuerza motriz de los estudiantes debería ser el deseo natural para resolver problemas profundos y significativos“.
Al rescate de la creatividad
Los modelos educativos basados en la clase magistral, sea presencial o a través de servicios que emulan el tiempo lectivo tradicional con un maestro “enseñando” y un alumno “escuchando” y “aprendiendo”, obvian la importancia de la creatividad.
Ken Robinson se preguntaba hace un tiempo en TED si las escuelas eliminan lo que deberían estar estimulando: la propia creatividad. Sir Ken Robinson cree que las escuelas no necesitan trasladar el modelo actual a Internet, sino cultivar la creatividad y reconocer varios tipos de inteligencia.
Según Robinson, en el obsoleto modelo educativo actual, los estudiantes con mentes y cuerpos inquietos no son estimulados para que cultiven su energía y curiosidad, que acaban ignoradas e incluso estigmatizadas.
La educación de refuerzo del futuro se liberará del corsé formal y burocrático de la educación reglada y aprovechará el potencial de Internet, herramienta que contribuirá a avanzar en los programas adecuados al potencial y aspiraciones de cada alumno.
“Stay hungry, stay foolish”
Quedará por resolver el reto de la creatividad, o el reconocimiento de actividades ahora penalizadas como divagar, o relacionar ideas y conceptos de manera original.
Sin la creatividad, es imposible mantenerse hambriento e insensato, como Steve Jobs recomendaba a los estudiantes recién graduados de Stanford, citando la frase que cerraba el último número del fanzine contracultural Whole Earth Catalog.
La inteligencia resultadista, obsesionada con premiar el ejercicio memorístico y la rapidez de reacción, ha arrinconado por igual a los alumnos con mayor y menor capacidad.
El papel de la educación, recordaba William Deresiewicz en un discurso realizado en West Point en 2009, es el de crear seres autónomos, que sepan asumir el liderazgo cuando sea necesario, gente con visión y capaz de afrontar encrucijadas, no individuos-calculadora que sigan el manual incluso cuando éste no funciona.
Con Internet, los individuos con potencial tienen más posibilidades de saciar su curiosidad y, de paso, devolver su florecimiento a la sociedad.
Servicios que quieren cambiar el modo de enseñar (y aprender)
1. Khan Academy
Organización sin ánimo de lucro fundada por el graduado del MIT y Harvard Business School Salman Khan en 2006.
El sitio proporciona vídeos con tutoriales gratuitos en primera persona sobre materias tan diversas como la economía, la historia de arte y la ciencia computacional.
Entre los donantes del proyecto se incluyen la Bill & Melinda Gates Foundation, Google y la O’Sullivan Foundation.
2. Udacity
Sitio comercial surgido como spin-off de la Universidad de Stanford que incluye clases gratuitas, tutoriales, exámenes y servicios curriculares. La idea de Udacity se fraguó cuando el profesor Sebastian Thrun publicó un curso en Internet sobre inteligencia artifical, que atrajo a 160.000 estudiantes de 190 países.
Thrun y otros dos expertos en robótica iniciaron entonces esta comunidad educativa, con cursos sobre cómo crear un motor de búsqueda o cómo programar un vehículo robótico.
3. Codecademy
Servicio creado en agosto de 2011 por los estudiantes Zach Sima y Ryan Bubinski en la incubadora empresarial Y Combinator. Codecademy enseña a programar con distintos lenguajes con rapidez, sencillez y de manera gratuita. El servicio permite a cualquier usuario “aprender” o “enseñar”, registra el progreso de los distintos programa y premia los objetivos logrados.
Cualquier programador puede crear cursos y tutoriales para que otros aprendan un determinado lenguaje, usando cursos asistidos que demandan la colaboración activa del usuario, en lugar de situarlo ante un tutorial grabado en vídeo.
4. OpenLearn
Proyecto nacido en el Reino Unido para ofrecer el material de aprendizaje de la Open University a cualquier interesado. Incluye más de 600 cursos divididos en temáticas desde “cuerpo y mente” hasta “dinero y gestión”.
5. TED-Ed
La organización sin ánimo de lucro TED (siglás en inglés de Tecnología, Entretenimiento y Diseño) no se conforma con la gran difusión de su conferencia anual (TED Conference) y sus charlas (TED Talks), con distintas versiones locales diseminadas por todo el mundo, conducidas por personalidades de todos los ámbitos de la sociedad, desde inventores a científicos, premios Nobel, economistas, políticos, etc.
TED-Ed combina vídeos educativos, contenido interactivo y planes lectivos diseñados por educadores; los profesores pueden publicar lecciones en formato audio, que son después convertidas en vídeo si captan suficiente interés. Cuando ello ocurre, las mejores grabaciones reportan 1.000 dólares a sus creadores.
6. Engineer Guy
El profesor de ingeniería de la Universidad de Illinois Bill Hammack creó, sin pretensiones pero con una decidida vocación pedagógica, el sitio web Engineer Guy, que sigue el modelo de Khan Academy: vídeos con tutoriales y clases magistrales, en este caso en torno al funcionamiento de objetos cotidianos, como una bombilla o un disco duro.
7. Connexions
Sitio de código abierto que permite a los visitantes montar su propio programa educativo usando vídeos, documentos y gráficos. Los usuarios pueden a compartir a continuación sus programas personalizados e integrar -o rechazar- las propuestas de otros.
Connexions tiene cierta vocación de convertirse en un GitHub de la educación: un servicio en línea que actúe como un software de control de versiones.
8. iTunes U
El músculo de Apple en el sector educativo se remonta a los inicios de la compañía y vivió uno de sus puntos álgidos con el lanzamiento del Macintosh en 1984.
Casi 30 años después y sin su desaparecido cofundador y consejero delegado Steve Jobs, Apple quiere que iTunes sea también la tienda de la enseñanza universitaria con iTunes U. Stanford, Oxford, el MIT y otras 800 universidades ofrecen clases y ejercicios personalizados para el uso del iPad en las aulas.
Cualquier poseedor de un iPhone o un iPad puede descargar cursos de materias tan diversas como la astrofísica o la zoología.
Estudiantes y profesores de ciencias de la computación pueden visitar y compartir tutoriales, cursos y vídeos sobre programación web y temáticas relacionadas en Google Code University.
El servicio no requiere que los usuarios se registren y los materiales son de libre uso, buena parte de los cuales han sido desarrollados por trabajadores de Google. Además de consultar la librería de cursos, tutoriales y vídeos, los usuarios pueden añadir al servicio sus propios materiales.
10. Treehouse
La startup Treehouse define su servicio de pago como “el mejor modo de aprender a diseñar y desarrollar para la Web y para iOS”.
Una vez registrados, los visitantes aprenden con vídeos y cuestionarios, cuyos resultados son recompensados con reconocimientos virtuales, al estilo de servicios como Foursquare.
Treehouse tiene tres planes de precios para los interesados en seguir los cursos de diseño web, desarrollo web y desarrollo en iOS.